Especial. "Mala suerte"
Era la tercera nevada fuerte del año, la peor temporada para el reino pues los meses parecían eternos entre la desgracia. La cosecha no se daba, los animales morían y estaban destinados a comprar a otros reinos hasta que lograban estabilizarse. Cada reino tenía sus propias creencias, sus ideas sobre la muerte, sus tradiciones y en Browning, las supersticiones eran algo completamente válido. Lo que causó la desdicha en varios cuando el príncipe heredero nació el día trece con aquella tercera nevada devastadora.
El rey mandó a llamar con su mano derecha al hombre que muchas veces les había leído la fortuna y que en todas había acertado, así que era de su entera confianza. El hombre, viejo, de cabello largo grisáceo y con tos severa debido al clima, se presentó con total respeto y admiración ante el rey, quien tras aceptar su reverencia, se acercó con un pequeño saco con monedas de oro y otro con carne, sorprendiendo al hombre que casi lloraba al verlo. Las nevadas traían desgracia y la carne era escasa, por ende muy cara o solo disponible para la realeza, sus manos temblaron mientras tomaba ambos costales, repitiéndose entre murmuros que estaba vivo por una nevada más.
— Te he dado aquello que en estos días tantos codician, a cambio quiero una lectura exacta.
— Mi rey, usted me ha dado la vida por unos meses más, haré el mejor de mis trabajos, solo pídalo.
El rey tronó los dedos y una sirvienta ingresó cargando entre sus brazos al pequeño heredero recién nacido envuelto en una manta caliente. El hombre miró con curiosidad y confusión hacia la autoridad hasta que éste le pidió acercarse a ver al bebé. Pequeño, muy pequeño, de mejillas regordetas y pálido, entre los brazos de esa mujer estaba el futuro de Browning.
— Mi hijo ha nacido un día trece de una tercera nevada, todo lo que se nos ha enseñado al momento que está mal, con pocas horas de nacido cometió dos errores pero tengo confianza en que al ser el heredero, no, en que al ser hijo mío puede desafiar ese destino. Necesito que me digas si su futuro está destinado a la desgracia.
El hombre viejo miró con sorpresa hacia el rey, ¿una lectura de ese tipo hacia el heredero? ¿debía darle respuestas que deseaba escuchar o solo la verdad? Y como si pudiera leer su mente, el rey le recordó los bienes dados a cambio de una lectura honesta, por lo que el hombre resignado se dispuso a hacer su trabajo. El bebé, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor, aún sin poder abrir sus ojos, consiguió abrir y cerrar la palma de su mano derecha ante el constante movimiento del hombre con su cuerpo, cosa que eventualmente fue molestándolo al punto de que el castillo presenció el segundo llanto desde su nacimiento.
"El príncipe tendrá una vida larga con obstáculos los primeros años de su vida, pero eventualmente reinará con fuerza y veo también años mejores para Browning con su ascención al reino. Pero... Hay una mancha que advierte peligro, creo que el príncipe tomará una decisión importante para el reino que podría desatar caos. Aún así, el valor que puede verse desde ya en él es de admirar, felicidades, alteza, tiene a un futuro gran heredero."
Pese a la advertencia, con aquellas últimas palabras alentadoras el rey respiró con total orgullo. El hombre se sintió calmado pues había suavizado las noticias fuertes y al final, todo era real, por lo que más feliz por el desenlace y sus recompensas, preguntó al rey el nombre del heredero.
"Lucas, Lucas Browning."
Y aunque la lectura fue cierta advirtiendo una decisión caótica para el reino, no había forma de saber en ese entonces que no hablaban del suyo.
Lucas creció como un niño virtuoso, no ajeno a las exigencias que los reyes ponían sobre los herederos aunque especialmente en él, había la carga de gobernar al reino considerado débil, el clima no ayudaba, estaban casi seguros que de ser diferente podrían mantenerse de forma más estable, pero cada segunda mitad de año debían sobrevivir comprando a otros reinos.
Acompañando esa alianza, desde pequeños los príncipes se habían reunido en los banquetes de sus padres, pero no fue hasta que el más joven de los cuatro pasó la edad de 5 años que fueron más conscientes de esa amistad. Con cinco años, el banquete se había celebrado en el reino Évreux, donde el pequeño Minos estaba asombrado de lo hermoso que era el reino de su amigo Lestat, mientras que Lucas de siete años estaba asombrado con lo pequeño y curioso que era Minos, sobre todo cuando se acercó hasta él.
— ¡Lucas! ¿Por qué yo no tengo el cabello rubio? —preguntó el más joven, abultando un poco sus labios antes de cruzarse de brazos.
— Porque tienes el cabello de tus papás. Yo tengo el de los míos.
— Pero yo quiero cabello claro.
— Podemos tener galletas.
Y tras decir eso, ambos sonrieron antes de dirigirse hasta la cocina. Sabían que lo que iban a servirles en la mesa para ellos sería mucha fruta y pocos dulces, así que tras escabullirse consiguieron un frasco con galletas que llevarían hacia la mesa de los adultos, especialmente para las reinas, pero ahora era un frasco atacado entre las piernas de los dos niños que dejaron atrás a sus amigos en ese recorrido donde los llevaba Lestat para mostrarles sus juguetes.
Aquella tarde, una cocinera dio un grito cuando vio una pequeña mano bajo una de las mesas de la cocina, ambos príncipes recibieron un regaño pequeño que quedó risas pues su travesura les costó más a ellos cuando acabaron tan adoloridos del estómago y con vómito al día siguiente.
Para Lucas hacer amigos era difícil, la mayoría se acercaba esperando beneficios debido a su posición pero sabía que tras esas personas que decían querer alentarlo solo había pensamientos de un fracasado, de un príncipe destinado a cargar con unas tierras no bendecidas. Así que visitar a Minos se hizo frecuente. No es que no se llevara bien con Lestat, lo quería también, pero el niño estaba decidido a ser el mejor y cumplía con una responsabilidad de adulto a su horario, buscando aprender incluso en sus descansos lo que hacía un poco aburrido visitarlo.
En cambio con Minos siempre se divertía. A veces también ya estaba Erzsbet en el reino para cuando él llegaba y sus juegos se volvían más dinámicos, pero eran contadas ocasiones ya que el reino de Orsini estaba más alejado del de ellos. Poco a poco Lucas empezó a volver rutinario visitar a Minos al menos dos o tres veces al mes y considerando la distancia entre los cuatro reinos, ya era bastante, debido a lo agotado que podía ser era que se veían cada tres años en los banquetes pero para el rubio todo eso valía la pena, incluso los castigos cuando decidía partir solo con su guardia, pues tenía también sus horarios pero sabía que Minos también la pasaba mal en su reino.
El heredero de Lleyxà, a diferencia de ellos, se veía casi confinado en la planta alta del castillo, donde solo iba de su habitación a las diferentes aulas para aprender idiomas, instrumentos o etiqueta. El rey quería que para cuando tuviera la edad de aprender de lucha, ya fuera perfecto en el resto de las áreas, así que había sido exigente con su hijo desde pequeño o era al menos lo que Minos solía contarle. Cada que lo visitaba solo estaban en su habitación o corriendo entre las habitaciones, mirando al reino entero desde el balcón. Pero un día, el joven de ahora siete años se quebró, lloró mirando al reino y Lucas se acercó para abrazarlo en un intento de consuelo.
— Estoy cansado, me duelen las manos —murmuró el castaño, el mayor sabía que no tenían ninguna necesidad de sentirse así desde pequeños pero no dijo nada, solo se dedicó a hacerle saber que estaba ahí—. Ayer me regañaron porque no supe lo que decía una oración compleja de algo que llevo cinco días aprendiendo, los tutores son muy estrictos.
— Tenemos que ser fuertes, Minos.
— No quiero ser fuerte, quiero salir a jugar con esos niños que desde aquí vemos correr, pero tampoco me considero valiente para hablarles si tuviera la oportunidad.
— Te diré algo —Lucas tomó el rostro del niño entre sus manos y con una sonrisa, prosiguió—. El rey suele decirte que saldrás hasta tener un guardia personal, ¿No? Para estar protegido en el exterior y entrenar, ¡Entonces yo entrenaré para ser el tuyo! Vivirás conmigo, Minos, ¡Estaremos juntos en Browning y podremos jugar a diario! No tendrás que seguir las reglas de tu padre.
— ¿Lo prometes? —el llanto del más joven cesó y con ello, Lucas se sintió más tranquilo mientras asentía ampliando su sonrisa, una que imitó el castaño—. Entonces solo esperaré.
Esa tarde una fuerte lluvia cayó, para suerte de ambos estaba planeado que el príncipe se quedara esa noche junto a su guardia, pero tras haber hablado sobre ello, apenas Max cayó dormido, Lucas salió de la habitación en silencio y tras tocar la puerta de Minos, el niño abrió dejándolo pasar. La noche se había mantenido dinámica y divertida para ambos como la tarde, querían aprovechar el tiempo antes de que Lucas regresara a Browning así que jugaron hasta que sus pies no rendían para más.
Ambos niños se acostaron en la gran cama del castaño, charlaron un poco y rieron mucho. Disfrutaba demasiado eso, de la risa de Minos, siempre fue preferible que verlo llorar, además, esa noche en particular mientras reía, Lucas no pudo evitar mirarlo de reojo, notando lo bonito que podía ser a esas horas de cuando solo eran iluminados por la tenue luz de la lámpara. Rápidamente un sentimiento de culpa cruzó su mente y no supo la razón, pero cuando su corazón se agitó al momento que Minos lo miró con una sonrisa, también un gran nudo horrible se asentó en su estómago, pero decidió no darle importancia.
Habían sido unos años tan agradables como efímeros, esa última noche de risas que se quedó impregnada en sus recuerdos como el final, pues la siguiente vez que visitó a Minos, se sorprendió cuando al abrir la puesta éste se mostró nervioso, sin embargo, al notar que era él, cerró la puerta diciendo un "puedes salir", que no entendió hasta que, bajo la cama, un niño sucio de tierra y ropa gastada se mostró aliviado para después saludar con una sonrisa.
— Lo siento, Lucas, él es Christopher. Se está escondiendo aquí, pensé que eras el tutor de violín.
— ¿Christopher?
— Mi madre quiere que me duche por segunda ocasión —el rubio llevó su diestra hacia su nuca un poco apenado—, hago tiempo.
— Sabes que igual te hará ducharte —le regañó Minos—, mejor ve a hacerlo ya.
— No quierooo, ¿Ya me desprecias? ¿Por qué me quieres hacer duchar también?
Preguntó causando que Minos riera por ello antes de negar, Lucas se sintió tan fuera de la plática que se concentró en ver al príncipe, ¿Por qué repentinamente lo veía "más grande"?
— Te diré algo —habló el castaño, adoptando una postura recta mientras miraba hacia Chris—. Toma tu segunda ducha y te dejaré escuchar mi primera canción completa cuando domine el violín.
Los ojos de Chris brillaron con ello y sin siquiera decir algo más, salió corriendo en busca de su madre. El rubio seguía confundido, pero sobre todo, no le gustaba nada la mirada de Minos mientras observaba al otro chico irse, era una sonrisa tan sincera y relajada que no pudo evitar pensar, ¿dónde había estado escondida todo ese tiempo que no la vió? Ahí estaba otra vez, ese nudo extraño en su estómago, esa sensación amarga de una culpa que no entendía pero que lo ponía inquieto. Intentó calmarse diciéndose él mismo que era solo un niño del servicio en el castillo y que eventualmente dejaría de verlo, pero estaba tan equivocado. Cada que visitaba a Minos ese niño seguía ahí pegado y se molestaba, pensó que podría ser como esos que habían en su reino que solo buscaban beneficiarse, pero nuevamente la vida le dijo que estaba errando.
Tiempo después durante la cena con su familia, su padre hizo un comentario que no pudo pasar por alto aunque usualmente lo evitaba.
— Llegó a mí una noticia sobre Lleyxà, Roderic estaba tan molesto que tuve que investigar la razón, no podía pasarlo por alto.
— ¿Qué tenía molesto al rey? —preguntó la mujer rubia mientras se llevaba un poco de carne a la boca, deteniéndose pocos segundos antes de introducir el cubierto—. Para variar.
El hombre rió por ese comentario antes de retomar su charla—. Resulta que su hijo ya está considerado apto para salir, como sabemos eso implica asignarle un guardia personal. Tenía tantos buenos postulantes en puerta, dedicados, mayores, aptos, pero hizo un berrinche en pleno salón alegando que si no era un tal Christopher Lowell no aceptaría nada.
— El carácter de Minos siempre ha sido tan caprichoso —comentó la mujer antes de centrar su atención en el nombre, mirando a su esposo con confusión—. Diste un nombre, algo tiene de especial para ser presentado así y no como el guardia, ¿Cierto?
— Reina mía, eres tan lista —respondió el hombre con una sonrisa sincera que después se volvió de diversión por la gracia que le causaba la situación del rey—. Resulta que es el hijo de una sirvienta, un niño sin capacidades ni estatus, sin entrenamiento. ¿Minos quiere que lo cuiden o cuidar? Roderic estaba tan harto pero no tuvo más que aceptar por insistencia de su esposa.
La mujer entendió entonces y no pudo evitar reír también, para lo exigente que era el rey con su reputación, que el guardia de su hijo sea simplemente el hijo de una sirvienta era un golpe al ego. Un niño sin linaje, incluso para ese puesto debías no solo estar capacitado, tambié tener cierto rango de familia. Sin embargo, el único que no disfrutaba la situación era el rubio que ahora apretaba el mango del tenedor entre su palma con fuerza mirando directamente a su platillo. Minos dijo que esperaría, pero no lo hizo, en la primera oportunidad abogó para mantener a Chris a su lado.
A partir de ese día, Lucas dejó de visitar con frecuencia el reino y se limitaba a cada que podían verse. Hubo una ocasión en especial cuando se habían reunido, el banquete se llevaría acabo en Browning pero a diferencia de los príncipes ayudando en la organización, él no lo hacía porque el rey recordaba que su hijo estaba destinado a tomar una decisión importante y caótica, no quería que fuese pronto, así que mantenía a su hijo alejado de ese tipo de situaciones. Era entrenado para reinar bien, pero incluso él mismo se cuestionaba si algún día lo dejarían ser rey.
Esa tarde, se las arreglaron los cuatro para escapar a un pueblo que usualmente ni siquiera el mismo rey mencionaba, comentando que era la parte podrida. Se vistieron con ropas que Lucas consiguió previamente, incluso para el odioso de Chris pues aunque todos burlaron a sus guardias, Minos alegó que sin él no iba. Aunque intentaba entender, los guardias de todos eran mayores, por muy poco el más joven de los tres era el de Lestat, que le llevaba diez años. Chris era de la edad de ellos, apenas tenía quince años mientras los príncipes iban de los catorce a los diecisiete.
Apenas llegaron pudieron notar por qué nadie hablaba ni visitaba ese sitio, se veía tan gris y la pobreza era notoria. Incluso las ropas más discretas que tenían resaltaban mucho, ese fue uno de sus errores, la ropa. No pensó que el ambiente sería así, todos estaban tan expuestos, ni siquiera notó cuando un hombre lo despojó de su gabardina para salir corriendo, aunque Erzsbet le dijo que lo siguiera él ya estaba resignado. Apenas murmuró un "lo siento, tiene mis iniciales" para advertir que posiblemente los rumores correrían al ver a un pobre usando esa prenda o más seguro, en venta debido al valor. Pero tan pronto esas palabras hicieron presencia, Christopher se alejó corriendo hasta alcanzar al hombre, cosa que no fue tan difícil debido a la debilidad de su cuerpo tras su estado crítico de salud, aún así, sin titubeo ni lástima, desenfundó su espada oculta bajo las prendas y decapitó al hombre ante la mirada atónita de todos. Tomó la gabardina y con una mirada indiferente, regresó caminando en calma hacia ellos. Solo entonces Lucas pudo mirar mejor al chico, no había notado en qué momento dejó de ser un niño sucio y feliz para mostrarse como un guardia digno y serio, pero ese reconocimiento se esfumó cuando le entregó la gabardina.
— Si te descubren, descubren a Minos, si descubren a Minos sabrán que yo lo sigo en sus viajes sin autorización, si los reyes saben eso me destituirán como guardia y si me alejan de Minos te buscaré hasta matarte. Sé cuidadoso.
Posteriormente, el más joven se acercó a limpiar la sangre que salpicó el rostro de Chris con sus manos, diciéndole que fue riesgoso. Y ahí, viendo cada toque cuidadoso de las manos de Minos al limpiar con preocupación a su guardia, vino el tercer nudo en el estómago. Estaba furioso, ¿Por qué un toque así le disgustaba tanto? ¿Si él hiciera eso Minos sentiría lo que estaba sintiendo en ese momento? Realmente quería que lo notara, porque no sabía qué era y tal vez si lo entendieran juntos, podrían hablar. Y sin notarlo, en su afán de que lo notara empezó a hacerse cierta fama entre mujeres. Unos años habían pasado y Lucas ya podía haberse jactado de una de las peores etiquetas que alguien de la realeza podría tener, ser mujeriego.
Cada aventura, cada mujer iba y venía, pero siempre era discreto hasta que estaba Minos frente a él. En esos momentos no tenía pudor en decir que había estado con una mujer, usualmente exagerando en lo buenas amantes que habían sido incluso si realmente no le había gustado, solo estaba esperando alguna reacción que nunca llegó. Solo los regaños de Lestat por no buscar otra fama, pero como siempre era ignorado por el rubio.
Estaba harto, cada encuentro era desagradable logrando solo algunas excepciones apenas buenas. Pero se sentía asustado, no, estaba aterrado por cada uno de ellos. Recordaba los primeros como un joven inexperto, siendo tocado por alguna mujer pocos años mayor para los que tenía él en ese entonces, los primeros toques fueron asquerosos, se sentía nervioso y extrañamente sucio cuando la sensación de las manos recorriendo su pecho o masturbándolo se presentaba incluso días después, pero eventualmente se fue acostumbrando.
Lo único que nunca pudo controlar y que era lo que más lo asustaba era cuando en ocasiones, en algunos de sus encuentros, la imagen de Minos llegaba a su mente. El joven de 21 años creció para convertirse en alguien aparentemente despreocupado, tras su fama de ya tres años podía ir y venir sin problemas del castillo, algo que agradecía era también poder frecuentar mujeres más jóvenes, acorde a su edad. Pero cada vez era más difícil sentirse atraído por alguna.
Eran esos momentos donde conseguía llegar al punto de excitación donde se dejaba llevar, la mujer envolvía sus piernas en su cadera y entre gemidos avisaba que estaba cerca de terminar, Lucas no escuchaba, en su mente mientras acariciaba con fuerza las piernas de la chica, apretando la caliente piel entre sus dedos, conseguía ese punto de liberación en el orgasmo cuando la sonrisa de Minos llegaba a su mente. Entonces terminaba sintiéndose asqueroso.
Una tarde se atrevió a hablar de ello con Max, sabía que nadie lo entendería mejor que su guardia y que al menos si lo regañaba, quedaría entre ellos. Para suerte suya pareció comprensivo, diciendo que no debía sentirse culpable pues a veces, cuando tenías tanto algo en mente era imposible no pensar en ello incluso en momentos así y que sus sentimientos por el joven Lleyxà eran lo que lo llevaban a esas fantasías. Pero hubo algo en ese tono.
— ¿Qué sentimientos? Los amigos no deben pensar en ellos mientras tienen intimidad.
— Me refiero a otros sentimientos, joven amo —Max pareció dudar de continuar, pero ante la mirada expectante del príncipe, prosiguió—. Lo conozco desde que tiene cuatro años, lo respeto mucho, pero tengo mis motivos para creer que sus sentimientos al príncipe Lleyxà van más de una amistad. Y antes que intente arreglarlo, debo decir que tampoco como los de una hermandad.
— ¿Estás insinuando qué me gusta Minos? ¿Gustar como un rey debe querer a una reina? —Lucas expresó disgusto en su rostro, tan solo la idea era imposible de asimilar, pero cuando lo reflexionó mejor, ese gesto de desagrado se relajó en uno de tristeza, que buscó pasar desapercibido al caminar—. Vamos, se nos hace tarde.
Nunca se dio el tiempo ni la oportunidad de pensar en darle nombre a sus sentimientos por Minos, en intentar entenderlos, de cualquier forma había aceptado que todo eso era más de perder que ganar. Tal vez por eso se sintió tan emocionalmente traicionado cuando el rey le confesó el romance que Minos mantenía con Christopher.
Vivió todo ese tiempo pensando que la idea era tan loca que ni siquiera Minos pensaría en algo así, pero al parecer mientras él ahogaba todo sentimiento con diferentes mujeres, el menor había encontrado todo lo que necesitaba en una persona.
Y esa persona no era él.
Tal vez por nunca aceptar sus sentimientos fue que le dolió tanto finalmente hacerlo cuando vio el cuerpo sin vida de Minos. ¿En qué momento las cosas se le habían escapado así de las manos? Creía que podía cambiar el rumbo de todo pero nunca tuvo ese poder. Después de todo, era la desgracia del día trece.
Las cosas posteriormente a ello no mejoraron al menos por un tiempo, aunque le tomó un tiempo convencer a Lestat de que no era su culpa, Erzsbet estuvo molesta por años y rompió todos los acuerdos entre Browning y Orsini, quedando su reino únicamente bajo el apoyo de Évreux. La caída de Lleyxà significó un desajuste para los tres reinos restantes, no había forma de llenar ciertos huecos que se encargaban de proveer, no solo fue un golpe económico, también moral. Los rumores entre la gente no se hicieron esperar y decían de todo, desde que la desgracia ocurrió porque Lleyxà tenía una maldición y que por eso la gente había empezado a morir desde antes como la difunta reina hasta que todo había ocurrido porque el heredero al trono desafió a los ancestros con sus atrocidades. Incluso algunos afirmaban que fue un ataque directo del príncipe de Browning en venganza por el amor del heredero y su guardia, debido a la gran amistad que poseían de antes.
Pero Lucas ya no estaba dispuesto a escuchar tanta mierda llevando el nombre de Minos.
Debió frenar todos esos comentarios desde que Roderic Lleyxà lo mencionó por primera vez, no lo hizo, pero ya no permitiría más.
Esa noche mientras el resto del pueblo y el reino descansaba en sus camas tras una cena agradable, cuatro hombres y dos mujeres permanecían de rodillas en el suelo con sus brazos amarrados tras su espalda y sus ojos vendados. Temblaban de miedo, las lágrimas resbalaban por sus mentones pues la venda ya estaba lo suficientemente húmeda para retener más. Frente a ellos, Lucas permanecía sentado sobre un barril, los había mandado a llevar a una de las bodegas, no quería más escándalos en el castillo.
— No lo pediré otra vez, repitan lo que habían dicho con tanta seguridad en el pueblo —habló el príncipe, jugando con la daga en su mano derecha—. Tengan el valor de reconocer la razón por la que hoy terminan sus vidas.
— ¡No hemos dicho nada que otros no comenten! —habló un hombre, completamente lleno de pánico prosiguió pese a que el resto de las personas le decían que se callara—. ¡Sin embargo solo nosotros estamos aquí! Cuando en el pueblo todos comentan sobre la caída de esos traidores.
— Es... Es cierto, alteza —una mujer se atrevió a hablar aunque se sentía más cerca del desmayo, su respiración era tan agitada que necesitaba tomar pausas para poder continuar—, en el pueblo todos aseguran eso... Que Lleyxà fue atacado porque el heredero atrajo la mala suerte y debían limpiarse, ¡Por cometer la aberración de fijarse en su guardia!
— ¡Minos fue el causante de que su pueblo muriera!
Gritó un tercer hombre, seguido a eso lo único que las personas pudieron escuchar fueron sus gritos desgarradores poco a poco ahogados por su sangre. Lucas se había levantado y ahora enterraba repetidas veces la daga en el abdomen del hombre, estaba cegado por la furia y dominado por el alcohol en su sangre que no se detuvo ni siquiera cuando el hombre ya había muerto. El coraje se apoderó de él y cuando finalmente levantó su mano dando la señal a su guardia de quitarles las vendas de los ojos al resto, señaló con la daga al cuerpo ensangrentado mientras miraba las expresiones horrorizadas del resto.
— ¿Ven eso? Eso no es ni la mitad del dolor que debe haber sentido Minos, ni siquiera tienen derecho de decir su nombre.
— ¡Usted es un desalmado! —gritó la segunda mujer—. ¡Matando a su gente por alguien muerto! ¡Los rumores deben ser ciertos! ¡Usted atacó Lleyxà solo por celos! ¡Celos porque el príncipe se fijó en otro y no en usted!
Lucas llevó su mano izquierda hacia su rostro tras denotar tristeza, fingió sollozar un poco oculto tras su palma pero terminó riendo mientras miraba nuevamente hacia esa mujer y tras las palabras "sí, me gustaba Minos", pidió que les amordazaran la boca para poder terminar su trabajo.
Eventualmente, Lucas se volvió un príncipe apagado de emociones, se limitaba a hacer lo que le dijeran, por ende tampoco protestó cuando el rey le pidió casarse con una dama para finalmente ascender al trono. Su elección había sido una noble de carácter amable, decir que la amaba sería mentir, pero no la odiaba, era su compañera y se volvió una reina excelente, siempre dijo que la eligió como esposa por esa razón, por su lado tan amable, pero en realidad apenas vio sus ojos cafés pudo ver un brillo que hacía bastante tiempo no percibía. Tal vez hacía mal al elegir una esposa por su parecido a alguien que no podía olvidar, pero eso nadie lo sabría.
Finalmente había alcanzado todo lo que alguna vez deseó y para sorpresa suya, seguía sin sentirse feliz. Solo deseaba poder tener otra oportunidad, regresar en el tiempo y redimir todo el mal que hizo, pero seguía siendo después de todo, la tercera nevada. Tal vez habían tenido razón con eso y en realidad era lo único que hizo bien, darles la razón en que era una desgracia.
❀・°・❀
Introdujo sus manos en el abrigo, llevaba ya veinte minutos esperando y aunque estaba dentro de la cafetería sentía el frío calando sus huesos pues no se había animado a pedir ninguna bebida hasta que su amigo no llegara.
Para Felix, quien creció siendo tímido, las amistades que ahora tenían eran muy especiales. Tanto como para decirse él mismo que levantarse a las ocho de la mañana en sus vacaciones en pleno invierno debía ser una gran muestra de amor. Hacía tanto que no veía a Minho, desde que su amigo se casó había emprendido un viaje de dos años junto a su esposo para visitar diferentes lugares pero ahora que finalmente había regresado a Seúl, se sentía dichoso de poder reunirse pues las videollamadas no solían ser lo mismo.
Estaba feliz por él. Sabía lo mucho que Minho había sufrido cuando estuvo lejos de Bang y aunque no se llevara del todo bien con éste, era consciente de lo mucho que también adoraba a su amigo y por ello ya lo respetaba.
— ¡Lo siento! —esa voz que había extrañado hizo finalmente presencia tras el sonido de la campana, Felix se levantó sonriendo al ver al chico acercarse y tras darle un abrazo rápido debido a que el mayor sostenía dos bolsas, ambos tomaron asiento—. Chan salió hacia casa de sus padres hoy, tenía que terminar de empacar los regalos que traje para su familia.
— Que considerado, empaca regalos mientras me congelo —bromeó el rubio, entregándole la carta que estaba en su lugar—. Yo ya tengo mi elección.
— ¿Cómo podría empacar regalos sin acordarme de mi amigo, eh? —habló mientras acercaba ambas bolsas sobre la mesa hacia hacia Felix—. Uno es para Changbin.
— ¿Puedo abrir el mío?
— Son varias cosas, te convendría abrirlo en casa, tomé un poco de cada sitio que visitamos.
Felix esbozó una sonrisa más amplia y agradeciendo, bajó las bolsas para poder tener espacio.
La mañana se pasó rápido entre bebidas calientes, postres y charlas, había tanto con lo que debían ponerse al día. Minho le comentó que habían visitado diferentes lugares y también le compartió un poco de los choques culturales que tuvo, también le dijo que pronto visitaría a Jisung, quien desde que empezó a trabajar hace un año viajaba constantemente por ello, pero ahora había coincidido con regresar unos meses a su oficina.
Felix sentía que podía pasar horas escuchando a Minho, saber que estaba bien era como un calmante, desde que se conocieron sentía que podía hablar con él de todo y nada, que había confianza y agradecía que fuera recíproco. Nunca tuvo una amistad sincera cuando era niño, había algo que le impedía acercarse a otros, pero ahora no era así y se sentía más libre, más él mismo.
Cuando llegó el momento de despedirse se sintió un poco triste pero con la promesa de Minho de verse pronto, se calmó, después de todo el chico no tenía planes de viajar por ahora y eso le aseguraba que tendrían más tiempo para poder salir todos juntos. Una vez fuera de la cafetería, se quejó con un pequeño gruñido mientras metía sus manos a sus bolsillos dejando las bolsas colgar en sus muñecas.
— Detesto la nieve —comentó el rubio mientras esperaban el transporte de su amigo—, moriré congelado. Y apenas es el tercer día de nieve, faltan muchos más.
— No deberías odiar la nieve, es agradable desde otra perspectiva.
— ¿Qué otra perspectiva? Siento que se me congelan hasta los huesos.
— Yo creo que es lindo —Felix miró de reojo al chico, quien observaba con atención hacia el cielo manteniendo una sonrisa—, si siempre hiciera calor sería aburrido. Es lo lindo de la vida, los días no son iguales.
El menor observó con atención al chico, le sorprendía el amor con el que miraba la vida. El auto que pidió finalmente había llegado, Minho se quitó la bufanda que llevaba para poder colocársela a Felix, asegurándose de abrigar bien su cuello.
— Pero sí que puedes enfermar así que cuídate, las nevadas son lindas si te mantienes cálido.
Tras decir eso, el mayor ingresó al vehículo para poder irse. Felix miró como se alejaba, sonriendo cuando se vio nuevamente sólo, la nieve había empezado a caer sobre su cabello pero se limitó a suspirar sacudiendo un poco su cabeza. Tal vez las nevadas no eran tan malas después de todo.
Que bien se siente escribir por aquí luego de un rato, ¿sorprendido, orion? Les había dicho anteriormente que tenía preparados unos especiales. Planeaba hacerlos después pero con todo el apoyo que ha estado recibiendo la historia en serio quería darles las gracias con algo.♡ ¡Fue un especial largo! Hace poco les di un pequeño spoiler en el tablero, si no lo vieron porque no me siguen o me ignoran, bueno, les advierto que se vendrán luego los de los especiales restantes y avisos de más sorpresas que he venido planeando, jaja. ¡Gracias por tanto amor hacia hiraeth! Me llena el corazoncito de alegría. Espero disfrutaran el especial, nos leemos pronto para los dos restantes, ¿se dan una idea de qué podría ser? Me gusta leer sus teorías. Cuídense.
Nota: las curiosidades y preguntas han sido actualizadas finalmente, recuerden que se siguen recibiendo preguntas de la historia que les quedaran sin estar claras o que tengan curiosidad de ello.
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