1. piloto
Jimin pensaba que el ballet era macabro, porque en un momento podías estar en el aire, estirándote en un grand jeté, sintiendo aire fresco en tu frente, y al siguiente instante estarías en el suelo. Quizá aunque demostraras por unos segundos el disfrute en tu rostro y la energía en tus manos, posteriormente acabarías arrastrándote en el suelo del dolor.
Además, nunca eras lo suficiente bueno ni perfecto. Entonces te la pasabas buscando una perfección que nunca iba a existir por más que lo intentaras, pues a los ojos de otros siempre te faltaría mucho más. Podías romperte las piernas y a nadie le importaría, y aunque fueras consciente de ello, te seguirías esforzando. Porque el ballet te llena de hambre, saca lo más oscuro que puede haber en ti. Y así como otros siempre te piden más, el hambre dentro de ti no se adormece, sino que despierta cada vez más.
Ahí estaba él, cayendo de un sissone al incontable intento de esa noche. Gimiendo al chocar contra el frío suelo.
— Mierda. — gruñó por lo bajo, sosteniendo su tobillo, pues un agudo dolor lo invadió —. Maldita sea...
Su mejor amiga de la academia, mirándolo preocupada desde donde estaba, apagó la música enseguida.
La sala de prácticas quedó en total silencio, el frío que hacía en ella por la noche intensificándose.
Jimin alzó la mirada hacia el gran espejo frente suyo, viendo lo rojas que estaban sus mejillas, lo mojado que el sudar tenía a su cabello y lo mucho que estaba jadeando en ese momento, con su boca entre abierta.
— No, no quites la música. Voy a continuar. — dijo con dificultad, agitado —. Pon la maldita música. — ordenó una vez más.
Ignorando su orden, Jisoo se acercó a él con mala cara y una botella de agua, la cual le lanzó encima sin importarle una mierda lo fría que estaba. La botella golpeó contra su pecho y Jimin gruñó.
— Toma un poco de agua y salgamos de aquí, ya fue suficiente. Llevamos horas practicando. — se tumbó ella en el suelo, a su lado, mirando el techo —. Ya estoy cansada.
Jimin rodó los ojos, destapando la botella bruscamente.
— Yo he estado ensayando por horas. Tú sólo lo hiciste unos minutos y por si no lo sabías, tus muslos apestan hoy. Yo que tú me pongo a trabajar en ello. — como era lo normal, soltó su veneno —. Puedes irte si quieres. — sentenció —. Yo me quedaré.
Jisoo suspiró, girando su cabeza hacia Jimin para verlo tomar agua desesperadamente.
— No te voy a dejar aquí. — insistió ella —. Ya hiciste mucho...
— ¿No entiendes? Un nuevo coreógrafo viene justo la semana que viene. — al acabarse toda la botella, Jimin la dejó a un lado y agachó su mirada —. Nuestro coreógrafo anterior siempre me ponía a bailar en el fondo, pero ahora tengo la oportunidad de impresionar a este nuevo. Obtendré un papel principal.
— Jimin, ya sabes que eres el mejor de la academia... — ella lo miró angustiada —. Pero aunque venga otro coreógrafo, tengo entendido que haremos la misma obra ya planeada y tendremos los mismos lugares. No vale la pena que te esfuerces tanto si no es seguro que te den el papel que quieres.
— También soy el suplente del bailarín principal. — tumbándose también en el suelo, Jimin gruñó —. Cuando ensayemos ambos la parte principal, él tiene que ver que soy el mejor. Todos sabemos que Kim Taehyung siempre obtiene los papeles principales porque se estaba follando al ex coreógrafo, pero este nuevo sabrá quién es el del real talento enseguida que nos vea bailar.
Jisoo lo miró con una leve sonrisa, extendiendo su mano para tomar la de Jimin.
— Jimin, por favor no te emociones demasiado. — le pidió cuando Jimin volteó a verla, observándolo de manera atenta a los ojos —. Es como si yo soñara con quitarle el papel de la princesa Odette a Kim Jennie, o el del cisne negro a Park Chaeyoung. Sí, todos sabemos que no pasará.
— Tú puedes hacer lo que sea si eso quieres, pero si no lo intentas nunca podrás gobernar el mundo y tu única excusa es que no te dio la gana. — Jimin le apretó la mano —. Yo he sido humillado, no me dieron el papel que merecía. Y ahora estoy dispuesto a que las cosas cambien, tú también puedes hacer algo al respecto.
— Tu papel no está mal, Jimin. Vamos, eres un brujo malvado que hechiza a una chica. — Jisoo rió —. ¿Quién quiere dejar de ser un brujo para ser un tonto príncipe héroe?
Jimin sonrió con ganas.
— Claro que el brujo es mejor. — admitió Jimin, asintiendo —. Pero la gente que vea el espectáculo, estará más pendiente del príncipe que del incomprendido brujo. Y si quiero triunfar en el ballet, necesito papeles tan grandes como esos.
— ¿Qué más le vas a pedir a la vida? ¿Ser el cisne negro? — Jisoo estalló en risas.
— Sería el cisne negro perfecto. — respondió Jimin de manera pícara.
(...)
Jisoo y Jimin compartían piso, ambos se habían hecho grandes amigos desde su primer año en la academia. No tenían nada en común y eso era lo que más los unía, eran polos opuestos que disfrutaban de sus diferencias.
Solían quedarse en los dormitorios de la academia, pero Jimin siempre tenía conflictos con sus compañeros de cuarto debido a un montón de cosas.
Principalmente su amarga personalidad, leve narcisismo, toda la cuestión de lo egocéntrico y egoísta que era muchas veces.
También porque era ruidoso, de carácter fuerte y muy fácil de hacer enojar.
Era un total idiota que se comportaba a la defensiva, nadie lo soportaba. No importaba cuánto lo cambiaran de compañero, siempre algo salía mal.
Y la cuestión de Jisoo era un poco más privada para ella, la chica jamás hablaba de eso. Pero habían intentado violarla en los dormitorios una vez y desde ahí les tomó pánico.
Jimin sólo sabía que no había sido otro estudiante, sino algún instructor. Y estaba muy seguro, aunque Jisoo no le hubiera dicho, que había sido su ex coreógrafo que siempre se la pasaba siendo brusco con Jisoo en clases incluso cuando esta estaba haciendo las cosas bien.
Jimin sabía que el ex coreógrafo se le había insinuado a ella una vez, prometiéndole un papel principal a cambio de que le diera lo que él quería, pero ella se había negado inmediatamente. Eso debió herirlo como el machito que era, Jimin lo detestaba. Estaba feliz de que estuviera fuera de la academia, era un abusador, finalmente lo habían descubierto y ahora estaría lejos para siempre.
Así que ambos, sin poder soportar los dormitorios, se alquilaron un piso juntos en una residencia cerca de la academia.
— ¿Te hago algo de cenar? — Jisoo entró al cuarto de baño de repente, encontrando a Jimin sólo en ropa interior frente al espejo —. No has comido mucho hoy.
Finalmente Jisoo había convencido esa noche a Jimin de volver a casa, pero sabía que no tendría la misma suerte intentando hacerlo comer.
— Comeré más tarde, lo juro. — susurró Jimin, alzando su mano derecha para llevarla detrás de su cabeza y separar con sus dedos el cabello de ahí atrás, dejando a Jisoo ver el hueco con falta de cabello que tenía escondido ahí abajo —. ¿Sigue siendo horrible?
Jisoo tragó saliva con fuerza, su pecho doliendo fuertemente.
— Jimin, el estrés te está matando. Tienes que dejar de arrancarte el pelo. — le dijo ella, firme pero intentando no hacerle enojar.
— No lo hago intencionalmente. — le juró —. Sólo pasa sin darme cuenta y luego lo siguiente que sé es que mis cabellos están en mis manos.
Jimin no era bueno manejando su ansiedad y estrés. Eso le preocupaba a Jisoo, pero sabía que para conservar su amistad con Jimin, era necesario que no lo presionara en ir por ayuda o en hablar de sus problemas.
— Voy a dormir, Jimin. — se despidió con una leve sonrisa y un destello de tristeza en la mirada —. Por favor hazte algo de comer antes de que vayas a la cama.
Jimin sólo le lanzó un beso, mirándola a través del espejo. Ese fue su despedida y Jisoo salió del cuarto de baño, dejándolo con su reflejo nuevamente.
Se miró por minutos, a veces lo hacía. Sólo quería quedarse ahí y mirar de manera fija su rostro, sus ojos. Algo oscuro contenido en él. Su pecho se aceleraba y aunque se asustaba, su cara permanecía sin expresión alguna y sólo continuaba mirándose.
Esa noche no come nada y en lugar de pasarse por la cocina, hace como todas las noches y se lanza de su ventana a la azotea, sin nada más que su ropa interior, para seguir danzando, pero esta vez a la luz de la luna.
Hace los pasos del cisne negro, expresando cada sentimiento desde lo más profundo de su pecho. Siempre había soñado con ser el cisne negro, pero este seguía siendo un "papel para chica" en su academia.
Empezó a llover y él siguió dando vueltas por la azotea, cerrando sus ojos para vivir el momento.
Pero entonces, como cada noche que salía a bailar en su ropa interior, sintió una intensa mirada encima suyo.
Así que abrió sus ojos de golpe y detuvo su baile abruptamente, mirando directo a la ventana que estaba del otro lado de la azotea, aquella que quedaba mirando directo a la suya propia.
Y ahí estaba la sombra del hombre que siempre lo veía bailar hasta tarde, refugiada detrás de una cortina.
Jimin no pudo evitar ladear una sonrisa.
Sabía de quién se trataba, era su nuevo vecino. Habían chocado miradas el día de la mudanza y había sido algo eléctrico. Se habían quedado sin palabras, como dos tontos uno frente al otro mirándose de manera atenta.
Nunca se habían dirigido la palabra, pero se miraban desde lejos siempre. Y lo hacían de una manera muy significativa.
Así, sin más, empezó a bailar para aquellos ojos.
Porque no le importaba tener un poco de público.
(...)
nuevo fic. 🥺
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