Capítulo 5
— Se me fue el apetito – le susurro a Mía.
Golpeo su menú para que lo baje y me mire. Entonces le hago una seña con la cabeza hacia nuestro costado.
— Señora Grey – dice serio – Mía.
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5 horas antes...
— ¿Christian? ¿Estás ocupado?
— ¿Si digo que si, te irás? – me río.
— No, ya sabes que no me importa lo que digas, solo vine a dejarte esto.
Levanto la vista de los papeles que estoy revisando para mirar a Ros Bailey. Trae una caja muy grande en color celeste y un moño blanco.
— Ya pasó mi cumpleaños – le gruño.
— No es para ti, ególatra. Es para tu esposa... O mejor dicho, para tu bebé.
— ¿Un regalo para mi esposa? – arqueo la ceja – Este tipo de atenciones de tu parte no me están gustando, Ros. ¿Gwen lo sabe?
Me recargo en mi silla y entrelazo mis dedos sobre el escritorio. Ros arquea la ceja antes de comenzar a reír.
— Gwen lo escogió, idiota celoso. ¿Ahora te preocupa que intente seducir a tu esposa?
— No me preocupa en absoluto porque sé que me ama – la miro con los ojos entrecerrados – pero eso no quiere decir que esté de acuerdo.
— Pobre chica... – presiona el puente de su nariz – Recién casada, embarazada y con el marido más loco que pudo encontrar.
— Señora Bailey, ¿está usted faltándole el respeto a su jefe?
— No señor Grey, no es falta de respeto, es la verdad – me señala – Dale el regalo a Ana o te las verás conmigo y Gwen.
— ¿Qué es?
— Es sorpresa, Christian – bufa – se supone que no sepas que es para que te sorprendas cuando lo veas.
Me sonríe con burla, como si yo fuera un jodido niño que no entiende.
— No soy estúpido Ros, quiero saber qué le estás enviando a mi esposa – hago una pausa – es por seguridad.
— Bueno, no es una bomba. De eso puedes estar seguro – se aleja hacia la puerta de mi oficina – ¡Y nada de comprarte un maldito escáner con el dinero de la compañía!
Me grita cuando sale. ¿Quién piensa que soy? Bueno, si decidiera comprar el escáner seguramente sería de utilidad para los de seguridad de Grey House.
Tomo la caja en mis manos y la sacudo un poco. Es liviana y algo se tambalea de un lado a otro, pero el ruido es muy suave. Seguramente un jodido peluche.
Frunzo el ceño molesto. No he comprado nada aún porque pensé que tendríamos tiempo de sobra, pero yo debería ser el primero en regalarle algo a Ana para el bebé.
— Andrea, llama a Taylor a mi oficina ahora.
Mientras espero por él, busco en mi MacPro las tiendas en línea con artículos para bebé pero hay demasiadas cosas para elegir. Mierda, no sabía que un bebé necesitara tantos artículo, muebles y ropa.
— Señor Grey.
— Necesito que vayas a Pottery Barn Kids a comprar el muñeco de peluche más grande que encuentres y lo lleves a Escala.
— ¿Un juguete, señor?
— Si, un regalo para el bebé, el resto de las cosas las elegiremos Ana y yo.
— ¿Algo en específico sobre el tipo de muñeco que desea?
— Si, éste oso de peluche – le muestro la pantalla de mi laptop – Un oso Teddy.
— Bien, señor. Andrea puede llamar a la tienda y enviaré a Dixon a recogerlo mientras la señora Grey sigue en la editorial.
— Si, dile a Andrea y envíalo. Necesito que esta caja también vaya a Escala, pero guárdala hasta que yo te la pida.
Jason asiente y da la vuelta para salir de mi oficina con la caja de Ros. Abre la puerta, pero antes de que salga le hablo.
— Taylor, ¿es necesario para la seguridad de Grey House o Escala un escáner para los paquetes que se reciben?
— Siempre es bueno tomar precauciones, señor.
— ¡Bien! ¡Entonces hay una razón! – lo señalo – Consígueme un maldito escáner de alta sensibilidad y que lo instalen en el vestíbulo junto a la paquetería.
— Por supuesto señor Grey.
Puedo ver a Jasón sonreir un poco antes de salir de mi oficina. Si, soy un bastardo loco pero eso ya lo sabe. Apenas unos minutos después, Taylor entra a mi oficina sin llamar.
— Señor Grey, ya envié a Dixon pero hay un problema – le hago una seña para que continue – La señora Grey está saliendo de la editorial en éste momento.
Frunzo el ceño mientras miro mi reloj de pulsera. Apenas es la hora del almuerzo para Ana, ¿a dónde jodidos va?
— ¿Entonces quién está con ella?
— Baker acaba de interceptarla porque se disponía a tomar un taxi.
— ¿Un taxi? ¡Pequeña necia! Para qué mierda tiene equipo de seguridad si hace lo que le da la jodida gana – gruño – ¿y se puede saber a dónde va?
— El rumbo aún es desconocido, señor.
Mierda... ¿está dejándome? ¿Por eso el taxi y la prisa por salir de la editorial? Antes de entrar en pánico, decido llamarla y me contesta al tercer tono.
— ¿Ana? ¿A dónde vas? – digo con ansiedad.
— ¿Christian?
— Si, sabes que soy yo, ¡¿a dónde demonios vas?!
— ¿Si, Christian? ¡Christian! ¡No te escucho! Creo que hay interferencia...
— ¿Ana? – la llamo – ¡¿Ana?!
Y luego la llamada se corta. ¡Mierda! ¡Está dejándome! Vuelvo a marcarle pero ya no contesta. Tallo mi frente con mi mano mientras busco el número de Baker en mi móvil.
— ¿Si, señor Grey? – responde al primer tono.
— Baker, necesito hablar con mi esposa.
— Un momento, señor. ¿Señora Grey? El señor quiere hablar con usted.
Escucho la voz de Baker, pero no la de Ana y luego de nuevo la llamada se corta. Mierda, estoy entrando en pánico.
— Vamos – tomo mi saco de la silla – Dile a Baker que no la pierda de vista.
Es lo único que tengo que decirle a Taylor para que comprenda que, por segundo día consecutivo, necesito ir detrás de mí esposa.
Bajamos rápido en el ascensor mientras lo escucho hablar con Sawyer y con Welch. Ha pedido que rastreen el móvil de Ana, así que tenemos una dirección.
— 25th Avenue y 45th Street, señor.
— ¿Qué lugar es ese?
Pero antes de que él pueda responderme, mi móvil suena con una llamada de Leonardo.
— ¿Baker?
— Señor Grey, estamos en una plaza comercial. La señorita Mía estaba aquí esperando a la señora Grey y ambas entraron a una tienda.
— ¿Cuál tienda?
— Pottery Barn Kids.
— Vamos para allá, no le quites los ojos de encima.
¡Agh, mi hermana idiota! Exhalo con frustración, pero luego me controlo. No me está dejando, se reúne con Mía para ir de compras.
Eso me tranquiliza solo un poco, luego la furia de saber que Ana está en riesgo por una estúpida salida de compras me altera.
— Rápido – le gruño a Taylor.
Cuando llegamos al lugar, el auto de Baker no está. Antes de que le llame, Jason señala un lugar en la siguiente calle. Nos acercamos en el Audi y Leo aparece por la acera de enfrente.
— Señor Grey, entraron a ese lugar.
Señala un restaurant llamado Joey U-Village, así que le indico a Taylor que estaciones para entrar a encarar a las insensatas mujeres que están adentro.
Entro al lugar y las ubico rápidamente en una de las mesas centrales. Ambas están muy distraídas leyendo el menú que no se percatan de mi presencia. Ni siquiera cuando me ubico junto a ellas.
— Quiero el sándwich de queso, las papas fritas y una limonada.
Dice Ana aún viendo el menú. Cuando vuelve su vista hacia mi, sus ojos se abren por la sorpresa mientras arqueo mi ceja molesto.
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