Capítulo 39
Después de ponerme la pijama salgo de nuevo a la cocina a recoger los platos y las copas.
— ¿Ana? — dice Kate a mi espalda.
— Llegaste temprano, pensé que... — volteo a verla — ¡Kate! ¿Qué pasó?
— ¡Elliot es un idiota! — dice con los ojos rojos y el rímel corrido por las mejillas.
— Lo sé — le sonrío — ven conmigo, háblame.
La llevo hasta el sillón y nos sentamos. Kate solo llora cuando está muy enojada, así que espero a que se calme un poco y hable.
— Le dije a Elliot que te verías con Christian aquí, así que fuimos a cenar. Estábamos cenando cuando me di cuenta que Elliot sonreía mucho y luego se ponía nervioso, luego me di cuenta que en otra mesa ¡una morena de pechos grandes le sonreía y le hacía señas! ¡En mi cara!
— Oh Kate... — la tomo de las manos.
— Por supuesto que me levanté y salí de ahí. Pero él no venía atrás de mi, así que me voltee para verlo pagar la cuenta y antes de salir la fulana se le acercó y le dejó un papel en el bolsillo de la camisa. ¡La muy zorra le dejó su número! ¡Y el muy estúpido no la rechazo!
— Ven Kate, tranquila — enciendo la tele para distraerla un poco.
Le traigo una copa de vino y me acurruco con ella en el sofá, hasta que el cansancio por llorar la hace dormir.
Llegué temprano de SIP para encontrarme a Kate en pijama viendo la televisión. Apenas llegó del trabajo se cambió y yo conozco la rutina. Cuando yo estoy triste lo único que quiero es dormir, pero mi amiga rubia pasa el rato en pijama y viendo "Diario de una pasión" para poder llorar a gusto.
— ¿Te ha llamado? — le pregunto cuando me siento a su lado.
— No — dice y sus ojos se llenan de lágrimas.
— ¡Katie! ¡Ya no llores amiga! — la abrazo.
— Elliot es un idiota, pero Noah y Allie se merecen ser felices — dice señalando la pantalla.
Me levanto para evitar reírme. Mi amiga es tan fuerte, que verla así me causa ternura y diversión. Le traigo un café y me siento junto a ella antes de preparar la cena. Espero que mañana se sienta mejor.
Gracias a Dios es viernes y llego a casa apurada por ver a Kate. Estoy segura que en el trabajo sonríe como si no pasara nada, pero en casa se vuelve un mar de lágrimas. Cuando entro la veo sentada en la barra de la cocina
— Hola Kate, ¿qué haces? — ella mira su celular.
— Por fin me mandó un mensaje — suspira.
— ¿Y? — la miro para que continúe.
— Dice que lo siente, pero no le he contestado todavía.
— Sigues molesta, ¿no? — tiene la mirada confundida.
— Quiero que se disculpe de frente y luego cortarle las pelotas — sonríe.
— Veo que estás mejor — yo también sonrío.
Nos sentamos otra vez a ver la tele, esta vez una serie de abogados que a Kate le encanta y por fortuna es un maratón. Tendré que mantenerla ocupada para que no se ponga triste.
Ya está oscuro y nos decidimos a ordenar una pizza cuando su teléfono suena.
— Es Elliot — se gira para verme y camina a la cocina — Si, bueno... Si... aún... Claro que lo sé... No... ¿Por qué?... ¿En dónde estás? ¿Estás ebrio?
Sus palabras llaman mi atención, camina de nuevo a la sala y me mira. Escucha algo más y luego cuelga.
— ¿Qué pasó?
— Está ebrio en algún bar y me ruega que lo perdone.
— ¿Vas a perdonarlo? — le sonrío.
— Probablemente... Andando.
— ¿A dónde? — le digo cuando toma sus llaves.
— Al bar al que siempre va.
— ¿Y quieres que te acompañe? — supongo que no quiere ir sola.
— Grey está con él, y por lo que escuché, también está tomado. Así que vamos por nuestros hombres.
"Nuestros hombres"... Eso suena tan irreal pero, ¿Christian es mío? Kate me empuja para cerrar la puerta y subir a su auto. Sé que hemos llegado porque veo la SUV de Christian y a Taylor afuera del bar.
— Taylor — le digo cuando nos acercamos.
— Señorita Steele, señorita Kavanagh — dice serio.
— ¿Qué pasó? — le pregunto porque él no habla.
— El señor Elliot llegó a Escala con algunas cervezas y estuvieron tomando. Después de las cervezas pasaron al Whiskey y cuando se acabó insistieron en venir a aquí. Me imagino que ya saben que están ebrios.
— ¿Y por qué estás aquí afuera? — ¿no debería estar adentro evitando que se metan en problemas?
— El señor Grey me ordenó que esperara aquí.
— ¡Está ebrio! — Le digo alzando la voz — Ayúdanos a sacarlos de aquí.
Kate, Taylor y yo entramos al bar y los encontramos junto a la barra. Ríen alegremente, jamás me hubiera imaginado a Christian así, siempre es tan... Sobrio. Ambos hablan con dificultad y muy divertidos.
— ¡Nena! — Se levanta Elliot a abrazarla — ¡qué bueno que viniste!
— ¡Apestas! Ya basta de tomar Elliot — le regaña Kate.
— ¡Cuñada! — se acerca y me besa en la mejilla.
— ¡Oye no! — Lo empuja Christian — abraza a la tuya y deja a la mía en paz.
— Hola — me río por sus palabras — ¿estás bien? ¿Disfrutando la noche señor Grey?
— Ahora si nena — me abraza.
— Señor Grey, debemos irnos — dice Taylor.
— ¡No seas aguafiestas Jasón! ¡Ven, te invito un trago! — le dice Elliot.
— No, ya nos vamos todos, caminen — dice Kate.
— ¡Fiesta en el departamento! — grita Elliot con su vaso en la mano.
— Cállate idiota, que todavía está enojada — le susurra Christian.
— Nena, ¿estás enojada conmigo? — La detiene Elliot — ¡Ya perdóname!
— Mandilón — se burla Christian riéndose.
— ¡Cállate! — Lo empuja Elliot — Qué estás igual o peor... ¿Verdad cuñada?
Elliot hace puchero y yo me río por las expresiones de ambos, ¡parecen dos niños! Kate sujeta a Elliot por la cintura para hacerlo caminar y yo sostengo a Christian.
— Ya no puedes mantener tus manos lejos de mí, ¿cierto? — sonríe.
— Ésta es una situación extrema señor Grey — le digo sonrojada.
— Me encanta cuando te sonrojas — me acerca para besarme.
— ¡Christian camina y sube al auto! — le digo cuando salimos del bar.
— Qué mandona señorita Steele, sube al auto conmigo — me dice en el oído.
Taylor tuvo que ayudar a Kate con Elliot, ahora intenta hacerlo subir al auto pero no se deja.
— ¿Qué hacemos Ana? — dice Kate irritada.
— ¿Llevarlos de vuelta a Escala? — miro a Taylor.
— ¿Podría con ellos? — Kate mira a Taylor.
Dos Grey borrachos... no creo que venga en la descripción de su trabajo ser niñero.
— Vamos al departamento, será más sencillo bajarlos y lidiar con ellos entre los tres — dice Kate.
— Bien, pero hay que subirlos, ¿podrías manejar con los dos en el asiento de atrás? — Taylor suspira.
— No confío en ellos — dice Kate con el ceño fruncido.
— Entonces uno con Taylor y otro en tu auto — le digo a Kate — ¿Puedes con Elliot tú sola?
— Súbelos a los dos en la SUV y yo manejo, tú los vigilas y Taylor se lleva mi auto — dice Kate dándole sus llaves.
— ¿Segura? — le pregunto.
— Si, ¡andando!
— Espero que te paguen bien Taylor — le digo y sonríe.
Taylor los sube a ambos al SUV y Kate pone los seguros.
— ¿A dónde vamos nena? — pregunta Elliot con el ceño fruncido.
— A nuestro departamento, a bajarles la borrachera que se cargan — le contesta.
— ¡Oh yeah! ¡Creo que está noche habrá reconciliación! — Elliot Ríe y ambos chocan sus manos.
— No te lo mereces, ¡no me hagas enojar más! Soy tu novia, no tu madre — le gruñe Kate.
— Mierda — dice Elliot buscando en sus bolsillos — no traje condones. Hermano, ¿tú traes?
— Claro que no — Christian lo observa y frunce el ceño — le diré a Taylor que los compre.
— ¡Christian basta! — Le digo sonrojada — ¡dame ese teléfono!
— Espera Ana, solo será un mensaje — dice cuando le manoteo el teléfono.
— No vas a comprar nada — le quito el teléfono y lo guardo en mi chaqueta.
— Algo se me ocurrirá — dice y me guiña un ojo.
Kate y yo nos miramos y reímos muy alto. Esta nocheloca aún no acaba, pero por lo menos ya llegamos al departamento.
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