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13. california

El clima subtropical de Los Ángeles casi deja hechizado a Jimin. Aquella ciudad tan llena de vida, siendo tan agradable, calurosa y llena de tantas personas, por poco le hace olvidar que no estaban ahí por vacaciones, sino que se encontraban a días de asistir a una competencia.

Al principio estuvo relajado, gracias a la reconfortante presencia de Jungkook y el bonito ambiente, pero en cuanto los ensayos arrancaron, Jimin se llenó de estrés, ansiedad y un enredo de nervios.

Jungkook lo observaba con preocupación, pues el rubio iba dando vueltas, pálido y acelerado, por todo el salón de prácticas a la vez que tiraba de los cabellos de la parte trasera de su cabeza, arrancándolos sin siquiera darse cuenta.

— No, no, no. Jisoo, vas a destiempo. — dijo con la respiración pesada, afligido y abrumado, casi perturbado —. No podemos competir así. Vamos a perder. Y no podemos perder.

Jisoo lo miró desde el suelo, con la frente sudada. Ya estaba harta de que Jimin le hiciera repetir los mismos pasos una y otra vez, habían estado ensayando más horas de lo acordado ese día.

— Jimin, ya estuvo bien... Ya no puedo. Si no lo hago bien ahora, es porque estoy cansada. No soy tan fuerte cómo tú. Ni tan terca. — agitada por el cansancio, ella negó con la cabeza —. Terminemos por hoy.

— ¿Acaso no quieres ganar? Yo no pienso parar. No voy a parar. — mirándole insistente, Jimin tiró con más fuerza de sus cabellos —. Vamos, anda. Un poco más. Ambos somos igual de fuertes, vamos.

Jungkook tembló desde su lugar, observando la situación con la piel erizada y una opresión en el pecho. Había una intensidad en los ojos de Jimin que no había visto nunca antes.

— Oh, Jimin... — Jungkook lo llamó, poniéndose de píe al ver cómo las manos le temblaban al chico, preocupándose mil veces más que segundos antes —. Por favor. Hiciste suficiente hoy.

Jungkook se acercó a Jimin, intentando tomarlo de los hombros.

Pero Jimin retrocedió enseguida.

— ¡¿Soy el único que se preocupa de verdad?! — alzó la voz con los ojos húmedos, los cuáles miraban a Jungkook sin poder creerlo —. ¡No tiene sentido venir a California para fracasar! 

Ante el grito de Jimin, Jisoo cerró los ojos fuertemente, aún en el suelo sin fuerzas. Sentía sus oídos doler.

Jimin volteó a verla para reclamarle, pero al ver la manera en la que mantenía los ojos apretados fuertemente, se arrepintió enseguida.

Su cuerpo se relajó y soltó un suspiro lleno de cansancio.

— Yo... — intentó hablar, pero no se le ocurrió nada para decir —. Lo siento.

Suspirando también, Jungkook lo miró de manera dulce para hacerle saber que lo comprendía.

— Necesitas parar un segundo, Jimin. — le susurró Jungkook, estirando su brazo derecho para llevar su mano hacia donde estaba la de Jimin tirando de sus cabellos, y ponerla sobre esta delicadamente, así alejando suavemente los dedos de Jimin de aquella zona para que dejara de hacerse daño.

Jimin abrió sus ojos con total sorpresa, por primera vez notando lo que estaba haciendo.

— Hey, está bien. Todo está bien. — le dijo Jungkook pacientemente, acariciando los nudillos de Jimin con la punta de sus dedos, de manera delicada antes de dejar ir su mano —. Ve a cambiarte y dejame llevarte a relajar, ¿sí?

Dándose por vencido, Jimin asintió sin más.

Agachó la cabeza, tocándose la mano que Jungkook había tomado y recordando su calor.

Jungkook observó aquella inconsciente acción por parte de Jimin, sonriendo al llenarse de ternura.

Jimin alzó la mirada para conectarla con Jungkook por una última vez, para así retroceder y empezar a dar pasos hacia donde estaba su bolso de gimnasio.

Pasó junto a Jisoo, que ya se veía más calmada pero aún seguía tumbada en el suelo.

— Lo lamento. — le susurró Jimin, mirándola llena de culpabilidad.

Jisoo nunca había visto a Jimin tan alterado, así que ella ni siquiera tenía tiempo para enojarse con él. Sólo estaba muy preocupada, porque de todos los días donde había visto a Jimin estresarse, esa era la primera vez que llegaba a un límite. Nunca lo había visto ser tan expresivo, ni siquiera en los días del aniversario de la muerte de su madre, donde normalmente sólo se quedaba con un rostro inexpresivo mirando a la nada.

— Ve con Jungkook a despejar tu mente. — le respondió Jisoo con una pequeña sonrisa —. Sólo quiero que te sientas mejor.

Ante lo tierna que era su amiga, Jimin sonrió también.

(...)

Luego de cambiarse de sus mallas a unos baggy jeans y una camisa gris con el estampado de un osito en el medio, Jimin aceptó ir con Jungkook a conocer la ciudad para distraerse y dejar de pensar en la competencia por al menos unas horas.

Jisoo volvió al hotel con un chófer, teniendo el encargo de avisar a la directora Jeon que su hijo y Jimin llegarían un poco más tarde.

Jimin y Jungkook viajaron en taxi a otro lugar. Jimin le pidió a Jungkook que le dijera el destino al que se dirigían, pero este se negó con la excusa de que era una sorpresa.

Al final Jimin se quedó dormido en su asiento, cabeceando en su ensoñación.

Así que Jungkook lo acercó, rodeándolo con su brazo y dejando que Jimin descansara la cabeza en su pecho.

Jimin se aferró a Jungkook entre sueños, haciendo que Jungkook se sonrojara y sonriera de manera tímida.

Al llegar, Jungkook despertó a Jimin con cuidado de no asustarlo.

Y aunque Jimin salió del taxi todavía adormilado, tomando la mano de Jungkook por instinto, sólo necesitó escuchar el sonido de las olas romper en la orilla para saber que estaban en la playa.

Cuando sus zapatos se hundieron en la arena de playa y Jungkook lo miró, Jimin le dedicó una pequeña sonrisa perezosa.

— Tengo sueño. — admitió Jimin.

— Pues ya se te quitará. — rió Jungkook, apretándole la mano tiernamente.

— No me gusta la aren-

Pero Jimin no había terminado la oración cuando Jungkook ya lo había tumbado en la arena, siendo rápido para sacarle los zapatos.

— ¡Joder! — Jimin estalló en risas, incorporándose velozmente para llevar sus manos al pecho de Jungkook, empujándolo de regreso y cayendo encima de él.

— Lo siento, Jiminssi. Tenía que hacerlo. — Jungkook, sonrojado, se carcajeó sin parar —. Mierda, lo siento. No me mates.

Pero Jimin también estaba riendo, sentado en los muslos de Jungkook con una mano en la abdomen del hombre y la otra estirándose para sacarle los zapatos.

— ¿Jiminssi? — lo miró Jimin, arqueando una ceja divertido y sólo siguiendo soltando risitas.

Cuando Jimin le sacó los zapatos también, esta Jungkook se incorporó, aún con Jimin en su regazo, llevando sus manos a la cintura del chico y mirando dentro de sus ojos intensamente con una bonita mágica sonrisa.

Jimin también se le quedó mirando, sonriendo grandemente sin siquiera notarlo.

Ambos dejándose llevar con sus rostros tan cerca.

— Sólo vamos al agua un rato, ¿sí? No puede ser tan malo. — le susurró Jungkook.

Jimin asintió sin borrar su sonrisa, procediendo a levantarse la camisa sin salir del regazo de Jungkook, bajo la atenta mirada de su coreógrafo.

Cuando su camisa estuvo fuera, ahora con los cabellos algo desordenados, Jimin se alejó de Jungkook y se puso de píe para dejarlo quitarse su propia camisa.

Jungkook imitó la acción del menor rápidamente, parándose de la arena a la vez que se retiraba la camisa.

De la emoción del momento sólo salieron corriendo a la orilla del mar entre risas.

— Contigo nada puede ser malo. — le contestó Jimin por fin, tomándolo de la mano en cuanto sus píes tocaron el agua.

Jungkook rió, feliz. Apretó la pequeña mano de Jimin con fuerza.

Se adentraron en el mar, pero no fueron tan lejos.

Y cuando estaban saltando en las olas, siendo derribados, Jungkook tomó a Jimin de la cintura y lo miró atentamente.

— Eres el bailarín que más me ha encantado en toda mi vida, Jimin. Es casi como si me embrujaras cada vez que bailas. — confesó con su nariz chocando contra la contraria, sincero —. Tengo toda mi confianza puesta en ti para este competencia, y tú también deberías tenerte confianza y fe. No te atormentes la cabeza. Vas a ganar.

Jimin respiró agitado contra Jungkook, sintiendo sus bocas rozar en cada palabra del hombre.

Sus cuerpos juntos y frentes tocándose.

Jimin sonrió sin restricciones, con gotas de agua en sus dulces mejillas.

— No sé por qué en este momento siento que puedo lograr lo que sea. — admitió Jimin, lleno de alegría. Perdiéndose en la mirada de Jungkook.

Riéndose dulcemente, Jungkook llevó una mano al collar de Jimin y alzó el dije de cisne para que ambos pudieran verlo.

— Porque puedes lograr lo que sea, cisne negro. — le dijo Jungkook con tanta seguridad que Jimin lo creyó enseguida.

Jungkook soltó el collar suavemente, para ahora llevar su mano a la mejilla de Jimin y acariciarla cariñosamente.

Jimin se derritió por completo, apoyándose en aquel contacto y llevando una de sus manos al cuello de Jungkook, para acercar el rostro del mayor aún más.

Se quedaron con sus labios a nada de tocarse, viéndose a los ojos sin final alguno.

Creo que eres mi fuente de buena energía, Jungkook.

(...)

Si alguien lee esto, gracias. 🥺💖🐣

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