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Capítulo 3

Capítulo III

Kazuto al llegar a su destino, abrió la puerta de la enfermería con rapidez buscando ayuda para su compañero.

— Parece ser que no está la enfermera — le dijo Kazuto un poco preocupado al ver que en el interior no había nadie.

Sin embargo la tos de Eugeo solo empeoraba, al punto de no poder respirar, este se apoyó en la pared de la enfermería apretando con fuerza su pecho, su rostro estaba muy rojo y sus ojos llorosos.

— ¡Eugeo!— lo miró asustado al ver como este ya no podía controlar su respiración y se iba agitando cada vez más — ¿Qué te sucede? — Le preguntó al ver como este comenzó a temblar — ¡Hey! — El rubio cayó de rodillas contra el suelo — ¡Eugeo! — Gritó asustado al verlo, se arrodilló rápidamente sin saber que hacer — ¿Estas bien?

Este asintió con la cabeza con lentitud sin poder parar de toser, su mirada solo provocaba que Kazuto se sienta impotente, Eugeo en un inútil esfuerzo de tranquilizarse, con su mano formó un puño contra el piso, pero al no poder inhalar aire comenzó a desesperarse, se podía evidenciar en su rostro su gran trabajo por controlar su respiración.

— Intentemos algo, Eugeo.

Kazuto lo tomo por su espalda y lo ayudó a sentarse sobre el piso, Eugeo apoyó su espalda contra la pared. 

El azabache sin previo aviso colocó su palma izquierda contra la boca de su compañero, este lo miró sorprendido e intentó alejarlo, aunque al ver que su maniobra estaba funcionando dejó de resistirse.

—He escuchado que las personas logran superar estas crisis de hiperventilación, cuando contienen la respiración — comentó tratando de ocultar su nerviosismo — Intenta hacerlo hasta que te sientas mejor ¿Sí? —Lo miró directamente a los ojos — La enfermera no debe tardar en regresar.

Eugeo solo pudo asentir con la cabeza mientras lo observaba a los ojos mas calmado.


***** En el presente*****


— Eugeo ¿Estás bien? — Le preguntó Kazuto dejándolo de besar, al ver como este no dejaba de jadear — Estás sudando mucho — lo tomó gentilmente por su cuello uniendo sus frentes — Vamos...

Se podía escuchar claramente el sonido de las bocinas retumbar sobre la habitación en la cual ambos se encontraban, sin embargo eso le importó menos a Kazuto, ya que su atención se dirigía completamente a oír los pequeños gemidos que salían de la boca de Eugeo.

Este tenía los pantalones por el piso y el azabache se aseguraba que así continuarán, ya que pisaba aquella prenda con su pie derecho mientras acariciaba con mucho cuidado aquella cosa que sobresalía notoriamente de la entrepierna del rubio. 

Kazuto al ver las muecas que formaba su compañero ante su tacto provocaron que en su rostro se forme una sonrisa ladina ante la satisfacción de lograr tal hazaña, disfrutaba mucho ver aquel lado vulnerable y tranquilo en el rubio.

— Eugeo es tan afortunado – susurró contra el oído derecho de Eugeo causando que éste abra sus ojos llorosos.

Y en menos de un segundo él recordó algunas cosas que habían sucedido hace tan solo unos cuantos años atrás...

— Eugeo es tan afortunado — dijo Kazuto moviendo su camiseta cerca de la ventana.

— Claro, me gustaría tener una enfermedad también en mi pulmón.

—Por esa enfermedad en tu pulmón ¿No te haces todas las pruebas en educación física?

Eugeo tratando de ignorar el gran placer que sentía, extendió al máximo ambos brazos alejándolo.

— Lo siento — respondió con su mirada al suelo mientras calmaba su respiración — No puedo hacerlo.

Kazuto con su cabeza levemente inclinada hacia la derecha lo miró fijamente decidido a confrontarlo y no dejarlo escapar.

— ¿Por qué? —Preguntó — Yo sé que te gusto.


Capítulo 4 de 6.

Miss Lemons

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