Capítulo 25
El Especial del Novio
Parte 3
— ¡Christian! Baila conmigo... ¿Por favor? — Mía bate las pestañas hacia él, que rueda los ojos.
— Bien. No tardo, señora Grey.
La pequeña palmea su hombro y le sonríe mientras nuestra hermana lo arrastra a la pista de baile. Voy con tranquilidad entre las mesas, hasta que una mano me detiene del brazo.
— Elliot Grey, ¿Qué estás haciendo?
— ¡Nada nena! Solo voy a bailar con Ana, ¿Hay algún problema?
Kate arquea la ceja. Mierda, que no me quite la diversión.
— No quiero peleas, ni quiero ser viuda — me advierte.
— Tengo todo bajo control.
Beso su mejilla y sigo caminando hasta mi cuñada, que sigue en el rincón observando a su marido.
— ¡Pequeña! ¿Quieres bailar con tu Grey favorito?
— Elliot, mi Grey favorito está aquí — señala su vientre — Y allá.
Ella señala hacia donde Christian y Mía bailan, ajenos a todo lo demás.
— El matrimonio te está haciendo aburrida.
— Se llama Madurar, y estás en ese mismo camino querido Elliot.
— Dios, no.
— Pero bailaré contigo.
Ella sonríe, así que paso mi brazo por sus hombros para guiarla entre las mesas, no sin antes detenerme a saludar a algunos de los invitados.
Llevo a Ana hasta la pista y me aseguro de quedar en el camino de mis hermanos cuando comenzamos a bailar.
— ¿Y cómo te trata la vida, pequeña?
— Muy bien, soy muy feliz. Gracias por preguntar.
— No tienes que mentirme – arqueo las cejas – Yo mejor que nadie sabe lo que es vivir con Christian.
— Oh, no es tan malo – golpea mi hombro – Es un hombre muy dulce.
— Para mi es como un chihuahua – hago una mueca de desagrado – Parece inofensivo, luego viene y te ataca con sus pequeños colmillos y sus chillidos.
— ¡Elliot! No hables de mi esposo como si fuera un perro.
— ¡Bueno! Es un gran pitbull, malencarado y gruñón.
— ¡Elliot! – vuelve a chillar pero se ríe.
Esa pequeña risa de Ana es suficiente para que mi hermanito escuche y nos mire con el ceño fruncido. Intenta apartarse de Mía, pero ella se aferra a sus brazos.
— Me gusta tu vestido – apoyo la mano en su hombro para tocar los tirantes – ¿Quién los eligió?
— La mamá de Kate – ella señala una pequeña flor en su pecho – Fue idea de Mía llevar este detalle.
— Es muy lindo – acerco mis dedos a su pecho.
Levanto inocente la vista hacia mi hermano, que deja de bailar cuando nos mira. Ana está de espaldas a Christian, por lo que ni se entera de la mirada furiosa de su marido.
— ¿Y el collar? ¿Quién lo eligió? – mi brazo aún la rodea por la cintura y con la otra mano toco el borde de su cuello.
— ¿Te gusta? Kate nos dio collares iguales a Mía y a mí.
Ella sonríe y vuelve a pasar sus brazos por mi cuello, así que recargo mi cabeza en su hombro.
Por el rabillo del ojo veo a mi hermano acercarse a toda prisa, con Mía gritándole detrás de él.
— ¿Cuándo le dirás que el bebé es mío?
Digo cuando él está lo suficientemente cerca para escuchar.
— ¿Qué? – chilla ella.
— ¡Jodido idiota! – Christian gruñe – ¿Qué mierdas dices?
— Ay no, ya se enteró – arqueo las cejas fingiendo sorpresa.
— ¡Elliot imbécil!
La pequeña voltea hacia su esposo, pero él la ignora para tratar de alcanzarme. Y como sé que no va a lastimarla, la uso a ella de escudo.
— ¡Perdón, Christian! No quería que te enterarás así...
— ¡Elliot! – chilla de nuevo Ana – ¡Deja de bromear!
— Bastardo – Gruñe mi hermano apretando los dientes.
Sé que se está conteniendo de hacer un escándalo aquí, frente a todos. Así que suelto a mi cuñada para salir corriendo de la carpa.
Y justo cuando creí que estaba a salvo, el bastardo viene detrás mío a paso veloz.
— ¡Mierda! ¡Kate! ¡Nena! ¡Me matan!
Grito mientras voy corriendo hacia la casa. Veo a Christian hacer una seña, y de pronto Taylor aparece junto a él.
— ¡Doble mierda! ¡Kate! ¡Mamá!
Entro corriendo a la casa, pero solo alcanzo a llegar al comedor cuando el idiota me alcanza. Solo la gran mesa se interpone entre nosotros.
— ¡Jodido imbécil! ¡Considerate hombre muerto!
— ¡Hey! ¡Es una broma! ¡Lo sabes! – camino de un lado a otro tratando me mantener la distancia – ¡Sabes que soy un idiota! ¡Christian!
Él se acerca, así que tengo que darle la vuelta al comedor dejando el camino libre para mí huida. O no.
— Elliot – unas manos grandes me sostienen por los hombros – Ven conmigo.
No tengo que voltear para saber que el viejo Tay es quien me sostiene. Christian le hace una seña.
— Es todo, desaparécelo – se acomoda de nuevo la corbata – que parezca un accidente.
— ¿Qué? – balbuceo.
— Si, señor.
— ¡Pero Tay! Ni siquiera estás trabajando hoy, ¡Es tu jodido día libre! ¡Es mi boda! ¡Acabo de casarme!
— Camina, Elliot.
El viejo me arrastra del saco hasta la puerta principal, que otro de los hombres misteriosos de Christian abre. Una camioneta suv polarizada está estacionada justo al frente.
— ¡No! ¡Christian! ¡Te perdono! – balbuceo nervioso – Quiero decir, ¡Perdóname! ¡No lo vuelvo a hacer!
Pero no me escucha y el hombre abre la puerta trasera de la camioneta para que Taylor me lance en el asiento.
— ¡Christian!
Taylor cierra la puerta y pone seguros, por lo que jalo la manija pero no cede. Es mi fin. ¡Mi maldito fin!
— ¡Christian!
Todos se alejan y comienzo a entrar en pánico. ¡El bastardo me va a matar! ¡Arrojará mi hermoso cuerpo en el Lago Washington! ¡Seré comida de peces!
— ¡Soy demasiado sexy para morir!
La puerta de la entrada se abre de nuevo, Christian y Taylor salen carcajeándose divertidos.
— ¡Malditos idiotas! ¡Bastardos! ¡Hijos de p...! – la alarma de la camioneta suena, haciéndome callar.
— Cierra la maldita boca – ríe el bastardo abriendo la puerta – Debiste ver tu jodida cara.
— ¡Imbécil! ¡Me asustaste hasta la mierda!
— Me alegro – de pronto se pone serio – Así quitas las jodidas manos de mi esposa.
— Ja - Ja – río con sarcasmo – Muy divertido Christian, ¿Y tú? ¡Yo confiaba en ti!
Jason encoge los hombros.
— Ten – Christian me lanza unas llaves – Tu regalo de bodas.
Presiono el botón en el control y la camioneta que me mantuvo prisionero por algunos minutos pita.
— Quería una Raptor, idiota – sonrío emocionado – ¡Pero te perdono, hermanito!
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