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Chan empezó a abrir poco a poco sus ojos cuando el sonido de la alarma interrumpió aquel sueño que era más un recuerdo. Se estiró entre sus cálidas mantas y posteriormente tomó su celular para poder apagar la alarma, la pantalla marcaba las 5:10am, era el primer día de clases y no podía darse el lujo de llegar tarde.
En esa vida era maestro de historia en un colegio cerca de Gangnam, con 25 años podía darse el lujo de decir era bueno en lo que hacía y aunque podría lucir como un hablador, era verdad, Chan había estado en muchos de los momentos históricos desde que tenía memoria, tras la muerte de Minos. Habría de aclarar que ni siquiera él consideraba su reto hacia la muerte rendiría frutos pero ahí estaba, recordando todas y cada una de sus vidas luego de aquel terrible accidente. Aprendió mucho desde entonces, cosas útiles y otras un tanto banales, pero si algo debía rescatar muy importante es que no importaba lo difícil que fuera su vida ni las complicaciones, no debía suicidarse o las cosas terminarían ahí, al menos eso fue lo que le comentó un brujo que al apenas verlo, supo que algo había de diferente en él. Tras contarle todo le dijo que a la muerte no se le debía retar y que si tanto quería recuperar a su amor, debía aguantar todo tipo de cosas, pero que si se daba por vencido recurriera al suicidio pues la muerte lo tomaría como su rendición y ya no reviviría más.
Muchas veces quiso hacerlo, no iba a negarlo, había vivido muchas cosas duras pero sabía que cuando encontrara nuevamente a Minos todo valdría la pena. Para suerte suya, la vida que llevaba ahora era muy tranquila. Creció en una familia amorosa y con buena posición económica, nada le faltó nunca y no es que dijera el dinero es lo más importante del mundo, pero el dinero es lo más importante del mundo. Hacía una enorme diferencia entre vivir y sobrevivir. Se graduó con honores y ahora vive en su propio departamento a no más de veinte minutos de su trabajo, si todas las vidas fueran así estaría más feliz, sin embargo había algo que le seguía faltando y por lo que no podía estar en paz, su príncipe no estaba con él.
Tras ducharse se vistió con una camisa negra, un pantalón de igual color medianamente ajustado, peinó un poco sus castaños cabellos y se colocó encima una sudadera blanca. Puso su café a calentar mientras él terminaba de arreglar su mochila con lo necesario, listas, libretas con apuntes base, el plan de estudios y su horario. Cuando estuvo finalmente listo vertió su café a su termo, comió rápidamente una tostada con mermelada, cepilló sus dientes y salió de su departamento para poder irse caminando hacia el trabajo, tenía auto pero no le veía caso si estaba a un par de minutos de donde vivía y el clima siempre a esa hora era tan fresco que se tomaba su tiempo para disfrutarlo, así, siempre llegaba a las seis y media listo para un nuevo día.
Apenas ingresó al instituto saludó al hombre de seguridad que cuidaba la entrada, llevaba apenas dos años trabajando en ese lugar pero había formado una mejor relación con ese señor que con otros maestros que por su edad lo consideraban solo un novato. Si supieran que él conocía acontecimientos de la historia que no salieron a la luz.
— ¡Cuidado!
Chan se detuvo no por escuchar esa advertencia, sino porque algo cayó frente a él justo a pocos centímetros. Una mochila. Elevó su mirada hasta que coincidió con un chico dos pisos arriba, éste le mencionó que ya habían bajado por ello, así que Chan solo suspiró mientras levantaba la mochila en espera de la persona.
Un chico más bajito de cabello negro corría en dirección hacia él, entonces supo que era el propietario.
— Debes tener más cuidado, pudiste haber causado un accidente.
— ¿A ti qué te importa? —el chico tomó la mochila y se dio la vuelta para irse.
Se mostraba agitado por bajar corriendo, pero Chan solo pudo elevar su ceja izquierda ante la insolencia del menor. Sonrió con cierta burla, los jóvenes de ahora eran cada vez más groseros con sus mayores pero no es algo que pudiera detener, estaban en la edad rebelde y la vida sabía que él había pasado mucho por eso hasta que simplemente aprendió a evitarlo.
Se acomodó su mochila al hombro y subió las escaleras buscando el que sería su salón de la primera clase, pese a ese incidente sentía que todo el día seguía marchando con total tranquilidad.
Perdió la cuenta de cuantos años llevaba de vida pues no llevaba una línea de tiempo exacta, podía morir hoy en 2019 y renacer en 2040, a veces moría apenas nacía por complicaciones o pocos meses después y no era consciente del año, su línea de tiempo era muy inestable.
— Buenos días, soy el maestro Bang, empecemos el ciclo con entusiasmo, yo no vengo a saturarlos de información, al contrario, solo quiero ayudarlos a mejorar su promedio.
Con las palabras que empezaba cada semestre, Chan empezó su clase de las siete con el mismo entusiasmo de cada una. Eran palabras honestas, su idea no era perjudicar a otros, solo quería compartirles un poco de lo que mejor sabe y ayudarlos en esa etapa escolar que era pesada al ser el último año previo a la universidad.
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— ¡Bang! Es un gusto volverte a tener aquí, pensé que cambiarías de plantel.
— ¿Cómo podría dejar a mi amigo aquí sólo con tanto chico en hormonas esperando lanzarse sobre él? —preguntó mientras ingresaba a la dirección donde su compañero estaba parado frente a la mesa de recepción esperando tal vez lo mismo que él.
— ¡Fue solo una vez! Que vergonzosa situación —respondió con angustia al recordar a su alumno que solía hacer insinuaciones sexuales frente a él, para su suerte aquel chico se graduó al fin.
— Venga, Se Rim, no puedes culparlo, eres una cosita adorable —pellizcó con cariño la mejilla del menor.
— Profesor Park, aquí tiene el horario semestral. Sentimos no haberlo enviado por correo esta vez, tuvimos un problema con los datos —la mujer frunció ligeramente el ceño en una mueca, aunque sonrió nuevamente al ver al castaño—. Profesor Bang, he de pensar que viene por lo mismo.
El castaño asintió y la mujer regresó al interior de la oficina del director. Se Rim guardó la hoja en su carpeta y se despidió del chico. La hora de salida era lo más calmado del día, los alumnos salían casi corriendo así que era el tiempo donde los maestros iban a hacer sus trámites. Aún así un alumno acabó entrando y con cara de pocos amigos se paró junto a Chan, quien rápidamente lo reconoció como el chico de la mochila.
— ¿También tuviste problemas?
Preguntó de pronto el de cabellos negros, Chan se señaló él mismo como dudando de que la pregunta fuera para él, el chico puso sus ojos en blanco antes de asentir.
— Es el primer día, ¿Cómo puedes tener problemas? —preguntó el castaño.
— ¿Eres acaso un alumno ejemplar? Desde que nos vimos actúas tan serio.
— Bueno, siempre mantuve un promedio del cual presumir.
— Lo sospechaba, luces muy recto —chasqueó su lengua antes de dejar un papel sobre la recepción—. Tengo un castigo por haberme dormido en clases.
— ¿Acaso no descansas en la noche?
— La clase es aburrida.
Se limitó a decir. La mujer salió nuevamente y le extendió la hoja al mayor.
— Aquí tiene su hoja, profesor Bang. Cualquier otra cosa estamos para ayudarle, nuevamente, sentimos la pena de no haberla podido enviar antes.
El castaño negó con la palma de su mano antes de guardar su hoja. Observó de reojo al chico junto a él notando su expresión de sorpresa, seguro pensó que era un alumno y por eso lo trataba con tanta informalidad. Se despidió de ambos y salió del lugar intentando no reír por la cara que el más joven mantenía, aunque al principio creyó que solo era un chico maleducado ahora solo le daba gracia saber que aún con sus años lucía tan joven que pasaba perfectamente por un alumno. Definitivamente el ciclo había empezado bien.
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