Regreso a mi habitación y me doy un baño rápido. Si quiero llegar a Montesano a la hora de la comida necesito irme ya. Tomo una mochila con un cambio de ropa, el manuscrito, mi bolso y las llaves.

Salgo de la habitación y aún no hay señales de Kate o Elliot. Después la llamaré para decirle que voy a ver a Ray. Salgo corriendo para alcanzar el autobús de las 9:50, el primero de tres que voy a tomar hoy.

Llego a la Segunda Avenida y Stewart, en pocos minutos llega el autobús y me siento a leer un rato. Con tantas paradas, serán más de tres horas hasta llegar a casa.

Finalmente llego a Montesano, son casi las 3 de la tarde, por lo que me apresuro a caminar las 4 cuadras que me faltan para llegar a River St.

Voy directo a nuestro garaje/taller de carpintería de mi papá para saludarlo.

— ¡Hola papá! — le grito cuando entro.

— ¡Annie! — Me abraza — me alegra verte pequeña.

— A mi también papá — lo beso en la mejilla — ¿ya comiste?

— Comí una sopa hace rato, vamos adentro para que tú comas.

Cuando entro a la cocina veo un montón de sopas instantáneas sobre la encimera.

— ¡Papá! Ésta no es comida saludable, ¡tienen muchos conservadores!

— Annie, ya sabes que no soy un gran comensal y la sopa me quita el hambre. Además, eres tú quien se ve más delgada.

— Es por el trabajo, a veces no tengo ni tiempo de almorzar nada más que fruta. Voy a prepararme algo ligero y luego haré para cenar pastel de carne.

— Me parece bien Annie, voy a terminar rápido de recoger en el taller y regreso contigo.

Papá sale de la cocina y va a su taller. Yo voy a mi habitación a dejar mi mochila y regreso a la cocina a prepararme algo rápido.

Me siento a ver la tele y Ray se sienta a mi lado. Busca algún programa de deportes, es lo único que le gusta ver en la tele.

— Papá, ¿donde está Wanda? No la vi en la entrada.

— Iba a ir por ella al taller hoy, pero José se ofreció a pasar por ella y traerla.

— ¿Por qué? — no puedo evitar mi tono de decepción — ¿Por qué José quiere traer a Wanda?

— Le dije a su papá que vendrías y luego él me llamó para ofrecerse. Supongo que es una excusa para venir a verte. ¿Estás bien?

— Si, solo que no esperaba verlo.

— No pareces contenta y me alegro — lo miro sorprendida — José padre es mi mejor amigo y lo estimo, pero su chico es como un cachorro abandonado a tu alrededor. A veces resulta irritante.

— No sabía que pensabas así de él, creí que estabas de acuerdo con el señor Rodríguez y planeaban en secreto nuestra boda — me río.

— Dios, no. Me caía mejor el otro chico, Jase.

— ¡Papá! Hace mucho que terminamos. Ya ni lo menciones.

— Bueno olvídalo, vamos a ver el juego de los Seahawks. El de los Mariners todavía no empieza.

— Bien — hago un puchero — traeré palomitas.

Vemos el juego en silencio. Me recargo en el hombro de Ray y nos terminamos las palomitas. Antes de que acabe el juego me levanto para hacer la cena.

Tengo que admitir que estoy un poco molesta, no tengo ganas de ver a José. ¿Me he vuelto una mala amiga? Solo quería un fin de semana tranquilo con mi Papá.

Hablando de malas amigas, no le he avisado a Kate que estoy con Ray... Aunque ella tampoco ha notado mi ausencia. Está tan emocionada con Elliot que no se fija en nada más. Espero que él no le rompa el corazón.

Le mando un texto a Kate para avisarle y regreso a la cocina. El pastel de carne estará listo pronto, así que traigo el manuscrito que traje y me siento en la barra a esperar.

Escucho el ruido de un auto afuera. Creo que José llegó. ¡Qué impaciente! Tocan el timbre y me dirijo a la puerta. Antes de abrir pongo una sonrisa... Falsa, pero sonrisa.

— Hola José... — digo abriendo la puerta.

— No soy José — me responde Christian con el ceño fruncido.