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25

Lleyxà, jardín real.

Christopher no podía creer que Minos fuese real, entre más lo veía regando las plantas que había dejado la reina menos entendía cómo alguien tan lindo podría estar enamorado de él y había prometido ser siempre el mejor guardia para su pareja. No podría vivir sin él, eso era un hecho, así que debía protegerlo pues la vida de Minos era la suya.

El príncipe se encargaba personalmente de mantener con vida las plantas que su madre tanto cuidaba y que aún en sus últimos días, tanto preguntaba por ellas, para la reina un jardín bien cuidado era el reflejo de un alma. Minos ocasionalmente se cuestionaba dónde estaba su madre, ¿Cómo era el sitio al que había llegado? No lo sabía pero deseaba que fuera tan hermoso como ella y tan tranquilo para que no tuviera problemas. Definitivamente ella sabría qué hacer en esa situación donde aún Minos no podía encontrar una salida, se sentía atrapado entre su hermana y su enamorado, necesitaba un plan donde quedara bien con ambos. Habían pasado dos semanas desde el banquete y aún no sabía qué hacer.

— ¿Por qué estás tan pensativo? —preguntó Chris sentándose en una banca a pocos metros de donde Minos cuidaba las magnolias.

— Sigo ideando un plan.

— ¿Aún? Has estado así desde que regresamos, me preocupa que enfermes de angustia —expresó el mayor con una mueca—. Ya te dije que puedo simplemen-

— No quiero que seas mi amante, Christopher —interrumpió Minos sin quitar la mirada de aquellos pétalos blancos que lo enamoraban—. No mereces menos que un amor libre para expresarse, prefiero cortar mi lengua antes de llamarte amante y vernos de forma clandestina.

Chris abrió su boca queriendo hablar pero desistió sabiendo que sería inútil, había hablado eso con Minos desde el camino así que se limitó a quedarse junto al chico hasta que decidiera ingresar al castillo, después de todo estaba tratando con el príncipe más testarudo de todo su linaje.

— El rey ha estado siendo más permisivo con tus horarios, no digo que me disguste porque puedo verte más, pero me sorprende un poco.

— Tal vez está aflojando la correa en mi cuello porque confía más en mis capacidades, espero que sea eso.

Respondió el castaño y aunque Chris sabía era imposible, no se atrevió a decir nada en contra de sus ideales pues ver la mirada brillosa de ilusión en Minos era tan hermosa como para romper sus fantasías, porque él era consciente de eso, el rey no había tenido consideración ni en el nacimiento de su hijo, ¿Por qué lo tendría ahora que debía ejercer presión luego de que Erszbet se convirtió en reina? Porque aunque los herederos lo aceptaran debía ser claro que los reyes no estaban de acuerdo, "¿Cómo una mujer pudo tomar el trono antes que mi hijo?" se preguntaban y aunque no quisieran admitirlo, es porque veían algo en los príncipes que no los permitía reinar y les enojaba que una princesa estuviese lo suficientemente completa. El rey tenía otras intenciones con aquella agenda más libre de Minos pero no sabía qué podía ser.

— Por cierto —habló el príncipe—, escuché que en la cocina harían galletas, así que personalmente pedí prepararan de coco para ti.

— ¿¡Coco!? Eso es algo muy escaso... ¿Seguro que quieres gastarlo en galletas?

— ¿Por qué no? ¿En qué gastarlo? ¿En esa horrible papilla que hacen cuando lo consiguen? Además, solo a ti se te ocurre enamorarte de las galletas que hacen una vez cada año, esta vez es nuestro coco, le pedí a Lestat que llevase al banquete pero no habían podido prepararlas hasta hoy.

— Eres un, ¡Ah! Ni siquiera vi cuando Lestat te dio coco.

— Quería que fuera una sorpresa así que lo pedí ya preparado, traer cocos enteros no había sido muy discreto.

Minos rió imaginando la escena y Chris sonrió al ver al príncipe feliz, si su amor era feliz entonces todos sus sentidos dejarían de estar a la defensiva solo para ser derretidos por esa sonrisa que lo enamoraba cada día.

❀・°・❀

— No entiendo por qué me pides esto tan de repente, padre.

Minos estaba confundido, el rey lo había mandado a llamar y aunque se le hacía extraña la petición, su sorpresa solo aumentó cuando el rey le dijo que se encargaría de la exportación de material valioso debido a que él estaba muy cansado para ver con detenimiento tanto número y palabras. Chris solo podía fruncir el ceño con discreción, ¿Por qué dejar a Minos a cargo de algo así? Era un trabajo que requería experiencia y el príncipe jamás había manejado cambios, ¿Acaso el rey quería incluir drásticamente a Minos en cosas del reino antes de heredarlo?

— Minos, algún día tendrás que hacerte cargo de esto, necesito asegurarme que lo harás bien.

— ¿Por qué no puedo empezar con algo menor?

— ¿Cuestionas mi decisión?

Minos abrió con sorpresa sus ojos antes de cambiar su expresión a una mueca de tristeza mientras negaba. El rey sentenció su carga diciendo que debía elegir a un ayudante, claro que no se sorprendió cuando dijo que sería Chris pero sí lo hizo cuando el rubio mencionó que él personalmente iría en cada cambio para asegurarse que la mercancía llegara bien. El rey no era ingenuo, nunca salía del reino pero sabía lo que sucedía en él, Christopher no era solo conocido por ser el guardia de Minos, su fama se atribuía al gran manejo con espada que poseía con el cual, había asesinado ya a muchos ladrones o traidores a tan corta edad. Si Lowell iba en cada pedido no podrían efectuar su plan. Tenía que hacer algo para impedirlo.

Ambos chicos se fueron en dirección a la habitación del príncipe, quien permanecía con una mirada decaída que no pasó por alto para Chris, así que en cuanto ingresaron cerró la puerta tras ellos y se cruzó de brazos.

— ¿Qué pasa?

— Quería decirte que nos fuéramos, que ya vería cómo arreglarlo con Erzsbet pero ahora con esto… No puedo evitar sentirlo como una señal para quedarnos aquí y que siga mi vida de heredero.

— Ya te dije que aceptaré lo que desees.

— Creo que será lo mejor para nosotros por ahora.

Chris asintió tomando las manos de Minos entre las suyas para acercarlas a sus labios y así poder besar ambos dorsos con suavidad, dándole al príncipe la seguridad de que sea lo que elija y como decida manejar la situación él estaría siempre a su lado. Sin saber que esa decisión sellaría su destino.
Mientras tanto, en la habitación del rey, el guardia personal del mismo recibía una pequeña botella apenas de la mitad de su mano con un polvo blanco ya a medio frasco en cantidad.

— Quiero que consigas de una persona confiable, muy, muy confiable en el castillo que un día antes de que sea la primer entrega de Minos, ponga una cantidad pequeña en la comida de Christopher. Ofrece un saco con monedas a cambio si lo hace bien, sino, obtendrá su muerte.

— ¿Es esto lo mismo que usó con..?

— ¡Silencio! Las paredes escuchan —habló molesto el rey antes de soltar un suspiro empuñando sus manos, su ceja temblaba de recordar aquello y el nudo en su garganta crecía proporcional a su coraje—. Creí que actuaba a tiempo para evitar que siguiera mal educando a Minos, pero llegué demasiado tarde.

— Como siempre, es un gusto obedecerlo, mi señor.

El guardia hizo una reverencia antes de dejar la habitación en busca de una persona a quien encargar aquella tarea, debía ser alguien que tampoco fuera muy útil pues sabría que en cuanto hiciera su tarea, moriría, "nunca dejes testigos", recordó las palabras del rey y no podía evitar pensar en cuándo sería el día que él, aún siendo su guardia personal, podría morir.

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