14. victoria
Los días pasaron con rapidez, Jimin ensayando sin descanso y Jungkook asegurándose de relajarlo cuando iba muy lejos. Tenían largas conversaciones cuando llegaba la noche, a veces ambos cenando comida rápida en la habitación de Jimin y cayendo dormidos juntos entre las mantas de la cama de hotel de la habitación que le había tocado a Jimin. Jungkook siempre tenía que asegurarse de volver a su habitación antes de que su madre fuera a buscarlo, para que la mujer no terminara sacando conclusiones erróneas sobre la noche que había pasado con Jimin.
No tuvieron tiempo de visitar otros lugares de la ciudad además del día que fueron a la playa, pero de todos modos, además de ensayar, también hubieron buenos momentos donde la pasaron bien. Y todo porque Jungkook siempre buscaba la manera de hacerlo sonreír, reír y sentirse en paz.
La competencia llegó más pronto de lo esperado.
Jimin y Jisoo sentían que había pasado apenas un día de que habían salido de Boston, estaban demasiado nerviosos.
Mientras estiraban tras bastidores, Jimin dejaba su mente viajar por los posibles errores que Jisoo y él podían llegar a cometer al presentarse, aterrorizado.
Jungkook pareció notar lo tenso que estaba, porque se acercó para ayudarlo con sus ejercicios enseguida.
— Todo estará bien, Jiminssi. — le dijo en un susurro, apoyando dulcemente su mano en la espalda del chico.
Jimin alzó la mirada, calmándose un poco al conectar miradas con Jungkook y ver al hombre tan ligero y sonriente.
Sí, definitivamente Jeon Jungkook era su fuente de buena energía.
(...)
Hay momentos que de alguna manera te definen.
Momentos que podrían cambiar muchas cosas.
Y el miedo a equivocarte y echar a perder ese momento, es tan amargo e inquietante.
Las expectativas. La ansiedad.
Cada segundo te hace sentir que tu corazón podría detenerse en cualquier momento.
Y justamente aquella era la sensación que invadía a Jimin en ese instante.
Sabía que no olvidaría ese momento, debido a los intensos sentimientos que experimentaba.
Sabía que en el futuro volvería a esa ocasión, para bien o para mal. Siempre tendría presente el recuerdo.
Antes de que fuera su turno, de píe a un costado del escenario, detrás de las cortinas con la emoción y el terror creciendo en su pecho, Jimin sintió cómo Jungkook lo tomaba firmemente de la mano.
La música del número que estaba presentando la pareja anterior a ellos sólo hacía que todo se convirtiera en la más dulce tortura.
— Jimin. — le susurró Jungkook dulcemente, acariciándole el brazo con delicadeza con su mano libre.
Jimin lo miró fijamente a los ojos, intentando contener sus nervios.
— Diviértete. — le sonrió pacientemente Jungkook —. Eso vendría siendo lo más importante, quiero que salgas ahí y presentes la coreografía que hice para ti, pero sintiendo que vives más intensamente que nunca. No sólo por el primer lugar, sino porque amas bailar y yo sé cuánto lo haces.
Aguantando la respiración, Jimin no pudo controlarse por más tiempo y se lanzó a abrazar a Jungkook, colgándose a su cuello fuertemente y cerrando los ojos para suspirar de manera débil.
— Sólo quiero que me sostengas un momento. — susurró Jimin, apretándolo con fuerza.
Algo sorprendido al principio, Jungkook no supo qué hacer, sintiendo la mirada de su madre desde la lejanía.
Jisoo también los miraba, alzando ambas cejas. También se veía sorprendida por la repentina acción de Jimin.
Pero Jungkook terminó entregándose al momento, rodeándole la cintura a Jimin y cerrando sus ojos para suspirar también.
— Claro. — le respondió Jungkook con voz calmada, llevando una mano a su cabeza para acariciar sus cabellos —. Lo harás bien, cisne negro.
Tras la afirmación llena de cariño que hizo Jungkook, se separaron del abrazo pero ninguno retrocedió ni un sólo paso, pues se quedaron mirando desde cerca, atentamente.
— Antes de bailar siempre tengo la sensación de que me quedo sin aliento. — admitió Jimin —. Me gusta y me asusta, es tanta alegría y miedo al mismo tiempo.
— He sentido lo mismo. — asintió Jungkook con una pequeña sonrisa —. Es parte del ballet.
— Juro que esta vida me hace feliz; bailar me hace ser alguien.
— Entonces sal a ser feliz. — le animó Jungkook, llevando su dedo índice al dije de cisne en el cuello de Jimin para acariciarlo.
Sonriendo ampliamente, Jimin sonrió cuándo escuchó que Jisoo y él eran llamados.
Se alejó de su coreógrafo, yendo a buscar a su pareja de baile.
— Hoy no hay tiempo para errores. — le dijo con una sonrisa, cuando extendió el brazo hacia la chica elegantemente.
— Pienso lo mismo. — ella también sonrió, colgándose al brazo de su mejor amigo —. Salgamos a ganar.
Jungkook los vio ser los siguientes en ocupar el escenario, quedándose asomado por las cortinas para no perderse ni un sólo segundo de aquella presentación que habían preparado juntos con tanto trabajo.
Volvía a pasar lo mismo, Jungkook quedaba hipnotizado por Jimin. Parecía que siempre que lo viera bailar sería así.
Su pecho se apretaba en absoluta emoción, era inevitable. Sus movimientos, su fuerza así como también su elegancia, eran lo único capaz de robar el corazón de Jeon Jungkook. Así como sus expresiones y el jodido instante en que terminaron con su número y miró directo hacia Jungkook con una gran sonrisa.
Ambos asintieron al cruzar miradas, estando de acuerdo en que el número había salido perfecto.
Jisoo y Jimin se retiraron del centro del escenario con la misma elegancia con la que entraron, y cuando estuvieron fuera de la vista del público, se abrazaron y ambos se permitieron gritar eufóricos.
— ¡Lo hiciste genial! — la felicitó Jimin, riendo mientras le besaba los cabellos —. Me alegra estar aquí contigo.
— Tú también lo hiciste genial, Jimin. Y también estoy feliz. — sonrió ella, acariciándole el rostro por un momento —. Gracias por ser tan intenso conmigo en los ensayos, al final resultó.
— Joder, es que debería ser instructor en cuanto acabe mi carrera. — orgullosamente, Jimin presumió.
Entonces la directora y Jungkook se acercaron a ellos, sonrientes.
— Eso fue un buen trabajo. — admitió la directora Jeon, regalando una discreta sonrisa.
Pero Jimin no tuvo tiempo para ella, pues en cuanto su mirada conectó con la de Jungkook, todo lo demás dejó de importar.
Jimin y Jungkook guardaron silencio, observándose atentamente con una gran sonrisa en los labios.
(...)
Jimin estuvo en shock por un buen rato luego de la entrega de premios, pero no porque estuviera decepcionado, sino porque la emoción era tanta que se había quedado sin habla e inmóvil.
Porque habían ganado el primer lugar y aunque fue abrazado por Jisoo y Jungkook al mismo tiempo, Jimin se mantuvo silencioso, apretando el trofeo contra su pecho y manteniendo la mirada perdida.
Ahora que todos habían abandonado el lugar y su única compañía era la calma, Jimin permaneció sentado a la orilla del escenario con sus píes balanceándose en el aire.
Tenía la cabeza agachada y el rostro inexpresivo cuando escuchó los pasos de alguien acercarse.
Y finalmente, al sentir el aroma de la persona que se tumbó a su lado, supo que se trataba de Jungkook.
— ¿Te sientes bien, Jimin? — el mayor susurró con voz suave.
Al principio sólo recibió el silencio como repuesta, pero luego Jimin aclaró su garganta para empezar a hablar, acariciando el trofeo que tenía entre sus brazos.
— Me siento tan bien que no puedo explicarlo. — confesó sin más —. Me doy cuenta de que es genial. Ganar es genial.
— Por supuesto que lo es, Jiminssi.
Jimin suspiró, dejando su cabeza descansar en el hombro de Jungkook.
Eso hizo a Jungkook sonreír sinceramente, a pesar de que Jimin no estuviese viéndolo.
— Mi padre siempre me hacía verme frente al espejo, tirando de mis cabellos y gritando que mi rostro, era el rostro de un perdedor. — dijo Jimin muy bajito, pero aún así Jeon lo escuchó, sintiendo un doloroso apretón en el pecho —. Creo que creía que me haría más fuerte.
— Eres fuerte, pero no gracias a él. Eso sólo te lo debes a ti mismo. — rodeándolo con su brazo, Jungkook lo acarició —. Eres capaz de soportar tu propio peso. Eres capaz de fortalecer tu mente ante todo el esfuerzo físico, emocional y mental que requiere algo como el ballet. Tienes que tener fuerza, no sólo en tu cuerpo, sino que también psicológicamente.
Jimin rió levemente, sintiéndose lleno del cariño de Jungkook.
— Si lo dices así hasta empiezo a sentirme un dios griego.
— Tal vez los bailarines lo somos.
Jimin alzó el rostro para conectar su mirada a la de Jungkook, de una manera cálida y hermosa.
— Mi padre estaba equivocado en algo. — dijo Jimin orgullosamente —. Parece que en realidad soy un ganador.
— Tienes la evidencia de ello, cisne negro. — le siguió la corriente Jungkook, feliz.
Jimin rió lleno de satisfacción.
— Tu madre también está equivocada sobre ti, ¿lo sabías? — le dijo en voz baja, usando un tono confidencial.
— ¿En qué?
— Es que ella no tiene idea de la muy buena persona que eres. — le dijo Jimin con los ojos brillantes.
Jungkook se sintió conmovido.
— No lo sé...
— Jungkook, eres el mejor. — insistió Jimin con voz honesta —. Ni siquiera sé cómo es que me apoyas siempre que lo necesito. No sé qué tengo para atraer a una persona tan dulce a mi vida.
Jungkook se le quedó viendo, perdiéndose en cada detalle etéreo de su rostro.
— Es sólo que me agradas mucho. Te aprecio mucho. — dijo Jeon.
— También te aprecio, Kook. — Jimin finalmente lo admitió, sonriendo lindamente.
Y volverían a la academia con una victoria.
(...)
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