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ii. MANGATA




Alguna vez había sido cercano a Jongdae durante la primaria y parte de la secundaria, después de que se cambiara de escuela a mitad de curso se lo volvió a encontrar en la preparatoria, pero ya no era tan amable y sus bromas habían cambiado a ser algo bruscas. Sin embargo, fuera de la aberración que le tiene Luhan, había veces que Baekhyun podía tener una civilizada conversación con el chico cuando no estaba su grupito cerca.

—Puedes creerlo —Recordó precisamente eso, cuando sacaba un par de cuadernos de su locker y escuchó la voz de Jongdae a su lado—. Haciendo este tipo de cosas con nuestra edad.

No estaba seguro si le hablaba a él, pero al ver a nadie cerca pudo intuirlo poco después. Vio alrededor para saber a lo que se refería y entonces reconoció una vez más al chico banditas, con un par de cartulinas y pinceles en mano mientras caminaba fuera del edificio hacia el patio. Poco después volvió, sonriendo hacia ellos para entrar al aula.

—¿Qué cosa?

—Si te gusta alguien, se lo dices y ya. No montas una fiesta, y menos si no sabes lo que te dirá —argumentó Jongdae, sonando más preocupado que de broma—. Se está metiendo en la boca del lobo, será la burla de todos si eso no funciona.

Baekhyun enarcó la cejas ante eso, y más cuando el chico salió de nuevo con un oso gigante y dos globos, directo donde había dejado las demás cosas.

Con un suspiro, Jongdae tomó al chico del brazo cuando volvía a entrar al aula.

—Chanyeol, tienes que parar —le dijo Jongdae al chico alto—. ¿No quieres pensarlo dos veces antes de hacer eso?

Ese tal Chanyeol ladeó la cabeza como si no entendiera su punto y Jongdae casi se estampa contra la pared.

—A ver.

Jongdae tomó a Baekhyun por los hombros, poniéndolo en frente de Chanyeol quien tuvo que alejarse dos pasos por la obligada cercanía.

—Este es Baekhyun, puedes considerarlo como una chica porque le gustan los penes. —Baekhyun rodó los ojos y maldijo, Chanyeol parecía confundido por la aclaración—. Baekhyun, a caso te vendría bien que un chico que con el que apenas hablas te venga con un ramo de rosas, un oso gigante, globos y un par de cartulinas diciendo algo como '¿quieres ser mi novia?' ¿Qué piensas?

Baekhyun no quería meterse mucho en las decisiones y tampoco quería pelear, así que se encogió de hombros.

—Es cursi.

—Ahí lo tienes —Con un empujón algo más agresivo de lo que debería, Jongdae apartó a Baekhyun hacia un lado y Chanyeol le ayudó para que no cayera de lleno al piso, quedándose entonces a un lado de ellos—. Algo va a salir mal. Es muy obvio.

Cuando se aseguró de que Baekhyun no se estampara contra los lockers o el piso, Chanyeol volvió a Jongdae.

—Pero él no es una chica.

Jongdae lo miró con una mueca, como si pensara que estuviera tonto.

—Te lo dije, es maricón. Es lo mismo.

—Recordemos que un maricón es un hijo de puta cobarde —compartió Baekhyun arreglándose el uniforme.

Jongdae sacudió la mano.

—¿Desviado? ¿Ese te gusta? Da igual. —Jongdae volvió a Chanyeol, quien ya había dejado a un lado la sonrisa tonta y lo miraba con las cejas alzadas. Jongdae le dio un pequeño golpe por la espalda a Chanyeol, y le hizo moverse por el pasillo mientras caminaban juntos—. El punto es, que deberías de tener bien en cuenta que nada te asegura que...

Baekhyun los vio irse por el corredor, y no le hervía tanto la sangre. Normalmente sucedía a menudo, pero en esa ocasión pudo mantenerse bajo control y defender algo. Además, sí se sintió como si hubiera sido un dos contra uno, pero esa vez, Baekhyun no era el de perder.

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Con un empujón, Sehun le entregó su bolsa de pan para que le dejara de molestar.

—Trágatelas.

Baekhyun chifló en victoria al tener entre sus manos sus donas favoritas. Desde hace un par de meses el comedor se había quedado aparentemente sin presupuesto, por lo que la compra de productos de calidad era escasa y, cuando ocurría, eran pocos los que tenía la suerte de comprar algo bueno.

Junmyeon le chistó cuando algo de azúcar cayó directo en su pantalón. A parte de ser el rarito de teatro, también odiaba mancharse —cosa extraña, porque era un desorganizado de mierda. Aun así, lo más que se llevó fue un empujón en la cabeza dado por el firme muslo de Junmyeon.

La hora del almuerzo se había extendido una hora completa más, gracias a que la maestra de coreano decidió tomarse unas vacaciones en el hospital y no asistir dejando a todos en ascuas. Lo normal es que les hagan hacer estudio autónomo, pero su jefe de curso sabía que no lo harían para nada, por lo que los dejó ir con la condición de que volvieran con la tarea hecha para la última clase.

—¿Por qué las tarjetas gold son tan caras?

—Tal vez, no sé, ¿porque son gold? —respondió Junmyeon sin mirarlo, pero parecía ya cansado de tener a Baekhyun acostado en sus piernas—. ¿No quieres hacer relevo con Sehun? Ya no siento mi muslo.

—Pero incluso si junto mi mesada de medio año —continuó Baekhyun, aferrándose a Junmyeon—. Es imposible.

Sehun simplemente levantó las cejas hacia un Junmyeon quien imploró su ayuda, pero él no se iba a meter con eso. Baekhyun podría ser medio delgado, pero por algún motivo su cabeza pesaba el doble de lo que debería. Luhan dice que es por tanto que piensa para volverse loco, Sehun menciona que es por su imaginación que vuela y Junmyeon le pide que vaya a ver a un doctor.

Estaban en su lugar de siempre, esa pequeña guarida detrás de la escuela en donde se llevaban a cabo sus partidas ilegales de cartas. Aunque, por hoy, Baekhyun se había puesto un alto y ya no perdería más aunque realmente deseara esa tarjeta que Hoseok le restregó en la cara durante el primer periodo.

Ve con Sehun —gruñó amablemente Junmyeon, dándole un golpe en la frente.

Baekhyun gimió, moviéndose en un lugar pero sin hacerle caso. Pasaron unos cuantos segundos, en la cabeza de Baekhyun se vinieron cosas extremas, posibles fantasías nunca dichas que trataban entre dragones y brujas, tal vez algo en relación con aliens y después un accidente de coche. Se preguntaba, en todos estos mundos alternos, qué sería lo que más le dolería si sucediera. ¿Ser abducido? ¿Quedar prensado en un coche? ¿Devorado por una bruja?

—Baekhyun.

Abriendo los ojos, el nombrado elevó un poco la cabeza para encontrarse con los profundos ojos de su amigo. Junmyeon levantó una ceja.

—¿Estás bien? ¿Te quedaste tieso por el cuello otra vez?

Baekhyun imaginó qué pasaría si realmente tuvo un esguince. O que hubiera pasado si se rompía el cuello de verdad. Qué pasaría si él fuera quien está sintiéndose mal o el que debería.

No lo estoy haciendo.

—¿El qué?

Y de nuevo, como ya era costumbre en los últimos días, Baekhyun hablaba por hablar y respondía por dejar salir algo, cuando en realidad lo único en su cabeza era en dónde había dejado el cinturón negro que le regaló su padre un año atrás. Lo necesitaria para la boda de su prima del próximo mes.

—A propósito, ¿qué está haciendo ese chico de allá? —Ese fue Sehun, hablando entre el silencio.

Tanto Junmyeon como Sehun miraron a un costado, finalmente Baekhyun se levantó con el cabello despeinado y queriendo o sin querer cruzó miradas con Sehun, quien estaba tan normal como siempre, con palomitas en la ropa y algo atorado entre sus dientes. Parpadeando, su cabeza giró en dirección a lo que apuntó, encontrándose con la espalda de un chico quien ya se había quitado el saco y estaba pintando algo.

—¿No les da una vibra de Kyungsoo?

Al sentir cómo fue que Junmyeon mencionó su nombre se le erizó involuntariamente la piel. Con varios parpadeos más, la única respuesta por parte de Baekhyun fue un 'mhn' alargado, puesto que tenía razón, ya que Kyungsoo solía tener esa afición por pintar paredes al azar. Recordaba tener el respaldo de sus libretas llenas de garabatos. Incluso todavía guardaba algunos en su mesa de noche.

—Incluso la última vez, antes de que casi se transfiriera —continuó Junmyeon—. Lo último que hizo fue rayar esa misma pared de atrás hasta que se perdió todo indicio de blanco.

Baekhyun se tronó los dedos y se puso de pie, tomando el paquete vacío de donas que se lo había devorado en un dos por tres.

—Voy a mear —anunció, metiendo en la bolsa que había traído Sehun toda la basura.

—Oh, sí —Junmyeon movió la mano.

—Los baños del piso de abajo están cerrados, tendrás que ir hasta la cafetería —Sehun aventó un envase vacío de yogurt exitosamente en la bolsa que ya estaba a dos metros de él—. De paso traeme unas gomitas. Es tu pago por las donas.

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Baekhyun estaba enfadado, los baños de la cafetería eran su segunda opción más cercana pero todavía tenía que subir dos escaleras, bajar otra más, caminar por el patio, entrar al edificio y subir hasta el último piso, solo por unos malditos baños. Pero no tenía opción, no iba a hacerlo en lo arbustos porque la última vez que lo intentó algunas chicas de primero iban pasando y se llevó un reporte a casa con dos días de suspensión.

Al salir de su lugar, pudo respirar más tranquilo. Y eso mejoró al desechar lo que tenía en la vejiga. Se encontró consigo mismo en el espejo cuando se estaba lavando las manos y casi se asustó al verse con ojeras más pronunciadas de lo normal. Debería de dejar de revisar su celular durante las noches, dormir cuatro horas cuando podría dormir ocho se le estaba notado, aunque no fuera alguien quien tuviera problemas antes, excepto hace más de dos años.

Cuando se secaba las manos, su corazón dio otro brinco al escuchar cómo topó una de las puertas contra la pared y visualizó a su jefe de curso con la barriga a punto de salirsele —pobre botón—, con el usual palo para apuntar detrás de la espalda y con un rostro tan indescifrable como siempre. Era un hombre joven, Baekhyun no calculaba arriba de treinta y cinco y no estaba tan mal, pero esa panza de embarazado era lo que destruia todo a su paso.

Se inclinó ante él, tratando de huir lo antes posible.

—¿Cómo lo llevas?

Baekhyun estuvo a nada de cruzar la puerta con éxito, pero al escuchar esas palabras se detuvo de inmediato. En su cabeza se cruzó el primer pensamiento en relación, pero casi se forzó a sí mismo en rechazarlo, cosa que pudo ser otro intento de éxito, pero de nuevo falló.

—¿Disculpe?

El profesor Kim no lo miró de vuelta, se había echado agua en el cabello y se rascó la barba rasposa que quedaba en su barbilla. Parecía contemplarse a sí mismo en el espejo, hasta que al final se lavó las manos como Dios manda, con jabón para luego enjuagarlas. Durante ese intervalo no dijo nada, hasta parecía que olvidó la existencia de Baekhyun.

—Estoy seguro de que lo sabes —Al principio sonó algo confuso, pero cuando miró de nuevo a Baekhyun asintió—. Por supuesto que lo sabes. Si no te conociera Baekhyun, pensaría que te da igual y todo eso, pero como ya hemos pasado por esto recuerda que estoy de tres a cinco entre semana. Vengo los sábados, solo cuando mi sobrino entrena béisbol.

De pronto, las palmas de Baekhyun dolieron. Estaban rojas, como si estuvieran a punto de explotar. Debería de cortarse las uñas tan pronto llegue a casa, no quería terminar rasguñado como aquella vez que por morderselas tanto su madre le terminó preguntando con quién se había peleado.

—Otra vez. —Baekhyun cerró los ojos cuando sintió el salpicar del agua en su rostro. El profesor Kim no se molestó en secarse las manos.

Sin nada más, el jefe de curso se fue caminando por el pasillo, chiflando tan tranquilo como siempre.

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Las panditas estaban agotadas por lo que no tuvo otra opción más que comprar chocolates, el blanco era el favorito de Sehun y sabía de antemano que era una buena tregua. No era tan egoísta, así que también compró una extrañas golosinas de piña que tanto le gustan a Junmyeon y se encaminó nuevamente hacia su lugar.

Luego, como si de su instinto se tratase, golpeó hacia atrás con la bolsa de compras y escuchó un pequeño jadeo. No estaba sorprendido.

—Ay. Si hubieras tenido un caramelo me rompías la nariz, ¿lo sabías?

—Gran anécdota para una noche de borrachera.

Luhan tenía la manía de asustarlo por detrás y lo odiaba, pero se las había arreglado para sentir su presencia así como lo había hecho con Sehun hace mucho tiempo. Ese chico, por el contrario de Luhan, en vez de asustarse solo llegaba por detrás y te seguía hasta que te dieras cuenta de que estaba ahí. Pasaron ocasiones cuando iba a casa que se aventaba casi media hora caminando sin darse cuenta de la presencia de Sehun, y hasta la fecha sigue siendo algo complicado, pero todas las veces que piensa que puede estar allí, lo está.

Sonriendo, Baekhyun golpeó el hombro de Luhan cuando éste empezó a platicarle el chisme del día, una vez más Zitao y sus problemas con el vocabulario, al parecer ahora insultó a una chica sin querer. Luhan llevaba en su hombro la ropa deportiva porque recién había terminado el descanso —y como Baekhyun todavía tenía su media hora de ocio— Luhan le insistió en que lo acompañara al campo, pero hoy era un día caluroso y no iba a exponerse al grupito de Jongdae, ya tenía mucho por hoy.

Fueron otros tres minutos de insistir, pero Baekhyun logró declinar cuando llegaron a la salida hacia el campo (al menos Luhan lo consiguió arrastrar un poco con él) y terminaron despidiéndose en el primer piso. Baekhyun tomó a Luhan del brazo cuando lo vio entrar a los baños.

—Hey, no sirven.

Luhan puchereó y miró alrededor.

—No hay nada escrito —Luhan se asomó y luego señaló—. Hay un par de chicos adentro.

—Oh. Debieron haber terminado.

Baekhyun terminó por empujar a Luhan dentro de los baños para que dejara de molestarlo, y después de algunas palabrotas y luchas, se separó de él.

Todavía con la sonrisa en el rostro, Baekhyun bajó el escalón que dividía la puerta trasera mientras giraba los dulces por el aire. Casi trotando se instaló una vez más en su lugar, un pequeño cojín en el suelo con otro pegado en la pared para escapar del radiante sol que le hacía sudar, e incluso ver mal. Al llegar, lo único que pudo ver fue la espalda de Junmyeon hacia la persona quien seguía pintando, sus piernas cruzadas y sin una palabra.

Todavía algo ciego por la luz del sol, Baekhyun miró alrededor encontrándose con que solo estaban ellos dos.

—¿Y Sehun?

Baekhyun, con el ceño fruncido, extendió los dulces sobre la pequeña mesa que tenía para sus partidas. Junmyeon no respondió a la primera, por lo que Baekhyun ya algo menos mareado, tomó los dulces que le gustaban a su amigo y se los tendió.

—Aquí. Luego dices que no te aprecio.

Extendiendo la mano, Baekhyun se quedó así durante un rato. Movió la bolsa.

—Son tus dulces favoritos, los asquerosos que saben a piña...

Con ese tercer llamado, Baekhyun dio por entendido que era la vencida y, al mirar más a Junmyeon con la boca cerrada, volvió a su lugar, tirando los dulces hacia la mesa con algo de descuido y abrió los chocolates. Repentinamente quería algo dulce y también estaba consciente de que Sehun no volvería por ese día.

Se metió de lleno dos a la boca, los mordió con fuerza y cuando estuvieron triturados llegaron otros dos que convirtió su boca en una masticadora al punto de dolerle la mandíbula. Terminó viendo un punto fijo justo al contrario de donde Junmyeon sin dejar de comer.

—¿Lo golpeaste? —Exactamente cinco minutos después, cuando los chocolates desaparecieron, Baekhyun habló una vez más—. ¿O golpeaste la madera?

Vio los nudillos de la mano derecha de Junmyeon magullados.

—¿Qué vamos a hacer? —Finalmente dijo algo.

Baekhyun jugó con la basura.

—¿Qué podemos hacer?

—No lo sé, Baekhyun. —Desesperado, Junmyeon se giró hacia él, arrastrándose un poco para mirarlo directamente a los ojos. El rostro del chico estaba rígido como si tratara de contenerse lo más posible—. ¡¿Qué vamos a hacer?! ¡Me lleva la mierda! —dijo con un fuerte golpe en la mesa, terminando de romper una de las patas que ya estaba floja.

Sin nada que llegara a su cabeza, Baekhyun trató con fuerza. Tal vez pensar en el tipo de canción que debería prepararle a su madre para su cumpleaños ese año, todavía no sabía si hacerlo con la guitarra o el piano. Podría ser también en qué le pedirá a su hermano esa navidad, siempre se debe tomar al menos unos cuatro meses de anticipación porque luego resulta que le trae cosas espontáneas y era mucho mejor preparar todo antes de que fuera demasiado tarde.

—¡Puta mierda, Baekhyun!

Llevándose las manos al rostro, lo único que hizo Baekhyun después fue frotarse los ojos repetidas veces. Estaba cansado. Le empezó a doler muy fuerte la cabeza y su estómago se revolvió al punto de querer correr nuevamente hacia los baños. Lo único que escuchaba era a Junmyeon maldecir, golpear, gruñir al punto de hacer volar a los pájaros y espantar a cualquier quien pasara por allí.

Serían, tal vez, otros diez minutos. O tal vez veinte. Recordaba que con Kyungsoo fueron quince, pero era porque su traslado había sido tan de la nada que ni hubo tiempo para pensar.

Podría ser que se extendiera hasta por una hora, pero entonces Baekhyun descubrió que fueron exactamente dos, justo la mitad del turno antes de irse a casa.

El chico que pintaba se había ido, el sol ya no estaba tan caliente, los dedos de Junmyeon estaban tan heridos que hasta podía ver el hueso en uno de ellos y, al final, terminó siendo él quien tuviera a Junmyeon dormido entre sus piernas, tan húmedo que Baekhyun sabía que de regreso a clases tendría que pasar por los baños del primer piso totalmente servibles para secarse un poco el pantalón. Y de regreso a casa, armaría con Junmyeon una excusa entre amigos, para explicar la causa de sus heridas.

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No tuvo suficiente con que le negaran su recuperación del jet-lag, sino que tenía que apoyar como buen amigo en la compra de productos indispensables en casa.

Junmyeon tomó una sopa instantanea y leyó distraídamente las calorías entre otras cosas que no comprendía mientras esperaba a que Sehun decidiera qué tipo de macarrones llevar. Siempre era indeciso y más si se trataba de qué comer.

Un bebé en su carrito pasó por su lado y compartió una extraña mirada con él. Ambos eran personas sacadas de su zona de confort.

—Llevas diez minutos allí —se quejó Junmyeon al dejar la séptima sopa que agarraba para ver—. ¿Por qué es tan complicado elegir entre tornillos y bolitas?

Sehun miró hacia él. Junmyeon pudo detectar la duda insertada en su rostro, acompañado de un par de bolsas debajo de sus ojos. No era del tipo a quien se le marcaban las facetas, incluso no recordaba alguna vez que tuvo alguna imperfección facial. Llevaba puesta una gorra roja y una sudadera del mismo color, cosa que le hacía verse más blanco de lo normal.

—Papá tiene una reunión urgente en Singapour, al parecer un paciente VIP. —Sehun dejó por fin la elección rechazada en el estante y aventó la otra en el carrito.

Con un empujón, Junmyeon movió de nuevo el carrito para poder salir del pasillo de las sopas y dirigirse al de las comidas congeladas. Eran alrededor de las siete de la mañana, apenas y había gente en el mercado considerando que era un jueves. Pensándolo bien, era normal. Las promociones eran los viernes, hoy había una de pescado, pero ni a él ni a Sehun les gustaba el olor que emanaba. Luhan una vez les dijo que leyó que dejaban los mariscos solos hasta por tres días y luego se encargaban de ellos, por eso deberían desconfiar del pescado al dos por uno.

Con un bostezo, Junmyeon se detuvo cuando vio a Sehun ahora sin poder decidir entre papas fritas redondas o en tiritas.

—En dos horas tenemos que estar en el instituto, apúrate.

—No hay prisa. Luhan me dijo que esta semana tiene asesorías con el ginecólogo, no quiero escuchar más cómo es que la vagina se extiende durante labor de parto. Es... fuerte.

—Es lo que hay si quieres tener hijos.

—Voy a estar muerto para ese entonces. ¿Prefieres rizos o líneas?

Junmyeon miró qué tan lleno estaba el carrito. Iban por la mitad, decenas de artículos varios para hacer muchos guisos. Mucho para una sola persona, en una casa enorme sin una madre y con un padre que trabaja turno completo y ahora parece estar fuera del país, cuidando y atendiendo a otras personas en vez de su propio hijo. Algo le apretó en el pecho.

—Rizos. ¿Se lo dijiste hace mucho a Baekhyun?

—¿Por qué? —Sehun colocó las papas y se acercó a la otra puerta—. ¿Pizzas o burritos?

—Pizzas. Porque es extraño. —Junmyeon no veía a Sehun y él no lo veía tampoco—. Hacer las compras en la madrugada, no quieres llegar temprano a la escuela y piensas cocinar en casa cuando fácilmente puedes ir a un restaurante como siempre. Mejor toma las de peperoni, las de jamón se ven rancias. Es como si estuvieras evitando convivir con él.

—Siempre evito convivir con él. ¿Nuggets o palomitas de pollo?

—Palomitas. Se va a enterar. —Junmyeon se mordió los labios—. Ya sabes que él...

—Ya lo sé.

Sorprendido, Junmyeon miró a su amigo con los ojos abiertos pero Sehun ni se inmutó. Eran tan simple como si hablaran del clima, tan común como si dentro de un par de horas en la clase de física se olvidaran de que esa conversación sucedió. Y, por suerte, Junmyeon seguía lo suficientemente dormido como para no pensar en sí mismo por una vez.

Junmyeon tomó con fuerza el mango del carrito, y se miró las heridas. Quedaban ya casi desaparecidas, lo único visible eran pequeños fantasmas de él encontrándose con la pared.

—Todos somos tan diferentes —dijo Junmyeon, mirándose las manos—. Y eso es jodidamente peligros...

Un fuerte golpe lo sacó de su zona —mucho más allá de lo que ya estaba—, su corazón se detuvo un momento y sus ojos titubearon al voltear hacia ese ruido. No había sido simplemente el contenedor de helado cayendo de sus manos, sino que vio a Sehun tirando en el suelo.

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No solo había conseguido una nota reprobatoria en cálculo, sino que estaba a dos puntos de tener que recursar la materia y fue el tercer foco que se encendió en la cabeza de Baekhyun al momento que la Sra. Eun le entregó su nota, con una cara poco interesada.

Tuvo que contenerse, apretando la hoja en sus manos para después dirigirse a su puesto. No tuvo a nadie con quien compartir mínimamente sonrisas compasivas, porque si de por sí los nervios los traía de punta, para cagarla más ninguno de sus amigos estaba cerca, y peor, se quedó con la llama hirviendo esa mañana cuando la llamada de Junmyeon fue lo primero que lo despertó totalmente, justo en su mesa mientras desayunaba.

El primer foco fue su voz tan rígida y calmada. Como si le estuviera diciendo que fue una simple cuestión de cansancio. Que no tenía que preocuparse. Que no debía preocuparse.

El segundo foco, después de cortar la llamada, fue la mirada de sus padres. Ambos se habían quedado callados, porque por más que quisieran dejarle la privacidad a su hijo, éste había cometido el error de poner la llamada en alta voz (porque, era Junmyeon, ¿qué podía salir mal?) y éste, aunque calmado y todo un maldito adulto, tuvo que recalcar lo de Sehun, como tres veces para dejarlo en claro.

De camino a la escuela, después de una plática de asentimientos y negaciones con sus padres, fue finalmente dejado ir. Tomó el autobús, se bajó en la parada principal, caminó un par de cuadras más y ya se encontraba allí.

Luhan no apareció en todo el primer período, ni el segundo. Ahora, en el tercero, no sólo recibía una mala nota, sino que en el descanso de cinco minutos entre clases se topó de frente a Jongdae quien se reía tan alegre con sus secuaces que hasta sintió ganas de vomitar. Pasaría tan invisible como siempre por su lado, pero era como si Jongdae oliera su mal humor y lo detuviera en su camino de ir al baño.

—¿Por qué tan rápido? —cuestionó Jongdae— ¿Emergencia en los pantalones?

Baekhyun decidió ignorarlo, pero entonces éste lo tomó de la muñeca.

—Hey, ¿por qué te vas cuando estamos hablando? —Lo peor de Jongdae, es que nunca sonaba enojado.

El rostro de Baekhyun se sentía algo cálido, extraño considerando la temperatura del día de hoy. Parpadeó dos veces más de lo normal, y la primera mirada la dirigió al chico a un lado de Jongdae. Después, fue hacia el de la izquierda y finalmente volvió a Jongdae quien solo se encargaba de apretarle más el brazo.

—Suéltame —exigió Baekhyun.

—Sólo dime a dónde vas.

—Que te importe una mierda.

Jongdae levantó ambas cejas ante el comentario, e incluso pareció algo molesto, pero lo contuvo con un bufido acompañado de risas.

—Bueno, parece que alguien anda de mal humor.

Jongdae estuvo a punto de decir algo más, y cualquier cosa que hubiera salido pudo ser respondido por un puñetazo sin pensar, pero la voz del amigo extra en la vida de Jongdae salió por detrás, gritando cosas como que todo estaba listo, y que tenían que ayudarlo. Gracias a eso, Jongdae dejó el brazo de Baekhyun libre, despidiéndose de él con un beso al aire tan hipócrita como si Jongdae no supiera que Baekhyun sabía muchas cosas que casi le obligó a ocultar.

Cuando su grupito se fue, Baekhyun le dio una fea mirada al chico gritón quien pareció confundido.

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Baek, no vayas a asustarte, ¿está bien?

Con un paso fuera del aula, justo a la hora del almuerzo, la llamada de su madre lo sacó de irse directo al comedor. Su garganta se secó y algo le volvió a llenar el estómago.

Tú padre está en el hospital. ¡No es nada grave!

El cuarto foco surcó en su cabeza, estallando y prendiéndose tan resplandeciente que su sangre circuló más rápido.

Lo que pasa es que hoy fue por la molestia en su hombro, ya sabes, por jugar softball con sus amigos. Él está completamente bien, pero por su seguro, el hospital le hizo quedarse durante toda la noche para más exámenes. ¡Son unos bárbaros! Tu padre no ha comido en un rato, está de malas.

—Oh —Baekhyun respiró con más tranquilidad al escuchar eso—. ¿Solo le pidieron quedarse así sin más?

Sí, me vine directamente cuando me llamó. Lo primero que me dijo fue que estaba embarazado.

Una pequeña sonrisa salió de la boca de Baekhyun. Su mano libre comenzó a jugar con su corbata mientras seguía escuchando la historia de su madre.

Bueno cariño, por hoy me quedaré con él. No habrá nadie en casa, así que cuídate mucho, hoy hay pronóstico de lluvia. Volveremos por la mañana.

—Mhm —alargó la expresión y luego colgó.

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En el comedor, las cosas estaban mal.

Sabía que ya iba tarde como para alcanzar algo de comida decente, por lo que se pasó por la máquina expendedora para comprar algunas cosas e irse a donde Luhan, quien le mandó un mensaje por fin diciéndole que lo esperaría en su mesa de siempre. Sin embargo, cuando entró con la bolsa en la mano, lo primero que hace por intuición es ver alrededor para encontrarse con la mesa, pero se dio cuenta que alguien más la estaba ocupando.

Y no para comer. Había un montón de cartulinas, globos y todo aquello que había visto los días anteriores, un chico de pie arriba de la silla mientras que otros estaban detrás sosteniendo las cartulinas y una chica desconocida frente a él, sola, y rodeada de compañeros quienes sonreían y se reían como si no pudieran creer lo que estaban viendo.

—¡Byun Baekhyun! —El cuerpo de Baekhyun se fue hacia el frente cuando Luhan lo interceptó—. ¡No lo vas a creer!

Con el dedo, Luhan apuntó hacia donde estaba todo el espectáculo.

—El grupito de Jongdae está con el nuevo, al parecer el pobre preparó todo este evento para declararsele a Minjoo de la clase E. Benditos tus ojos al no estar aquí cuando le cantó una canción, por Dios —Luhan sonaba tan extasiado que hasta se atropellaba con las palabras—. Le dio un ramo de flores, le regaló un maldito anillo y hace unos minutos le preguntó frente a todos si quería salir con él. Minjoo lleva ahí como dos minutos hablando con el tipo, a quien le está cambiando la cara y los amigos de él se alejan. ¡Oh por Dios!

Lo que pudo ver Baekhyun después fue a la chica dando dos pasos hacia atrás, inclinarse como tres veces seguidas hacia el chico pena ajena, quien con una sonrisa algo forzada le decía cosas como que no se preocupara y entonces Minjoo le entregó las flores, dejó el anillo sobre la mesa y se fue completamente roja con sus amigas, quienes a los pocos segundos la sacaron de allí por la puerta.

Al pasar por su lado, Baekhyun pudo escuchar algunos murmullos de las amigas burlándose del tipo e incluso, la misma Minjoo, diciéndole algo como perdedor.

Cuando se fueron, el tipo se bajó de la silla y comenzó a recoger todo. Sus amigos estaban a unos metros de él sin saber qué hacer o decir, y la gente aunque riéndose, se iba dispersando hacia sus lugares para seguir comiendo como si nada hubiera ocurrido, aunque Baekhyun sabía que los chismes se extenderían y que posiblemente sería la burla durante algunas semanas hasta que otro evento grande ocurra.

—Demonios. Hasta se me fue el apetito.

Luhan asintió compartiendo su pensamiento, mientras le hacía sentarse en una mesa pegada a la pared.

—Esto es algo que solo sucede en las películas. Conozco a Minjoo y sé que está enamoradísima de Minho, así que era obvio que rechazaría al millonario, ¡pero no creí que lo fuera a hacer público! —Luhan resopló con una mueca—. No creo que ni yo pueda verle la cara al pobre tipo. ¡Imagina estar en el mismo salón!

—Ah, cierto. —Baekhyun recordó cuando Jongdae se lo puso en frente—. ¿Chanyeol?

—No sé su nombre, supongo que sí. No aprendo los nombres de la gente que no me interesa. —Luhan se metió a la boca la mitad de un sándwich.

Lo único que vio Baekhyun de ellos fueron un par de cajas donde metían las cosas y, después el grupito desaparecía por la puerta trasera.

Luhan comenzó una conversación trivial sobre lo emocionado que estaba por su próxima clase de ese día con el ginecólogo y también le explicó abiertamente a Baekhyun sobre cómo es que la cabeza de un bebé sale de la vagina y se perdió en los pensamientos de pronto. La voz de Luhan se hizo algo ambigua, y sus ojos se dirigieron directamente a su teléfono. No tenía otro mensaje de Junmyeon, su madre tampoco tenía novedades. Y la maestra Eun todavía no calificaba el proyecto que entregó la semana pasada que podría definir su destino de aprobar la materia —porque sabía que en el final le iría como la mierda.

Trataba de pensar sobre alguna otra cosa. Prestarle atención a Luhan no era opción, porque su cerebro lo borró de pronto. A su alrededor, las personas reían y se levantaban, en algún momento la hora del almuerzo había terminado y fue hasta que Luhan lo tomó del hombro, agitándolo, para que despertara.

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Fue algo que empezó de la nada. Sentía que se le iba el aire.

Era la última clase, y su agitación sólo empeoró de pronto. Habían pasado ya quince minutos y la profesora no llegaba. A su lado, estaban sentados dos compañeros suyos que eran parte de su equipo en Sociales, y hablaban amenamente entre ellos a la par que la pierna de Baekhyun se movía de arriba hacia abajo por la desesperación.

—¿Por qué no llega? —soltó de pronto, atrayendo la atención de sus compañeros.

—Es verdad, ya se tardó. Bueno, esa mujer siempre llega tarde.

El dolor es su estómago ya no lo soportaba, por lo que se excusó con los chicos para ir al baño.

A salir del aula, todo se veían como monocromático. Posiblemente producto de que se haya levantado tan rápido, pero era como si estuviera viendo unas líneas extendidas sobre las cosas, como si fuera todo parte de un reality y se viera a sí mismo caminar con la respiración algo agitada por el pasillo, con la intención de echarse al suelo en cualquier momento y dormir.

¿Por qué nadie decía nada?

Se escondió en uno de los baños, encerrándose. Bajó la tapa y se sentó, metiendo la cabeza entre sus piernas para cerrar los ojos, con la intención de que se le pasara el mareo. ¿Comió algo mal? No estaba seguro, pero se sentía como si la desesperación fuera creciendo de nivel en él, y ya no fuera suficiente decirse a sí mismo que estaba bien y que todo pasaría.

Luego, el indiscutible nudo en la garganta le apretó tan fuerte que fue incapaz de soltar sonido alguno.

Estás bien. Se dijo, apretándose las rodillas con las manos. Estás completamente bien. Estás sano, eres joven, tienes una vida perfecta. Tienes buenos amigos, tus padres te quieren y te aceptan, eres bueno el muchas cosas. Estás bien. Así que.

—Así que...

—¿Disculpa? —Le tocaron la puerta—. Llevas allí más de diez minutos.

Su cuerpo temblaba, pero por lo menos logró calmarse un poco. Respiró dos veces, parpadeó otras dos para espantar la humedad y bajó la cadena.

Al salir, ni siquiera vio a la persona esperando su turno para el baño, se dirigió directo al lavabo para echarse agua en la cara y salir una vez más directo a su salón.

Estás bien. Hablaba consigo mismo, ya algo enojado. Estás jodidamente bien, ¿por qué te comportas así?

Y para colmo, la maestra no había llegado.

—Faltan veinte minutos, no creo que llegue —comentó uno de su equipo, quien alistaba sus cosas para irse. Lo hizo mientras miraba a Baekhyun, quien volvió a su movimiento intenso de pierna y ahora atacaba a sus uñas—. ¿Baekhyun? ¿Ocurre algo?

Negó con la cabeza, sentía que si hablaba explotaría.

Aunque los compañeros se miraron entre sí, no eran lo suficientemente cercanos como para indagar más, por lo que se mantuvieron ocupados en su teléfono hasta que la campana sonara.

Y al sonar, el primero en salir de allí fue Baekhyun. Sus pasos eran firmes, no caminaba más bien corría y tuvo buena suerte de que el autobús estuviera en la parada porque saltó arriba de él en el preciso momento. Pagó, consiguió el asiento con una ventana abierta y esperó.

Mientras más esperaba, más sentía que se estaba volviendo loco. Imágenes irracionales llegaban a su cabeza, estaba casi seguro que el mundo se le vendrían encima en cualquier momento, y hasta la imagen más preciada allí —la cual era una bebé riéndose cuando su madre le hacía caras— parecía ser la sensación más horrible, como si de una calamidad se tratase.

Okay. —Las manos de Baekhyun temblaron al agarrarse del tubo para sostenerse un poco. Estaba perdiendo el control—. Falta poco. Llega a casa. Llega a casa.

Para abrir la puerta, tardó tres intentos dado a que las llaves se caían de sus manos. Fue hasta el tercero que hizo click, y con poca fuerza que pudo aventó la puerta y cayó en el recibidor. Con el corazón a punto de estallar, Baekhyun estaba por dar el grito final pero entonces, su teléfono sonó.

Como pudo, logró ver la pantalla y se asustó cuando vio la imagen de su madre, pidiéndole una videollamada. Cayéndose, trató de sostenerse en pie hasta prender las luces y subir a su habitación. Se vio en su espejo y se arregló el cabello para no verse tan raro y atendió la videollamada antes de que les pareciera extraño.

¡Hola, Baekhyun!

Su madre saludó sonriente, mostrando su rostro mientras que al fondo movía el celular para que su padre saliera. Baekhyun tuvo que apretar los dientes al verlo con la ropa de hospital.

—Hola.

¿Qué tal fue la escuela cariño? ¿Alguna novedad?

—No, todo bien.

Su madre le sonrió, pareciendo algo confusa sobre qué más decir, pero luego el padre de Baekhyun le pidió que acercara la cámara.

Hola hijo, lamento esto, fue tan repentino. No te preocupes, mañana estaré de vuelta. La buena noticia es que ya no tendré que pagar por los análisis anuales que me hacía, me salió gratis.

—Como quiera te salió barato porque el padre de Sehun lo hacía.

Tienes razón, pero esto es gratis —Sus padres se rieron juntos. Baekhyun sonrió como pudo, sus manos sudaban—. Bueno, te dejo descansar. No olvides alimentarte y alimenta a los peces por mí.

¡Dejé algo de comida en el refrigerador! ¡Solo tienes que calentarla! —interrumpió su madre—. Nos vemos mañana.

—Sí, adiós.

Su madre le mandó algunos besito, y la conexión fue cancelada un segundo después. El terrible silencio que lo venía acechando le llegó por todos lados.

Y lo hizo. Lo soltó.

Pero entonces, nada salió.

Mirando al suelo se dijo a sí mismo que llorara. Porque, después de todo el camino de nervios que se llevó, era la necesidad que creyó tener, incluso al hablar con sus padres creía que en cualquier momento se soltaría a llorar como nunca. Pero no hubo nada saliendo.

Sollozó un par de veces, cualquiera quien lo viera diría que lloraba con el alma, pero por más que lo intentaba nada salió de su cuerpo. Sus facciones se retorcían, se pellizcaba la ropa y la garganta le picaba, mientras que la calidez no le dejaba hablar, pero tampoco llorar. Es como si lo tuviera atorado, como si lo ahogara el sentimiento pero no salió de allí.

La sensación de acidez que llenaba su garganta es tan pura que puede sentir el sabor del amargo camino a recorrer. Es feliz, es lo que repite una y otra vez tratando de convencerse a mí mismo de que estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. No debería preocuparse tanto y es que realmente no lo hacía: al mirarse al espejo sentía ese vacío que recorre el aire a su alrededor y piensa que ya fue suficiente.

Podría hacerse llorar pero no son más que lágrimas forzosas que dejaría salir para hacerse creer que estará bien después. Y lo estará. De todas maneras no hay otra forma de redimir esos pensamientos que se vuelven borrosos al estar detrás de ese intento de persona frente sus ojos. Esto ni siquiera es un mensaje triste o depresivo, Baekhyun no era la clase de persona quien se victimizaba, porque no tenía ni idea lo que le estaba ocurriendo y era lo que más le enojaba.

Quitándose el uniforme, se puso una sudadera cualquiera que encontró en su closet, destapó las sábanas y se escondió debajo de ellas, esperando que la sensación de antes desapareciera por completo.

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