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20. Acerca de "para siempre"


[—Mira Anarka ¿no son los pequeños más hermosos que has visto?— preguntó Charles mientras se tiraba al pasto, viendo como el pequeño Luka le daba flores a su hermana y se las colocaba (mal puestas) en su cabello.

—Mi hermana es una princesa.— dijo Luka viendo a sus padres ya abrazados y sentados en el suelo.

—Y tú eres todo un príncipe.— comentó Anarka con una pequeña sonrisa maternal. El niño elevó una gran sonrisa de igual forma.

—Lo sé.— respondió orgulloso. Charles elevó un gesto de sosiego, enamorado totalmente de este momento. Alzó la vista ligeramente. Ese día los Couffaine habían ido de campamento para ver mejor la lluvia de estrellas pronosticada para ese día. Y, efectivamente, pudo visualizar la primera de todas.

—¡Miren!— apuntó al cielo su padre para que vieran aquel fenómeno. En seguida toda la familia se acomodó para apreciar el manto nocturno bañado de estrellas. Juleka pronto se quedó dormida, pero Luka no cerró los ojos en ningún momento, observaba maravillado las estrellas deslizándose por el cielo deseando que algún día, él fuera una de ellas.]





—¡Saludos, pecadores de Paris! Llegó el día de su juicio final.— sentía el poder recorrer por cada una de sus venas, por primera vez no era tan benditamente débil, no era el eslabón más bajo de la cadena alimenticia; hoy podría saber lo que se siente ser como los demás, un juez y castigador del más minino error. Miró su frasco de pastillas. Estúpida psiquiatra.— Vayan Akumas, vayan y saquen al monstruo oculto que todos ocultan.

Gracias a los pendientes de Ladybug, podía crear tantos akumas como él quisiese. Escuchaba a lo lejos gritos de terror, personas escondiéndose. ¡No podían hacer eso! Él había esperado mucho tiempo para que todas las personas sintieran el... vacío, la soledad, la desesperación que le habían hecho sentir; no podían simplemente evadir esto.

—Nooroo, quiero bajo mi poder a cada alma de Paris.

Sintió una energía resistiéndose a sus órdenes, algo que dentro de él no seguía con el protocolo establecido. No obedecía a lo él decía, combatía contra su mente y eso le causaba jaqueca.

—Maldito kwami.— dijo acariciando la sien con algo de dolor. El dolor cada vez se empezaba a expandir.

"No soy yo, amo, se lo juro." exclamó la criatura en su mente. Estúpido ser mentiroso ¿Que más iba a ser si no era él?

N-No podía detenerse, n-no ahora. No...

—Ahhhh.— gritó adolorido. Necesitaba sus desgraciadas pastillas. ¡¿Dónde mierda las había dejado?!

De repente, el sonido de una multitud marchando hizo presencia. Inicio como un murmullo, pero iba aumentando cada vez más y más. Alzó la mirada, un centenal de villanos estaban frente a él, todos viéndolo como si fuera el comandante de un ejército, de distintos tamaños y formas. Veía incrédulo la imagen, no podía creer tener a tantas personas bajo su merced.

Sus planes casi estaban completados, casi...

—Ustedes.— señaló a una mitad.—  Vayan a buscar a Chat Noir, Adrien Agreste, como sea que lo conozcan.—  los akumatizados ni siquiera reaccionaron ante la confesión de la identidad del héroe de Paris, estaban tan sumisos ante el poder del joven que sólo siguieron sus respectivas órdenes. Respiró profundo.— Y ustedes...— señaló a la otra mitad con frialdad, como si fueran esclavos sí valor o algo significativo para él.— Tráiganme a Nathalie Sancoeur y a Juleka Couffaine con vida. No quiero que las lastimen.

Y ambos grupos partieron a sus rumbos. Luka tomó un respiro mientras veía el cielo, sintiéndolo tan distante, tan imposible de alcanzar, tan frío en la lejanía. Alzó el brazo, queriéndolo tocar, queriendo rozarlo como cuando...

—¡No quiero!— escuchó decir a un akumatizado a sus espaldas, casi llorando. Volteó a ver, era una mujer de figura curvilínea y con apariencia joven, su cabello ahora estaba morado pero podía jurar que ese no era el tono natural de ella, que la había visto en la escuela a la que fue. Tomaba su cabeza con molestia, tapaba sus oídos y encorvaba la espalda resistiéndose a las voces que repetían su orden en la cabeza.— Por favor, no quiero lastimar a nadie, no... por favor...— alzaba su mirada suplicante, sus rodillas estaban tan flexionadas que parecía que en cualquier momento caería rendida al suelo.— Haz que se detengan.— cayó por fin mientras apoyaba su cabeza en el suelo deseando aplacar todos los impulsos de magia negra que le insinuaban cometer fechorías.

Luka la miró con profunda tristeza, sintiéndose reflejado de todas las veces donde tuvo que recurrir a las inútiles píldoras, donde golpeaba su cabeza contra la pared hasta que el cansancio lo agotaba. Lo que hubiera dado porque alguien escuchara sus súplicas para detener su dolor.

—Tú no eres mala ¿no es así?— dijo acercándose a ella para después ponerse de cuclillas.— No te obligaré a sacar algo que no tienes.— alzó su mentón y con la otra mano sujeto el objeto akumatizado, lo tomó para finalmente romperlo con su bastón. La mujer se desakumatizó y tiró su cuerpo al suelo. El akuma, como si estuviera buscando a su dueño, se posó en su dedo con sus oscuras y brillantes alas abanicándose, era hermosa. La tocó con la otra yema de su dedo.— Yo te libero del mal.— se empezó a tornar de un blanco tan nodo como la nieve. Era aún más hermosa.

Miró a la mujer en el suelo, tratando de recuperar fuerzas para volver a levantarse. Aún podía detener todo esto ¿No?

—¡Ya llegó por quien llorabas, Hawk Moth!— anunciaron de repente llegando Carapace y Chat Noir, interrumpiéndolo de sus pensamientos. Malditas alimañas, uno ya ni siquiera podía tener un tiempo para sí. Aplaudió.

—Felicitaciones, Adrien, Nino; al parecer su amistad perdura sobre cualquier tempestad. Me inclino ante tal majestuosa relación.— inclinó su cabeza en señal de respeto, un gesto por demás cínico. A ninguno de los dos héroes les cabía duda, él era Luka Couffaine.

—Nunca debí haber confiado en ti.— se le acercó amenazante Nino. Luka se reía en su cabeza, era patético.— Pero escúchame, será mejor que te rindas ahora si deseas piedad para después.— el joven casi se carcajea.

—Tu fin ha llegado, Luka; dejarás de manipular personas, olvídate de tus malvados objetivos.

El joven de ojos azules elevó una ligera sonrisa divertido por el último comentario del rubio.

—¿Malvados objetivos? No seas infantil, Adrien; sólo quiero lo mismo que tu padre quería. Sólo hago lo mismo que me hizo él.— soltó con un tono tan seco y vacío que podía darle escalofríos a cualquiera.

El ojiverde se quedó congelado, su pecho subía y bajaba, veía al chico frente suyo incrédulo. Aquel no lo decía con orgullo, parecía que dentro de su alma, muy en el fondo, decir eso le había dolido, pero...

Su vista se nubló de odio.

—¡Tú lo mataste!— gritó hasta raspar su garganta, Nino lo miró asustado. Mierda.— Contigo no debe haber piedad.— dio un trago de saliva mientras las lágrimas comenzaban a cubrir el rostro del chico. Luka mantenía su postura inquebrantable.— Cataclismo.— invocó a su poder, dejando una esencia oscura en su mano esperando a tocar al muchacho. Nino tenía sus ojos abiertos como platos, a penas reaccionó cuando vio como Chat Noir se aproximaba a el villano ahí presente.

—Adrien, detente.— lo sostuvo por el otro brazo, Adrien se zafó con facilidad. Parecía haberse vuelto sordo. No quería herir a su amigo. Luka no se movía de lugar.

Nino sentía que en cualquier momento tendría que usar su poder para proteger al idiota bastardo que no hacía más que estar ahí, y como odiaba esa idea, odiaba tener que defender al maldito que asesinó al padre de su mejor amigo y que ahora tenía esclavizada a media Paris, pero no odia permitir que Adrien hiciera eso.

—¡Chat Noir, detente!— gritó de repente una chica de cabellos azabache haciendo aparición en la escena. Lo sostenía del pecho, colocaba justo la mano en donde ahora, sentía que era el epicentro de su dolor.

—Soy yo, tu Ladybug.— Adrien bajo la mirada lentamente hacia la chica. No, no traía el traje moteado que acostumbraba. Su cuerpo parecía vestir con el Miraculous de un ratón, un traje gris con detalles rosa. Ella alzó la mirada, ese par de orbes azules que tanta paz le entregaba. — No hagas esto, por favor.

—Sí, Adrien ¿Qué tú no eres un chico bueno? Al parecer no somos muy distintos.— cuestionó alzando un pocos los dedos. Marinette por fin soltó a Chat Noir al sentirlo más tranquilo, sólo para regresar hacia él con una mirada sumergida en odio.

—Devuélveme mi Miraculous, Luka.— exigió la fémina con frialdad. Él sonrió.

<<Para, maldita mierda>>

—Pero amor, soy tu novio. Lo mío es tuyo y lo tuyo...— detuvo un poco la mirada en sus ojos.— Es mío.— Adrien miraba confundido la escena. Él regresó a verlo rodando un poco los ojos.— No te hagas, Drie. Tú ya sabías que Marinette y yo éramos novios, por eso me reclamaste en el baño ¿no?— el rubio regresó la mirada en la joven.

—¿Marinette?

—Sí que eres un estúpido ciego, pero bueno, no hagamos pausas en dramas amorosos. Hoy por fin, presenciarán cómo se hace justicia, todos verán...

—Lo único que verán todos es tu final, Hawk Moth.— exclamó Carapace viéndolo con rivalidad. Luka no efectuó ningún gesto.

—Son tres contra...— chasqueó sus dedos, sin verlo venir; unos akumatizados sujetaron a Carapace; intentó batallar al inicio pero pronto vio inútil continuar. Adrien y Marinette con sus respectivos alter-egos intentaron salvarlo, pero pronto, se vieron envueltos de manos de akumatizados que sujetaban cada extremidad de ellos. Aún continuaban intentando zafarse, pero era bastante inútil.— me corrijo, son cero contra mí. Creo que tengo esta batalla más que ganada. — le acercó una botella vacía de píldoras a Chat Noir para que gastara su cataclismo, el rubio veía aterrorizado la escena. No podía hacer nada. Mierda.— Ahora, ya ga...

—¡Señor!— gritó advirtiéndole uno de sus akumatizados antes de que fuera clavado en su espalda el trompo de Queen B.

—Vas demasiado rápido ¿No crees, Luka?—hizo aparición la rubia, dejando inmovilizado al ya nombrado, y por ende, permanecían quietos todos los manipulados por él.

Normalmente aquellos tocados por el trompo de la rubia eran completamente congelados, pero siendo el portador de dos Miraculous podía resistirse un poco a su poder. Se movía pero a duras penas, además de que podía mover su boca y rostro a placer.

—Quiero que los sueltes ahora, Luka.— pronunció fría Chloe, mirando la espalda del chico por el que aún, sentía que podía dar su corazón entero. No era momento de ablandarse.

—Quiero que dejes de decir mi nombre.— exigió detenidamente, con veneno en cada una de las sílabas.

—¿Por qué? De todas maneras te volviste peor que el Luka del libro. Ya no tienes a que tenerle miedo.— el odio se acumuló en el corazón de Luka, llenándolo así de energía suficiente para hacer regresar su vista hacia ella.

Maldición, se veía tan hermosa. Con a penas esa distracción casi cae al suelo, sintiéndolo más pesado que nunca, no se podía mover, veía a la rubia sin un sólo gramo de temor hacia él.

—No ganarás esto, Chloe. Ya tengo a todos bajo mi poder. Es mejor que huyas, aún estás a tiempo.— pronunció a duras penas.

La chica lo analizó, sabía que debía quitarle el Miraculous que tenía en los oídos, los pendientes de Ladybug; pero no sabía donde estaba ni cómo era el Miraculous de Hawk Moth,  eso lo convertía en un gran oponente aún.

—Deja a Paris en paz, Luka.— el chico por fin alzó la postura. Se veía que los efectos de su Miraculous sobre de él ni habían sido duraderos, sin embargo, el chico no mandaba a nadie a capturarla.

Si tenía suerte, él aún conservaba sentimientos por ella. Eso le ayudaría a emparejar un poco las cosas, si es que ella lograba hacer esas cosas de lado.

Lo vio inhalar aire con profundidad. Lo conocía bien, estaba a punto de tomar una decisión inesperada. Debía ponerse alerta, al parecer él no estaba dispuesto a utilizar sus encantos sobre ella. Sus ojos azules la miraban con seriedad, ambos lo hacían; había tantos mensajes de por medio, y él más mínimo era de odio o rivalidad, muchos eran de disculpas y afecto.

—Hagamos un trato, Bourgeois.— pronunció sin más. Se veía que le había costado tomar esa decisión. Elevó su típica sonrisa.— Te reto a un duelo: si tú triunfas, dejaré a tus amigos y también a Paris en paz; si yo ganó, me dejarás a mí hacer lo que quiera con esta ciudad. ¿Te parece?

Claro que no le parecía, de ninguna manera permitiría que él sometiera a todas las personas de su ciudad. Pero al parecer él no estaba dispuesto a negociar con otra cosa, era su única oportunidad.

—Sé que no serías capaz de lastimarme.— respondió Chloe sin apartar su mirada. Él desvió un poco la mirada.

—Y sé que tú tampoco, pero al final uno de los dos tiene que ser el débil. Ambos sabíamos que lo nuestro terminaría así, uno de los dos cayendo por el otro ¿no? — la rubia lo miró con agonía ¿Por qué tuvo que enamorarse de él? Ese chico era su mayor debilidad.— ¿Temes ser tú?

—No seré yo.— alzó la vista hacia él con valentía. Ahí estaba la chica de la que se había enamorado.

<<Acabaras con esto>>

—¿Trato?— alzó la mano con poca fuerza aún.

—Trato.— la estrechó deshaciendo el efecto del Miraculous sobre él. Se podía mover otra vez. — Iniciemos esto.

Ambos eran unos niños, con miedo a lanzar su primer ataque.

"Tengo que salvar Paris" pensó Queen B para por fin, lanzar su yoyo a él para poder darle un golpe.

Éste lo esquivó, pero fue el primero de muchos ataques que circularon entre estos dos. Ni siquiera pudieron mantenerse en un sólo lugar, pronto empezaron a trasladar su batalla a distintas partes de la torre mientras sus cuerpos parecían moverse al mismo compás.

Otra vez tan juntos, con sus alientos como locos en busca de aire, con sus pieles sudando, exhaustos, volviéndose lunáticos con la cercanía del otro. Todo esto parecía ser el momento paralelo a aquella noche. Buscando dominar sobre el otro, terminar haciendo que el otro se ponga a sus pies.

Lo más irónico de todo, es que ni siquiera se podía nombrar el "amor" como una diferencia marcada entre los dos momentos, ambos lo tenían; prácticamente se diferenciaban porque esta vez el destino de Paris estaba en juego.

—No te rindes, Bourgeois.— enunció divertido el chico. Era muy hábil con su arma de batalla para ser la primera vez que la usaba, incluso la empezaba a dejar cansada.

Maldición, tenía que permanecer de pie.

—No, no soy como tú.— logró empujarlo contra un muro para colocar su brazo en el cuello e inmovilizarlo con su cuerpo un pequeño rato.

—¿A qué te refieres?— preguntó el chico con lentitud, aturdido por sentir el aliento de la fémina acaeciendo su rostro. No podía ser, no ahora.

—Te pude ayudar a superar todo, tú lo sabes.— la fragancia masculina de Luka la estaba matando, diablos. — Pero eres tan débil, abandonaste la idea antes de probarla.— dijo con dolor y decepción. Luka logró darle un pequeño empujón para, después de otra pequeña serie de ataques, acabar acorralándola esta vez.

—Lo intenté, créeme.— tener a Chloe envuelta entre su cuerpo se sentía tan... acogedor, tan...

—Y seguro te rendiste al primer infortunio que pasó frente a ti.— respondió. Luka abrió los ojos de par en par. Maldición ¿Por qué no sólo se callaba?— Admítelo, Luka. Eres un cobarde, a penas y puedes soportar un mal suceso cuando ya estás sucumbiendo al caos.— el chico se separó de ella tapándose los oídos, ya no quería escucharla.— Te di la oportunidad de cambiar y la desaprovechaste.

—¡Él me amenazó! — gritó desesperado.— Él... dijo que lastimaría a Juleka, me dijo que...— la vio a ella, recordó todo lo que había dicho sobre su relación con la rubia, todo el pavor que sintió en ese momento. Había tenido tanto miedo de perderla, recordó lo que era tener ese miedo, lo que era sentir que tu felicidad dependía del bienestar de otra persona.— Yo sólo quería que se callara.

Chloe no entendía lo que decía, pero confiaba en que todo lo que decía era verdad.

—No puedes lastimar a todas las personas que deseas callar.— ella ni sabía lo que decía. Gabriel fue tan capaz de hacerle daño como no se imaginaba.— Luka, ríndete; aún estás a tiempo.

—Basta de rendirme ¿no lo crees?— regresó a verla con despreció. Luka podía ser demasiado insistente. La analizó por completo. Abrió sus brazos por completo.— Terminemos esto como se debe. Dame en el corazón, detenlo, preciosa; y abras ganado.

Chloe tembló ante la idea, pero era más que obvio que no lo iba hacer. Sin embargo, ya tenía trazado sus planes.

Caminó hacia él con decisión. Luka incluso tembló, pensó que ella era capaz de hacerlo, de asesinarlo prácticamente; y no la culpaba, después de todo ella lo hacía por una buena causa.

Pero, si verlo venir la rubia pegó sus labios a los de él ¿Lo peor? Él no pudo evitar corresponderle. Maldito romanticismos, maldita necesidad de ella que siempre tenía, malditos labios mortíferos, maldito ser idílico que lo hacía delirar.

Se aferró a ella, aún sintiendo como ella le retiraba el broche de mariposa de su pecho. No pudo evitar rodearla con sus brazos, seguir extrayendo esencia de ella, disfrutándola, amándola con cada poro de su ser. Esa chica era celestial. Deseándola cada vez más, aún sabiendo, muy en el fondo que probablemente está sería la última vez que la tendría así.

Ahora le retiraba un arete, después otro. No importó, sujetó la cintura de la joven adhiriéndola cada vez más a él. Había perdido, él había sido el débil, al final nunca consiguió los Miraculous de todos, el de ella jamás sería capaz de arrebatarlo.

Se separaron, Luka completamente destransformado y Chloe victoriosa. Se miraban, deseando decir tantas cosas que al final nunca fueron dichas. Era evidente quién era había vencido ahí.

—Llegamos.— anunciaron Carapace y Marinette con su respectivo Miraculous llegando al momento.— Los akumas se debilitaron un momento, Adrien se destransformó.— exclamó la azabache viendo Chloe.— Veo que ganaste.— dijo con una pequeña sonrisa mientras apoyaba su mano en el hombro de la rubia.

Ella no lo sentía como una victoria.

—Conseguí el Miraculous de Hawk Moth y el de Ladybug devuelta.— se los entregó a Marinette, quien no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al recibirlos.

—¿Qué hacemos con él?— cuestionó el moreno haciendo referencia a Luka. A penas y Marinette había comenzando en pensar que harían cuando Chloe lo sujetó con fuerza y empezó a alejarse con él abrazado.

Quisieron seguirla, pero ya había avanzado demasiado. No importaba, ahora podían arreglar todo; ya tenían los Miraculous en sus manos.






Ambos permanecían viendo el atardecer, callados, con la cabeza de Chloe apoyada en el hombro de él; como esas escenas en las películas románticas con un buen final. Eso era lo trágico de todo esto, los dos sentían que su final estaba a punto de llegar y que probablemente no sería bueno.

Lo bonito que hubiera sido un "felices para siempre".

—¿A dónde iremos?— preguntó de repente la rubia tomándolo por sorpresa. La regresó a ver intrigado.— No podemos seguir en Paris después de esto.

Cuantas veces no soñó con huir con ella lejos de esta ciudad podrida. Lástima que ahora no lo podía permitir.

—No huiremos, Chloe.— la fémina miró con terror a Luka ¿Por qué decía eso?— O al menos yo no lo pienso hacer.— desvió la mirada con tristeza. Chloe seguía sin entender.— Debes seguir tu vida en Paris, preciosa; tienes persona que amas y que te aman aquí, no quiero que pierdas eso por mí.

—Luka pero entonces tú...— sujetó su mano preocupada ¿Que mierda estaba pensando?— Debes huir, debes...— el chico negó.

—Traigo mi teléfono conmigo, envíe un mensaje a la policía para que vinieran por mí hace un rato.

—¡¿Por qué hiciste eso?!— gritó Chloe exasperada. Luka se encogió de hombros.

—Debo hacer algo bueno por primera vez en mi vida. Que mejor manera de hacerlo que enviar al criminal más buscado de Paris tras las rejas ¿No lo crees?— rió divertido. A Chloe no le causaba gracia.

—¿Por qué?— volvió a preguntar en forma de reclamo. Luka suspiró.

—¿No escuchaste?— agacho un poco su mirada, ocultando lo difícil que le estaba resultando todo esto.— No quiero meterte en más problemas, Chloe; quiero que seas feliz sin mí, quiero que ya no te tengas que preocupar por mí nunca más. Al menos así sabrás donde estoy, eso te dará un poco de tranquilidad.

Definitivamente no se sentía tranquila.

—Déjame hacer esto, por favor.— le rogó una vez más. Chloe sentía como si en cualquier momento su corazón saldría corriendo.

—Eres una heroína; no debes permitir que un asesino y potencial sociopata ande por las calles.— la rubia desvió la mirada, tenía un nudo en la garganta.

—Entiendo.— respondió suave sin verlo a los ojos.— Sin embargo, me cuesta creer que seas todo lo que dijiste o dicen de ti. Sí, sé que soy una estúpida pero...

—Lo soy, Chloe; tú misma lo dijiste, soy peor que el Luka del libro.— ella negó.

—No lo eras; pero tenías demasiados... tienes, de hecho, demasiados traumas que te niegas a reparar.— Luka guardó silencio solamente, ya no quería hablar de eso, someterse a un mar de recuerdos era lo peor. Seguro, por el tiempo que lo vayan a tener en prisión, quizás él encuentre un hobby que lo ayude a mantener la mente lejos de sus traumas.

—Un último favor.— suspiró suavemente.— Rescata a mi hermana Juleka, la tiene Nathalie Sancoeur probablemente en una pequeña residencia en las afueras de Paris.— Chloe asintió, no era demasiado trabajo, siendo sincera; sabía que no sería muy difícil de encontrar.

—Luka.— entrelazó sus dedos con los de él, jamás dejaría amar el cómo su tacto se sentía.— Cuídate en prisión.— le regaló una pequeña sonrisa, a lo que Luka respondió igual.

Quizás sí era capaz de llevar una vida así; después de todo podía visitarlo en la prisión o donde sea que lo vayan a poner. Lo seguiría viendo, él estaría alimentado y tendría techo; además, sabía cómo cuidarse y con eso ella se sentía más reconfortada.

—¡Policía de Paris, manos arriba!— enunció el oficial Roger interrumpiendo el momento entre los dos. Luka alzó los brazos para después hacer una ligera reverencia hacia donde estaba la rubia.

—Adiós, típica rubia oxigenada.— se despidió mientras caminaba hacia donde estaba el oficial. Pronto sintió sus manos esposadas.

—No te vayas a creer el chico lindo y especial con problemas.— le respondió con una sonrisa débil. Aún le costaba aceptar todo esto.

Ella podría con una vida visitándolo en prisión, ella podría con una vida visitándolo en prisión, ella podría con una vida visitándolo en prisión...










Tres días después

—Padre ¿A dónde vamos?— preguntó Chloe aburrida mientras veía cómo el auto en el que iban se hundía en una multitud de personas con pancartas. Su padre se le veía con una gran y satisfecha sonrisa, pero eso le resultaba por demás inquietante.

—Vamos a la comisaría.— enunció con un tono alegre.— Van a hacer pública la sentencia de Luka Couffaine. Ese desgraciado va obtener su merecido.— Chloe respiró profundo para tragarse todas las malas palabras que le quiso gritar a su padre en ese momento, no era lo mejor ponerse histérica ahora.

—¿Y tú ya sabes cuál es?— preguntó lo más seca posible. Su madre tomó la mano de André mientras miraba a Chloe.

—Paris quiere ver justicia, mi niña; él está condenado a muerte.— dijo con una tranquilidad que erizó su piel. A la menor sintió que el aire se le fue por completo, su corazón empezó a latir a velocidades mortales.

—Él era un menor de edad cuando comenzó sus actos ¿No creen que es exagerado someterlo a muerte?— sentía dolor en su pecho, todos sus recuerdos con él volvieron.

—Aterrorizó Paris por varios años, es Hawk Moth de quien hablamos.— la menor volvió a negar.

—No pudo haber siempre sido él. Cuando llegó a Paris él, ya había existido. Ha de haber registros de que Luka vivía en Lyon cuando todo lo de Hawk Moth inició.— exclamó con cierta desesperación en su voz, intentando convencer a sus padres quienes se veían tercos ante la idea de que el ex amor de su hija había sido un aterrador villano controlamentes.

—Esas cosas que usa para controlar mentes es magia, seguro también la usaba para teletransportarse de Lyon a Paris.— Chloe simplemente no entendía semejante barbaridad.

—Además...— su madre colocó una mano en su hombro.— No sé si sabes, pero unos señores de aquella ciudad dicen que provocó el suicidio de una chica llamada Isabelle Ritzen y él de su propio padre, sumándole que asesinó a nuestro querido amigo Gabriel: ese chico merece más que una muerte rápida.— el tono helado con el que dijo aquello descolocó a la rubia ¿Que intentaba decir? Su padre vio los ojos de confusión con los que lo observaba la chica. Respiró profundo.

—Como Hawk Moth y asesino, no sé le puede dejar impune. Paris quiere que él sufra todo lo que él los hizo sufrir, tuvimos que recurrir a viejos métodos para las sentencias a muerte.— Chloe ya ni siquiera se movía, permanecía gélida escuchando todo.— Se someterá a la silla eléctrica, todo será televisado para que los parisinos vean que se hizo justicia.

De ahí en más todo se volvió oscuro para Chloe. Sus recuerdos con él se hacían cada vez más vividos. Sus besos, su risa, sus cálidos brazos, todo. ¿Esto no atentaba contra la ley? Se supone que los criminales aún cuentan con algunos derechos ¿no? No podía permitirlo, no podía...

Empezó a sudar, quería llorar, quería gritar, quería golpear a alguien, a cualquiera que atentara hablar blasfemias sobre él. Ella estaba seguro de que él no era el Hawk Moth con el que había combatido, y él no provocó el suicidio de Isabelle y Charles. Todo esto era demasiado inhumano, televisar la tortura a muerte de una persona no debía ser permitido.

En cuanto llegaron Chloe no pudo evitar vomitar. Se sentía asqueada, estúpidamente mareada por la lluvia de sentimientos.

Tenía que salvarlo.

En cuanto recuperó postura  se escapó de las cámaras y de su padres con sus respectivos guardaespaldas; buscando en dónde diablos iban a torturar a Luka, no podía permitirlo.

De repente vio al oficial Roger caminando con otros de igual rango que él con una postura firme hacia un mismo sitio. Seguramente en donde lo tenían. Chloe estuvo a punto de seguirlos cuando de pronto, un policía la toma de la mano y la jala fuera de su escondite para exponerla ante el hombre.

—Señorita Bourgeois. Su padre me habló de la preocupación de que usted se quisiese infiltrar. Ya la esperábamos por acá.— alzó su dedo a punto de dar una orden.—  Llévala con el alcalde, seguro la ha de...

—Llévame a donde está él, lo quiero ver.— exigió Chloe con suma molestia intentándose zafar de aquel policía. Ya se le ocurría cómo salvarlo allá.

—¿Estás segura? Por lo que tengo sabido le tenías mucho aprecio.— inquirió serio el hombre. Chloe asintió. Se encogió de hombros.— Tráiganla con nosotros.

Empezaron a avanzar hasta llegar a una sala con vidrio de una sola vista que daba hacía una habitación más pequeña, donde claramente estaba la silla eléctrica y en ella estaba quien ella sabía, era Luka, a pesar de tener la cara cubierta aún. Tenía que hallar la forma de sacarlo de él.

Justo cuando había ideado el plan, sintió como alguien sujetó sus muñecas y las esposó. El maldito policía. ¡¿Que diablos?!

—Descuide señorita Bourgeois, es por precaución. Se le quitarán después de la muerte del joven Couffaine.— y ahí, empezó a batallar.

Batallar como si su vida dependiera de eso, batallar como si...

—Estamos al aire en 3...— un camarógrafo dentro de la habitación a una distancia prudente de la silla.—2, 1.

Mierda.

—Luka Couffaine, por tres cargos de asesinatos incluyendo a una menor de la cual también se documenta abuso psicológico, más la manipulación y control sobre varios civiles para causar agravaciones a Paris por 4 años junto con todos los daños a la dignidad y salud mental por parte de los atacados; Paris lo declara culpable y es sentenciado a muerte en silla eléctrica ¿Tienes alguna última palabra?

"Por favor Luka, defiéndete. Luka, defiéndete" suplicaba Chloe en su mente aún intentando batallar, sintiendo que las lágrimas se le saldrían en cualquier momento. Se sentía tan malditamente impotente.— ¡Diles la verdad!— gritó sintiendo que se ahogaba.

Le quitaron la bolsa del rostro, sólo para mostrarlo, con una clara mirada de odio dirigida hacia la cámara.

—Hola, pecadores.— saludó Luka con una ligera sonrisa.— ¿Cómo están? Sí, seguramente bien, ya van asesinar al culpable de que en algún momento ustedes hayan causado destrozos ¿no? Ustedes sólo eran inocentes civiles de los cuales yo abusé, yo obli...— dio una pausa ligera.— ¿los obligue?— su voz era dolorosa, llena de rencor.— No comprenden la naturaleza de ese Miraculous ¿Cierto? Sólo te otorga el poder para que puedas cumplir tu más grande meta, es decir, ustedes actuaron como animales porque quisieron, yo sólo le di poder al odio que ya de pie si tenían. Yo no era capaz de crear malos sentimientos, ustedes ya venían con ellos. Además, mírense, bola de estúpidos, presenciando la tortura de un sujeto sólo para satisfacerse ¿No suena enfermo eso?

¿Por qué aceptaba todos los cargos de Hawk Moth? ¿Por qué...

—Todos ustedes ya están enfermos, sin criaturas repugnantes que ni hacen más que sentirse superiores a cualquiera que no posea las mismas ideas que ustedes. A penas y se preocupan por su madre, para ustedes sólo existen sí mismos y ya. Me dan asco. Y si algún día algo llegan a hacer mal, buscarán al más débil para culparlo de todos sus errores. No pueden aceptar que simplemente no son perfectos como creían, no aceptaran jamás que tienen una bestia en su interior que sólo se alimenta de la desgracia ajena. O les preguntó yo... ¿Qué hubieran hecho si tuvieran el poder que yo tuve?

Y en ese momento Roger ya no soportó más todo lo que estaba diciendo, liberó las cargas eléctricas causando gritos que raspaban la garganta al chico, sus piernas se entumecían, un enorme dolor de cabeza que se sentía como si ésta estuviera a punto de estallar, su sangre corriendo demasiado por sus venas a punto de que sentía que saldrían como chorros a través de su piel, su corazón latiendo a punto de que ya ni siquiera le daba paso al proceso de la respiración. Paró un poco. Empezó a tomar aire, sus vellos estaban de punta, jamás había experimentado un dolor tan inmenso, aún sentía la garganta seca. Regresó a ver el espejo, sabiendo que del otro lado estaba el facial de policía.

—¿Qué? ¿Sabes que digo la verdad?— tiró divertido. Más descarga.

La electricidad está vez llegó más rápido a la cavidad torácica, paralizando uno a uno muchos de sus órganos vitales. Sorprendentemente aún sentía el dolor, aún sentía su cuerpo combatiendo por vivir, aún gritaba, o quizás no, quizás él sólo se imaginaba haciendo eso; probablemente ya había muerto y ni se había percatado. Dieron más y más descargas, una tras otra y cada vez de más voltios. Vio de reojo su cuerpo, la ausencia de su dedo, su torso, sus piernas, ya nada le respondía. Ya no podía gritar.

Sintió otra descarga.

Está vez se quedó sin sensibilidad. Empezaba a creer que ciertamente, ya llevaba rato muerto. Bajo un poco la mirada, escuchó un ligero grito proveniente del otro lado del cristal, sin saber cómo fue capaz de hacerlo.

Supo quién era.

Por fin, perdió la conciencia.







































































Aún falta el epílogo.

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