Capítulo 36
Siento calor, mucho calor. Abro los ojos de golpe al recordar en dónde estoy: la habitación de Christian, su cama. Sonrío al recordarlo, ¡no fue un sueño!
Tiene su brazo en mi cintura y me giro para verlo de frente. Se ve tan tranquilo, sus suaves labios, su cabello alborotado, ¡es perfecto! Me acerco a su pecho, me acurruco para respirar su aroma y cierro los ojos. Podría acostumbrarme a esto.
Despierto 40 minutos más tarde y él ya no está. Me estiro en la cama y mi cuerpo se relaja, pero necesito tomar una ducha. Siento como una sobredosis de adrenalina. Tomo mi ropa de anoche y me dirijo al baño.
Christian no está en el salón o la cocina... Seguramente está en su estudio. Éste hombre solo sabe trabajar. O por lo menos espero que no me esté evitando.
Busco en el refrigerador y la alacena. Mi humor está para waffles. Enciendo la televisión de la sala para que haga ruido y regreso a la cocina a terminar el desayuno.
Voy a buscar a Christian, pero tampoco está en su estudio. Qué raro. Tal vez debería irme, pero primero quiero mis waffles. ¿Y cómo voy a irme? La ropa que usé ayer era el vestido y los tacones. A menos que me vaya descalza y en pijama.
Estoy tomando mi jugo cuando el ascensor suena. Christian entra con su ropa de ejercicio, se acerca a mí pero no sonríe. ¡Cielos! Lo miro con el ceño fruncido y hablo antes de que él lo haga.
— Báñate, el desayuno está listo — vuelvo a mi desayuno.
Camina hasta su habitación y después de 10 minutos regresa. Yo ya he terminado, así que me levanto a lavar mi plato.
— Deja eso, Gail puede hacerlo — dice sin mirarme.
— Yo también, no es problema — le digo pero creo que se siente incómodo conmigo.
— ¿Qué quieres hacer hoy? — ahora sí me mira.
— Emm, ¿hoy? — Tartamudeo — No sé, tal vez podríamos salir a algún lugar a pasear.
— Mis papás quieren que vayamos a cenar con ellos, cena familiar cada domingo — dice poniendo los ojos en blanco.
— Bien — me río — pero necesito ir a mi casa a cambiarme. Préstame unos tenis y te los devuelvo en la tarde.
Me mira de arriba a abajo y frunce el ceño. Pongo los ojos en blanco yo también. ¡¿Ahora qué?!
— No vas a salir así — me dice tomando lo que queda de su jugo.
— ¿Por qué no? No quiero volver a ponerme el vestido — le digo y se acerca a mí.
— Menos sales de aquí con ese vestido, de hecho aquí se queda.
Toma el borde de la camiseta que traigo puesta y empieza a levantarla.
— No llevas nada debajo de la camiseta y así no sales.
— ¡Christian! — me sonrojo y detengo sus manos.
— Ana — sonríe y lo suelto.
Toma su teléfono y manda un mensaje. En segundos, Taylor aparece junto a nosotros.
— ¿Señor? — dice Taylor en su postura rígida de siempre.
— Necesito que vayas a comprar un cambio de ropa para Ana.
— Si señor Grey — Taylor me mira de arriba a abajo.
Supongo que está intentando calcular mi talla, pero cuando lo miro fijamente se sonroja. Christian también se da cuenta de la mirada de Taylor y se para frente a mí.
— Vete, yo te mandaré por texto las medidas.
— Si señor — se da vuelta rápidamente y sale.
— Christian, no es necesario que hagas eso. Ya te dije que me molesta.
— Y yo te digo que así no sales, así que espera a que Taylor regrese.
Suspiro ruidosamente para disimular mi sonrisa. ¡Qué exagerado! Camino hacia la sala y me siento a ver la tele. Christian me dice que tiene que hacer una llamada y se va a su estudio.
Taylor sale del ascensor una hora después, pero permanece en silencio. Christian aparece rápidamente y toma la bolsa que Taylor le entrega. Se acerca y me extiende su mano para que la tome.
Ahora que lo pienso, no me preguntó sobre mi talla. Vamos de regreso a su habitación y cierra la puerta. Deja la bolsa con la ropa en la cama y se para frente a mí.
— Déjame ayudarte con eso — pone su sonrisa sexy que me encanta.
Sonrío en respuesta, mientras levanta mi camiseta para sacarla por mi cabeza. Me cubro con las manos pero no puedo evitar sonrojarme. Christian toma mi cara en sus manos y me besa.
Besa mi cuello mientras pone sus manos en el borde de mi pantalón de pijama y lo baja. Se quita su camiseta y vuelve a besarme ahora con más fuerza.
Me muerde los labios y yo apoyo mis manos en su marcado abdomen. Recorro el elástico de su pantalón con mis manos. Empiezo a bajarlo lentamente pero me gira para quedar de espaldas a él.
Se acerca más a mí y besa mi cuello otra vez. Su mano derecha masajea mis senos, mientras la otra recorre mi abdomen y sigue bajando.
No puedo evitar gemir y él empieza a morder mi piel. Giro mi cabeza para besarlo y pegar mi trasero a su erección.
Ahora su mano izquierda masajea mi seno mientras que la otra baja para hacer presión en mi intimidad. Mueve su mano lentamente y vuelvo a gemir.
Me sobresalto cuando desliza un dedo adentro. Me pide que me incline para apoyar las palmas de mis manos en la cama y mi corazón late acelerado.
Desliza otro dedo adentro, mi calor y humedad le facilitan el trabajo. Se aparta para sacar algo del cajón de su buró y baja su pantalón de pijama.
Entra en mí de un solo movimiento y ambos gemimos. Me sujeta de la cadera para aumentar el ritmo y la fuerza de sus embestidas.
Mi mente se nubla por el deseo y la excitación, hasta que siento una ola de placer recorrer mi cuerpo. Mi piel se eriza cuando Christian aprieta mi cadera y gruñe mi nombre.
Cuando recupera el aliento me toma de la cintura para ponerme de pie y besa mi hombro.
— Ahora si puedes vestirte — dice en mi oído.
Me da una nalgada y se gira para entrar al baño.Mierda... Definitivamente si podría acostumbrarme a esto.
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