44. Final
Había vivido tanto tiempo que perdió algo que nadie debería, su humanidad. Le costó mucho entender la razón que llevó a Minho alejarlo, fue doloroso al inicio, cuando ambos se despidieron sabiendo se verían nuevamente pero no cuándo, en sus tiempos de crisis pensó que tal vez todo aquel tema lo abrumó y solo quería sacarlo de su vida pero poco a poco la idea se apartó cuando fue entendiendo la razón.
Tantos años y en realidad no recordaba como era admirar un amanecer, poco a poco aquellos detalles que había olvidado de la vida empezaban a recobrar sentido, todo ese tiempo esperó con una sola misión, su vida empezaba y terminaba en un bucle sin tregua, la costumbre lo llevó a la monotonía. Minho le dio la oportunidad de volver a vivir.
Durante esos años aprendió muchas cosas nuevas y recordó otras, recobró lo que era reír hasta que tu estómago dolía, la emoción de subir a un juego mecánico por primera vez, el entusiasmo de ir al cine y ceder a la emoción de la pantalla grande pero al mismo tiempo hacer corajes con la gente irrespetuosa que hacía ruido. En realidad pocas veces se había divertido con otras personas, las primeras vidas fue tan doloroso ver como la gente que te entendía poco a poco iba muriendo, dejaban de ser personas para volverse recuerdos lejanos que hacían eco en sus emociones. Sin notarlo creó un escudo que lo apartaba de las personas, desearía no haber tardado mucho en darse cuenta.
Tomó aire mientras llevaba su diestra hacia sus cabellos para revolver estos un poco, se había dicho que no le daría tantas vueltas al pasado porque como Minho solía decir, ver atrás te distrae del camino frente a ti y cuando menos lo notes puedes chocar. Y hablando del menor, finalmente pudo sonreír otra vez cuando pudo ver al chico tomar la última brocheta de uvas de la mesa con dulces, asegurándose de restregar la misma frente a Jeongin antes de reírse mientras se la entregaba, en realidad solo buscaba molestarlo, por lo que el más joven codeó con suavidad su costado antes de que Minho hiciera contacto visual con él, dedicándole una de esas sonrisas que tanto adoraba mientras se encaminaba hacia él.
— ¿Me permite este baile? —preguntó el menor, tomando las manos de Chan, quien le sonrió de regreso mientras apreciaba cada detalle del delicado atuendo que portaba su pareja, un conjunto blanco y fresco que lo hacía lucir tan pulcro en medio de aquel jardín—. Me habías prometido que nuestro primer baile juntos sería en nuestra boda.
— ¿No prometimos no hablar del pasado? —preguntó Chan, quien vistiendo un conjunto parecido acercó a su pareja por la cintura para poder empezar un leve vaivén lado a lado, perdiéndose en el brillo de los ojos del menor—. ¿Está disfrutando su boda, Bang Minho?
El mencionado asintió con una sonrisa mientras se abrazaba a su ahora esposo pasando sus brazos encima de sus hombros. Había sido una ceremonia pequeña en un jardín especial para esos eventos, solo con amigos cercanos de ambos y la familia del mayor, quienes actuaban ya como una familia para Minho, sobre todo Hannah quien no paraba de recordarle ella intuyó todo desde el principio. Había una mesa larga llena de golosinas y el pastel de bodas en el centro, además de las sillas blancas de madera que yacían vacías desde hace un buen rato porque los amigos de ambos se encargaban de aportar al buen ambiente entre bromas y pequeños bailes. Aunque Lee deseaba casarse por la iglesia desde pequeño, como dictaba su religión, claramente no fue algo que pudieron hacer, por lo que ambos decidieron casarse al aire libre para rendirle cuentas a la que siempre estuvo de su lado, la vida.
Tras el regreso de Chan les tomó poco tiempo decidir que deseaban estar juntos en todas las formas posibles, así que tras cuatro meses de discutirlo y cinco de organización, finalmente habían podido terminar por unirse en matrimonio. Las flores del jardín llenaban de color y vida el lugar mientras el relajante río de un pequeño río cerca de donde estaban les hacía compañía. Un dueto de violines ambientó el lugar hasta terminar la comida, donde dio paso al sonido de la organizadora del evento para dejar que los invitados se adueñaran de la pista, todos vestían de blanco pero no trajes formales ni vestidos ostentosos, todo era sencillo y ligero para poder disfrutar de aquel lugar como se merecía, un jardín especial para bodas pequeñas que apenas contaban con lo necesario pues lo importante eran la pareja y la naturaleza.
Minho no había dejado de repetir que quería algo simple pero elegante y Chan, bueno, él era débil ante su pareja. Pero la organización de las cosas que tuvieron había sido elegida por ambos, no había nada ahí que solo uno decidiera, pues era el día especial de los dos.
— Gracias —mencionó repentinamente el menor mientras se acercaba a dejar un beso pequeño en la mejilla de impropia—. Por nunca cansarte de buscar.
— Pero mírate, con esa carita, ¿Quién no diría que valió la pena, eh? —preguntó el mayor solo para hacer avergonzar al castaño quien, todavía se sonrojaba ante esos cumplidos.
El bullicio les atrajo nuevamente hacia el grupo de jóvenes que reían y alzaban la voz, mientras el rubio se mantenía cubriéndose los oídos repitiendo que no escuchaba nada. Ambos mayores se acercaron con diversión, en definitiva su boda no habría sido lo mismo sin ese "grupo de ruidosos" como solía llamarles Minho.
— ¿Se divierten sin invitarnos? —preguntó Chan.
— Jisung nos estaba contando otra vez cuando Feli-
— ¿¡Por qué tienen qué contar eso a todos!? —preguntó Felix, interrumpiendo a Hyunjin quien mantenía una sonrisa de disfrutar el bochorno del chico.
— ¡Es cierto! ¡Chan, debes escuchar esa historia! —comentó Minho esta vez más animado mientras hacía un ademán con su mano, invitando a Jisung a continuar.
Felix puso sus ojos en blanco antes de retirarse del grupo, siendo secundado por el pelinegro más bajo que hizo una pequeña reverencia y siguió al rubio quien ahora se llenaba con fresas cubiertas de chocolate para pasar el bochorno.
— Bueno, como todos sabemos Lix no solía salir de fiesta, era un buen niño de casa, un gato doméstico —continuó Han con su relato—. También tenía una mala tolerancia al alcohol. Una ocasión salimos a beber para celebrar la admisión de cada uno a la universidad, pero no contábamos con que Felix bebería dos shots como si fueran agua porque "vio muy pequeño el vaso" y tras el alcohol que ya llevaba en su cuerpo, acabó siendo un caos. Le dijo a una mesera que la sacaba de trabajar, claramente la chica le dio una bofetada, por si fuera poco de pronto se levantó y fue hacia una mesa donde un grupo de chicos bebían en paz, señaló a uno y le dijo "tú no lo sabes, pero vamos a casarnos", lo peor no fueron las miradas de confusión del grupo, sino que Felix acabó vomitando sobre su mesa, arruinando sus alimentos y parte de sus prendas. ¡Todos salieron corriendo! Y con razón, menudo asco. Excepto nuestro buen Changbin, el chico señalado por nuestro querido vomitón.
— Un momento —interrumpió Chan, con una mueca de desagrado—, ¿me estás diciendo que ese par se conoció porque Felix vomitó en Seo?
— Exactamente —Jisung asintió antes de continuar—. Nos llevamos a Felix corriendo hacia el baño a hacerle enjuagar su boca porque yo no iba a meterlo en mi auto oliendo a vómito de ebrio. Changbin nos siguió para limpiar el rastro de Lix en su pantalón y para asegurarse estaba bien, comentando que se veía muy pálido. Felix vomitó otro par de veces, de camino a casa y cuando llegamos, Seo nos acompañó y también sufrió el regaño de la señora Lee porque nos encargó a su hijo y lo regresamos vomitado, pero ahora nuestro niño tiene estómago de acero.
— Ahora entiendo la vergüenza... Yo no habría salido jamás de la casa —murmuró Chan.
— Pero ahora es muy feliz con Changbin —mencionó Minho, mirando al par de chicos que comían fresas fingiendo que no escuchaban al resto.
Chan observó a Felix con una expresión neutral que dio paso a una sonrisa. En su tiempo de ausencia el chico fue un pilar apoyando a Minho en lo que necesitaba, aprendió que las acciones del pasado no deben ser una piedra en tu presente, además no podría molestarse con alguien que ayuda tanto a su esposo, no diría que fue muy fácil olvidar todo el mal rato del pasado pero con los días tratar a Felix se fue haciendo más fácil hasta que ahora podrían decir son amigos, el rubio solía ir a su casa sólo o con el resto de los chicos para pasar tiempo con Minho.
Observó hacia el cielo con cierta esperanza en que las cosas irían mejor a partir de ese momento. Estaba sosteniendo la mano del amor de su vida, con quien ahora estaba casado y con quien planeaba vivir, finalmente, hasta no despertar más. Deseaba llegar juntos hasta anima y disfrutar el resto de los días como almas danzantes en ese mundo lleno de luz, pero por ahora un paso a la vez.
La vida ahora tenía un cierre para él, quien había estado destinado al bucle de vivir hasta encontrar a su amor y vaya que había valido cada segundo, lo confirmaba al ver esa sonrisa llena de alegría cada mañana y cada que iban a dormir. Tal vez el camino había sido largo y difícil pero ahora estaba listo para disfrutar esa merecida recompensa en compañía de la persona más importante para él.
La vida y la muerte eran extrañas, pero no por eso eran malas. No solían ser tan diferentes una de la otra, ambas llegan sin avisar y dan inicio a otra realidad. A muchos les enseñan a temerle desde niños, a tener una especie de reloj de arena en mente que te va indicando que en cualquier momento la vida se termina y que debes disfrutarlo pero... ¿Realmente lo disfrutas con el pensamiento de que el día de mañana tal vez no podrías hacerlo otra vez? Chan había aprendido mucho en todo ese tiempo, no le temía a la muerte, le temía al cómo morir, sobre todo en manos de otros humanos. La muerte no era cruel, la persona que la causa a otro sí lo es.
Con el tiempo había aprendido a soltar poco a poco las cosas y disfrutar un tiempo sin rencores ni problemas del pasado era lo más sano que podía hacer por él mismo. Minho tenía razón, ya no eran las personas de ese tiempo y ahora entendía que lo que su pareja no deseaba es vivir a la sombra de un recuerdo, él tampoco desearía tan altas expectativas sobre su persona, por ello podrían empezar nuevos recuerdos juntos.
Ahora solo tenía que vivir un día a la vez y en compañía de su persona especial, estaba seguro sería la mejor vida del universo.
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