xv. NOSTALGIA
Cuando la puerta del auto se cerró sus ojos hicieron lo mismo.
Hacía años que no se encontraba frente a ese jardín, en donde había pasado gran parte de su adolescencia. Era una extensión de hierba corta con tonalidades púrpura y rojas, todo por la gran fascinación de los Do con la botánica y el mantenimiento de los espacios verdes. Para su sorpresa no estaba muy diferente a la última vez que estuvo allí, cosa que simplemente le hizo tener que respirar un par de veces seguidas para dejar de sentirse abrumado.
Una mano se apoyó en su hombro, normalmente eso le haría saltar pero sabía perfectamente quién se encontraba allí y, para sorpresa de nadie, se calmó un poco. Miró a Chanyeol con una pequeña sonrisa que luchó por mantener allí, pero el alto se encontraba serio como si supiera exactamente lo que estaba pasando en su cabeza.
—Podemos irnos. —Chanyeol le dio un apretón—. Solo dilo.
Baekhyun asintió.
—Tengo que... —Se detuvo un momento—. Quiero hacer esto.
Por mí. Por él. La mano de Chanyeol pasó a sus omoplatos, masajeando levemente en entendimiento, finalmente su rostro serio disminuyó un poco, asintiendo de vuelta.
Era increíble que con tan pocas palabras pudieran comunicarse, ambos habían encontrado la manera de entenderse con lo más mínimo y todavía le sorprendía la manera en que Chanyeol parecía conocerlo mucho más de lo que él creía. Tal vez era muy bueno leyendo a la gente o simplemente le prestaba mucha atención. Cuando Baekhyun se ponía ansioso el simple roce de Chanyeol podía bajar la tensión y él otro sabía perfectamente cuando lo estaba, como ahora.
Después de tanto tiempo tratando de decidir, el día llegó. Fue complicado lidiar con sus padres sobre la decisión de tomar la condición de la Sra. Do para terminar con la demanda, en su mayoría sus allegados seguían más en contra que a favor, pero cuando prometió tener cuidado e ir acompañado por Chanyeol —además de no comer ni beber nada—, no tuvieron más opción que aceptarlo. Fue su abogado quien hizo una contraoferta, haciendo que la cena se convirtiera en una reunión corta para lo que tuvieran que hacer, si es que había algo.
Suficiente tiempo para sacar un arma y asesinarte, diría el paranoico Luhan con su ceño fruncido mientras le pasaba por debajo un bisturí de dudosa procedencia en caso de "emergencia". Aun así, la Sra. Do aceptó sin reproche alguno todos los cambios, para sorpresa de todos.
Baekhyun volvió su mirada hacia la casa. Estaba anocheciendo, las luces de la entrada le daban la bienvenida mientras trataba con todas sus fuerzas el mantener su respiración bajo control para prevenir cualquier ataque. Imágenes iban y venían en su cabeza, los recuerdos se acumulaban de manera inconexa con lagunas que probablemente no podrá recordar por la misma defensa de su cerebro, pero lo importante seguía allí presente.
El jardín era tan hermoso que los recuerdos no le hacían justicia, fue ahí cuando se preguntó cómo era que podían vivir allí después de todo. Claro, él muy apenas podía acercarse legalmente a la casa —hasta ese momento—, pero parecía que no había pasado el tiempo.
Salió de su ensimismamiento cuando la puerta principal se abrió, con un clic producto de la puerta que le hizo saltar en su lugar. La mano del otro se aferró a su hombro, pegándose un poco más a su cuerpo para asegurarlo frente a él. La mirada de Chanyeol ya no estaba en Baekhyun, sino en la persona que estaba en la entrada y se dejaba ver en el umbral, pero todavía se las arregló para poder hablarle.
—Respira. —Le susurró al oído, y fue hasta ese momento que supo que no lo estaba haciendo.
Un rostro casi irreconocible lo encaró. Baekhyun trató de seguir la indicación de respirar como prioridad para no desmayarse, pero sus ojos lograron ver a través de los anteojos gruesos y las facciones duras. El Sr. Do se quedó allí, con su usual ropa de vestir con un suéter por encima, su mirada no mostraba alguna expresión en particular, pero tuvo que morderse la mejilla interior al ir reconociendo las facciones de Kyungsoo en él.
Se parecían mucho. La altura, los ojos y el mentón. No había duda de que era su hijo y siempre había esa comparación. El Sr. Do era callado, como Kyungsoo, diligente con su trabajo y alguien muy ocupado, cuanto menos años atrás. Había hablado con él algunas veces, no las suficientes, pero siempre que se encontraba en casa hacía lo básico para saludarlo. Siempre tuvo una chispa de inteligencia y solía ser audaz en sus comentarios, pero ahora lucía diferente.
—Llegaste —El hombre, fuera de todo pronóstico, sonrió. Su mirada se dirigió levemente a Chanyeol, pero luego volvió a él—. Adelante, mi esposa está adentro.
No estaba seguro de qué esperaba, pero no era eso. ¿Gritos? ¿Golpes? Aunque el Sr. Do no se había visto envuelto en la demanda, no parecía estar muy en desacuerdo con su esposa, por lo que podía esperar unas palabras más severas, pero no hubo nada en todos estos años, ni siquiera recuerda haber hablado con él después de que le preguntara qué había pasado. Fue lo último que escuchó de su boca, hasta ahora.
La mirada de Chanyeol pasó de nuevo a él. Fueron milisegundos, pero sabía que le preguntaba si entraría y Baekhyun dio un paso al frente, temeroso, pero sin dejar de moverse.
El camino hacia el comedor fue silencioso. Pudo detectar ciertas modificaciones en el orden de los muebles, pintura nueva y muchas más fotos de las que podía recordar. Miró con cautela cada una de ellas, diferentes etapas de la vida de ambos hijos, tanto de Kyungsoo como de su hermano, desde su nacimiento hasta la adolescencia, en donde su amigo se perdía y solo quedaba el mayor, con su título de la universidad y una familia incompleta. No obstante, pareciera ser que enmarcaron todo lo que había de Kyungsoo, se dio cuenta cuando estaban justo en la esquina para llegar a la sala que sus pasos se detuvieron en seco. El cuerpo de Chanyeol casi tropezó con él, por lo que tuvo que sostenerse de sus hombros, pero ni siquiera eso lo sacó de su sorpresa.
Parpadeó muchas veces hasta que pudo enfocar la vista. Era una foto de ellos, en realidad, de todos sus amigos. La habían tomado un par de semanas antes de la muerte de Kyungsoo, en donde su cara estaba llena de crema para batir con una expresión de casi exasperación acompañada de una mueca que todos sabían que era una sonrisa. Solía molestarse con ellos por muchas cosas, pero habían aprendido que cuando una de sus comisuras subía, no era para tanto. Se vio a sí mismo en la foto, como primer sospechoso del crimen con la mano llena de azúcar. Por supuesto que fue él quien le embarró toda la cara. La imagen era tan caótica que no estaba seguro cómo o quién había sacado su cámara en ese momento.
—Es una buena foto.
Baekhyun miró a su derecha, siguiendo la voz que muchas veces antes le había provocado pesadillas. La Sra. Do estaba allí, tan pulcra como siempre con un vestido formal y elegante, la joyería se extendía por su cuerpo de pies a cabeza. Ella no lo miraba a él, sino a la foto, de una manera que hacía mucho no veía. No solía ser una mujer que expresara demasiado, pero ahora se veía como si estuviera recordando cosas buenas, nostálgicas. Y eso fue justo lo que Baekhyun sintió al ver la foto, junto con la sorpresa de que estuviera su rostro en esa casa.
—Kyungsoo tenía un álbum de fotos —aclaró la mujer, finalmente encarándolo—. Creo que esa era su favorita.
Cuando finalmente sus ojos se encontraron, estaba confundido. La mujer frente a él, la misma que le había gritado cientos de veces que por qué no había sido mejor él quien hubiera muerto y quien lo había golpeado cuantas veces pudo, se veía debilitada, con un intento de sonrisa tímida como si estuviera pensando lo mismo que él.
No solía ser muy analítico o entender demasiado a las personas, pero era como si quisiera decirle tantas cosas y nada al mismo tiempo, sentía su duda mientras que su vista iba y venía entre él, Chanyeol y la fotografía. Cuando hubo casi un minuto en silencio porque no sabía qué decir, la Sra. Do juntó sus manos temblorosas y señaló detrás de ella.
—No te quitaré más tiempo de lo que ya te he quitado, Baekhyun. De verdad no quiero quitarte nada más. ¿Podemos sentarnos en la sala? Hay algunas cosas que quiero decirte.
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—Primero que nada, agradezco que hayas venido. Debió haber sido difícil para ti.
Baekhyun miró por encima de la mujer a Chanyeol, quién decidió quedarse cerca de la división entre la cocina y la sala, para darles su espacio. El Sr. Do había tomado asiento en la cocina, desinteresado.
—Sí. —Fue lo primero que dijo. Su garganta se sentía seca, no había podido pronunciar palabra durante todo ese tiempo en lo que se instalaban en la sala y la Sra. Do le tendía una taza de té. La situación era tan extraña que no sabía cómo actuar, había olvidado por completo la relación que tuvo con ellos años atrás.
La Sra. Do tomó una fuerte bocanada de aire, como si estuviera agarrando valor.
—Yo... —La mujer se detuvo un momento y fue entonces que vio cómo sus labios temblaban—. Estoy realmente arrepentida por todo lo que pasó durante todos estos años, Baekhyun. Lamento haberte hecho pasar por tantas cosas que... No puedo creer que hice todo eso, de verdad. Por el daño a ti, a tus amigos y a tu familia, realmente lo siento. —Su voz se quebró en la última palabra.
¿Qué? Baekhyun volvió a mirar a Chanyeol, sus ojos lo buscaron de inmediato. El chico tenía una ceja alzada y un rostro de sorpresa, pero no tanto como la suya propia al ver a la Sra. Do, esa mujer fuerte y elocuente, romperse frente a él, tratando de no llorar demasiado para seguir hablando. Al darse cuenta de ello, inevitablemente sintió cómo se le formaba un nudo en su propia garganta. Ya sea por empatía, neuronas espejo o porque había estado sensible todas esas semanas, parpadeó para contenerse.
—No hay excusa de lo que he hecho, y estoy dispuesta a las consecuencias. Después de tanto tiempo me di cuenta que todo esto que hacía no ayudaba en nada... ni siquiera tenía sentido, pero no podía detenerme. No podía aceptar... —La mujer sorbió su nariz— que mi hijo... Dios mío, que haya pasado eso.
Se había imaginado mil y un escenario posibles de esa conversación. En su mayoría tenía que ver con compensación económica, sentencia de meses en servicio comunitario e inclusive que tuviera que cumplir una condena moral por muchos años. Pensó todos los posibles castigos que podía recibir por parte de los Do porque se había resignado, decidido ponerse sus pantalones de niño grande y aceptarlos, aunque fuera injustas, para terminar con todo.
Pedir perdón por milésima vez. Aclamar que no tuvo nada que ver. Que no fue su culpa.
Nunca pensó en esta opción en absoluto.
—Dejó una nota.
Los ojos de Baekhyun se engrandecieron. Podía escuchar su corazón acelerarse hasta el punto que latía en sus oídos.
—Lo siento tanto, Baekhyun —continuó la Sra. Do, con lágrimas en sus ojos, tratando de recobrar un poco su respiración—. No puedo... no sabía... Simplemente no podía aceptarlo. No lo entendía hasta ahora que es demasiado tarde y yo sé... sé que no puedo obtener más respuestas de mi hijo, pero realmente quiero que sepas que lo lamento mucho. Por todas las cosas que les hice tanto a ti como a los demás y... —Se tomó un segundo—, porque hayas tenido que ser tú quién lo presenciara. Lamento que Kyungsoo haya tomado esa decisión.
La Sra. Do tomó una carpeta de cuero que estaba sobre la mesa de café, se limpió los ojos con su manga y la abrió. Había una hoja de papel amarillenta, perfectamente doblada al estilo de Kyungsoo. Tenía una manía por doblar las cosas en tres partes simétricas. Pudo ver que las manos de la mujer temblaban en el momento que le tendió el papel hasta el borde en donde estaba sentado.
—Fue premeditado. Él trató de elegir una fecha que no fuera incómoda para cumpleaños o festividades. —La Sra. Do tomó una fuerte respiración que salió quebradiza, pero continuó con todas sus fuerzas—. Sabía que nosotros no estaríamos en casa y que su hermano estaría en la universidad. No quería que alguien... de nosotros lo encontrara y pensó... creyó que tú ibas a poder lidiar con la situación. Esa nota era para nosotros y esta —Separó una hoja sobre otra, dejando ver que en realidad eran dos distintas—, es para ti.
Baekhyun seguía sin palabras. Literalmente no podía salir nada de su boca.
—Lo siento, tuve que leerla... solo quería entenderlo todo, si era posible. No dice mucho... pero es suficiente y aunque todavía no puedo creerlo... —Un par de lágrimas más salieron de sus ojos—. Al menos quiero creer que está descansando. Lo siento, lo siento en verdad mucho, Baekhyun. No sabes lo importante que fueron todos para Kyungsoo, pero en especial tú durante todo el tiempo que estuvo en la escuela. Nunca fue un chico que fuera bueno socialmente, pero ustedes le abrieron la puerta sin condición y ahora sé que lo apoyaron en todo lo que necesitó. Eran... son solo unos niños, nunca tuvieron por qué pasar por esto y fue irresponsable de mi parte haberlos involucrado cuando ya habían tenido suficiente cuando Kyungsoo murió.
Era como si ella también apenas estuviera acostumbrándose a decir esas palabras.
—Había intentado comunicarme directamente con tus padres pero... claramente no fui recibida. La única manera en la que pensé que podía contactarme contigo sin que fuera tan abrumador era a través de los abogados. La demanda ha sido cancelada y estoy dispuesta a compensarte de la manera que necesites tanto a tí como a tus amigos. Quiero que todo esto termine para que podamos estar en paz, además de poder seguir la última voluntad de mi hijo y... —tragó saliva— al menos intentar ser una buena madre hasta el último momento.
No dejó de disculparse.
Una y otra vez, por los problemas, por las culpas, por la situación, por ella y por Kyungsoo.
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—¿La leíste?
Baekhyun ladeó la cabeza viendo cómo su padre cerraba la puerta de su casa con cuidado y se sentaba a un lado de él en el porche. La madrugada estaba entrada, casi rozando el amanecer. Lo único que lo acompañaba en ese tiempo eran las cigarras cantando y el viento chirriante que le hacía esconderse en su sudadera.
Estaba agotado.
—Sí.
Su padre sorbió la nariz, colocó ambas manos en su barriga e hizo un simple asentimiento de cabeza.
Por unos minutos cuando salió de la casa de los Do todavía aturdido, creyó que no iba a poder leerla. Que las infinitas disculpas de la madre de Kyungsoo eran principalmente lo primero que tenía que digerir y aceptar aún si su cuerpo se movió por sí solo, diciéndole que sí, que la perdonaba, que viviera tranquila y sin remordimientos (aunque nadie estuviera de acuerdo con él). Eso ya era sumamente complicado de poder entender, por lo que le seguía, creyó que apenas podía imaginárselo.
El simple hecho de tenerla entre sus manos era lo suficientemente perturbador, así que la remota posibilidad de leer lo último que Kyungsoo pensaba antes de morir le daba tanto miedo porque implicaría una cosa que creyó ya haber superado.
Que era real.
O tal vez, que no había vuelta atrás.
Nunca hubo vuelta atrás.
En su momento había llorado y se había lamentado lo suficiente. Inclusive después de todo el caos que hubo entre las visitas a la estación de policía y el acoso de la Sra. Do, había aceptado la situación y seguido con su vida. Como todos los demás. Como realmente se lo merecía. Esa carta representaba muchas cosas, cosas que no estaba seguro si quería reabrir y replanteárselas de nuevo. Sin embargo, cuando ya había dado más de veinte vueltas en la cama sin poder pegar un ojo y temía despertar a Chanyeol, lo decidió.
Una mierda.
Así que la leyó.
—¿Te sentiste diferente?
Baekhyun parpadeó un par de veces ante la pregunta. No solo la había leído una vez, sino tres veces.
—Un poco. Quería averiguar por qué tuve que ser yo quien estuviera allí.
—¿Encontraste la respuesta?
Negó.
—Supongo que hay cosas que por más que queramos no sabremos la respuesta, pero quiero pensar... que ni siquiera él sabía por qué me eligió a mí.
Baekhyun cerró los ojos un momento, reposando la cabeza en el barandal. Oyó a su padre suspirar.
—Estaba enfermo, Baek. Muy enfermo. Nadie hubiera podido detenerlo, no importa lo que hubieran hecho. Lo sabes, ¿verdad?
Asintió.
"...Me odio más a mi mismo de lo que los amo..."
El sol estaba saliendo.
—Lo sé.
Y era cierto. Es una enfermedad silenciosa que te carcome por dentro, y aunque hubiera habido señales, eran tan imperceptibles e invisibles que hasta verlo en retrospectiva uno podía unir las piezas. El aburrimiento, la falta de interés, el aislamiento y la fatiga.
—Aun así, no hay día en donde no me pregunte qué hubiera podido hacer diferente. —Su rostro enrojeció un poco, pero se sintió seguro cuando su padre le regresó la mirada, en señal que lo escuchaba.
—¿Hay algo que hubieras querido hacer?
Baekhyun pensó durante unos segundos.
—Sí. Un montón.
—¿Puedes hacerlo ahora? —Ante su confusión, su padre continuó—. Tienes unos cuantos amigos más con los que puedes hacer y deshacer muchas cosas. Tal vez ya no sea posible con Kyungsoo, pero eso no quiere decir que vas a darlo todo por perdido cuando hay gente maravillosa ahí afuera. Hay que vivir Baek, en honor a los que ya no están. No quiere decir que olvides todo esto, porque estas cosas jamás se olvidan, pero te dan una perspectiva diferente. Eres un superviviente.
Superviviente. A veces se sentía como uno, ahora que lo pensaba. Eso fue de las cosas que le hizo perdonar a la madre de Kyungsoo, hasta cierto punto, aunque nunca la culpó.
—¿Crees que hice lo correcto? —No supo exactamente por qué preguntó eso, o a que se refería, simplemente salió de su boca. Tal vez era sobre algo particular como ir a casa de los Do, o tal vez sobre algo más general como ser solo él mismo.
Una sensación agridulce se depositó en su pecho. Su padre le dio un par de caricias en la nuca compartiéndole una sonrisa plana aunque algo incómoda. Raramente tenía estos momentos de conversaciones profundas, pero últimamente se habían estado haciendo más presentes.
La mano de su padre no se movió.
—Estoy orgulloso de ti.
Bien.
Eso fue nuevo.
Eso fue...
—¡¿Baekhyun?!
Con un escándalo tremendo, tanto él como su padre dieron un brinco para voltear hacia atrás al escuchar cómo la puerta de la entrada topaba con la pared haciendo temblar toda la casa. Chanyeol apareció por allí con el cabello despeinado, la camisa al revés y una cara de que apenas se había despertado. El más alto miró por todos lados con preocupación hasta que pudo enfocar su mirada en ellos, automáticamente soltando un suspiro de alivio.
—Este chico, en serio... —Su padre chistó, poniéndose de pie, aunque se le notaba una sonrisa divertida—. ¿Quieres despertar a toda la cuadra?
—Lo siento. —No podía creer que la voz de Chanyeol pudiera salir más grave, pero lo hizo. Aunque ya se frecuentaban más y su padre no sabía en sus palabras que ya no eran solo amigos, algo dentro de Baekhyun sabía que ya lo suponía, considerando el hecho de que le pedía no cerrar su puerta cuando se quedaba a dormir. En general se llevaban muy bien, cuanto menos lo toleraba más que a Luhan—. Estaba preocupado.
Y sí, se refería a Baekhyun. Lo miró con unos ojos que podrían ser considerados de cachorro abandonado, si es que eso tenía sentido. El padre de Baekhyun asintió, sin decir mucho más que volvería a la cama y que regaran las plantas y alimentaran al pez si se iban a quedar despiertos, acompañado de un último apretón en su hombro y uno golpe no tan amigable en la espalda de Chanyeol cuando pasó por su lado. Cuando su padre desapareció por la puerta, Chanyeol volvió su mirada a él.
—¿Estás bien?
¿Cuántas veces le había preguntado eso en los últimos meses? Ya no llevaba la cuenta. Lo que sí supo fue que cada día podía contestar con más seguridad y honestidad.
—Sip. —En general extrañamente lo estaba.
Chanyeol analizó su expresión por un tiempo, pero terminó suspirando y aceptando su respuesta.
—Cuando no te vi en la cama pensé que algo había sucedido.
Baekhyun se levantó, quedando frente a él.
—¿Qué pensaste? ¿No tienes frío? —Podía ver su piel erizarse.
—Estoy bien. Solo... —Se detuvo un momento cuando Baekhyun pasó sus brazos alrededor del torso del otro, juntando sus manos por detrás de la espalda. Lo abrazó y Chanyeol soltó otro suspiro al mismo tiempo que lo envolvía de vuelta y colocaba el mentón sobre su cabeza—. Te han pasado muchas cosas Baek, solo quería asegurarme de que estuvieras aquí.
—Lo estoy.
—Sí... lo estás.
Se balancearon en el abrazo. Había averiguado que le gustaba demasiado tenerlo cerca, mucho. De él desprendía una calidez que no sólo se quedaba en lo físico, trascendía a algo más allá. Ese hombre lo estaba convirtiendo en un desastre.
—Leí la carta —soltó Baekhyun, para volver al tema y tratar de disipar sus nublados pensamientos. Pudo sentir el cuerpo de Chanyeol tensarse por un segundo.
—Ya veo.
—Creo que... hasta cierto punto esperaba algo más... dramático, o más bien, pensé que yo me iba a poner más dramático. Pero era lo que era, un intento de explicación y una despedida. No culpó a nadie, solamente pensó que era su única salida. —La mano de Chanyeol hizo círculos en su espalda, masajeándolo. Repentinamente quiso hablar demasiado—. Es triste... pero creo que ayudó un poco a cerrar las cosas. Ya sabes, su madre me dijo que encontró las cartas hacía un par de semanas, al parecer las escondió muy bien, siempre le gustaron los misterios, no puedo creer que haya sido así hasta ese momento. Era muy típico de su parte —sonrió para sí, mientras lo recordaba.
Chanyeol copió la sonrisa, cuadrada como siempre.
—¿Qué más?
—¿Mhm? —Baekhyun colocó su barbilla en el pecho de Chanyeol, ahora mirándolo hacia arriba.
—Háblame de él.
Sinceramente se sorprendió un poco, pero ya era costumbre. Su novio a veces hacía preguntas al azar y la información que le brindaba también lo era. Todavía seguía conociéndolo en todos sus ángulos y cada día le encantaba más. No le hizo esperar. Le contó varias cosas: cómo se conocieron, qué tipo de persona era, qué no le gustaba de él, qué sí le gustaba, sus fantasías, sus miedos y lo que había aprendido de él.
Llegó un momento cuando ya habían hecho una pausa para que Chanyeol se pusiera un suéter, habían regado las plantas, tomado chocolate caliente y le había terminado de contar su historia favorita cuando a Kyungsoo le picó una mantarraya en su último viaje de cierre de ciclo que se detuvo un momento a contemplar al famoso pez de su padre, tan gordo como siempre.
Con su silencio, Chanyeol ladeó la cabeza aún sosteniendo el alimento con su mano izquierda.
Tal vez se habría librado de algunas cosas, pero todavía faltaba algo.
—Tengo que hablar con Sehun.
El alto apretó su sonrisa.
—Está bien.
Tiró un par de cucharadas de alimento a la pecera.
—Pero no tengo idea de qué decirle.
Chanyeol asintió, moviendo su cadera levemente hacia él, chocando con la suya.
—No te apresures, lo averiguarás. Tienes tiempo.
Tal vez era cierto.
Cuanto menos ahora lo tenía.
No tanto tiempo como quisiera, pero sí lo suficiente.
Podría hacer algo diferente.
"...A mis amigos, quienes su cuidado fue lo único que previno que esto pasara antes,
Gracias."
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Un capítulo más + Epílogo. Gracias por leer!
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