4. audiciones nuevas
Jimin estaba seguro de que su cuerpo estaba hecho para el ballet, cada hueso suyo, cada centímetro de su piel, cada dedo de sus píes e incluso sus órganos, todos destinados a que diera vueltas sobre sus fuertes puntas. Era como si estuviese escrito para ser así. Cuando bailaba, algo dentro suyo despertaba. Algo que lo hacía capaz de todo, hasta de lo que antes podría haber creído imposible.
Jimin veía su entrada al ballet como el momento más grande de revelación de su vida, una señal del mundo. Una llamada del universo. Algo que movía el cosmos.
Mientras pudiera sostenerse sobre sus puntas, nunca dejaría de creer que había llegado al mundo exclusivamente para el ballet. Y lo creería hasta que perdiera sus fuerzas.
Repetía exhaustivamente los mismos movimientos cada día, estaba tan acostumbrado que cuando le pedían que demostrara lo que podía hacer al bailar, su cuerpo empezaba a moverse por instinto e incluso parecía como si tuviera vida propia. Las píldoras para el dolor le permitían ignorar si estaba herido de tanto que se presionaba a sí mismo a la perfección, así que Jimin sólo se dejaba ir con su instinto.
¿Le había sorprendido que su lindo vecino con el que coqueteaba fuera su nuevo coreógrafo? Sí, pero no por eso dejaría que su cabeza viajara lejos del baile. Por más que le hubieran dicho que alguien había muerto, su cuerpo con vida propia hecho para bailar, no le dejaría que le importara algo más que bailar a la perfección.
Nadie lo entendería. Jimin estaba obsesionado.
Intentó hacer el menor contacto visual posible con Jungkook en cuanto comenzó a calentar, sintiendo cómo a veces la mirada de este caía en él inevitablemente.
Cuando estaba en clase Jimin era callado y atento, solía ni siquiera prestar atención a Jisoo. Cualquiera podría confundir su silencio con timidez, pero no era exactamente la razón. Sólo estaba alerta. Su cuerpo entero lo estaba.
Cuando luego de presentarse ante todos, Jungkook le pidió a la clase que pasaran al centro y se pusieran en sus puestos del Lago de los cisnes, Jimin fue el primero en dejar su estiramiento para ponerse se píe.
Cómo hacía normalmente, observó cuidadosamente a los que pasaron a bailar antes que él. Evaluó sus errores, fortalezas y debilidades. Para Jimin todos eran competencia y debía conocer bien a la competencia.
Finalmente llegó su turno, y se lanzó a bailar con cero dudas. Sabía que tenía la mejor técnica de su clase. Sabía la precisión que poseía. Tenía confianza en sí mismo.
El tiempo se pasaba volando al bailar, las paredes de la habitación se volvían borrosas y Jimin no sentía nada que no fuera su corazón latiendo fuertemente, entonces ahí era cuando estaba más consciente de que estaba vivo. Con cada latido de su corazón.
Su parte favorita llegó, cuando el brujo Rothbart llega a la fiesta en el castillo donde el príncipe Sigfrido debe elegir una esposa, acompañado de su hija Odile, quién va disfrazada de Odette, sólo que viste de negro en lugar de blanco.
Entró bailando al centro con su pareja de baile, Park Chaeyoung, a quién le tocaba ser el cisne negro esa vez. Tomando el brazo extendido de esta, sabía que era su momento. Planeaba dejarla caer y sacarla del papel del cisne negro. Sabía cómo hacer que se viera como un error de ella y no suyo. Ahora que el viejo coreógrafo no estaba, él haría sus propias reglas. El cisne negro era sólo el cisne negro, si él quería ser un cisne negro, entonces sería un cisne negro sin importar lo que le costara alcanzarlo.
Pero entonces, de la nada, la música se detuvo y un grito por parte de Jungkook detuvo los movimientos de todos. Incluso de los bailarines del fondo.
— ¡Ya vi suficiente! — aplaudió una sola vez con las palmas de su mano, secamente —. Son un desastre.
Por primera vez desde que había empezado la clase, Jimin llevó sus ojos de manera directa a los de Jungkook. Entonces vio que Jungkook ya estaba mirando de manera fija hacia su dirección.
Por fuera, Jimin se veía tan inexpresivo como siempre, pero por dentro estaba echando humos. Odiaba que lo interrumpieran.
— Todos son un desastre, no sé quién los escogió para cada papel, pero está claro que no tiene visión. Esos papales no están hechos para las personas que los están interpretando en este momento, puedo sentirlo con sólo verlos interpretarlos. Están encarnando a los personajes incorrectos. — anunció él sin más, haciendo que enseguida su bola de estudiantes se empezara a quejar —. No quiero oír a ninguno de ustedes. Audiciones mañana. — les gruñó bruscamente, haciéndoles cerrar la boca.
Jimin ladeó una sonrisa, mirando los detalles del rostro de Jungkook cuando estaba enojado. Su ceño fruncido, cejas a la defensiva, ojos oscureciendo, labios apretados y mandíbula tensa. Era una obra de arte.
— Esto no es justo, totalmente no lo es. Luché mucho por mi papel principal. — escuchó Jimin pasar diciendo a Taehyung, tomado del brazo de Kim Jennie, que era su novia y también con quién compartía —o solía compartir—, los papeles protagónicos en El lago de los cisnes.
Jimin fue con una gran sonrisa a buscar su bolso de gimnasio, donde encontró a Jisoo esperándolo con clara emoción en su rostro, sosteniendo el bolso para él.
— Tenemos una oportunidad. — susurró Jisoo con un especial brillo en sus ojos.
— Esta vez es definitivo. — le aseguró Jimin, tomando el bolso que la chica extendía hacia él.
— ¿Vamos por aire fresco antes de la siguiente hora? — sugirió ella.
Todos empezaban a abandonar el salón, algunos malhumorados y otros felices por tener una segunda oportunidad en las audiciones.
Jimin miró a su alrededor, y luego su mirada se encontró con Jungkook, que revisaba unos papales junto a la puerta de salida.
— No, Jisoo. Tengo que hablar con el coreógrafo. — le dijo sin soltar ningún detalle.
Jisoo lo aceptó y se despidió de él con un abrazo. Jimin estaba seguro de que la chica ni siquiera había notado al hombre que tenían de vecino, normalmente no notaba muchas cosas.
En cuanto Jisoo se fue, siendo la última en abandonar el lugar y cerrando la puerta detrás suyo, Jimin avanzó hacia Jungkook, quién alzó la mirada sorprendido al oír pasos y saber que quedaba un estudiante más ahí dentro.
Jimin vio cómo su vecino, o tal vez ahora debía decirle coreógrafo, se ponía pálido al ver que se trataba de él.
— Así que aquí estudias. — sin poder evitarlo, el rostro de Jungkook se iluminó al cruzar miradas con Jimin —. Con razón tanto talento.
Jimin sonrió ampliamente en cuanto estuvo frente a Jungkook, lamiendo sus labios con la punta de la lengua, sabiendo que eso llamaría la atención de los ojos de Jungkook.
— Bueno, no es sólo talento. Son días enteros de disciplina acompañada con mucho dolor. — le respondió Jimin con malicia en su mirada, coqueto y burlón —. Pero gracias por notar mi talento.
Jungkook aguantó la respiración cuando Jimin se acercó tanto que las puntas de los zapatos de ambos se tocaron.
Se quedaron mirando fijamente en silencio, los ojos de Jungkook subiendo y bajando de los de Jimin hasta aquella perfecta boca.
Sintiendo la pesada respiración de Jungkook, Jimin dejó caer al suelo su bolso de gimnasio y alzó la mano hacia el más alto, apoyando la mano en su pecho de manera firme, enterrando sus dedos ahí. Sintió cómo a Jungkook se le cortaba la respiración, los labios de ambos entre abriéndose mientras se miraban cada detalle de la cara del otro. Se sentía como si en cualquier momento se fueran a besar.
Apretando más el pecho de Jeon, Jimin lo usó de apoyo para sin ninguna dificultad levantar su pierna derecha, extendiéndola en la puerta que tenía a su lado, estirándose de manera perfecta como si tan sólo estuviera haciendo su calientamiento antes de una clase.
— No tenía idea de que estabas relacionado con el mundo del ballet, Jungkook. — inició una conversación casualmente —. Estás lleno de sorpresas. Buenas sorpresas.
— Tengo más sorpresas. — susurró Jeon mirando intensamente dentro de sus ojos.
— Enséñame. — lo retó Jimin en un sugerente tono de voz, ladeando una sonrisa pícara y sensual.
— Soy hijo de la cabecilla de este lugar. — confesó Jungkook —. Este es mi primer trabajo cómo coreógrafo y estoy algo asustado.
El rostro de Jimin se iluminó aún más.
— Eso sí es una gran sorpresa, básicamente tu madre te colgó a la academia. — se rió burlón Jimin.
— El ballet ha sido el cegocio familiar de los Jeon por años, nos ayudamos unos entre otros. — le explicó Jeon.
Jimin sólo asintió en silencio, subiendo su mano desde el pecho de Jungkook hasta su cuello, donde acarició la piel de ahí.
Jura que escuchó a Jungkook suspirar.
— Creo que tú piensas que tienes una nueva visión para la obra de este inicio de año. — comentó Jimin.
— Así es. — Jungkook tragaba saliva con fuerza.
— Escógeme como tu cisne negro, porque soy el auténtico y perfecto cisne negro que conocerás jamás. — le dijo Jimin con voz susurrante —. Mi rostro, mis piernas, mis brazos, mi cuello y mis expresiones: todo eso me hace el indicado para el papel.
Luego de sus palabras, bajó su pierna y se alejó de Jungkook, había algo perverso en la sonrisa que llevaba en el rostro.
— Es el papel para el que voy a audicionar. Mañana no me quites los ojos de encima. — guiñando un ojo, tomó su bolso y se giró para luego salir por la puerta.
Jimin dejó a Jungkook, en aquel salón espacioso, con el aterrador sentimiento de que no podía respirar y su corazón estaba a punto de estallar.
(...)
Si alguien lee esto, gracias. 🥺💖🐥
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