Capítulo 46
Estoy parada frente al closet sin saber qué elegir. Ya revolví la ropa y no encuentro ni un solo pantalón, ni zapatos planos cómodos para usar de diario. Suspiro frustrada. Quien eligió está ropa no sabe lo que es andar en autobús al trabajo.
Christian me observa recargado en el marco de la puerta, visiblemente frustrado. Si, llevo aquí parada por lo menos 20 minutos aún envuelta en la toalla de baño.
— ¿Ya? — dice serio.
— Aún no — vuelvo a mirar todo.
— Solo escoge algo, lo que sea.
— Para ti es fácil decirlo, lo único que cambias es el estampado de tu corbata — lo veo fruncir el ceño.
— Ana...
— ¡Bien! Tomaré ésta blusa... Y esta falda... Y esos zapatos... — los levanto para verlos mejor — ¡rayos! Es como andar en zancos.
Escucho a Christian gruñir y dar media vuelta para irse pero se detiene y vuelve a mirarme.
— Tengo que decirte algo. Te hice una cita con una doctora, una ginecóloga.
— ¿Por qué? — lo miro sorprendida.
— Ya te lo dije, no me gustan los condones. Ella te dará un método anticonceptivo.
— No quiero — frunzo el ceño — ya tengo un método. Me puse la inyección el sábado.
— ¿A dónde fuiste? ¿Quién era el doctor?
— La clínica de salud, no recuerdo el nombre de la doctora. ¿Para qué quieres saber? ¿No confías en mí?
— Preferiría estar al tanto de tu control médico.
— Confía en mí, no quiero embarazarme, no me interesa tu dinero. Ahora sal de aquí, necesito vestirme.
Aprieta sus manos en puños y sale cerrando la puerta. Mierda, mucho sexo y dormir poco empiezan a pasarle factura a mi humor. Y ciertamente el de él tampoco ayuda.
Cuando estoy por terminar escucho su voz detrás de la puerta. Solo me dice que se va y Taylor regresará a llevarme a SIP. Salgo de la habitación lista para irme, pero la señora Jones me detiene para avisarme que mi desayuno está listo.
Taylor me lleva a SIP, aún cuando le dije que no era necesario. Por lo menos aceptó dejarme una cuadra antes para que no me vean bajar del auto.
Maddie permanece en silencio mientras me ayuda a elaborar la presentación para un nuevo libro, una gráfica y estadísticas de ventas que acompañan la información.
Bajamos las escaleras para tomar nuestro almuerzo y nos topamos con Mike y Tom que aparecen detrás de nosotras.
— Vamos, ¡tengo hambre! — gruñe Maddie.
— Todo el tiempo — Mike pone los ojos en blanco.
— ¡Ay no! Esperen. Dejé mi teléfono en el escritorio de Ana, ¡ya vuelvo!
Maddie corre escaleras arriba. Mike me saluda pero Tom solo hace un movimiento con su cabeza.
— Maddie está tardando — digo para romper el silencio incómodo.
— Vámonos, que nos alcance en la cafetería — dice su hermano y señala la puerta.
El fuerte ruido de tacones me hace girar y veo a Maddie casi saltando de la escalera para bajar. Esta agitada, pálida y temblorosa.
— ¡Maddie! ¡Maddie! — corro hacia ella y la sostengo.
— ¿Qué pasa? — se acerca Tom.
— Él... Arriba... Yo no... — niega con la cabeza pero no comprendo qué me dice.
Cuando hace una seña con su mano hacia las escaleras, veo que su muñeca tiene una gran marca roja. Mis ojos se abren ante el terror en los ojos de mi amiga.
Mike corre escaleras arriba y Tom lo sigue. De inmediato se escuchan gritos y cosas cayendo al piso. Abrazo a Maddie más fuerte para que deje de temblar, pero necesito que hable conmigo.
El guardia del edificio sube corriendo y siento el impulso de correr detrás de él.
— No me sueltes Ana, ¡no me dejes! — mi amiga llora con la cara roja.
— No lo haré, pero dime qué pasó.
— Él se acercó a mí, me besó ¡y no pude alejarlo Ana!
— ¿Quién? Mírame, ¡¿quién te lastimó?!
— El señor Hyde.
— Ven conmigo, vamos a buscar a los chicos.
Subimos las escaleras y vemos al Señor Roach subir a su oficina, seguido del señor Hyde, Mike, Tom y el guardia de seguridad.
— ¡No! ¿A donde los llevan?
— Seguro van a aclarar las cosas, pero debes hablar Maddie, debes decirle al señor Roach lo que pasó.
Subimos detrás de ellos y los vemos entrar a la oficina. Cinco minutos después, Tom está sacando a Mike de la oficina.
— ¡Bastardo! ¡Hijo de puta! ¡Habla conmigo pedazo de idiota! — grita Mike hacia la oficina.
— ¿Qué ocurre? — miro a Tom.
— Hyde dice que Maddie lo atacó. Dijo que tienen una relación e intentó terminarla pero ella se le fue encima.
— ¿Qué? — miro a Maddie confundida.
— Hemos hablado, solo hablado, lo juro. ¡Nunca he cedido a sus insinuaciones!
— ¡¿Insinuaciones?! ¿De qué mierda hablas Maddie? — Mike grita furioso — ¡¿Por qué no me lo dijiste?!
Maddie solloza y se encoge más entre mis brazos. Mike camina de un lado a otro agitando su cabello con sus manos. Tom y yo observamos todo en silencio.
¿Cómo fue que pasó esto? ¿Por qué Maddie no me lo dijo? ¿Cómo es que no lo noté? He estado tan distraída con el trabajo y con Christian, que ahora caigo en cuenta que descuidé a mi amiga.
La abrazo más fuerte y la llevo a la pequeña salita afuera de la oficina de Roach. Elizabeth Morgan aparece y camina frente a nosotros sin mirarnos. Entra a la oficina donde Roach y Hyde siguen discutiendo.
— ¡Es mi culpa Ana! ¡Lo sé! Van a despedirme, y a Mike por defenderme... Él no tiene la culpa, ellos no tienen la culpa — mira hacia Tom — lo siento tanto.
— Tranquila, no van a despedir a nadie Maddie, en todo caso es Hyde quien debería ser despedido.
— No lo entiendes, es el editor estrella, no van a desecharlo por atacar a una simple ayudante — esconde su cara con sus manos.
— ¡Basta! No fue tu culpa, ni la de Mike o la de Tom. No lo provocaste, él te atacó a ti.
Me levanto furiosa del sofá y Maddie me mira totalmente decaída. Tom permanece en silencio, con la cabeza baja y Mike aún trata de controlar su ira. Deberían escuchar a Maddie, conocer su versión, pero en cambio siguen encerrados ahí, dándole preferencia a Hyde.
Camino hacia las escaleras y tomo mi teléfono. Cuando me aseguro que nadie me escucha, hago la llamada.
— Ana — responde al tercer tono.
— Christian — exhalo fuerte — siento molestarte, pero ¿podrías venir a SIP? Hay un problema y me preocupa que...
— ¿Estás bien? — me interrumpe.
— Si, yo sí, son mis amigos los que necesitan ayuda. Mi compañera fue atacada por el editor Hyde.
— Voy para allá.
Cuelga la llamada y me quedo un momento más ahí parada en la escalera. Aún aturdida por lo que pasó. No sé si hice bien en llamarlo, pero confío en que Christian podrá llegar al fondo del asunto y resolverlo.
Regreso junto a Maddie, quien sigue en el sillónabrazándose a sí misma. Paso mi brazo por su espalda para reconfortarlamientras ruego porque Christian no tarde.
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Hola! Lo siento por no actualizar antes, tomé unas inesperadas vacaciones pero estoy de vuelta. Y para recompenzar mi tardanza, subiré tres capítulos seguidos! Disfruten!
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