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Había sido la plática más larga que tuvieron desde que recordaba. Llegó la noche, la madrugada y cuando menos notaron, el sol empezaba a salir nuevamente. Minho había tenido que sentarse, llegaron a él imágenes borrosas o muy escasas sobre un antiguo reino y aunque al principio estaba escéptico con la historia de Chan, conforme el castaño hablaba las imágenes llegaron a su mente calzando perfectamente con lo que decía.
El mayor tuvo que contar todo y eso era en verdad todo. Desde el comienzo de sus tiempos juntos. Solo hicieron pausas para beber agua, comer un poco a petición de Bang aunque Minho apenas probaba bocado. Desde que se conocieron en el palacio siendo niños, cuando se fortaleció su relación, su primer beso, la traición del rey, hasta que Felix era Lucas, otro heredero que conspiró contra ellos. Tuvo que contar muy a su pesar cómo dió inicio aquel juego contra la muerte y ahí Minho entendió el sueño recurrente de Chan con la flecha. Todo aquello era una situación tan loca, incluso admitía que sino fuera porque estaba recordando la mayoría de las cosas le habría costado creer todo eso. ¿Él un príncipe?
Cuando terminó de contar incluso brevemente sobre sus vidas pasadas hasta la actual, Minho era un desastre de lágrimas y sollozos, escuchar a Chan era desgarrador. Había sufrido tanto solo para encontrarse y él había sido tan desconsiderado. El mayor solo guardaba silencio sintiéndose tan liberado como expuesto, nunca había podido contar todo eso y hacerlo justo con Minos era tan irreal.
— ¿Por qué? —preguntó Minho, aún mirando hacia el suelo con la mirada perdida—. ¿Por qué sufrir tanto?
— Vales la pena en todo sentido...
— ¿Nunca consideraste... Terminar con ello?
— Oh, lo hice. Mentirte sería decir que no —murmuró torciendo sus labios mientras apoyaba su mentón en su mano derecha—. Cuando pasas todo eso caes primero en la locura, es un bucle sin fin, no hay descanso. Vives de todo en realidad, hambre, tortura, pero también adquieres conocimiento. Cuando unos hombres en la guerra empiezan a meter agujas bajo tus uñas solo deseas que todo acabe.
— ¿Por qué no lo hiciste?
Chan observó por unos segundos de reojo al chico frente a él, que aún se mostraba necio a levantar la mirada pero no se sentía ofendido, debía ser mucho por procesar.
— Pensaba en lo que me dijiste una vez. Cuando comentaste que mi memoria era tan mala que seguro olvidaba buscarte en otra vida y que acabarías perdido... No quería que pienses te había olvidado e imaginar ver otra vez tu sonrisa me daba la fuerza suficiente para seguir tratando.
Finalmente Minho levantó la mirada causado que el pecho de Chan se sintiera tan apretado. Sus mejillas y nariz roja al igual que sus ojos también hinchados de tanto llorar, era la escena más triste y frágil que había presenciado.
— Siento tanta pena ahora...
— No deberías, mi meta era encontrarte y lo logré.
— Tu meta era encontrar a Minos... Yo... No sé si pueda ser eso...
— ¿De qué hablas?
— Tengo tantos recuerdos y ninguno es mío, ninguno soy yo... Tantos idiomas, la mayoría no los entiendo, defensa, danza, arco, espada, instrumentos... ¡Por dios yo apenas aprendí a tocar la armónica!
— No entiendo...
— Estuviste buscando a Minos, pero yo soy Lee Minho... No creo ser ni el 10% de lo que recuerdas. No puedo levantarme un día y decidir entre practicar violín o arco, no... No tengo esa fuerza ya...
— Está ahí, lo sabes, lo sientes en ti... Es solo cuestión de tiempo para qu-
— ¿Y si yo no quiero? —interrumpió repentinamente el menor, volviendo a agachar su mirada—. ¿Y si no quiero que tengamos algo a partir del pasado? ¿Y si solo deseo quererte a ti, Chan? Maestro de 26 años, el mayor de tres hijos, con un corazón noble y que puede protegerse a él también, no solo a mí...
— Yo... Yo no... —el castaño empuñó sus manos, respirar empezaba a volverse más difícil, se sentía tan confundido pues pasó tanto tiempo ideando aquel encuentro, había tenido la esperanza de que desde un inicio lo recordara y que fueran felices como antes.
— Yo soy Minho, ¿Y tú? ¿Quién eres hoy?
Chan se apoyó en el respaldo del sofá, se sentía extrañamente acorralado, ¿Quién era? Era él, claro... Pero... ¿Él quién? Había tenido tantos nombres.
— Eso pensé —habló nuevamente Minho—. Viviste tanto buscándome a mí que olvidaste vivir por ti.
Minho se levantó para poder acercarse hasta el mayor, se puso en cuclillas frente a él, apoyando sus manos en sus rodillas. Buscó su mirada, la mirada perdida que se sintió otra vez en casa cuando sus ojos coincidieron con aquellos que tanto adoraba, podían perderse en el mundo sin saber uno del otro y al final aquel brillo les haría saber que estaban juntos. Chan soltó una pequeña risa por ello, recordaba su broma a Minos sobre no reconocer una mano suya entre un millón pero al parecer, podría reconocer sus ojos en cualquier sitio, definitivamente el príncipe se reiría de él ahora.
— Dices que no eres fuerte pero cuando viví tras aquella tragedia estaba tan asustado de recordar todo eso como si fuera un sueño... Pero tú lo tomas tan bien —se inclinó un poco hasta apoyar su frente contra la del menor, llevando su diestra hacia la mejilla del mismo para acariciarle sin desviar la mirada—. Hay más valor en ti del que puedes ver.
— Escucha... Quiero que estemos juntos, pero yo tuve algo que tú no, la oportunidad de empezar desde cero, no sé qué tan justo sea eso.
— Necesito tiempo —dijo más para él mismo, Minho asintió con una sonrisa triste—, necesito saber quién soy ahora.
— Me enamoré de ti antes de siquiera existir, literalmente. Pero todos esos recuerdos hacen que el ahora sea confuso, ¿Sabes lo extraño que me sentí con todo lo de Felix? Pensé que estabas dudando de mi fidelidad, en cambio lo que creías es que me mataría porque en el pasado conspiró contra nuestro reino... Dios, ni de chiste habría adivinado eso —Minho soltó una pequeña risa al pensar eso y posteriormente, continuó—. No quiero que esperes de mí reacciones de Minos o que asumas sé cosas. Mereces liberarte del pasado y vaya que es mucho.
— Tengo miedo... ¿Esperarás por mí?
— Por favor, el tiempo que yo espere no es nada comparado a lo que tú esperaste, seré paciente.
Chan sonrió sintiéndose extrañamente más aliviado, mirar aquellos ojos brillosos que tanto adoraba era todo para él, la confianza que le daba para hacerlo sabiendo que regresaría e iba a encontrarlo era el sentimiento más genuino que recordaba. Se acercó lo suficiente para tocar los labios de Minho con los suyos, dando inicio a un beso suave donde sus labios se acariciaban con la mayor ternura que podían transmitirse, como si pudieran romper al otro en un contacto más fuerte pues en ese momento se sentían tan frágiles y aún así, con un beso delicado, sentían las emociones adueñarse desde sus nucas hasta sus estómagos cosquilleando. Chan se separó unos centímetros, pero aún rozando la nariz del menor con la suya habló.
— Te amo.
Minho sintió la mayor carga de felicidad desde que tenía recuerdos, ¿O es que esa frase ya no aplicaba del todo a una sola vida? Bueno, pues en estaba seguro que escucharle decir eso era por mucho lo más emocionante de incluso cien vidas.
— Te amo.
Respondió dejando un beso en la frente del mayor. Tras mimarse un rato, Bang se dispuso a hacer sus maletas con cosas solo muy personales, no deseaba cargar mucho. Minho le ayudaba a doblar sus camisas que según él lo hacían ver más guapo y entre risas, nuevamente llegó la noche. Habían decidido dormir juntos por última vez tras un tiempo indefinido que pasarían lejos del otro y así, acunado entre los brazos del mayor, Minho escondió su rostro en el cuello impropio dejando salir unas pequeñas lágrimas silenciosas mientras Chan acariciaba sus cabellos. Sabían que estarían para el otro sin importar qué, pero la espera los atormentaba desde ya.
— Cuando éramos niños solías ser muy necio —comentó de pronto el mayor, si ya planeaban iniciar desde cero quería hablar mientras podía de sus buenos recuerdos—. Querías complacer a tu padre pero al mismo tiempo te resistías. Recuerdo que cuando nos conocimos estabas en tu primer clase de violín y eras muy dócil con el maestro. A la quinta clase cuando te dijo "deberías aprender mejor" le respondiste molesto "debería enseñar mejor".
Aquello bastó para que el ambiente de tristeza cambiara a un par de sonoras carcajadas inundando la habitación.
— Que vergüenza que recuerdes eso.
— ¿Por qué? A mí me gusta. Eras responsable pero empezaste a formar tu carácter, atento pero sin ser dominado. Eras conocido como un príncipe terco desde joven.
— Y tú eras un niño muy lleno de tierra, recuerdo muy poco eso. Tu cara manchada de lodo, pero rápidamente ese recuerdo es reemplazado por verte como un niño muy dedicado.
— Apenas nos conocimos dejé de ser un chiquillo, sabía que debía ser el mejor para ti, así podría ser tu guardia. Sino lo hubiese sido... Nuestro tiempo para vernos habría sido casi nada y eventualmente nos dejaríamos de hablar.
— Siempre con todo meditado, ¿No?
— Cuando se trata de ti, sí.
— ¿Sabes qué recuerdo? El final de todo. Siento la flecha en mi vientre tan vívida como si estuviese ahí, pero también recuerdo como llegamos a eso, es tan raro... ¿Fue..?
— ¿El rey? Sí, lo sospechaba pero no quise pensar que arruinaría un reino entero. No sé cómo, porque también murió, pero sé que él empezó todo eso porque coincide con los malestares durante tus entregas y tu repentino puesto. Fue una trampa.
— Que irónico... Mis padres queriendo arruinarme.
— No todos. Tu madre... La reina, era la mujer más preciosa, era muy bonita de todas las formas posibles y te amaba mucho, muchísimo. En su última noche de vida estaba agotada pero solo deseaba estar contigo, dormiste junto a ella y mientras acariciaba tus cabellos se fue en paz. No eres mal hijo, solo es gente mala siendo malos padres. Ella es la imagen de la excepción.
— No consigo recordarla pero extrañamente eso me hace sentir muy en paz.
— Y yo estoy encantado de amarte, eres una persona muy linda, que no te hagan creer lo contrario en mi ausencia.
Minho liberó un bostezo, Chan besó su frente y lo abrigó bien para que pudieran dormir. Fue como si hubiesen descansado juntos por primera vez, tan agradable que el sueño fue profundo. Tal vez por eso no lo escuchó irse.
Cuando Minho despertó, el mayor ya no estaba a su lado. Miró la hora en su celular, 8:35am y con un suspiro pesado, se levantó para caminar hasta la ventana y así admirar el cielo que ese día parecía particularmente más claro. Las lágrimas habían empezado a brotar pero no era consciente de ello, solo podía mirar hacia las nubes con una sonrisa mientras llevaba su mano derecha hacia su pecho. No sabía cuándo se volverían a ver pero estaba seguro que cuando lo hicieran podrían amarse sin problemas, sin ataduras.
— Hasta que nos encontremos, amor mío.
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Estamos a muy poco y yo soy lágrimas. Aprovechando, les paso a mencionar que ya hay una nueva historia Minchan en el perfil. Espero puedan darle una oportunidad. ¡Nos leemos pronto!
Doppel | Banginho
"Minho solía vivir en el mundo perfecto, sin crimen ni pobreza tras la alianza de todos los países por hacer un mundo mejor. Al menos hasta que un día se encuentra con su versión de un universo menos afortunado con quien, para su desgracia, cambia de vida. Ahora reside en un mundo donde los estragos de la guerra y el mal manejo del poder están pasando factura, violencia, caos y esclavitud; la tierra no es lo que solía ser desde años atrás a raíz de una pandemia.
Minho y Lee Know ahora deberán encontrar una forma de volver a sus realidades o un desajuste podría causar que el mundo del primero sufra el mismo destino."
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