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Capítulo 15

— Creo que esta habitación la conoces – dice mientras caminamos al fondo del pasillo.

— Sí, claro – digo cuando entramos – de cuando creí que estaba muerta.

Me mira confundido y yo me río.

— El domingo pasado... cuando desperté y noté que estaba en esta habitación tan tranquila – no termino de decirle, estoy avergonzada.

Christian permanece en silencio, parece que su buen humor se esfumó. Camina hacia la puerta y yo lo sigo. ¡Mierda! ¿Qué paso? Desearía saber qué es lo que está pensando... salimos de la habitación pero ya no toma mi mano.

— ¿Esas también son habitaciones? – señalo otras dos puertas que ahora están a mi izquierda.

— Si, habitaciones para invitados – dice pero sigue caminando.

— ¿Y esa? ¿Qué es? – señalo la ultima puerta del pasillo.

Esta puerta parece diferente, se ve más gruesa y tiene una cerradura extraña. Me detengo para observarla mejor. Tal vez es un cuarto de seguridad, o donde guarda su caja fuerte.

Christian se detiene al ver que no lo sigo. Se gira para mirarme pero su expresión me dice que no sabe qué hacer. Da dos pasos hacia mí pero se detiene, abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla y observa la puerta. Ahora yo también estoy confundida.

Se acerca rápidamente, toma mi mano y sin decirme nada me lleva por las escaleras. Por su reacción, comprendo que no debo insistir, por lo menos no ahora.

Bajamos al salón y Christian llena de nuevo nuestras copas. Me siento en el sillón y tomo un sorbo. Ahora que lo pienso, no me enseñó su habitación. Él viene y se sienta a mi lado, pero sigue en silencio.

— Creo que es mejor que me vaya... es muy tarde – me pongo de pié.

— Ana, ¿por qué mejor no te quedas? – Dice levantándose – ambos bebimos y no quiero manejar, y no dejaré que te vayas sola.

— No creo que deba... — digo con voz baja aunque la verdad no me quiero ir.

— Anda, no discutas... esta vez podrás ponerte la pijama tu sola – me dice burlándose.

— ¡Hey! ¡Ni me lo recuerdes! Creo que ya has visto suficiente – me sonrojo.

Christian camina hacia un pasillo pequeño y regresa con ropa en sus manos. Supongo que esa es su habitación. Me entrega una camiseta blanca y un pantalón de pijama. Ahora que recuerdo, me quedé con la camiseta que usé la vez pasada... ahora la uso todas las noches para dormir.

— Muy amable – le digo inclinando la cabeza.

— Descansa Anastasia.

Me dirijo a la habitación de arriba. Tomo una ducha y me pongo la pijama. Respiro el delicioso aroma de la camisa... huele a Christian y a suavizante de telas. Un momento, ¡ese era el aroma que no podía identificar en la cafetería! Me río al recordarlo. Tan pronto como cierro los ojos me quedo dormida.

Despierto y me siento en la cama. Esta mañana no me ha costado levantarme, así que me doy un vistazo rápido en el espejo del baño y salgo para bajar las escaleras.

No se escucha ningún ruido, así que creo que Christian sigue durmiendo. Abro la puerta del refrigerador y veo qué encuentro para hacer el desayuno. De repente una voz muy ronca me asusta:

— Señor Grey – doy un salto y cierro la puerta del refrigerador para ver quién es.

— Ahh, no, yo... — Taylor me mira con los ojos muy abiertos y da un paso atrás.

— ¡¿Señorita Steele?! – ¡mierda! Siento como si mi padre me hubiera cachado besando a mi novio.

— Señor Taylor – le respondo con voz baja. Me sonrojo.

— ¡Taylor! – Dice Christian muy molesto y le hace señas a Taylor para que lo mire a él – Mi oficina... ¡ahora!

— Señorita Steele – dice Taylor bajando la cabeza y mirando el piso.

Le hago una seña con la mano para despedirme, pero no me vió. Christian está frente a mí, y me quedo inmóvil hasta que se gira y se va. ¡¿Qué demonios?! Taylor es demasiado sigiloso... vaya susto. Y Christian ya está cambiado, así que supongo que estaba en su estudio desde hace rato.

Terminé de hacer el desayuno y estoy poniendo los platos en la encimera cuando veo a Taylor salir rápidamente del salón. No me mira, no me habla, solo se dirige al pasillo en donde está su oficina. Christian aparece detrás de él y le señalo la silla frente a la barra con su plato.

Acabamos y recojo los platos. Christian se dirige a la sala y se sienta con su diario y su taza de café. Regreso a la habitación, me doy una ducha rápida y tomo mis cosas. Bajo al salón para encontrarme con Christian pero mi teléfono suena.

— ¿Kate? – le respondo mientras me siento en la sala frente a Christian.

— ¡Ana! ¡Mierda! ¿Dónde demonios estás? – me grita.

— ¿Qué pasa?

— ¿Cómo que qué pasa Steele? ¡No llegaste a dormir y estoy al borde de una crisis! ¡¿No pudiste llamarme al menos y decirme que te ibas por ahí con algún chico sexy del bar?! – levanto la vista y noto que Christian me mira atentamente.

— Tranquila, ¡estoy bien! ayer llegué al departamento... pero tú y un chico, que espero que haya sido Elliot, estaban muy ocupados – Kate suelta un gritito – así que deja de gritarme.

— Bueno, ¿pero en dónde estás?

— En Escala... con Christian – me levanto del sillón y Kate pega un grito que me deja sorda por segundos.

— ¡Pero Ana! ¿Otra vez? – Se ríe maliciosamente – te cuidaste, ¿verdad?

— Mierda Kate, ¡cállate! – Le digo apretando los dientes – te veré más tarde.

— ¡Claro! en la cena en casa de los Grey, ¿cierto? – Giro hacia él — ¿Christian te lleva?

— Te veo en casa Kate – le digo y cuelgo.

— Ana – Christian se acerca a mí – no te mencioné la cena porque ni yo estoy seguro de ir.

— No tienes que explicarme nada, de verdad, no tienes ningún compromiso conmigo y yo no voy a molestarme – me encojo de hombros.

— Yo normalmente no voy a esas cenas — sé que intenta justificarse – no me gusta...

— Señor Grey – dice Taylor apareciendo de repente en la sala – Welch al teléfono.

— Un momento Anastasia – dice Christian y se dirige a su estudio.

Me quedo en silencio. Sé que no debería estar molesta, ¡pero diablos! Sí estoy molesta y aun más decepcionada. Pero ciertamente él y yo no somos nada, y Kate y Elliot sí. Tomo de nuevo mis cosas del sillón y me encamino al ascensor.

— Señorita Steele – dice Taylor atravesándose en mi camino – creo que el Señor Grey preferiría que lo esperara.

— Creo que el Señor Grey está ocupado – le digo molesta – y yo quiero irme.

— ¡Señorita Steele! – me grita Taylor mientras yo suboal ascensor y selecciono el vestíbulo.

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