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18. El estúpido sentimiento de amar

Ladybug admiraba la inmensidad de Paris, podía sentir como si una neblina de agonía lo cubriera por completo. Nada era lo mismo desde que Alya se fue, o desde que el padre de Adrien murió, incluso desde que Nino decidió simplemente no hablar con nadie. Quería a su grupo de amigos, quería...

Decidió descender en un parque a las orillas de Paris y destransformarse. Luka y ella habían acordado encontrarse ahí, no sabía exactamente para qué pero cualquier cosa era mejor que quedarse en depresión durante toda la noche en su casa.

Se encaminó hasta el punto de reunión, no tardó en encontrarse con él.

—Marinette, me alegra que hayas venido.— le saludo con una enorme sonrisa.— Ven, estaba esperando a que llegaras.— la tomó de la mano y sin vérselo venir, empezó a jalarla mientras corría hacía el invernadero que estaba por ahí.

Marinette ni siquiera le cuestionó, se sentía con tan pocas energías para hacerlo. Lo mejor era dejarse llevar.

—¿Qué planeas, Couffaine?— preguntó un poco divertida la azabache, él le acarició las manos ligeramente.

—Te va a gustar.— soltó con misticismo.— Tú... permanece tranquila ¿Okey?

Entonces, ahí adentro, descubrió una planta con una forma bastante curiosa; no del tipo ornamental o que le puedas reglar a alguien para declararte, es más, se podría decir que resultaba intimidante, repulsiva.

—No... me esperaba algo como esto, Couffaine.— digo algo tímida mientras observaba confundida la planta. Luka se acercó a ella y rió.

—Es una planta mayormente solitaria.— pronunció.— Crece en climas áridos y es difícil de que crezca en zonas urbanizadas. Cuando era pequeño mi abuelo me decía que cuando las almas tristes mueren, se convierten en estas plantas para que puedan contemplar el cielo nocturno en las zonas despobladas y así, consolar todo su sufrimiento.— Marinette sonrió enternecida.

—¿Eso es verdad?— preguntó sin dejar de ver la planta.

—Sí.— no mentía.— por eso se me hizo curiosa cuando vi a esta, no es normal que una de ellas ande en una gran metrópoli. No me imagino la decepción que se lleve el alma triste que hable esta planta.

—Quizás...— se encogió Marinette de hombros.— era un triste romántico, ya sabes, Paris es la ciudad del amor, él quería contemplar este cielo.— soltó pensativa. Luka sólo negó.

—Pero todos los románticos son tristes ¿No?— preguntó metiendo sus manos en el bolsillo. La fémina rió.

—No; conozco uno que no.— pensó en su divertido amigo Chat Noir, con sus chistes y su personalidad egocentrica constantemente coqueteándole. Luka se le quedó viendo a esa pequeña sonrisa que dibujó, creía saber en quien estaba pensando.

<<Eliminar obstáculos a toda costa.>>

Pastillas ¿Dónde están?

—Marinette ¿Sabes que me gustas, no?— dijo de repente tomadola por sorpresa. Asqueroso mentiroso, pensó él. — Sé que piensas en Adrien la mayor parte del tiempo pero... ¿No te cansarás de esperar?— soltó con un suspiro. Marinette lo observaba confundida.— No me mal entiendas, entenderé si no gustas de mí. Además...— inclinó su cabeza un poco.— estás pasando por tiempos difíciles; no quiero forzarte a sentir algo, más en estos momentos. Sólo que...— lo vio tragar saliva mientras su mirada permanecía perdida en las plantas.

Era un mal mentiroso, ni siquiera podía hacerlo a los ojos.

—Luka, yo... me siento agradecida de que sientas eso por mí pero...— sus mejillas estaban sonrojadas, se tallaba la nuca con nerviosismo.

—No lo estarías traicionando, lo sabes.— su mano lentamente empezó a buscar la de ella, sin detenerlo dejó que entrelazara sus dedos lentamente. Sentir su cálido agarre era reconfortante. Su corazón palpitaba con torpeza.

—Yo...— alzó la mirada, se encontró con la de él mirándola fijamente. Sin duda tenía una mirada que derretía.— No sé...— lo vio alzar lentamente su mano hasta sentirlo robar su mejilla con delicadeza, sentía como si él alma se le saliera por la boca. Hizo una mueca triste ¿Por qué sentía como si estuviera haciendo algo malo?

—Alguien como tú no merece estar esperando a que un amor le corresponda.— tomó un mechón y lo colocó detrás de su oreja. Sabía que la estaba poniendo a su merced. Palabras bonitas, darles lo que desean escuchar. Todo era tan fácil.— Yo no te abandonaré, estaré para ti, lo prometo.

Prometer es sólo un verbo más, sin algún valor en específico.

—Marinette...— ella se había acunado su cabeza en la mano de Luka, permanecía con los ojos cerrados para evitar llorar. Perdió a su mejor amiga, de ahí la felicidad de Adrien, la tranquilidad de Nino, ahora sólo recibía lástima en el colegio ¿Si equipo de héroes? Chat Noir se mantenía muy distante, Carapace no hacía aparición desde que arena se fue. Queen B era la que aún se mantenía en pie, pero siendo sincera es que ni ella misma se sentía tan centrada como para seguir combatiendo.

Y al final él estaba ahí. No estaba locamente enamorada de él pero, su corazón sí fluctuaba al verlo, sus labios temblaban y unas inmensas ganas de ser envuelta por sus brazos la invadían. Esa constante cercanía que él persistía en tener no ayudaba de mucho para mantenerse tranquila al respecto.

—También me gustas, Luka.— y fue lo que necesito el joven para acortar la distancia en un par de segundos y tomar los labios de la fémina al frente suyo.

Era tan benditamente frustrante que no fueran iguales a los de ella, que no tuvieran ni una sola pizca de encanto que le dieran unas maldigas ganas de....

¡Cálmate, Couffaine! Pensar en ello es absurdo. El cielo te dio el don de jamás sentir el estúpido sentimiento de amar, no lo eches a perder con los recuerdos de esa noche.

Aún podía...

[MATARSE]

...cambiar ¿No? No, ya no.

Era una absurda idea la de volver a ser débil cuando justo ahora ya tenía a la portadora del Miraculous de la creación a sus pies, el de la destrucción con el mundo cayéndole en su espalda, él de la tortuga con la inseguridad envolviéndole y a la del zorro lejos de todos.

¿La de la abeja? Esa... ella...

¡Ella nada!

Mejor cambiemos de tema. Todo saldría conforme a sus planes. Después de todo era un estratega de primera, El arte de la guerra había servido demasiado. Todos esos animales que lo dejaron solo, que lo culparon de la muerte de esa bastarda y de su padre pagarían. ¡Traería a la vida a su padre y volvería a ser feliz!

Leerían Bukowski y a Oscar Wilde por las tardes. Se irían de Francia y vivirían en Canadá, donde nadie los conocería y podrían formar una vida nueva sin personas dañinas. Sin enamorarse de nadie.

Le demostraría a su padre que él no era como el idiota que aquella loca describió en su carta suicida. Él era un buen chico que tuvo que tomar malas decisiones por un bien mayor.

Marinette era su acceso más directo a todo eso.

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Se miró en el espejo de los baños escolares. Se le notaba bastante demacrado. Tenía unas ojeras terribles y alguno que otro rasguño en el pecho se le alcanzaba a notar por arriba del cuello de su playera, causados por la falta de su alprazolam.

Miró sus manos, temblaban involuntariamente. Se notaba cada vez más delgado, la ansiedad no le provocaba tanta hambre como pensó. Se talló la cara, debía aguantar sólo un poco más.

Decidió echarse agua en el rostro para refrescar sus ideas un poco, a penas volvía a colocar su postura cuando Adrien entró al baño y se detuvo, únicamente a mirarlo con despreció. Luka sonrió divertido, era bastante estúpido.

—Bienvenido a la escuela, Drie; ya se te extrañaba.— aún permanecía con la mirada fija. Luka regresó a verlo.— Sabes, hacer eso justo en el baño de hombres, luce muy gay, amigo.— intentó pronunciar jovial. Adrien rodó los ojos hastiado de su actitud.

—¿Quién eres en realidad, Couffaine?— su voz jamás había sonado tan seria. Por un momento temió que él pudiera haber descubierto sus planes, pero no era posible, Adrien era demasiado inocente para eso.

—Adrien, no sé qué es lo que piensas pero yo no tengo nada contra ti.— enunció intentándolo calmar. — lo de tu pelea con Nino, no fue mi culpa. Me cae muy bien, no creas que no pero jamás interferiría en su amistad.— lo hizo. Adrien seguía con la mirada fija en él, sentía como si Luka supiera algo más que no lograba comprender.

—¿Y que hay de Marinette? ¿Por qué tu repentino gusto por ella?— cuestionó con dureza. Luka rió, veía el hombre de respuestas del rubio. Hacia una semana que comenzaron a salir en noviazgo después de la noche en el invernadero; la escuela se enteró rápidamente de ello.

Ella se enteró también.

—¿Tiene algo de malo? Tú ni siquiera eras algo de ella.— notaba ese inmenso deseo de protegerla de él por parte de Adrien. La mirada del rubio no cambió.— Amigo...— se acercó a él.— Entiendo que acaba de pasar lo de tu padre y que te sientas desconfiado del mundo pero yo soy tu amigo, jamás haría algo por molestarte.

Adrien ladeó la mirada.— No confió en ti, Luka.— se notaba la verdad en sus palabras. Él respiró profundo, la actitud caprichosa del poseedor de ojos verdes era exasperante.

—No me llames así, sabes que no me gusta.— intentó decir lo más calmado posible.

—Sólo, lo que sea que planees hacer con mis amigos, no lo permitiré. Sé que no eres una buena persona, y eres el primero al que se lo digo.— Adrien tomó rumbo hacia otra parte de la escuela, pero antes de que saliera de los baños, se detuvo.

—¿Quién eres tú para juzgarme?— le escuchó pronunciar. Cerró la puerta dejando,o nuevamente solo.

Salió de los baños e intentó mantener una sonrisa mientras fingía buscar con ganas de verla a Marinette, aún sabiendo que ella siempre llegaba tarde. Estaba a punto de subir al salón rendido de tener la oportunidad de estar con ella un rato antes de entrar a clases cuando un mensaje llegó desde un número desconocido.

Juleka Couffaine tiene el valor
de todas las pruebas que me
mencionaste ¿No es así?

Y a continuación una  grabación de 30 segundos encerrada en una habitación, mirando con terror cada punto del cuarto.

—Maldita Nathalie.— pronunció entre dientes mientras escucha todas las amenazas que la Sancoeur le lanzaba a Juleka en el vídeo. El sólo hecho de ver a su hermana así de vulnerable siendo sometida como alguna vez él fue sometido por Gabriel y su secretaria le causaba una tremenda impotencia. Podrían haber hecho de él una mierda de persona, pero ella aún podía vivir su fantasiosa vida como ella quisiera.

Pero dar esas grabaciones y pruebas era algo idiota. Nathalie se arrepentiría de cada segundo y palabra que le lanzó a la Couffaine. Se arrepentiría al mismo tiempo que todas las demás personas que alguna vez osaron subestimarlo.

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