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El horario que recibían los maestros además del que incluía sus aulas y grupos asignados era el de los días de ausencia, festivales y cosas de ese tipo que ya se tenían estructuradas para mantener un orden. El primer día de clases había sido muy agradable, incluso había tenido un toque cómico y los días siguientes no fueron diferentes. Debía agradecer que tenía grupos medianamente calmados, claro, nunca faltaba el chistoso de la clase o el que quería lucirse como todo un rebelde, a veces Chan pensaba si al organizar los grupos los encargados tomaban en cuenta poner siempre algún gracioso, nunca había tenido un grupo donde no hubiera uno y viniendo de quien recuerda sus anteriores vidas eso era mucho.
Con total calma y sin presiones, pasó el primer bloque de calificaciones pero eso solo significaba que venía la parte que no le gustaba: asesorías. Y no es que Chan odiara quedarse más tiempo para ayudar a un grupo de adolescentes a mejorar sus calificaciones, al contrario, tiempo es algo que le sobraba, pero no era partidario de ayudar a jóvenes que yendo por obligación, difícilmente pondrían atención. Lo bueno es que ese año no se inscribió al programa de asesorías, lo malo es que Se Rim sí y siendo la sexta clase debía faltar, pero el castaño pareció recordar que Chan era bueno en casi todas las materias y le pidió cubrir su área, biología. Así que acabaría cubriendo esa tarde a su amigo de una a tres de la tarde, si algo debía agradecer es que biología era justo su tercer ramo fuerte.
— Bien, chicos, no olviden los deberes, nos vemos el viernes.
Agitando su mano el maestro se despidió de su clase y sin poder hacer más, espero con paciencia al grupo que entraría a las asesorías. Se Rim le informó a su grupo que el salón sería diferente pues la clase la impartiría otro maestro y diciendo un "son buenos chicos, no te darán problemas" le entregó a Chan una paleta helada a modo de agradecimiento. Según Park, no tendría como agradecerle puesto que conocía la estable posición económica del castaño en comparación a la suya, que para su suerte cubría sus necesidades y algunos gustos no tan caros, así que prometió ir pronto al departamento del chico a cocinarle algo. Bang debía admitir que pese a haber probado comida de tantos lugares e incluso saber él mismo cocinar muy bien por la experiencia, la comida del chico era la más deliciosa que hubiese comido, así que aceptó sin trabas.
— ¿Maestro Bang?
Una voz se hizo presencia en el aula, faltaban veinte minutos para la una, así que Chan aprovechó en sacar su tupper con comida aunque se llevó una gran sorpresa al ver en la puerta al chico dormilón de aquel primer día, cosa que extrañamente le daba gusto pues ese momento lo recordó con gracia toda la semana.
— ¿Si? ¿Ocurre algo? —preguntó, el alumno se tomó el atrevimiento de ingresar hasta quedar frente al escritorio del maestro.
— Vengo a disculparme por mi comportamiento, yo no... No sabía... Quiero decir... —el chico se mostraba bastante avergonzado y aunque el mayor quisiera reír, no debía hacerlo o haría sentir a su alumno humillado.
— ¿Pensaste qué era un alumno?
— ¡Es que luce tan joven! —se quejó cubriéndose con sus manos su rostro, Chan se tomó la libertad de sonreír.
— Descuida, no eres el primero que lo cree así, tú...
— Minho, Lee Minho.
— Minho, si querías disculparte bien, acepto la disculpa porque fue un error, no te preocupes, puedes irte.
— Bueno... La cosa es que me quedaré a asesoría, llevo un par de clases con el maestro Park.
El castaño elevó su ceja izquierda mientras apuntaba al menor con su tenedor.
— Así que si no fuera porque nos veremos hoy no ibas a disculparte, eh —acusó, Minho se limitó a sonreír como si lo hubiesen descubierto y Chan señaló una silla—. Puedes ir tomando asiento, la clase empieza en un rato.
De pronto, pudo escuchar que el estómago de Minho hizo ruido y fue hasta ese momento que notó la discreción con la que éste miraba su alimento, sonrió con cierta sorpresa no pudiendo creer lo que pensaba pero terminó dejando el tenedor apoyado en el borde del tupper de arroz y las pequeñas salchichas cocidas.
— ¿Ya comiste algo, Minho?
— Sí, maestro Bang.
— ¿Eso significa qué no quieres comida?
El menor mordió con algo de pena su propio labio y Chan terminó suspirando mientras tomaba su tupper para dejarlo en el escritorio frente al chico, quien con una sonrisa aún con sus mejillas ligeramente rojas de vergüenza, tomó una silla para poder sentarse frente al escritorio y comer lo que su maestro le entregaba mientras murmuraba "gracias". Bang era consciente de que hay alumnos que ya sea por economía o tiempo, no comían de forma adecuada, así que prefirió darle su alimento a Minho.
— ¡El arroz está delicioso!
— No hables con comida en la boca —El mayor hizo una mueca mientras le extendía una servilleta al chico, quien no dudó en tomarla para limpiarse pues estaba comiendo con tanto gusto que ni siquiera pensaba en su boca con uno que otro arroz alrededor—. Así que andas en asesorías, veo que dormirse en clases no te está ayudando.
— No duermo bien en las noches y las clases tediosas no ayudan —respondió tomando un pedacito de salchicha para poder llevárselo a la boca—. El maestro que tengo de biología solo habla y habla, pero las asesorías con el maestro Park son buenas, él se toma el tiempo de explicar.
— Es porque no todos los maestros aman su trabajo y se nota cuando es así, el maestro Park es muy bueno y ama su materia, tiene el don de hacer que otros la amen —mencionó con una sonrisa, Chan estaba orgulloso de su amigo.
— Sí, tal vez solo repruebe y me vaya a examen de recuperación para evitar estar en una clase con el otro maestro más tiempo.
— No digas eso, debes esforzarte, un examen de recuperación es más difícil de lo que parece.
— Es que es realmente difícil, pero daré mi mayor esfuerzo —aseguró el muchacho—. Gracias por la comida.
Minho cerró el tupper y tomó el cubierto para colocarlo sobre la tapa y después, poder extenderlo hacia el maestro. Chan se sintió más tranquilo de escuchar eso, algo que le gustaba era motivar a los jóvenes para que fueran mejores personas, ellos solo recordaban una vida a la vez y debían vivirla al máximo. Tomó lo que el chico le entregaba y tan solo en esa milésima de segundo en la que la punta de su dedo medio rozó el dedo del chico, todo cambió.
Fue como una bomba de memorias para Chan, recordó todo de su primera vida, desde que conoció a Minos, cuando se confesó, sus noches juntos, las tardes en las que iban a caballo hacia el pueblo, cada uno de esos momentos especiales junto al príncipe solo por tratarse de él, todo eso que terminó por colapsar en el recuerdo de cuando al chico lo atravesó una flecha con la que posteriormente se mataría él. Sentía los párpados pesados, veía y escuchaba de forma intermitente al chico quien le hablaba preocupado por verlo repentinamente tan pálido, entonces lo vio, el rostro de Minos reflejado en el de Minho, era él, era su príncipe. Se levantó tambaleante de su silla en un intento de abrazarse al chico, pero su cuerpo acabó perdiendo la fuerza y cayó inconsciente el suelo mientras el más joven salía a pedir ayuda.
Finalmente Chan había encontrado a su amor, pero contrario a la tranquilidad que esperaba cuando eso ocurriera, las desgracias empezaron a abundar para ambos.
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