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Capítulo 10

Salimos todos con rumbo a Escala, el edificio donde vive Christian. Al parecer ahí dejó Elliot su auto y su mochila de excursión. Creo que viajaremos todos juntos en la camioneta Suv del señor Grey, porque su chofer ya la tiene lista.

Nos lleva a las afueras de Seattle, no sé dónde estamos, pero parece algún parque con muchos pinos.

— Bien, ¿están listos? — pregunta Elliot entusiasmado.

— Si — decimos José y yo.

— ¿Era en serio lo de ir a caminar por el bosque y eso? — pregunta Kate mirando a la montaña.

— Si, esta es una de mis actividades favoritas, vamos nena.

— ¿Vienen mucho a este lugar? — le pregunto a Elliot mientras caminamos.

— Si, a Christian y a mí nos gusta venir aunque normalmente traemos nuestras bicicletas de montaña.

— ¡Eso debe ser muy divertido!

— Veo que estabas bien preparada pequeña — dice Elliot señalando mis botas toscas.

— A mi padre y a mí nos gusta acampar, aunque hace mucho no lo hacemos... desde que entré a la universidad.

— ¡Tal vez la próxima podríamos acampar! Traer bolsas de dormir y hacer una fogata — dice mientras caminamos por el sendero — ¿te gusta la idea nena?

— ¡Oh no! Ni lo pienses — le advierte Kate — insectos, dormir en el piso, con frío... ¡no gracias!

— ¡Anda vamos! Estarás conmigo, yo te cuidaré y te abrazaré para que no pases frío — le sonríe — compartiremos bolsa de dormir y Ana y Christian otra — se burla.

Dejo de caminar, las bromas de Elliot me toman desprevenida. ¿Es que sabe algo? Tendría que buscar la forma de preguntarle sin que los demás se den cuenta. Miro a Christian y se detiene junto a mí, acabo de percatarme que ha hecho el recorrido en silencio.

— ¿Estás bien? — me pregunta.

— Si, ¿tú estás bien? Estás muy serio — digo buscando sus hermosos ojos grises.

— Estoy bien, me gusta venir aquí a pensar... ¡pero es imposible cuando Elliot no cierra la boca! — dice lo último levantando la voz para que todos escuchemos.

— Vamos hermano, sabes que adoras mi sentido del humor — sonríe con orgullo.

— Parece que tú y Elliot son muy unidos — camino junto a él — debieron divertirse mucho mientras crecían.

— Bueno, como podrás darte cuenta él y yo somos muy diferentes, y eso nos hacía pelear mucho cuando éramos niños — me dice en voz baja.

— Pero eso es normal entre hermanos, ¿no?

— ¿Tú tienes hermanos?

— No, soy hija única. Siempre quise tener hermanos, una familia grande, pero mi papá no volvió a casarse y mi mamá... bueno, no tuvo más hijos — corto la plática, no me gusta hablar de mi mamá.

— Con mi hermana nunca peleo, creo que sabe cómo chantajearme para hacer lo que ella diga — sonríe.

— ¿Tienes una hermana? — me sorprendo.

— Si, es de tu edad, hace poco regresó de París — dice con orgullo.

¿Quién lo diría? Parece que hablar de su hermanita le ilumina el rostro. Caminamos ahora por una pendiente, escuché decir a Elliot que es un atajo a un paradero con un pequeño restaurante.

Kate sube con dificultad, por lo que Elliot la toma de la mano para ayudarle. José sube después de ellos y se voltea a mirarme como si preguntara si necesito ayuda. Me acerco para tomar la mano de José pero es Christian quien me da su mano. Camina delante de mí sin soltarme y llegamos al paradero.

— Por favor dime que hay algún camino fácil o vehículo que pueda bajarnos desde aquí — dice Kate exhausta — me niego a dar un paso más por ese sendero.

— No te preocupes nena, primero comeremos algo y luego discutimos lo del regreso — Elliot trata de tranquilizarla.

— Bonito lugar — dice José observando el exterior del lugar. Parece una cabaña.

Entramos y nos dirigimos a una mesa. Es un lugar muy acogedor, todo hecho con madera. La comida huele delicioso, nos sentamos y una chica se acerca para entregarnos el menú.

Justo como lo pensé, la chica no quita sus ojos de Christian... ¡por Dios! ¡¿Podrías ser más discreta?! Pongo los ojos en blanco. Kate me mira desde el otro lado de la mesa y se ríe.

Christian revisa el menú y yo hago un movimiento que solo puedo definir como desesperado. Me giro hacia él, que está sentado junto a mí y apoyo mi cabeza en su hombro. Christian se tensa sorprendido.

Yo finjo leer el menú y luego miro a la chica. Ella me mira avergonzada y baja su vista a la mesa.

— ¿Qué quieres comer? — me dice MI ojos grises.

— Un sándwich de pollo y ensalada — le señalo en su menú.

La chica toma nuestros pedidos y se retira rápidamente. Veo a Elliot y Kate riendo desde el otro lado de la mesa.

— ¡Así se hace pequeña! — me felicita Elliot.

— No hice nada, no sé de qué me hablas — le digo mientras levanto mi cabeza del hombro de Christian. Estoy sonrojada.

José y Christian nos miran confundidos, afortunadamente no se dieron cuenta de lo que pasó. Terminamos de comer y empieza a sonar un teléfono. Christian se levanta para sacar el teléfono de su bolsillo y nos hace una seña mientras sale del restaurante.

Kate, Elliot y José siguen sentados en nuestra mesa, yo me levanto para ir al baño. Cuando salgo del baño veo por la ventana que da al costado del local: hay una banca abajo de un árbol enorme y salgo.

Me siento en la banca y veo a lo lejos a Christian hablando todavía por teléfono. Qué diferente es cuando está con Elliot, cuando está en modo Jefe o cuando está solo conmigo. Aun así, cada versión de él me encanta.

Echo mi cabeza hacia atrás, el árbol es tan grande que no permite que los rayos del sol lo traspasen. Siento a alguien sentarse junto a mí y asumo que es Christian que terminó su llamada.

— Hola — me dice una voz ronca.

— Hola — volteo a verlo rápidamente.

— ¿Te importa si me siento? — me sonríe un chico castaño con barba de candado.

— Si... ehh, no, claro siéntate — tartamudeo.

— ¿Esperas a alguien?

— A mis amigos, están adentro — señalo el local.

— Mis amigos aún no llegan, quisieron subir por una "nueva ruta" y creo que se perdieron — se ríe — Me llamo Matt — estira su mano.

— Me llamo... — Christian me interrumpe.

— Ana, cariño, vamos — toma mi mano que se había quedado a medio camino de Matt.

— Lo siento — le digo a modo de disculpa mientras Ojos grises me jala más rápido y más fuerte hacia el sendero.

— ¿Interrumpí algo? — me dice molesto.

— Creo que se te está haciendo costumbre sacarme a rastras — le digo frunciendo el ceño de forma dramática.

— Solo cuando creo que estás en peligro — dice llevándome por el bosque.

— ¿Y por qué pensaste que estaba en peligro? Solo era un chico siendo amable — se detiene sin soltarme de la mano y me mira.

— Era un extraño Anastasia, ¡¿qué tu papá nunca te dijo que no hablaras con extraños?!— me dice con mirada seria.

— No era un extraño, se llama Matt y estaba esperando a sus amigos — digo poniendo los ojos en blanco.

— Pues no quiero que hables con él — vuelve a jalarme por el sendero.

— ¡Christian basta! — de un tirón libero mi mano y nos detenemos — ¿por qué estás tan molesto? ¡Dímelo!

— Ana... — dice con tono de fastidio y se pasa las manos por el cabello.

Me quedo inmóvil. Lo veo caminar exasperado y me arrepiento de mis palabras. Acabamos de conocernos, apenas hemos hablado unas cuantas veces y ya lo estoy presionando.

Guardo silencio unos minutos esperando que recupere lacalma. De pronto se acerca a mí, toma mi rostro con ambas manos y me besa.

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