Capítulo 4
Salgo de la cafetería rápidamente y voy a casa. Estoy tan emocionada que no creo que pueda sentarme ahí a tomar mi café. Tan pronto como entro, comienzo a dar brincos de la emoción que siento.
— Dios mío, ¡es tan guapo! – Suspiro – y esos ojos... y esa sonrisa...
— ¡Ana! ¡Ana! – Me grita Kate desde la puerta de mi habitación – ¿por qué sonríes como boba?
— ¿Qué? Kate, ¿qué haces en casa? – la miro sentándome en la orilla de la cama
— Ana, llegué hace mucho y pensé que no estabas... es la hora de la cena y me preocupé porque tu bolso y teléfono estaban botados en el sillón.
— Lo siento, aquí estaba sólo que no me di cuenta de la hora, ya voy a preparar la cena.
— Habla Steele – me dice dándome su mirada Kavanagh – la única vez que te vi con esa cara de boba fue cuando entramos por primera vez a la biblioteca de la universidad.
— No es nada, solo conocí a un chico – me encojo de hombros
— ¿Es guapo? – dice arqueando la ceja
— Mucho – sonrío – lo vi en la cafetería pero hasta hoy me animé a hablarle...
— ¡Aja! ¡Lo sabia! – Me señala con el dedo – por eso te levantas temprano y te alistas, ¡tú no eres de las que madrugan!
Salgo de la habitación y Kate me sigue a la cocina.
— ¿Y? le hablaste hoy, ¿Qué paso?
— Voy a tomar un café con él mañana temprano
— ¡Wow! ¡Qué bien Ana! – Dice y luego pone cara de angustia – pobre José, ¡si terminará en el sofá llorando como cachorro!
Después de la cena, Kate me ayuda a prepararme para mañana. Sabía que lo haría tan pronto como mencionara "chico guapo", así que aquí estamos, sacando ropa de su armario para encontrar algo casual y bonito para mí.
Me levanto temprano, me baño rápidamente y me cambio. Kate me maquilla un poco los ojos y pongo brillo en mis labios.
Kate me mira como madre orgullosa viendo a su hija ir al baile de graduación y me rio. Casi tengo que jurarle que voy a llamarla tan pronto salga de la cafetería.
— ¿Y cómo se llama? — me preguntó anoche
— Christian... — su nombre es hermoso
— Mmm es un nombre poco común, ¿no? — dice apoyando sus dedos en la barbilla
— No lo sé, supongo que Anastasia tampoco encabeza las listas de popularidad — me río de ella
Salgo del departamento y me encamino a la cafetería. El chofer de Christian ya está estacionado afuera, por lo que le sonrío al pasar junto a él.
Entro a la cafetería y veo a mi querido Ojos Grises sentado en mi mesa, así que me acerco a él.
— Buen día Christian — le sonrío
— Buen día Ana, siéntate por favor — me señala la silla frente a él — espero que no te moleste pero ya pedí nuestros cafés
— Claro que no, gracias — permanece en silencio — ¿vienes seguido por aquí?
— Solo los días que tengo reuniones muy temprano, el resto de los días desayuno en mi casa
— ¿Y has tenido muchas reuniones esta semana? — le pregunto asombrada
— Solo el Lunes — y me sonríe como si estuviera avergonzado
— Pero te he visto todos los días de esta semana — le digo intentando atar los cabos — y dices que solo vienes cuando tienes reuniones...
— Así es, pero resulta que este lunes cuando me disponía a tomar mi café y leer la columna de finanzas del Seattle Times, una linda chica de cabello castaño y ojos azules me distrajo
— Oh — digo mientras ponen en nuestra mesa dos tazas de café y panqueques de mantequilla.
— Y tuve que volver el martes, por si la veía de nuevo... Y al día siguiente... Y así — dice mirándome fijamente.
— ¡Debe ser una chica despampanante! – Le digo con sonrisa burlona
— Podría decirse que si – también sonríe
— ¿Él no toma café? – le digo mientras veo por el ventanal a su chofer, junto al auto en posición de descanso.
— No es por eso por lo que le pago – me dice frunciendo el ceño – no te había visto por aquí antes.
— Acabamos de mudarnos desde Portland, mi compañera y yo acabamos de graduarnos de la universidad.
— Ya veo, ¿y vienen a buscar empleo a Seattle?
— Sí, bueno, Kate ya está trabajando en un periódico local y yo empiezo el lunes en una editorial.
Me mira como si no entendiera lo que digo, pero no creo que deba explicarle que comienzo como una ayudante general, las que hacen las tareas que nadie más quiere hacer como sacar copias y atender las llamadas.
— Estudié literatura inglesa, quiero estar cerca de los libros – le digo como si tuviera que justificar mi decisión.
— En mi empresa hay un excelente programa para graduados – dice mirándome fijamente – tal vez quieras pensarlo bien...
— ¿Y qué hacen ahí? ¿Lavan el auto del jefe? – me burlo un poco de él.
— No – dice con cara seria – tengo personal que se dedica a esa tarea exclusivamente.
— ¿Tú eres el jefe? – ¡Mierda! ¿En serio? ¡Me pasé!
— Sí, soy el jefe de Grey Enterprise Holdings – ríe con satisfacción y sé que lo hace para avergonzarme...
— ¿Tú eres Christian Grey? – digo sorprendida y séque, otra vez, he metido la pata.
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