"Paperman parte 2"
Leo ingreso a su oficina en el edificio Telmex.
Pero aunque su cuerpo estuviese en su escritorio, su mente se hallaba en las nubes.
No dejaba de pensar en Kubo y su conversación.
Toda la tarde se la pasó recordando a ese chico lindo de facciones perfectas, piel blanca y suave como la porcelana, voz clara como nota musical y ojos que irradiaban luz propia.
De pronto, el jefe de Leo llego con varios formularios que debían ser llenados por él ese día.
Leo se resigno a la idea de no volver a ver al chico de sus pensamientos. O al menos eso creyó hasta que, casi a la hora de su salida, Leo miro por la venta a Kubo sentado en frente del palacio de Bellas Artes en unos asientos de piedra que formaban semicírculos al rededor de una fuente.
Leo inmediatamente quiso llamar su atención, pero no pudo; pensó en las múltiples posibilidades para llamarlo, como gritarle o agitar los brazos, sin embargo esas ideas fueron descartadas momentos después de ser probadas y de confirmar que no eran muy útiles.
Tras varios pensamientos desesperados, Leo finalmente vio un luz de esperanza al observar un avión de papel que le había hecho su hermano cuando eran niños, después de reencontrarse con él tras el desafortunado suceso de la Nahuala, una chispa de ingenio brillo en los ojos del mexicano a quien no se le ocurrió mejor idea que tomar los formularios de su mesa y comenzar a doblarlos para hacer avioncitos de papel.
Pero el plan no salio como esperaba pues cada que lanzaba un avión algo le sucedía a este: chocaba con un grupo de pájaros, se desviaba de su trayectoria, terminaba enanos de otras personas o simplemente se los llevaba el viento.
Tras varios intentos, a Leo se le acabaron los formularios y con ello las oportunidades de llamar la atención de Kubo. Buscó desesperadamente un papel de reciclaje o algo que le pudiese servir, cuando revisó en su portafolio y vio el papel con el autógrafo de Kubo a Leo no le quedo de otra que usar ese mismo papel pues Kubo comenzaba a marcharse de la fuente y debía darse prisa. Rápidamente tomó el papel para doblarlo con velocidad; se acerco a la ventana con el avión en mano, fijó el curso de este y apuntó, pero en cuanto lo iba a lanzar, el viento le arrebató el avión de las manos.
Leo tan solo pudo ver su avión alejarse y aterrizar en quien sabe donde mientras se lamentaba su mala suerte, al mismo tiempo que Kubo se levantaba del lugar donde están sentado para emprender su camino fuera de ahí.
Leo comenzó a desesperarse, por lo que en un acto de locura extrema salió de su ofi una sin importarle que su jefe le estuviese gritando ni regañando, no le importó siquiera que le dijera que lo iba a despedir pues Leo estaba decidido a alcanzar a ese chico que no había podido sacar de su cabeza en todo ese rato.
Mientras tanto, durante todo ese rato, Kubo había estado componiendo una nueva melodía inspirándose en la belleza de México que hasta ahora había presenciado, pero por más que trató de concentrarse, la única belleza en la que pensaba era en la del chico que conoció en el metro aquella tarde.
Para despejar su mente, Kubo comenzó a tocar la melodía que había escrito horas antes, sin darse cuenta de que los aviones de papel que Leo había estado mandando comenzaron a flotar al compás de la música mientras levantaban al chico del suelo para hacerlo flotar. Cuando Kubo se percató de eso, se sintió fascinado por los aviones y de su musica les hubiese hecho cobrar vida; parecían conducirle a algún lugar, por lo que Kubo solo tocaba y se dejaba llevar.
Leo salió a la calle buscando con la mirada al ídolo.
Miraba a todas direcciones del lugar intentando localizar a Kubo, hasta que una cosa comenzó a picar su mejilla provocando que Leo volteara para ver de quien se trataba. Al voltear, el chico noto a su avión de papel con el autógrafo flotando justo frente a él; en un principio, Leo se desconcertó muchísimo, sobre todo porque el avión le indicaba a través de lenguaje corporal que lo siguiese.
Así estuvieron tanto Leo como Kubo, siendo guiados por los aviones de papel un buen rato.
Hasta que por fin, les reunieron cerca de un café en Reforma.
Kubo y Leo se miraron confundidos y felices, una por lo de los aviones y la otra era por el hecho de volverse a ver. Entraron al café y conversaron un rato sobre todo un poco, sobre ellos mismos, mientras ellos creaban su vínculo, el corazón se encargó de forjarlo y nutrirlo.
Esa misma noche, Kubo en compañía de Leo, le dio los últimos toques a la canción y decidieron el título juntos.
Kubo tomo el papel y en la parte de arriba escribió la palabra: "Paperman".
A mi el detalle me pareció muy lindo.
Solo tengo una pregunta, ¿que hicieron con todos los mentados aviones después.
Quiero creer que los reciclaron.
😆😆
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