27
Minos se encontraba preocupado por Chris, decir que seguía tan grave como aquella vez donde quedó inconsciente sería exagerar pero aunque el rubio quisiera ocultarlo no podía, el príncipe notaba sus muecas de incomodidad o como en ocasiones debía tomar aire para intentar calmar las náuseas que lo acosaban. Así pasaron cinco meses. No era un malestar diario pero sí notorio y fue hasta la última visita del médico real que le dijeron lo que más temía.
"Si esto sigue así podremos confirmar que es la misma enfermedad que tuvo la reina, si fuese tal caso... Creo que sabe como acabaría. No hay modo de determinar qué es y los remedios no hacen nada para contrarrestarlo."
El menor había llorado mucho esa noche mientras Lowell acariciaba sus cabellos, intentaba calmarlo pero no negaba que estaba igual de asustado, si algo le ocurría ¿Quién iba a cuidar de Minos? Nadie daría su vida por la del príncipe con la fuerza que Christopher lo defendía, nadie podría entenderlo, ¿Y si la persona que lo suplantaba olvidaba que Minos era alérgico a la nuez? ¿O si olvidaba que el príncipe disfrutaba su tina con agua a cierta temperatura? No muy fría pero tampoco caliente. No podría dejar a Minos en manos de cualquiera, no como príncipe y menos como persona porque él era especial.
— Encontraremos una solución.
— No me digas eso, Chris, sea lo que sea... No me digas eso, no sabes lo cansado que estoy de escuchar esas palabras sabiendo que no hay una cura para esto —murmuró Minos mientras sus manos se aferraban a la holgada camiseta del rubio.
Ambos yacían en la cama del príncipe, abrazados con calma tras dar la orden de que nadie debía entrar debido a los malestares de Chris. El mayor hundió su nariz en los cabellos castaños del príncipe para aspirar su aroma y sin poder evitarlo, se soltó a llorar aferrándose a su cuerpo, ¿Cómo vivir sabiendo que cualquier día podría ser el último que disfrutara el aroma y la calidez de su pareja? Ambos se abrazaron con la fuerza que sus cuerpos podían soportar, ninguno sabía qué hacer sin el otro y aunque eran conscientes de que la dependencia era mala, ambos se amaban lo suficiente para poder vivir de esa forma, necesitándose uno al otro. Después de todo incluso habían crecido juntos, eran las únicas personas de confianza que tenían ahí.
— Voy a cancelar nuestras salidas de mañana —mencionó Minos apartándose un poco para poder mirar a los ojos de Chris, esos que tanto amaba observar pero en ese momento le dolía verlos llenos de lágrimas—, será mejor que visites a tu madre y hables con ella.
Chris no negó, sabía que era lo mejor y en cambio, decidió no tener más una charla respecto a un tema tan triste y se acercó hasta posar sus labios sobre los de Minos en un beso cargado de necesidad. Sus respiraciones eran irregulares pero eso no impedía que siguieran devorando sus labios fundidos en tibieza y el sabor salado de las lágrimas de ambos. El rubio llevó su mano hacia la mejilla del menor para acariciarla, quería hacerle sentir que todo estaba bien pero no sabía cómo conseguir transmitir algo que ni siquiera él mismo sentía. Se sentía mal, le dolía que ni siquiera un beso consiguiera que Minos dejara de llorar, el castaño correspondía con euforia pero podía sentir tristeza en cada caricia que sus labios le brindaban, ¿Por qué? ¿Por qué lo besaba con tristeza? ¿No veía que quería ignorar aquel tema? ¿No era capaz de sentir su angustia? Él había prometido proteger a Minos pero en ese momento no sabía como protegerse él mismo.
Ambos chicos detuvieron el contacto cuando Chris se soltó nuevamente a llorar, ahí estaban ellos, con sus frentes pegadas y el dolor en sus corazones intentando calmarse uno al otro sin preocuparse por ellos mismos. La verdad era que Minos no sabía cómo estar sin Chris y Chris no se imaginaba sin Minos, eran conscientes de eso sin saber que en realidad no podrían vivir sin el otro.
❀・°・❀
El príncipe hizo una mueca cuando lo hicieron despertar de su sueño, sus ojos dolían de haber llorado tanto pero una sonrisa se formó en sus labios al ver a Chris frente a él. Aún estaba oscuro, así que supuso era noche, por ello se sorprendió cuando tras recibir un beso en la frente, el mayor le entregó un abrigo. No preguntó, confiaba en él así que se puso la prenda, su calzado y con sigilo ambos salieron de su habitación. Minos sentía la emoción de escabullirse con Chris, hacía bastante tiempo que no lo hacían, tal vez desde aquella vez en la que lo acompañó a... Bueno, no quería recordar en ese momento a su madre pues el dolor se sentía aún más latente tras la visita del médico esa tarde.
— Llegamos.
Susurró el rubio mientras abría la puerta al balcón de la habitación en la punta más alta del castillo. Generalmente esa zona estaba desocupada puesto que solían vivir ahí antiguos empleados, entre ellos la madre de Chris pero a cierta edad en la que no pueden trabajar ahí, el rey les manda a hacer una casa para que pasen su vida ahí. En cuanto salieron Minos sintió su cuerpo estremecerse por el cambio de temperatura, hacía bastante frío pero la imagen frente a sus ojos lo cautivó, el cielo estaba lleno de estrellas como otras noches no solía ocurrir, ¿Algo ocurría? ¿Por qué podía ver tantos puntitos blancos sobre un manto oscuro?
— La noche es hermosa hoy... —dijo Chris mientras tomaba la mano del príncipe para enlazar sus dígitos—. Sentí que debía despertarte, dormiste muy triste, no me gusta eso.
Minos giró su cabeza para mirar al mayor sintiéndose en verdad conmovido, la luz de luna sobre la piel de Chris solo resaltaba lo que ya consideraba bello. El mayor tomó ahora ambas manos del príncipe atrayendo su atención para hacer que lo mirase.
— Siendo tú, imagino que tienes algo en mente —mencionó el castaño con una sonrisa.
— ¿Acaso es un sexto sentido de príncipe el sospechar? —preguntó el mayor antes de aparentar estar afligido—. Me descubriste. Quiero aprovechar la vista maravillosa del cielo estrellado para hacerte la promesa de que no te voy a dejar, sé que no quieres que te lo diga —agregó rápidamente al ver el semblante triste de Minos—, sé que estás cansado de escuchar que las cosas irán bien cuando muchas veces no es así, pero... ¿Cuándo te he mentido?
— Christopher...
— No te prometeré que no voy a morir, si resulta que tengo lo mismo que afectó a la reina lo más probable es que eso suceda, no sé cuánto tiempo me queda, solo sabemos que esa enfermedad es muy fluctuante. Así que lo que voy a prometer es que no te dejaré sólo, incluso si yo no estoy aquí para que me veas, voy a permanecer siempre a tu cuidado dentro de mis posibilidades.
— Quiero ser honesto contigo... No me veo aquí sin ti.
— Minos, no digas es-
— ¡No! Chris, hablo en serio, ¿Acaso solo tú puedes decirlo? ¿El que yo no hiciera un juramento real ante el rey sobre dar mi vida por ti para protegerte no me permite poder cumplirlo? —preguntó Minos frunciendo el ceño—. ¿Crees que estaré bien aquí sólo? Las personas buscarán sustituirte con otro guardia pero solo yo sé que eres irremplazable. Quedaría a merced del rey, destinado a vivir una vida que no quiero vivir. Mi ideal es huir contigo, ¿Recuerdas? Sino puedo hacerlo... No hay un plan de escape en mi vida.
El rubio suspiró, hacer que cambie de parecer sería imposible así que terminó asintiendo mientras le dedicaba una sonrisa a la que el príncipe correspondió sintiéndose feliz. Ambos tomaron asiento en el suelo para seguir observando el cielo un rato más con sus manos enlazadas, de pronto era como si todo el miedo a la muerte hubiera desaparecido. La enfermedad de Chris no empeoró, había temporadas donde parecía que había mejorado por completo pero cuando el rey consideraba era tiempo de volver a hacerlo recaer simplemente bastaba su palabra. En ocasiones Minos lo había salvado sin saberlo en realidad, cuando el platillo de Chris lucía mejor que la comida del príncipe cambiaban de alimentos dejando que el rubio descansara de los vómitos pero causando dolores fuertes en el sensible cuerpo del príncipe. La realeza estaba menos acostumbrada al esfuerzo y enfermedades, sus defensas eran bajas, tal vez por eso la reina había caído más rápido ante la muerte.
Así, entre el azar de un platillo contaminado, pasaron dos años.
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