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Capítulo 35

El móvil de Christian suena una vez más, pero solo sonríe antes de contestar el teléfono.

— Elliot.

— ¿Dónde mierdas estás? ¡Contesta el puto teléfono porque tengo los nervios de punta!

— ¿Tú los tienes? No me imagino como te sientes, ¿Estás bien, imbécil?

— Bastardo listo, ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Pude haber llevado el jodido rotomartillo para volarle la mierda al imbécil!

— Tú eres el plan B, idiota.

— Bien, de todas formas quiero partirle la cara. ¿La pequeña está bien?

— Si, ella... — Elliot lo interrumpe.

— Pásamela, déjame hablar con ella.

— Claro que no, me tiene a mi para preocuparme por ella Lelliot... ¿Elliot? ¿Me escuchas? ¿Elliot?

Despega el teléfono de su oreja para ver la pantalla, frunce el ceño pero inmediatamente suena un móvil. El mío.

— ¿Elliot? — Contesto al primer timbre.

— ¡Pequeña! ¿Estás bien?

— Estoy bien, apenas me puso la mano encima cuando Christian lo golpeó muy fuerte.

— Puse me alegro, aunque deberíamos mandarle otro recuerdito para que se le quite lo abusivo. Pequeña, creo que es hora que vayas dejando el trabajo.

— ¿Dejarlo? ¡Pero es mi trabajo!

— Estás en riesgo y me preocupo demasiado — Christian me mira con el ceño fruncido — ¿Dónde mierdas estaban todos los monigotes malencarados que te cuidan?

— Trabajando, claro... — Intento justificarlos.

¿Por qué estoy teniendo está conversación con Elliot?

— Bueno, de todas formas no están haciendo bien su trabajo. Mi hermanito debería pensar en despedirlos.

— ¡Pero estoy bien! ¡No hay necesidad de eso!

— No, porque a partir de este momento dejas el trabajo. Punto. Pásame a Christian.

¡Debe ser una maldita broma!

— ¡No voy a hacer eso! ¿Elliot? — de pronto el tono me indica que la llamada terminó.

— ¿Qué pasa? — Pregunta Ray confundido.

— Es el idiota de mi hermano — Dice Christian — Él solo...

De nuevo el sonido de su móvil le indica que tiene una llamada entrante y rueda los ojos antes de contestar.

— ¿Ahora qué quieres?

— La pequeña no puede volver a exponerse a todos esos jodidos locos, así que espero que estés pensando en retenerla en casa.

— ¿Crees que eso sea posible? — añade Christian en voz baja — Voy a discutirlo con ella más tarde.

— No, no más tarde. Es una orden y por su seguridad. Anda, dilo con tu voz de jodido jefe, te escucho.

— No voy a hacer eso contigo escuchando, pedazo de idiota. ¿Por qué no vas a darle órdenes a Kavanagh?

— Bueno, te aseguro que Kate le habría roto por lo menos un dedo al imbécil, y luego le habría roto los tímpanos con sus chillidos supersónicos.

— ¡Elliot Grey! — Le grito para que se detenga.

— Mierda, hermano, ¿Me tienes en altavoz?

— No, Lelliot, tu voz es tan chillona como la de tu esposa que se escucha claramente.

No puedo creerlo. Incluso en un momento de tensión así, las tonterías de Elliot nos distraen. No podría hacer pedido mejores personas como familia.

Los sollozos se detienen, pero aún tengo la nariz un poco congestionada y tengo que buscar un pañuelo para limpiarme.

— ¿Está llorando? — Pregunta mi cuñado — Pequeña, ¿Estás llorando?

— No — digo pero mi voz suena chillona.

— Mierda, no llores qué haces que quiera patear al imbécil ese justo ahora.

— Lo siento, yo...

Detengo mis palabras por esta nueva idea que se firma en mi mente gracias al rubio. ¿Conmovido por mis lágrimas? ¿Él? ¿Una dulce chica embarazada causando compasión?

— ¡Tengo una idea!

— ¿Cuál? — Pregunta Papá.

— Llama a Ros — le pido a mi esposo — Ahora.

— ¿Para qué? — Dice con el teléfono aún en la oreja.

— ¡Cuelga! — Me acerco para tomar su móvil — ¡Adiós Elliot! ¡Eres un genio!

Y termino la llamada. Le entrego de nuevo el teléfono para que busque el contacto de Ros y me lo pase para hablar con ella.

— Christian — Dice ella cuando contesta.

— Ros, soy Ana.

— ¡Hola Ana! Digo, señora Grey. ¿Que puedo hacer por usted?

— ¿Podrías contactar a los medios para una rueda de prensa? Algo más informal...

— ¿Informal?

— Si, quiero dar mi versión de los hechos, después de todo soy yo la afectada, ¿No?

— Supongo que si, así es. ¿Quieres hablar con los medios?

— Quiero exponer por qué es que mi esposo actuó de la forma en la que lo hizo, pero no quiero que parezca algo forzado.

— ¿Qué te parece que esperen afuera de Escala? Ahí podrías hablar con ellos.

— Me parece bien, ¿Mañana en la mañana?

— Si. Aprovecho para decirles que tenemos ya las grabaciones de ese día y un hombre trajo a Marcus información relevante sobre Caleb Rights.

— ¿Que información? — Dice mi esposo junto a mí.

— Ha interpuesto por lo menos 7 demandas por daños a diversos hospitales, restaurantes, parques y personas en 5 estados. Me atrevo a decir que este pseudoescritor se dedica a provocarse lesiones para estafar a las instituciones de salud y todo aquel que lo permita.

— ¿De verdad? — Chillo sorprendida — ¿Entonces lo que quería era provocar a Christian?

— Supongo que si, aunque tal vez no era ese su plan original. De todas formas tu padre ya está en contacto con los afectados de estas 7 demandas para que vengan a corroborar que él es un oportunista.

— ¿Despediste a Jerry Roach?

— Si, y créeme que fue un placer para mí hacerlo — Ríe Ros.

— ¿Despediste a mi jefe? ¡Pero Christian! ¡El señor Roach...!

— Nada. Él es responsable de lo que pasa en su edificio y permitió que te quedarás a solas con ese imbécil. Dejé ir lo de Hyde, pero no esto.

— ¿Y sobre mi empleo?

Christian me hace una seña para tomar el móvil y terminar la llamada de Ros. Sin ella escuchando y con Ray en la cocina para beber agua, es que se acerca a hablarme.

— Sobre tu empleo, aún lo tendrás si eso es lo que quieres. Pero considéralo, ahora necesito a un editor en jefe.

— No, ni lo pienses. Yo quiero leer libros, no mandar a la gente que los lee. Contrata a alguien más.

Me cruzo de brazos para que sepa que voy en serio, pero él solo hace un gesto despreocupado.

— De todas formas dejarás de trabajar pronto, así que aún tienes tiempo para pensarlo. Y sobre la rueda de prensa... ¿Qué planeas?

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