14. Píldora y caramelo
Una píldora más, sólo eso necesitaba para ir a la escuela hoy. Ya había descartado a Rena Rouge y Carapace, ahora debía averiguar como conseguir sus miraculous.
—¿Que te trae tan ansioso?— y de repente esa maldita voz que tantos sentimientos contradictorios le causaban. Estaba tan inmiscuido en su temor por pasar a través de las puertas del colegio que ni siquiera la vio aproximarse.
—¿Por qué crees eso?— se limitó a responderle a la rubia. Chloe suspiró con pesar.
—No entiendo porqué me estas evitando. — tiró con tristeza, Luka la miro de reojo sintiendose culpable y como un verdadero imbécil. — Y ahora que me doy cuenta, nunca te entiendo. Yo, pensé que...— tomó aire con tristeza, parecía estarse regañando internamente por algo. — No te culpo por no querer estar conmigo. — avanzó dejándolo ahí, sin palabras y con unas ganas latentes de querer llevarsela de ahí y estar a su lado hasta que se le olvidaran todos los problemas.
Pasarse la pastilla, respirar por fin.
Cada vez se le hacia más difícil aguantar sólo con una. Tomó otra, y otra más. Sólo por si acaso.
—¿¡Qué se siente haber hecho que Alya se fuera!?
—¡Bastardo!
—¡Debiste haberla dejado en paz!
¿Por qué mierdas le gritaban eso? ¿Acaso se habían dado cuenta? Quería taparse los oidos. Él no. Alya era más feliz en otra parte. Él le hizo un favor. No lo culpen, no por favor, él jamás quiso que su vida terminara así. Él estaba...
Volteó a ver; todas esas palabras de odio eran para Nino que recién llegaba a la escuela con la mirada en frente. No supo si sentirse mejor porque no se la habían dicho a él, o peor porque alguien más estaba recibiendo las palabras de odio que él merecía.
—Dejenlo en paz. — exclamó Luka con voz firme opacando un poco el bullicio. El moreno regresó a verlo con una enorme seriedad. Se acercó a él.
Si obtenía la confianza de Nino y Marinette, destruiría a Adrien.
—No necesito tu ayuda.
Luka rodó los ojos.
—No tengo nada mejor que hacer. — exclamó con el mismo tono de emoción.
—¡¿Tú qué?!— le gritó uno de los chicos de su grupo acercándose amenazante. — No me digas ¿Ahora él es tu noviecito? Uy, Nino; como no triunfaste con las chicas ahora te traes al bastardo Luka Couffaine.
Maldición.
¿¡Cómo carajos lo había llamado!?
—Tu cerebro sólo sabe decir pura bazofia. Siento lastima por ti. Mejor largate a los baños de la escuela a masturbarte con un poster de Adrien Agreste.— el chico retrocedió confundido escuchando alguna que otra risa a tus espaldas.
—Ya quisieras.— tiró riendo un poco. Luka se limitó a sonreír.
—¿En serio quieres que le de las pruebas a toda la escuela?— sí, el había reunido suficiente información para destruirlo desde que mencionó aquellas cosas asquerosas sobre su hermana. Ahora su cara expresaba inseguridad. Al fin respiró más tranquilo. — ¡Ahora escuchenme!— aprovechó que la atención de la mayor parte de la escuela estaba en él. — Me vale bledo las cosas que hagan en su vida, sigan yendo por los pasillos como los hipócritas que son, pero el día que cualquiera de ustedes idiotas se sientan la peor basura del universo, no lo olviden, yo llegare a undirlos más y hacer que sus ganas de vivir y autoestima desaparezcan; así como le están haciendo a Nino.
Su tono de voz fue tan seco, tan imponente con una mirada tan llena de repudio y rencor que fue imposible no tomarse en serio las palabras de Luka. Hubo unos segundos de completo silencio, todos ya habían perdido su vista de Nino para centrarla en él.
Al menos dejarían en paz un rato al moreno.
—Tienes razón. Nino no es la mayor basura en este planeta. — pronunció con veneno aquel compañero tratando de recuperar su dignidad. — Nadie puede ser peor basura que tú, al fin y al cabo provocaste el suicidio de tu novia y tu padre, y mirate, ahora vas por Marinette. Me daría asco ser tú.
El aire dejó de circular a su cabeza, no se dio permiso para pensar y actuó por puro instinto. Estaba harto de ese animal que no hacia más que acabar con su paciencia. Al diablo las malditas pastillas, con idiotas como este no vale la pena estar calmado
En seguida volteo lanzando su puño con intención de estrellarlo contra su ojo.
Mierda, no otra vez. Ella. Se quedó con el brazo en el aire, a centímetros del rostro de Chloe quien le lanzaba una mirada de desaprobación. Ella se había interpuesto entre los dos.
—Dejate de tonterías, Couffaine. — No había ni un gramo de cariño en sus palabras. Luka intentaba digerir la escena ¿Por qué estaba defendiendo a los bastardos que lo habían ofendido?
—¡Quitate, Chloe!—exigió con fuerza. La rubia no obedeció, seguía con su mirada helada.
—Mueveme. — era una maldita manipuladora. Sabía que él jamás se atrevería a tocarla y más en su estado, aún se sentía demasiado débil para hacerle aquello.
—¡Ya basta!— llegó Madame Bustier a la escena. — Luka, Chloe, Nino, Gustaph; a la dirección.
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[—Luka. Ve dile a tu mamá que ya nos vamos al circo, sólo la esperamos a ella. — el pequeño Luka asintió con una sonrisa. Estaba ansioso. No había nadie que adorara los animales más que él.
Fue corriendo al cuarto de su mamá y abrió sin tan siquiera tocar. La emoción lo tenia tan despistado que no imaginó lo que se encontraría.
—Entonces ¿Hoy a las 7?— tiró su madre con un tono picaron a través del teléfono viéndose al espejo con un top con encaje mientras acariciaba con la otra mano su silueta. La escuchó soltar un ligero suspiro como si estuviera disfrutando de algo. — N-no digas esas cosas. — rió tímida.— Bien. Como quieras. Tengo algo de prisa, ya me debo ir; pero descuida, esta noche sere toda tuya, Christian.
¿Su mamá iba a ser de ese Christian, y no de su papá, Juleka y él? ¿Por qué hacia esos movimientos y hablaba con esa voz cuando se dirigía hacia Christian?
Esa tarde no le dijo nada a su papá pero por primera vez no pudo disfrutar de los animales. No comentaría nada por no arruinarle el día a nadie, menos a su pequeña hermana que se veía muy feliz viendo las jirafas. Se llegó la hora de regresar a casa y por ende la hora de que Anarkala se fuera con ese tal Christian. Escuchó como le decía a su padre que le había surgido algo en la disquera. Mentía, al menos que tuviera que ver con ese sujeto.]
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A penas y podía respirar ¿Desde cuando ese elevador se había vuelta tan endemoniadamente asfixiante? Ya no podía dar paso atrás, Chloe lo había orillado a esto. Tenía que deshacerse de una vez por todas de ella, sino siempre sería una traba. La odiaría, sabía que podía lograrlo. Llegó al piso respectivo y se acercó a la puerta.
Tomar una pastilla, respirar al fin.
Tocó.
No tardó mucho en aparecer una rubia abriendo la puerta, con una pijama y una toalla enrollando su cabello. Rodó los ojos y lo miró con molestia.
—Genial, pensé que era el sushi que ordene.— tiró con lastima.— Te ahorro todo lo que me vengas a decir. Descuida, no me interesa decirle a nadie lo que pasó entre nosotros; prefiero que no se sepa que estuve con una persona como tú.
Luka miró hacia arriba divertido. Genial, Chloe Bourgeois era demasiado buena para ser verdad; obviamente debía juzgar el que provocó supuestamente dos suicidios. Aún así no se sentía capaz de odiarla, pero tal vez aquello dicho podía contribuir a su causa.
—¿Por qué no me sorprende?— respondió con gracia.— Te quejas de que los demás te critiquen pero mira, justamente eso haces.— dijo el chico adentrándose a su habitación. Chloe regresó a verlo con una mirada acusadora.
—Por supuesto, fantástico. Me crees superficial, como todos los demás.— se talló la nariz sintiéndose molesta.— Lárgate, ya suficiente tengo con tener que agradarle a mi madre, no intentaré agradarte a ti. Me cansaste.— respondió fastidiada. Luka sonrió con cinismo, ni siquiera entendía lo que decía.
—Perfecto; creo que venir aquí fue un gran y completo...— se calló al verla quieta, con la mirada gacha y una enorme decepción en sus ojos. Tenía unas ganas inmensas de abrazarla.
—Error.— terminó de decir ella.— sí, eso es lo que la mayoría piensa al conocerme.— escuchó decir con tristeza.— Aunque no sé por qué pensé que tú serías diferente, que tú...— soltó un suspiro. Lo veía directamente a los ojos, intentando no sentirse rota por él. Sólo la observaba en completa confusión.— ¿No entiendes? No me importa si hiciste lo que ellos dicen, en mi vida he aprendido que lo que todos dicen entre voces puede ser tan real como falso. Sólo me molesta que...— tenía demasiado orgullo para decirle.— me hayas hecho pensar que...— fue tan malditamente débil. — que te importaba, más que a una amiga.
El silencio se hizo presente. Su aflicción era notoria, estaba claramente apenada. No le culapaba de haber pensado eso, después de todo la beso y...
Declaró sus sentimientos. En un punto donde ambos eran frágiles, esos momentos que sólo ocurren una vez en un ciclo. Cuando el eclipse total ha surgido y no se volverá a ver en un largo tiempo.
—Eso fue falso.— se limitó a decir ladeando su mirada hacia otro sitio.— es probable que no haya estado en mi mejor momento cuando te lo dije.— se encogió de hombros. Nunca en su vida se había dado tanto asco a sí mismo.— Todos hacemos estúpideces en nuestras vidas ¿No?— internamente se reía, quería llorar, se había vuelto en un idiota depresivo; se mordía la lengua para no soltar palabras demás; pero parecían acumularse en su pecho y pronto terminaría estallando.— Tú n-no me gustas, Chloe.— mierda ¿Por qué no podía mentir? ¿No había tomado pastillas suficientes?— No, no lo haces. Tú...— cometió el error de alzar la mirada.
Esos ojos del azul más hermoso imaginable lo observaba cubiertos de confusión, deseo, tristeza, miedo, esperanza y un mar de emociones más infinito que el universo. Sus labios temblaron. El oxígeno no parecía ser el mismo de hacía unos segundos. Chloe había colocado su mano en su pecho haciéndolo erizar por completo.
—¿Yo?— preguntó suavemente, subiendo la mano por su cuello hasta llegar a sus patillas, acarició un poco su cabellera.— Dime la verdad, por favor; prometo que entenderé.— su tono descolocaba cada neurona en su cabeza, siempre lograba envolverlo en un mundo donde la cordura no existía.
Sus desobedientes manos se empezaron a amoldar alrededor de su cintura y su corazón palpitaba a velocidades de un auto de carreras. Su vista simplemente no se podían apartar de los ojos de ella. Disfrutaba sumergirse en ellos e imaginarse que todo era tan idílico como ella: que creció en una familia amorosa, que nunca tuvo que mudarse a Lyon ni arruinarle la vida a esa chica, que conoció a Chloe Bourgeois y se enamoraron con una divertida anécdota que le contarían sus amigos, que ella se quedaría para siempre a su lado porque él sería el tipo de chico dulce y digno de ser presentado a sus padres.
No como era. Un maldito maniático adicto a los calmantes y al alcohol, destructor de una vida, con traumas maternales y un padre muerto, trabajando para un hombre malvado que le había asignado manipular sentimientos.
—Me das miedo.— dijo cerrando sus ojos, apretándolo con suma molestia.— No quiero amarte, no quiero hacerlo.— suspiró, ella se acercó para poder abrazarlo mejor y dejarle recargar su cabeza sobre su hombro.— m-mi padre sufrió mucho por amor, él estaba mal, yo se lo dije pero no me hizo caso, nunca dejó de hacerlo y ahora...— Chloe lo alejó un poco para poder verlo, no lloraba pero si se le notaba destrozado. Ella le dio una pequeña sonrisa.
—No tienes que contarme.— enunció acariciando su mejilla con ternura. Luka no pudo más, en serio que tenía una endemoniada necesidad de ella para calmarlo y dejar esas jodidas píldoras que para nada servían.
Tomaba sus labios con fervor, bañándolos con su roce y dándose paso cada vez más en ella. La fémina no hacía más que acceder y dejarse delirar por el beso que ese chico le estaba ofreciendo. Sí, ese maldito Couffaine la traía como loca; era tan enormemente enigmático y difícil, la mayor parte del tiempo la sacaba de sus casillas o matarlo.
Pero era sus ratos de debilidad donde se daba cuenta que estaba enlazada a ese chico por más que quisiera alejarse de él.
Llevaban tiempo sin sentirse así y la privacidad de la suite desactivaban su ser consciente dejando sus cuerpos fluir con mejor facilidad. Las manos de Chloe fueron las primeras en explorar el relieve del abdomen de Luka que existía bajo su playera mientras él, quitaba la toalla de su cabeza para poder tomar su húmedo cabello entre sus manos.
Sus pies se encaminaban con torpeza hacia la cama hasta darse espacio para retirarse sus prendas principales y dejarse expuestos al otro. Luka se abalanzó sobre ella para volver a sumergirse en su cuello y poder ahogarse con su dulce aroma y esencia femenina que mataba cada neurona suya. Alzó un poco su mirada y se acercó nuevamente a su rostro.
Se sentía tan dependiente de ella, era adicto a tan sólo a contemplarla.
—Todo está bien, descuida.— le dijo con una pequeña sonrisa a la que no se pudo resistir; volvió a besar sus labios y esta vez, dejó que todo el tiempo que fuera necesario pasara.
Chloe Bourgeois era un caramelo que se disfrutaba mejor a paso lento.
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Sinceramente esta fue una parte que había planeado desde casi el inicio de la historia y conforme había avanzado la trama pensé que ya no estaría. Una Chloe y un Luka que a principio del capítulo ya no se soportan con un final donde él termine revelando su filofobia y entregándose por completo a ella.
Next episode: Luna plástica
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