Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Jamás había deseado llegar tan rápido a Escala como hoy, que Sawyer conduce a toda velocidad entre el tráfico saltándose las luces en rojo.

Espero ansioso a que la radio de Taylor no suene, avisando que Ana intenta salir del edificio. Tiene el maldito hábito de salir corriendo y se ha vuelto experta en desaparecer de mi vigilancia, justo como lo hizo en su despedida de soltera.

Sawyer estaciona en doble fila frente a Escala y me apresuro a salir del auto. Corro por el vestíbulo y llamo al ascensor, con Taylor parado junto a mí.

El ascensor sube de prisa, cuando la puerta se abre en el ático Connor y Dixon nos miran. Exhalo aliviado, Ana sigue aquí. Les hago una seña y subo corriendo las escaleras.

Cuando giro por el pasillo, Gail resguarda la entrada al cuarto de juegos. Me mira con los ojos rojos e hinchados, pero los sollozos que se escuchan no son de ella... Provienen de adentro.

Asiento hacia ella y se retira hacia las escaleras. Inhalo y exhalo intentando calmarme, pero el miedo intenso que siento me provoca ligeros temblores.

Empujo la puerta entreabierta para ver a mi esposa, y la encuentro sentada en medio de la habitación, llorando. Mierda.

— ¡Ana! Nena, ¿estás bien? Déjame ayudarte – le pido.

Pero ella manotea para que me aleje mientras sigue sollozando. Maldigo de nuevo mientras me dejo caer frente a ella, de rodillas.

— Ana – la llamo para que me mire pero no lo hace.

— ¡¿Qué rayos es ésto, Christian?!

— Déjame explicarte, pero no aquí, no quiero que estés aquí.

— ¿Por qué, eh? ¿Aquí es a dónde traes a tus citas de una noche?

Mierda, jamás lo expliqué. Decido callarme para evitar decir de más, mientras pienso como explicar. Ni siquiera me atrevo a mirarla a los ojos.

— Por favor Ana, salgamos de aquí y te explicaré.

— No.

— Ana...

Fija su mirada en mi, muy molesta. Sus ojos rojos, los rastros de lágrimas, la punta de la nariz roja, incluso con el moqueo mi preciosa esposa se ve adorable. Pero llora de dolor, lo sé porque el brillo de sus ojos está apagado.

— Solo, por favor – vuelvo a pedir – ¿déjame explicarte, si? lo haré aquí mismo si quieres.

— Habla.

Exhalo tratando de alejar el estrés, necesito escoger con cuidado mis palabras, lo último que deseo es alterar más a mi esposa embarazada.

— ¿Esto es alguna clase de diversión para excéntricos millonarios? – pregunta ante mi silencio.

— Probablemente, muchos de los hombres más ricos de Seattle están en este círculo.

— ¿Cuál círculo? – Vacilo antes de responder.

— Sabes que estoy jodido de muchas formas, y que soy un loco del control. Eso se extiende a la práctica sexual.

Ella aún me mira fijamente, esperando una explicación convincente de mi parte, así que continuo.

— Algunas mujeres estuvieron aquí, mujeres tan jodidas como yo, y que en ese momento era mi forma de divertirme.

— ¿Divertirte? ¿Usando todas esas cosas? – señala los látigos y los cinturones – ¿golpeando mujeres?

— Todas las cosas que sucedieron aquí eran consensuadas, Ana.

— ¿Muchas mujeres? – pregunta con la voz cortada.

— 15.

Sus ojos se abren con asombro y una sombra de decepción cruza su rostro. Me aseguro de darle tiempo de asimilar las cosas antes de continuar.

— Todo esto ocurrió antes de conocerte, no he vuelto aquí desde entonces.

— ¿Y por qué no me lo dijiste? Si es algo de tu pasado, ¿por qué no mencionarlo?

— Precisamente por eso nena. El día en que te conocí y me imaginé trayéndote a esta habitación sentí mucha vergüenza. Jamás la había sentido – su expresión se suaviza – La vergüenza y la culpa de todo lo que había hecho, por algo que antes creí correcto.

Me acerco un poco más para tomar su rostro con mis manos y mirarla.

— Jamás, escúchame bien, jamás haré algo que pueda lastimarte de cualquier forma. Eres mi esposa – sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo – soy un bastardo controlador, lo sabes, nos volvemos locos el uno al otro pero te amo demasiado para contaminarte con mi mierda.

— ¿Por qué...? – balbucea – ¿por qué no me lo dijiste?

— No quiero que veas el monstruo que soy.

Ella suelta una risita triste que me toma desprevenido.

— No eres un monstruo, Christian – toma mis manos y las baja a su regazo – no discuto la parte de loco controlador y poco razonable, pero no eres tan malo como piensas.

— No quiero herirte, pero parece que de todas formas termino haciéndolo – bajo mi mirada a nuestros dedos entrelazados – por favor, no me dejes.

— Christian – vuelve a sollozar.

— Por favor Ana, haré lo que sea, lo que tú quieras. Pero no te vayas, los quiero a ambos conmigo.

Permanecemos en silencio, ella no dice nada y mi corazón comienza a latir con fuerza ante la idea de ella dejándome.

— ¿Ana? – insisto.

— Dame tiempo para pensar, ¿está bien? Estoy muy confundida y es porque aún hay cosas que no entiendo. Solo dame tiempo.

— ¿Pero te irás de aquí? – la observo para evaluar su reacción.

— No, no me voy. Pero, ¿podrías dejarme sola un momento?

— ¿Aquí? – ella asiente – Nena, no creo que debas estar en esta habitación. Debí deshacerme de ella hace mucho tiempo, pero aún podemos hacerlo. Será lo que tú quieres que sea...

— ¡Christian, basta!

La miro confundido, dejó de sollozar pero ahora me mira con enojo. Mierda, ¿ahora qué hice?

— ¡Solo déjame sola! ¡Quiero pensar un momento en todo esto y no lo puedo hacer contigo aquí, respirando en mi cuello!

Presiono mis labios para cerrar la jodida boca antes de enfurecerla más. Ella aún está sentada en el piso, pero no insisto y me pongo de pie.

— Estaré en mi estudio si me necesitas.

Salgo del cuarto de juegos pero no cierro la puerta. Bajo despacio los escalones, sintiendo aún los estragos del pánico. ¡Control Grey!

Cuando llego a la sala, percibo la misma expresión preocupada en Taylor, Gail, Sawyer y Dixon. Ellos lucen terribles, y no quiero ni imaginar cómo luzco yo.

— Gail, ¿le llevas un té por favor?

— Si señor Grey.

— Quédate aquí – señalo a Sawyer – Avísame si intenta salir del ático.

Doy la vuelta hacia mi despacho, necesito una copa. Mientras camino, escucho la voz de Taylor.

— Quédate Dixon, voy a la oficina a monitorear las salidas.

Mierda. Incluso ellos están en alerta. Se preparan para el momento en que ella me deje.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro