Capítulo 2
— ¡Mierda! – no salió como esperaba.
Me termino mi café ya frío y salgo caminar. Al parecer SIP se ubica en el centro de la ciudad y no estoy muy lejos, así que decido hacer el trayecto a pié.
Después de un rato llego a las oficinas de SIP. Es un edificio viejo, con grandes ventanas. Sencillo pero funcional... ¡me gusta!
Ubico otra cafetería justo en frente, una tienda de comida, una tienda de revistas y un bar en la otra esquina. Parece una zona muy tranquila y agradable. Hombres y mujeres con trajes pasan a mi lado, por lo que imagino que en esta zona debe haber muchas empresas.
Como un sándwich de queso en la tienda de comida y camino de regreso al departamento. Definitivamente debo usar el autobús si pretendo llegar hasta SIP impecable y en tacones altos.
Me siento en la sala y pienso en lo que ocurrió esta mañana. Desearía ser un poco más extrovertida como Kate, ella no tiene ningún problema cuando quiere obtener la atención de un hombre. Con solo una mirada puede hacer que un chico se acerque y la invite a salir. Tengo que aprender de ella.
Para mí fue maravilloso crecer con Ray, somos muy apegados. Pero hablar de temas de chicas no se le da, así que la plática sobre chicos, las abejas y las flores o del primer periodo, jamás llegó. En su lugar aprendí sobre armas, a disparar, sobre basquetbol, sobre defensa personal. Me llevaba a acampar en el bosque y teníamos que pescar la cena o comer frijoles de una lata. Fue divertido, pero qué más se podría esperar de un padre ex militar.
Y eso tampoco me ayudaba a tener citas, los chicos de la secundaria se asustaban cuando se enteraban que mi papá era ex militar, o que guardaba su rifle encima de nuestra chimenea. A la mano. Sonrío al recordarlo.
— Hola pequeña – me saluda Kate cuando llega.
— ¡Hey! ¿Cómo te fue?
— Bien, ya sabes... entretenido. ¡Todos somos colegas hasta que aparece una nota interesante! – Dice con una gran sonrisa – ¿Fuiste a SIP?
— Si, y encontré un bar por ahí, podríamos ir a tomar una copa o algo.
— Me parece bien – dice asombrada – ¿ya hablaste con José? Creo que quiere venir este fin a visitarnos... y por visitarnos me refiero a ti.
— ¿Va a venir? No me ha dicho nada, hace mucho que no hablamos... desde el... — me interrumpe Kate
— ¿El fiasco de la cita? – Se ríe – tendrás que superarlo o será súper incómodo Ana.
— Ya lo sé, yo si lo he dejado atrás... espero que él también. – me volteo hacia mi amiga y ella ya se fue a la cocina.
El "fiasco" al que ella se refiere ocurrió hace uno o dos meses... por su culpa de hecho. Una tarde me dio un discurso de cómo no me arriesgo en la vida y que nunca podré encontrar el amor así.
— "El pobre José"— dijo ella — ha estado enamorado de ti desde que entramos y nunca le diste una oportunidad, tal vez sea el momento Ana.
Así que nos arregló una cita, salimos al cine, comimos helado en el parque y me llevó a mi casa. Todo había salido bien, pero cuando intentó besarme sentí que besaba a mi primo y di dos pasos para atrás. No lo hablamos, pero fue lo suficientemente obvio para que José no volviera a intentar nada más.
Esta vez me levanto más tranquila, aún me causa curiosidad el chico de los ojos grises, pero ayer pensé tanto en él que aun me duele la cabeza.
Me tomo dos aspirinas y me dirijo a la cafetería después de que Kate salió. Es temprano como los otros días, y poco a poco comienza a llenarse el lugar.
Otra vez abrí el libro en el capítulo 2, pero aun me duele la cabeza así que lo dejo a un lado para tomar mi café. Por la ventana veo un carro negro muy bonito, lujoso de hecho, y un señor parado junto a él en posición de descanso... muy al estilo militar y me acuerdo de Ray.
Cuando volteo al frente noto en otra mesa a alguien leyendo el periódico de hoy. Ojos grises me mira fijamente. Quisiera darle una mirada coqueta de las que practiqué ayer frente al espejo, pero no estoy de humor gracias a mi cabeza, por lo que también le doy una mirada seria.
Ojos grises pasa sus ojos sobre mí, luego mira hacia mi libro, luego fija su vista en mi café y lo veo fruncir el ceño. Me vuelve a mirar, pero ahora siento como si estuviera molesto. Luego hace un movimiento que me toma desprevenida. Guarda su periódico y se levanta. Lo veo dirigirse al mostrador.
— ¡Diablos! – digo para mí misma.
No solo sus ojos son hermosos, tiene una boca hermosa y una nariz perfecta. Una mandíbula bien marcada armoniza todo su rostro. Lleva traje... ¡un momento! ¿Traje? ¿Llevaba traje ayer? No lo recuerdo. Un traje azul marino que trata de disimular su delgado pero bien formado cuerpo. Un empleado de la cafetería me saca de mis pensamientos.
— Aquí tiene – me dice el chico con el gafete que dice "Peter" y pone un panqué de nuez y pasas frente a mí.
— No es mío, no lo pedí – contesto confundida al ver el panqué.
— Lo sé, lo manda el señor que está sentado allá –dice Peter girándose hacia la mesa de Ojos Grises. Pero ya no está.
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