Capítulo 13
Llegamos a un restaurante cerca de la bahía, no muy lejos del departamento. Nos acomodamos en una mesa y un amable señor nos trae el menú. Christian pide un vino y lo traen enseguida junto con las copas.
— Gracias por las flores – le digo y me sonríe.
— Así que, ¿apenas venias del trabajo?
— Si – me río recordando lo que acaba de pasar – gracias a Dios no entré al departamento.
— Esto es tan clásico de Elliot – dice negando con la cabeza.
— Por suerte estabas ahí para salvarme – le sonrío divertida – ¿estabas ahí buscando a Elliot?
— No, de hecho te buscaba a ti, quería verte.
— Ahh claro, disfrutas de mi compañía – digo seria cuando me acuerdo de lo que dijo cuando fuimos a desayunar.
— ¿Listos para ordenar, señor? – nos interrumpe el mesero. Christian pide un corte de carne y yo un poco de lasaña.
— ¿Que tal el trabajo? – Dice cambiando el tema – ¿es como lo imaginaste?
— Mmm no, pensé que pasaría mucho tiempo leyendo los manuscritos para ayudar al editor en jefe... pero esa tarea es de su asistente personal.
— ¿Y tú qué haces? – me mira con los ojos entrecerrados.
— Ayudo a su asistente con los otros pendientes, copias, archivos, almuerzos, cosas así – me mira con sus ojos inexpresivos.
— No era broma cuando dije que podías ir a trabajar a mi empresa – luego curva una sonrisa – aunque aun no estoy seguro cual de mis autos tendrías que lavar.
— ¡Christian! – muerdo mi labio para no reírme, pero es imposible cuando recuerdo lo que dije esa vez.
— Ahí podrías aprender de verdad y el sueldo es de los mejores incentivos.
— Voy a pensarlo – le sonrío – tal vez vaya un día a conocer tu empresa.
— Vas a quedar impresionada – sonríe con orgullo.
— Ya veremos – digo poniendo los ojos en blanco. Christian frunce el ceño.
— Su comida – dice el camarero poniendo los platos – ¡buen provecho!
Cenamos en silencio. Ojos grises se ve relajado, incluso divertido... por lo menos es cierto que disfruta mi compañía. Me pregunto cómo un hombre tan rico y exitoso como él puede estar aquí sentado, como cualquier persona normal.
— No tienes muchos amigos, ¿cierto? – le digo sin pensar en las palabras.
— ¿Porqué lo dices? – él sonríe.
— Bueno, en lo poco que te conozco no te he escuchado hablar de alguien más que no sea Elliot.
— Soy muy selectivo con las personas Señorita Steele – me dice serio.
— Me suena a excusa – dije sin pensarlo y espero su reacción.
— Tanto en las amistades, como con los empleados, tengo expectativas que deben cumplir... Elliot es la excepción porque es mi hermano – dice fríamente.
— Entonces las personas deben hacer lo que tú esperas de ellas, ¿o no pueden ser parte de tu vida? Eso no suena muy amistoso – ahora yo estoy frunciendo el ceño.
— Rodearte de las personas adecuadas favorece tu éxito personal y familiar, deberías saberlo Anastasia.
— Seleccionar a mis amigos de acuerdo a mis expectativas no me parece... — detengo en seco mis palabras. Sé que esta conversación no va a terminar bien si continúo.
— ¿Decías...? – me mira y siento que está retándome a continuar.
— Me parece que te diviertes mucho con Elliot, aunque no lo quieras admitir.
— ¿Nos vamos? – Y sé que lo hace para cambiar el tema – Podemos caminar por la bahía.
¡Vaya cambio! Pero estoy de acuerdo, no quiero discutir con él. La bahía se ve hermosa, suavemente iluminada por los faroles y la brisa fresca enfría mi cara. Caminamos un rato mientras Christian me explica sobre su último proyecto sobre unos astilleros y de cómo planea establecer dos armadoras más.
— Regresemos al departamento – le digo después de un rato – ¿crees que sea seguro volver?
— No – se ríe – con Elliot ahí, no es nada seguro.
— Llamaré a Kate para preguntarle – busco mi teléfono en mi bolsa.
— ¿Por qué no te ha llamado ella? ¿No le parece extraño que no hayas llegado aún?
— Le dije que iba a llegar tarde, supongo que cree que sigo ahí...
— ¿En dónde? – arquea una ceja.
— En el bar... iba a salir a tomar unas copas con mis nuevas compañeras de trabajo – frunce el ceño.
— ¿Compañeras? – Asiento con la cabeza – Pero no fuiste...
— No, estaba muy cansada y preferí venir a casa a descansar – suspiro.
— Bien, como tu compañera no te espera, vamos a mi casa por una copa.
Lo miré y aunque podría asegurar que dije "no, gracias", creo que nada salió de mi boca. Caminamos de nuevo por la bahía hasta su auto y llegamos a Escala.
Apenas subimos a su departamento, se dirigió a la cocina por una botella de vino y dos copas. Yo me senté en la sala y Christian prendió la chimenea. Se sentó junto a mí y me pasó una copa.
— Esta muy callado aquí, ¿no? – le digo mirando a nuestro alrededor.
— Me gusta el silencio... Taylor y la señora Jones lo saben y tampoco hacen ruido.
— ¿Cómo? ¿Aquí viven? – le pregunto sorprendida.
— Si, tienen sus propias habitaciones en el área de empleados – me señala un pasillo junto a las escaleras.
— ¡Vaya! ¡Este lugar debe ser enorme!
— ¿Quieres que te lo muestre? – Me sonríe – de hecho creo que hay una habitación aquí que te encantará.
— Okey – tartamudeo y me da su mano paralevantarnos del sillón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro