008|#2|
#2
A sus catorce años ya Taehyun había recibido un balazo, fue un simple roce, pero dolía como el infierno.
— Estarás bien. —dijo su hermano al lado de su cama. Seokjin lloraba mientras se encargaba de cuidar a su pequeño hermano.
— Hyun, no llores más. —Taehyun acarició la cabeza del mayor y le sonrió con tristeza.
— Cuando tengamos todo el poder mataremos a las personas malas como padre. —susurró solo para los dos.
Jin asintió resignado y con dolor en el pecho por no poder proteger más a su hermano.
— Pero el primero es él.
— Señoritos Kim. —La mucama hizo una referencia dirigiéndose a los hermanos. —Vuestro padre los solicita para el entrenamiento de las cinco. Tienen dos horas para descansar hasta ello, pero antes pide que vayan con él.
Seokjin se indignó ante la poca empatía que tenía su padre, se sentía con rabia y quería matarle.
¿Cómo es posible que un ser humano no tenga remordimientos incluso ni con sus propios hijos?
¡Taehyun estaba herido! ¡Y débil! ¡Y, carajo era solo un preadolescente!
— Iremos enseguida, avísele por favor. —habló Taehyun y la mucama se retiró luego de asentir, los dejo solos.
— Estoy harto. —se quejó.
— Está bien hyun, yo también, pero si mostramos rebeldía nos irá peor. —Taehyun miró a su hermano con complicidad. —Yerask melyot peyte. —susurró en un idioma que solo ellos habían creado y eso significaba que pronto Seokjin sería mayor.
Tenían un plan para escapar de las garras de su padre, pero requería tiempo y paciencia.
— Te has vuelto tan maduro. —Taehyun le mostró una sonrisa de labios y le pidió ayuda con la mano para eu le ayudará a bajarse de la cama.
Esa tarde a pesar de la herida que escocía en el brazo de Taehyun, se dedicó en alma y cuerpo al entrenamiento. Seokjin lloró en su habitación después en silencio mientras se decía que estaba cerca de cumplir el plan solo necesitaba resilencia y disciplina. Después de eso se dedicaría a proteger a su única familia y a darle el mundo entero si se lo proponía.
Taehyun cuando ya no tuvo más tareas en el día, se colocó una máscara en el rostro, a exigencia de su padre porque no quería que sus enemigos descubrieran el parecido de ambos niños con él, para "protegerlos".
Cuando el permiso para pasear al perro se le fue dado, con prisas caminó hacia el jardín trasero.
Se sabía perfectamente el camino, pasar por; dos árboles de roble y uno de framboyán, cruzar un pequeño arroyo y ahí está su lugar y se persona favorita.
Han, su perro ladró y movió la cola. Él, ya había llegado.
— Jetaj mequi — estás aquí, susurró una voz emergiendo de detrás de un árbol.
El cielo estaba pintado de colores naranjas, estaba oscureciéndo pero a ninguno de los dos le importó lo que estuviera pasando en el cielo.
Taehyun decidió enseñarle al menor el idioma que compartía con su hermano también. Sintió que era necesario para decirle códigos que solo ellos tres supieran.
A pesar de que el menor no sabía con exactitud que era lo que pasaba dentro de casa del castaño, sentía que sus padres no eran para nada buenos.
— Jes a puic kardé, pe mi. —Es un poco tarde, pero si. —Aunque hoy, es un día bonito. —susurró el castaño en su idioma natal, el coreano.
— ¿Estás herido otra vez? —cuestionó el chico de cabellos negros.
— Ah si, no es nada. Han me ha tumbado esta tarde mientras jugábamos. —mintió.
— Se que me mientes pero lo ignoraré. Se que algún día me dirás que es lo que sucede en tu hogar.
— Eres muy inteligente enano, —acarició el cabello negro del chico.— , pero puedo decirte mucho, solo te puedo contar que pronto nos dejaremos de ver. —el chico de cabellos castaños miró a través de la máscara y notó como el contrario arrugó el entrecejo.
— ¿Has venido a despedirte? —Taehyun asintió. — Al menos me dirás tú nombre ¿no?
— Me qim te jun. — Soy Kim Taehyun.
— Eso no me has enseñado el significado. ¿Qué quiere decir? ¿Es tú nombre? —reclamó el menor.
— Lo sabrás, algún día lo sabrás. —y después de darle un corto abrazo al de cabellos negros se despidió con la mano.
Ya había pasado mucho tiempo de "pasear" a Han, no podía ponerse en peligro por un capricho, llegar al lugar de encuentro le llevaba unos minutos así que siempre tenía que estar al tanto del tiempo que se demoraba ahí.
Dos meses después Seokjin cumplió la mayoría de edad. Los hermanos se mostraron pasivos, por años estudiaron cada rincón de la casa, y se sabían cada recóndito lugar, desconocidos para muchos, pero para ellos no.
Si padre había cometido el error de entrenarlos para atacar, y les había enseñado cómo escapar en caso de suceder algo.
Esa mansión tenía muchos pasillos secretos, y era su alternativa más viable para aniquilar a su propio padre. Ya no más, era tiempo de decir basta.
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