Capítulo 5
Capítulo V
Kazuto se encuentra mirando como el cielo va tomando un color grisáceo para segundos después oír un par de truenos a lo lejos comenzando de esta manera ver la lluvia caer, entonces el sonido de la puerta abrirse provoca que este mire en esa dirección, Eugeo acaba de llegar al salón.
— ¿En dónde estabas? —preguntó el maestro dejando de escribir sobre la pizarra.
— En la enfermería — respondió desde la puerta mirándolo un poco decaído ocultando sus manos atrás de su espalda — El comprobante — le mostró una nota.
— Ve a sentarte — dijo el maestro serio volviendo a su clase.
La vista de Kazuto se encontraba al frente, supuestamente atendiendo la explicación del maestro, pero el lento caminar de Eugeo frente a él era lo único que contemplaba, el rubio se acomodó algunos mechones que caían sobre su rostro.
—Kirigaya —lo llamó el maestro obteniendo nuevamente la atención de su alumno — Anota los nombres de los que estén hablando — dejó de escribir en el pizarrón observándolo serio — Si necesitas algo, ve a la sala de profesores.
—Si señor — Kazuto se levantó de su asiento e hizo una pequeña reverencia — Yo me encargo — su maestro lo miró de reojo cuando salió de la puerta.
Cuando estén cerró la puerta Kazuto enderezó nuevamente su postura y se comenzaron a escuchar murmullos en el salón.
—El profesor es muy estricto con el presidente.
—Sí, verdad
Kazuto ignoró completamente lo que decían y tomó asiento más relajado, segundos después tomo su cuaderno y antes de escribir algo, recordó su rubio compañero
— ¿Estará bien? – se preguntaba mas no se animaba a preguntarle eso personalmente.
No aguanto la curiosidad por ver su estado, por lo que terminó girando rostro en dirección a la venta, siendo más específicos, hacia el asiento en donde se encontraba sentado Eugeo.
Este se encontraba distraído jugando con su teléfono celular y con sus audífonos puestos, el color de su piel había vuelto a la normalidad.
— ¿Crees que hoy podamos salir más temprano? — susurran en el fondo.
Kazuto se había perdido profundamente cuando recordó lo que sucedió hace apenas un par de horas atrás, sobre todo la expresión en rostro de Eugeo cuando este había quitado su mano de su boca al haberse calmado.
—Lo siento.
Sobre todo aquellos ojos verdes aguados que lo miraban fijamente muy con mucha vergüenza, combinado con el color de sus mejillas rojas y sus labios entre abiertos, mostrando lo cansado que se encontraba, era algo que simplemente no podía olvidar, porque al verlo así, algo en él había despertado.
Se encontraba perdido en sus recuerdos y el sonido de los truenos en sus oídos sonaba bajito hasta que un fuerte trueno sonó e hizo retumbar las ventanas despertándolo de aquel pequeño trance del cual fue preso.
— ¡Mierda! — gritaron todos en el interior, mientras observaban asustados las ventanas temblar.
Kazuto asustado dirigió de manera inconsciente su mirada hacia Eugeo, encontrándose una escena diferente a la que había imaginado, como las gotas de lluvia caían por los vidrios de las ventanas con un gesto tan calmo a comparación de todos los presentes, gesto que lo dejó anonadado.
¿Acaso no había oído tremendo estruendo? Se preguntó.
Cuando Eugeo se quitó uno de sus auriculares para escuchar mejor el sonido que producía la lluvia al caer, entonces Kazuto se percató del gran alboroto que había en el aula.
— Silencio — pidió, sin embargo no le tomaron atención — ¡Que se callen! — Gritó retomando el control.
Kazuto Se preguntaba volviendo a sentarse de manera correcta, se rasco su frente nervioso mirando a su mesa,
Eugeo como si estuviera en un lugar completamente diferente se encontraba observando totalmente embelesado el cielo grisáceo y escuchando con atención el sonido de los truenos.
Tal vez le gustaba como los truenos resonaban o tal vez este clima era su favorito, eran pensamientos que rondaban den la mente del azabache, pero él no lo sabía, de hecho era muy poco lo que sabía sobre Eugeo.
La mirada del azabache se centró fijamente aquellos labios que se hallaban entre abiertos y en aquel rostro que daba la apariencia de ver a un mismísimo ángel, su piel clara y lisa, sus cabellos dorados como el sol, sus ojos verdes esmeralda que literalmente eran la puerta hacia su alma, acompañado aquel gesto que mostraba tranquilidad fueron suficientes para dejarlo hipnotizado.
Kazuto mientras observaba cada detalle de su rostro, analizando cada gesto y mínimo movimiento que este realizaba, al darse cuenta que lo estuvo observando directamente por demasiado tiempo sus mejillas tomaron un color rojo, ¿Se habrían dado cuenta?.
Hecho que Kazuto no pudo ignorar ya que en ese instante se dio cuenta que lo estuvo observando directamente por varios segundos y giró su cabeza hacia el frente mientras se rascaba la nuca, apoyó su cabeza sobre el pupitre, pero luego volvió a enderezar su postura, cubrió su cara con sus manos puso sus dedos sobre sus ojos tratando de tranquilizarse e ignorarlo, sin embargo no pudo resistirse y los abrió con disimulo para poder observarlo por un poco más de tiempo.
*****Presente******
Kazuto lo continuaba embistiendo con rapidez tenía ambas manos sobre sus caderas observándolo cuando este comenzó a toser, aunque Eugeo trataba de controlar su tos cubriendo su boca. El azabache se recostó levemente sobre su espalda sin dejar de penetrarlo sintiendo la húmeda y sedosa piel, deslizó sus brazos por debajo de su pecho ascendiendo con cuidado, al llegar a su cuello con su mano derecha le tapó la boca y el rubio no dio resistencia alguna, sus ojos entre cerrados su ceño fruncido por gran placer que lo envolvía tras cada embestida que recibía.
Medida que volvió a funcionar, pero Kazuto ya estaba llegando a su límite, por lo que en un par de estocadas más terminó por venirse en él. Cuando volvía a recuperar el aliento levantó el rostro de Eugeo y lo besó dulcemente sobre sus labios, al separarse durante unos instantes sus ojos se toparon con aquellos ojos verdes llorosos, le acarició la mejilla y volvió a apoderarse de aquellos labio y a Eugeo se le escaparon un par de lágrimas mientras continuaban aquel beso.
Al amanecer.
El cotidiano ruido de la ciudad de Tokio se hacía presente nuevamente despertando a Kazuto, el cual extendió su brazo hacia el otro lado de su cama con los ojos cerrados aun adormilado.
— Eugeo... — lo llamó cuando no sintió nada, se sentó con rapidez sobre la cama quitando la delgada sábana que cubría su cuerpo completamente desnudo, percatándose que el rubio no se encontraba a su lado.
Lo buscó con la vista por la habitación, sin embargo este no se encontraba allí, ya que Eugeo en ese momento estaba ingresando a la estación de trenes con un semblante muy decaído, su cabeza gacha mirando el suelo, con sus manos sobre sus bolsillos sintiendo la fría brisa matinal chocar sobre mejillas entumeciéndolas levemente.
Capítulo 5 de 6.
Los quiere
Miss Lemons
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