10
Habían pasado dos meses desde que podía pasar sus tardes con Minho entre tutorías grupales, privadas y comidas tras un largo día de estudio. Era gracioso porque llevaba al menos diez vidas y era la primera vez que se sentía tan vivo. Las tardes con calma acompañadas de las anécdotas de Minho se habían vuelto cotidianas, debía aceptar que el chico tenía un gran apetito, pero después de todo Chan tenía dinero y qué mejor que gastarlo haciendo feliz al menor con comida o cualquier gusto que tuviera.
Al principio Minho se mostraba un tanto negativo a aceptar las cosas del maestro pues decía ya hacía mucho por él ayudando a que estudie pero no podía negar que le era de mucha utilidad las libretas, plumas o cosas escolares que Chan le compraba. Tuvo que hablarlo en determinado tiempo con su maestro, no quería lucir como un abusivo pero no tenía más cómo solventar esos gastos tan básicos, su madre no aprobaba que Minho estudiara pues decía era un gasto de tiempo si Lee tendría que irse en algún momento a dedicar su vida a la iglesia, cosa que el menor no quería.
Su madre, una mujer en extremo religiosa creía que la escuela era un gasto innecesario pues la "verdadera escuela era la de Dios", pero tras mucho rogar el chico consiguió seguir sus estudios pero al mismo tiempo, solo alimentaba el ego de su mamá cuando veía sus pobres calificaciones. La condición es que la mujer no iba a darle ni un peso, Minho debía hacerse sólo de sus estudios y lo conseguía con trabajos ocasionales como podar el césped de algún vecino, lavar un auto, hacer unos mandados pero no era algo estable y muchas veces la gente prefería hacer labores que pagar para que alguien lo hiciera así que cuando el maestro Bang vio su gastada libreta de matemáticas no desaprovechó la oferta que éste hizo de comprarle una, aún si sentía en ese momento tanta vergüenza, no podía darse el lujo de rechazar algo que en verdad necesitaba. Claro, no era un abusivo, intentaba comprarse sus cosas o cuando el maestro ofrecía comprarle algo no le pedía las cosas más caras, solo una goma de borrar, un sacapuntas y dos plumas: roja y negra. Bang lo había memorizado muy bien, Minho no le pediría algo caro aunque lo necesitara y fue por eso que una tarde en su reunión diaria acabó entregándole una mochila nueva, la que el menor llevaba estaba muy gastada pero bastante limpia. Aunque lo pulcra que pudiera verse no iba a tapar esos parches que el chico le cosía con telas al azar.
Lo que no esperaba es que Minho se pusiera a llorar en la cafetería.
El menor se abrazó con todas sus fuerzas a la mochila mientras ocultaba en la misma su rostro, sino era por el sollozo apenas audible que escuchó seguro no se daba cuenta que lloraba. El castaño se levantó rápidamente para ir a inclinarse frente a Minho intentando que descubriera su rostro pero éste se negaba.
— Minho, ¿Hice algo que te ofendió? Si fue así no era mi intención, en serio —murmuró Chan intentando no levantar mucho la voz para que la gente que yacía en el lugar no fuera de curiosa.
— No es eso, maestro, para nada... —habló Minho— solo que estoy muy conmovido con todo lo que hace, no es su obligación y está tomando la carga que es de mi madre.
— Minho, esto no es una carga, ¿Entendido? No digas eso —respondió poniéndose de pie dejando su mano derecha en el hombro del chico—. Te ayudo porque sé que tienes genuino interés en subir tus calificaciones y en graduarte. Sé que perdiste tiempo en estudiar por convencer a tu madre y que por eso vas en el grado de Hyunjin, pero descuida. Sé que lograrás mucho.
Finalmente el menor levantó su rostro de ojos llorosos con una sonrisa plasmada en él. Chan aguantó las ganas que tenía de abrazarlo y decirle que debía ser fuerte hasta que pudiera protegerlo otra vez como solía hacer, pero llevaba un gran avance con el chico y no quería arruinarlo.
— La mochila es muy linda, a todo esto...
— ¿Verdad? Dudé con el color al principio pero creo que te queda bien.
— Gracias, maestro Bang, no solo por la mochila sino por todo, no solo las cosas materiales, también por su comprensión, por su amabilidad, por tu tolerancia y confianza que me brinda para hablarle temas que no puedo tratar con otros.
Ambos se dedicaron una sonrisa y continuaron con su horario habitual. Primero repasaban cosas que no entendía, ejercicios vistos en clase y tareas, luego hacían una pausa para comer y para asegurarse de que aprendió, tras la comida Chan le anotaba unos ejercicios a Minho en una libreta que compraron para tutorías. Chan creía que si le daba los ejercicios tras repasar sus tareas seguro los respondía por tenerlo fresco, así que daba una pausa mientras hacían otra cosa para posteriormente volver a preguntarle. Si Minho no respondía significaba que ese ejercicio le daba problemas y debían repasarlo otra vez, si lo respondía significaba que debería preguntarle lo mismo en tres días y también que Minho podría pedir postre.
❀・°・❀
— Fue un postre muy rico.
Mencionó Minho mientras se estiraba apenas salieron del lugar en dirección a su casa, no era fan de lo dulce pero aquella tarta de fresa con galleta había sido deliciosa.
— Te dije que te gustaría, es muy rica.
Respondió Chan y aunque tenía razón en que era rica, lo sabía más que nada porque Minos solía ser fanático de las cosas dulces, muy en contraste a su personalidad como príncipe, que también era diferente a su personalidad como no-príncipe y ambas eran muy diferentes a la personalidad de Minho. Ah, acabaría con un dolor de cabeza a ese paso.
— No vuelvo a dudar de usted.
— No lo hagas, nunca, incluso si son en postres —susurró Chan, quería que Minho lo escuchara pero al mismo tiempo le daba miedo que eso sucediera.
— ¿Minho?
El mencionado detuvo su andar en seco, reconocía esa voz. Bang levantó la mirada en dirección a la voz que llamó al menor y se encontró con otro chico que lucía incluso más joven que Minho. Castaño, bajo, se atrevería a decir que daba ternura hasta que escuchó su nombre.
— Hola, Seungmin...
— Iba hacia tu casa —comentó el mencionado antes de mirar al mayor, generando rápidamente una mueca—. ¿Maestro Bang? ¿Por que está aquí?
— Le doy tut-
— ¡Nos encontramos en el camino! —interrumpió Minho. Chan intentó seguirle el hilo rápidamente.
— Le doy tutorías a un grupo en la tarde, venía por un encargo y nos encontramos así que me ayudó a encontrar el lugar que quería.
— ¿Podemos hablar? —ignorando la explicación del maestro, Seungmin se dirigió hacia Minho.
— Tengo cosas qué hacer... —murmuró el chico.
Bang no sabía qué hacer, era un lado de Minho que nunca vio, tan aterrado de aquel chico que lucía como un cachorrito, uno que patearía sin duda si se atrevía a lastimar al menor.
— Es importante —respondió Seungmin frunciendo ligeramente el ceño—. No tomará más de cinco minutos.
En casos anteriores a Bang se le haría de lo más fácil decir "El príncipe dijo que no", abrirse paso frente al intruso y ser seguido por Minos, simple, si al chico no le gustaba algo no debía decir más, Christopher sabía cómo protegerlo, cuándo y de quién pero ahora no podía solo hacerlo. Minho se mostraba tranquilo, callado, tenía que irse y darle su espacio con su ex novio.
Esas palabras dolían en su pecho, novio, en todos esos años Chan nunca había tenido otra pareja porque solo no podía olvidarse de su amor, cada persona que llegaba tenía un defecto: no era su príncipe. Sabía que Minho no tenía la culpa, no sabía nada, debía vivir su vida.
— Permiso, me retiro —comentó como mejor pudo pues había un nudo en su garganta que molestaba para articular.
Se encogió ligeramente de hombros a modo de despedida antes de avanzar, se sentía avergonzado y triste por alejarse solo así, pero para sorpresa suya, Minho lo siguió. Solo fue capaz de darse cuenta cuando tras cuatro pasos sintió como sujetaban su camisa por la espalda. El girarse se llevó la sorpresa de que el menor estaba ahí, aún luciendo asustado pero con él. Tras darse cuenta que tomó su camisa lo soltó rápido, Seungmin mantenía su mueca de disgusto, al parecer esperaba que Minho simplemente obedeciera.
— Dije que lo llevaría hasta el sitio de su encargo...
Y sin decir más, Lee empezó a caminar. Bang Chan lo observó por unos segundos sin poder creerse que el chico había decidido irse con él, formó una sonrisa amplia en sus labios y giró hasta donde Seungmin.
— Linda tarde.
Y sin más siguió rápidamente a Minho. El más joven solo chasqueo su lengua antes de liberar un suspiro, sino es porque sabía que el maestro Bang era muy recto y naturalmente amable lo habría tomado como una burla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro