Alternativo Parte 2: Dí mi nombre
Antes de esto quiero explicar unos detalles:
Esta es una extensión del final alternativo. Si a ti no te gustan los finales "felices" (entre comillas, porque no sé cómo interpretarán esto) puedes quedarte con el final oficial. Tenía esto entre mis notas y ante reclamos de cierto Squad he decidido mostrarlo.
Dedicado a Annie_Schade y Euniicornia para que sean felices y dejen de molestar.
(Multimedia: Mistery of love - Sufjan Stevens)
"Oh, para ver sin mis ojos
la primera vez que me besaste
ilimitado por el tiempo en que lloré
construí tus paredes alrededor mío."
"Él tiene traumas con el amor, él tuvo traumas con su nombre".
Y aún así, cumplió su palabra. Le era fiel día con día a su mejor amiga y la hacía feliz. No, quizás no era el amor apasionante que se imaginó su amiga merecía pero podía sentirse satisfecha de verla así, contenta.
Contenta.
Ella estaba contenta cuando los veía besarse, ella estaba contenta cuando los veía reír juntos, ella estaba contenta cuando se tomaban las manos. Y quizás Luka tenía razón, conseguir el amor con esa actitud extravagante era difícil, quizás por eso su dedo aún no poseía ninguna argolla ni tampoco había tenido a nadie oficial.
—¿Chloe, te encuentras bien?— soltó Sabrina viéndola después de haber tomado un par de copas y tirarse a carcajadas con un chiste barato por parte de la pareja que había llevado ese día a la reunión. La rubia desvió su mirada de su copa a aquella pareja. Sintió algo removerse al ver los ojos azules de Luka Couffaine atentos a la espera de su respuesta. Prefirió bajar su mirada y tragarse esas emociones.
—¿Por qué habías dicho que querías celebrar?— optó por cambiar de tema con una pregunta. La mujer sonrió con enorme emoción y por el extasis que le daba el alcohol se paró en la pequeña mesa de sala tirando accidentalmente la copa de su pareja. Luka sólo rió viéndola.
—¡Estoy embarazada!— gritó a los cuatro vientos. En ese instante deseo que la tierra la tratase para así poder llorar sin que ellos la vieran, en vez de eso miró a Luka, a quien no se le veía molesto pero tampoco emocionado, sólo permanecía con una leve sonrisa viendo a su borracha esposa.
—¡Por dios, estamos muy feliz por ustedes! ¿No es así, Chloe?— mencionó su acompañante quien a penas un par de veces había visto a la pelirroja y en realidad nunca habían establecido bien una conversación. El idiota sólo quería quedar bien con la rubia.
—Sí, lo estamos. De seguro el bebé será hermoso.— enunció alegre Chloe con toda sinceridad. Al menos estaba segura que si heredaba los ojos de su padre, tendría rendido a cualquiera que lo viera. Negó.— Obvio que será por ti, porque por el padre no lo creo.— bromeó sacándole una pequeña risa al Couffaine.
—Por dios, Chloe. No estoy tan mal.— respondió Luka divertido mientras se paraba para darle la mano a su esposa y que bajara de una vez por todas. La pelirroja se rehusaba a bajar entre risas.
—Obvio que será el bebé más hermoso.— su voz se arrastraba, el alcohol ya la tenía controlada por completo.— Más por su padre.— Luka le hizo una mirada galán y triunfante a Chloe mientras ella sólo rodaba los ojos fingiendo con broma la molestia.—No cantes victoria Luka, que no eres tú.
Un silencio sepulcral se hizo presente. Sabrina por fin tomó la mano para bajar de la mesa y se sentó a lado del varón con un gesto repleto de molestia. Chloe no podía evitar ver aquella imagen sorprendida, atónita, enfurecida y destrozada ¿Qué demonios había dicho Sabrina? La mirada de Luka extrañamente no lucía sorprendida, pero evitaba ver a la pelirroja y lucía cansado.
—¿Qué estás diciendo?— preguntó Luka tapándose los ojos con una mano a su vez que recargaba su codo en su rodilla. Su tono era seco y ese ambiente jovial de hace un par de minutos se había esfumado por completo. Sabrina rió.
—Ni te atrevas a enojarte, Luka ¿En serio me crees una estúpida?— le respondió indignada. Chloe no soportó más y se tiró hacia su amiga para cubrirle la boca.
—No la escuches, Luka; está tomada y no sabe lo que dice.— dijo en un acto de desesperación. Poco le valió a su amiga quien en seguida tiró de su brazo para poder seguir respondiéndole a su esposo.
—No te metas, Chloe. Es mi vida, tengo una ¿Sabes? No toda mi vida eres tú.— sintió una puñalada en su corazón, sin embargo ella era su amiga y no debía ponerse a insultarla por lo que el alcohol le hiciera decir.
—¿Cuál es la necesidad de hablarle así? Ella no tiene nada que ver en esto.— se descubrió los ojos. Parecía descolocado, destruido. Chloe no entendía esto.
—No, ella es una de las muchas razones para que decidiera que este bebé no fuera tuyo.— respondió con severidad, casi escupiéndole en la cara. Demonios ¿Cómo había acabado todo así?
—Kenan. Vete a tu casa. Yo me voy sola.— le ordenó a su acompañante que veía paralizado aquella escena. El hombre alzó la mirada asustado, queriéndole pedir que se fuera con él. Maldición, no quería que siguiera escuchando esto.— ¡Que te vayas!— le exigió haciendo que por fin tomara sus cosas y se retirara.
—Deberías irte también.— pronunció su amiga con veneno en su tono.— ¿No estás cansada de siempre hacerla de tercera con nosotros?
—¡¿Qué carajos te pasa?!— le gritó Luka exasperado por la actitud de Sabrina. Ella empezó a reír sonoramente. Se sentía confundido, la chica estaba completamente fuera de lugar. Alzó la mirada hacia la rubia, quien también lucía aturdida y destrozada. Apretó sus ojos con violencia y miró de nueva a su mujer.
—Ay, amor ¿Creíste que jamás me iba a enterar de su pequeña reunión antes de nuestra boda?— soltó tomándole a su copa y dándole otro trago más.— En verdad que te tiras a cualquiera.— el coraje en la mirada de Luka era evidente, se hallaba nublada de repulsión y sus puños estaban apretados. Sino supiera que Luka jamás golpearía a una mujer, temería por Sabrina. Él tomó un respiro profundo como si hubiera aceptado una cruel realidad y por fin aflojó sus manos, alzó su mirada un pequeño Segundo hacia la rubia y de un segundo para otro se llenó de una pequeña compasión.
Incluso pudo notar una pequeña sonrisa que duró una fracción de segundo.
—Chloe, vete. No tienes que escucharla.— enunció con cierta ternura, con suavidad y dulzura en sus palabras. Chloe permanecía inmóvil. Él regresó su mirada a la mujer recostada en el sofá. — Te diría lo que sucedió pero de todas maneras harás un drama así que no vale la pena.— Sabrina rodó los ojos.
—Da igual. De todos modos aunque no hubiera pasado; me cansa tenerla siempre detrás de mí cuando estoy contigo.— alzó su mirada mostrando su sortija orgullosa y con una enorme sonrisa repleta de cinismo.—Yo soy su esposa, idiota; yo lo conocí primero. Te gané.— la mandíbula de Chloe apretó con fuerza. Las lágrimas del coraje pronto se escaparían ¿Cómo se atrevía..? Se sentía expuesta, desdichada, traicionada. No se atrevía ni a mirar a Luka ¿Qué estaría pensando ahora de ella?
"Miren, esta ilusa se ilusionó conmigo a penas y con una pequeña conversación" Quería morirse.
—Tienes razón. No tengo porqué seguir soportando tus inmadureces.— exclamó tomando por su bolso y sin mirar al chico una vez más, se fue, con el corazón escapándose por su boca y su alma desplomándose de su cuerpo.
No pudo ni conducir su auto, para cuando salió del edificio su rostro estaba cubierto en lágrimas y su visión era de poco fiar. Decidió tomar un taxi y regresar mañana por él.
Al llegar a su departamento no pudo más y se tiró a las lágrimas. Soportó tanto para que su amiga fuera feliz a lado del hombre que irónicamente empezó a amar sin darse cuenta, todo por ella para que al final la llamase idiota, cualquiera, una tercera. Quería pensar que todas esas eran estupideces del alcohol pero... se sentía tan real que dolía.
Quiso hablarle a Adrien para que la consolara, él y su esposa Marinette se habían vuelto en algo como una familia para ella, pero... "¿No estás cansada de siempre hacerla de tercera con nosotros?" ¿En serio quería ser la tercera en otra relación? Se sentía pésima, el llanto ya le empezaba a causar pequeños espasmos y se adhería a su solitaria cama como si de eso dependiera su vida.
Tragó saliva con dificultad ¿Por qué habló con él ese día? ¿Por qué la hipnotizó? ¿Por qué...?
¿Por qué fue él? ¿Por qué el destino se esmeraba en hacerle caer en cuentas que ese chico le gustaba en demasía? Como si hubiera una extraña conexión, como si de alguna forma...
Patrañas, Chloe; deja de soñar.
Escuchó tocar la puerta. Miró el reloj, eran las cuatro de la mañana ¿Quién diablos vendría a esa hora? Se encaminó a la puerta pensando en si abrir o no, se detuvo al momento de agarrar la manilla de la puerta. No ¿Qué hacia? Nadie cuerdo la iría a visitar a esa hora.
—Por favor, Chloe; sé que estás ahí.— ella abrió los ojos sorprendida de escuchar aquella voz, esa voz que había resultado como una sentencia su corazón en ese asqueroso instante. Respiró profundo y abrió la puerta. Ahí se encontraba él.
Estaba desaliñado, en la penumbra podía observar sus ojeras y su mirada azul cansada . Verlo así dolía, quería tomarlo en un abrazo y no despegarlo hasta hacerlo sentir mejor; pero debía ser prudente, más aún con todo lo que acababa de pasar.
—¿Qué quieres?— no pretendió sonar grosera, sin embargo no se oyó ni un gramo de dulzura en sus palabras por la amargura que acaba de pasar. Él elevó con sus pocas fuerzas una sonrisa sólo para ella, la verdad es que pocas ganas tenia de hacer ese gesto pero sentía que el momento lo ameritaba.
—Sólo quiero hablar.— ella negó y con él su paso al departamento mientras apretaba sus labios pensativa.
—Luka, no necesitas explicarme nada.— tomó fuerzas, necesitaba sacar esto de su pecho o terminaría siendo asfixiada por el mismo sentimiento.— No me esconderé ¿Me escuchas?— alzó su mirada apuntando a él yendo en contra de su voluntad.— Me gustas, no sé desde cuándo pero lo haces.— pasó saliva buscando articular sus pensamientos en palabras. — Mas yo sé que tú quieres estar con ella, lo dejaste en claro ese día; y espero que aún después de todo esto lo hagas. Es buena chica, sólo es impulsiva.— Luka desvió la mirada y avanzó un paso más hacia ella, amenazando con ello el espacio de la rubia, o al menos el espacio donde ella se sentía capaz de controlarse ante él.
—Ahora me toca a mí. Déjame hablar, después tú me podrás echar de tu casa ¿Está bien?— Chloe se rindió fácil ante aquella petición y por fin lo dejó ingresar al departamento. Agradecía a la penumbra de que no dejara ver con tanta facilidad el rostro húmedo y ojos hinchados por el llanto para que él no se percatase de lo mal que todo eso le había dejado.
El chico no tardó en posarse en una silla alta del desayunados de Chloe. Ella optó por tomar asiento junto a él para que la conversación fluyera mejor. Lo vio suspirar pesadamente.
—Yo ya sabía que me era infiel. Lo supe al año de nuestra boda, pero preferí no hacer nada.— pronunció con pesar. Chloe rió sintiendo todo esto como una vil broma.
—¿En serio? No me digas que no le hiciste nada porque la amas.— él regresó a verla comprendido su dolor, su frustración, lo quebrada que se habría de sentir por esto. Tenía unas enormes ganas de que ella confiara en él, que se sintiera igual de tranquila como él se sentía cuando estaba ella, llevarla a cualquier sitio donde no tuviera que verla sufrir nunca más.
Porque si bien, todo este tiempo sólo se había conformado con verla de lejos, él logró comprender que ella era una persona sincera, incomprendida, genuina, encantadora. Era gracioso como incluso antes de saber del engaño, sentía que si tuviera que decidir a quien confiarle su vida, sería a esa rubia. Ella podía ser cualquier estupidez que los demás dijeran, pero jamas traicionaba a los que amaba.
Chloe Bourgeois tenía una forma de amar tan sorprendente que le daban unas ganas de amar como ella, que le hacía olvidarse de todos los malos tragos que te deja el amor y le hacia desear amar con esa fuerza y sin temor a salir perdiendo. Ella era especial en todo sentido. Ella era su definición de "amar".
—No.— se encogió de hombros.— Probablemente se dio cuenta y por eso la harte.— miró hacia la rubia, quien no hacía más que escuchar todo atenta.— Empezó a verse con un compañero de la secundaria y pues, bueno; no sé si ella no lo disimulaba bien o lo hacía a propósito para que yo me percatara de que no la estaba complaciendo. A veces tardaba en abrir las puertas de la casa y ella estaba repleta en perfume, seguramente para esconder la fragancia de su amante.
—¿Por qué no hiciste nada?— inquirió. Él sólo rió un poco.
—Soy malo para esas cosas del amor. De chico incluso tuve problemas muy... raros con eso, al punto de que mi padre fue asesinado por eso. Yo, en este punto de mi vida, supuse que ella realmente merecía estar con alguien más y que yo podía conformarme con fingir ser alguien más y no tener ese tonto trauma ¿Sabes?— Chloe negó.
—Aún así no es justo; en serio intentaste hacerla feliz y ahora, te va a responsabilizar de un hijo que ni siquiera es tuyo.— era irónico como aquel ciclo se había repetido. Su padre también había sido víctima de eso y aún así lo crió como su fuera suyo. Ahora comprendía tantas cosas. Ojalá estuviese él ahí para decírselas.
—Chloe, estoy bien con eso. En serio. Créeme que realmente no me dolió nada de lo que me dijo, lo esperaba en cualquier momento.— respiró profundo y continuó.— ¿Recuerdas lo que me dijiste ese día? ¿Sobre desear locamente a alguien y no querer que se vaya?— ella asintió lentamente. Ambos tenían sus rostros frente a frente. Él sujetó sus manos entre las suyas dejándola pasmada, su corazón latió a velocidades morrales.— Lo único que me dolió como un carajo en ese momento fue verte, sentí como si cada palabra que te dijo me la hubiera dicho a mí, quería morir de sólo ver cómo te trataba, nunca pensé que tu sufrimiento me pudiera afectar tanto pero, ahora que lo pienso, es lógico: cuando te veo feliz me siento feliz, cuando ríes yo río, a veces me siento estúpido al darme cuenta que reflejo tus emociones sin poder evitarlo.— alzó su mano y la colocó en su mejilla para que ésta centrara su atención completa en él.— Eres la imagen viva de un sentimiento que creí falso, te veo amar con tanta intensidad y no puedo evitar amarte.
El corazón de la rubia se detuvo, sus fuerzas desaparecieron, se sentía flotar como si todo esto no fuera más que un anhelado sueño. No deseaba despertar, deseaba que esto fuera tan real como se sentía. Era demasiado precioso para ser cierto.
—Creo que el momento te está haciendo decir cosas que no sientes. Acabas de tener una discusión con Sabrina y...— dijo zafando sus manos de él, sin embargo enseguida éste las volvió a tomar.
—Chloe, no, cada palabra que digo es cierta. Si ahora fuese yo de adolescente me hubiera reído de la situación con Sabrina y hubiese dicho que el amor es una total farsa y que ahí está la prueba; pero es difícil pensar eso contigo ahí, ver todo el sacrificio que estuviste haciendo por Sabrina, ver como siempre entregas todo de ti sin miedo, he observado cada acto de amor genuino que has hecho por los demás y... me llena, me llena verte.
—Pero tu matrimonio con Sabrina, el hijo que espera... No la puedes dejar sola.— él sonrió recargando su frente en contra de la de ella. No, por supuesto que no, Sabrina era una mujer confundida por sus sentimientos y que lastimosamente estaba dejando a un niño llevar la carga de sus problemas; pero él no cometería el mismo error que su padre, él no agonizaría cada día por una mujer que no valoró todo lo bueno que él ofreció. Luka entendía ahora que el amor no fue lo que arruinó a su padre, sino su obsesión a una relación que no triunfó.
La tenía ahora ella, y se sentía feliz. Saber que había ocultado sus sentimientos todo este tiempo le dolía, pero también le alegraba saber que todas esas veces él no fue el único que sintió una extraña fuerza entre los dos que los unía, que los obligaba a buscarse, que los hacía pensarse.
—Él será mi hijo, haré las cosas bien por él.— le mostraría a su hijo que él amor no debe asustarlo, pero tampoco lo condenaría si no buscaba sentirlo en esos momentos. Quería que su hijo conociera del fracaso y la victoria, que tener sentimientos no era algo mortal sino vigorizante.— Pero no me quiero impedir ser feliz. Él merece tener un padre feliz.—y no uno que sucumba al llanto cada vez que recuerde los errores del pasado.— Y sólo deseo la felicidad contigo a mi lado ¿Qué dices? ¿Lo intentamos como los desalineados a la idea del amor que somos?
Y en ese momento ella acortó la cercanía de sus labios y por fin los unió, quitándose por fin toda esa opresión que hace rato la ahogaba y sentir que las lágrimas se esfumaban al compás de los labios de él rozando los suyos y volvía a unirlos con dulzura, dándose el tiempo entero de explorarlos centímetro a centímetro, embragándose de su cálido aliento y delirando con el tierno relieve de sus comisuras. Sus manos tallaron por debajo de sus ojos secando sus lágrimas, apaciguando su llanto y convirtiéndola en una fresca sensación que nacía desde su estomago y desembocaba en su boca en forma de suaves suspiros provocados por las pequeñas mordidas que el joven le daba sin piedad. Tomó un pequeño respiro una vez que se separaron.
—Él tendrá al padre más feliz del mundo ¿Ya veras?— pronunció mientras ambos bajaron de las sillas para atarse en seguida dejando a sus abdómenes adheridos al del otro, con las manos de él colocadas en la cintura de ella como si ahí siempre hubieran pertenecido.— Seremos felices. Nuestro hijo será feliz.
El chico ya no pudo más y la tomó por su piernas, haciendo que esta en seguida las enrollara a su cintura y comenzaran a consumirse en un beso apasionado, ansioso, realmente esperado, dejando la prudencia de lado; dejándose fluir tan bien por las caricias, por los labios que exploraban sus cuellos y las manos de la fémina que desesperadas buscaban filtrarse debajo de la playera del muchacho sin tener que despegarse de él.
Ella era consciente de que el niño no sería el hijo biológico de ninguno de los dos, pero entendía la necesidad de Luka por quedarse con él y a su vez la adoraba. Sabrina había estado dispuesta a echar su matrimonio a la borda sino conseguía siempre lo que quería, su amante no aceptaría tan bien a un niño que había nacido dentro de su matrimonio. El Couffaine sólo quería darle tranquilidad al pequeño, alejarlo de un matrimonio conflictivo y ella sabía lo que era ser el producto de uno. Admiraba a demasía la preocupación genuina que le tenía a una criatura que ni siquiera era de él, la enloquecía.
Ese hombre era perfecto. Ese hombre por fin era suyo.
—Luka.— jadeó entre sus sábanas completamente desprovista de ropa y su corazón buscando latir con normalidad mientras él sólo observaba la espléndida imagen de esa obra de artes.—Te amo.
Sólo ella podía hacer que el sonido de su nombre lo enamorase más con cada vez que lo escuchara. Ella era la respuesta a su nomatofobia, a su filofobia; ella era su respuesta. Ella es, y siempre lo será todo.
—Te amo, Chloe.
Sé que este puede parecer un Luka opuesto en varios sentidos al del resto del fic, pero recuerden que el que ustedes leyeron era un Luka adolescente que decidido irse a Paris e iniciar toda una tragedia. Este Luka rechazó el trabajo y prefirió irse con una tía. Este Luka sí creció y maduro, porque aunque les parecía muy inteligente y astuto, Luka adolescente era un inmaduro propio de la adolescencia que rechazaba las emociones.
Él aquí ha aprendido a dejar sus rencores atrás y con ello, a enfrentar sus miedos.
Sólo para hacerlos sufrir haré este fragmento para recordarles que el Luka verdadero sí murió y Chloe se casó con Kim, ggg >:)
¿Qué les pareció?
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