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Esto está mal.

Advertencia (?): Contenido +18, violaciones, lenguaje vulgar. (?)

Advertidos están. ;)

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Narra la psiquiatra.

Aburrida sentada frente a mis escritorio, anotaba los datos de un nuevo paciente que ingresaba hoy, el último del día. Adoraba mi trabajo, eso era lo que me impulsaba a mantenerme de pie.

Bostecé y estiré mi cuerpo antes de escuchar la puerta de mi consultorio abrirse. Ya era la hora de iniciar una nueva cita, así que levanté la vista para conocer a mi nuevo paciente; se trataba de un joven de tez blanca, ojos verdes, cabello del mismo tono, vestido con un pantalón blanco y un delgado suéter gris, tal como me lo habían descrito. Le pedí que se tomara asiento, lo hizo mostrando una expresión fría mirándome con ira, era un poco incómodo. Un silencio profundo se apoderó del lugar, decidí romperlo:

–¿Cuál es tu nombre, muchacho? –Crucé mis piernas y abrí mi cuaderno.

–Mi nombre es Shun –Trató de sonreír–, mucho gusto.

–Encantada de conocerte, Shun. Mi nombre es Camila –Suspiré, emocionada– Como sabes, soy médico psiquiatra y psicoterapeuta. Me encargaré de atenderte hoy, ¿está bien?

–Como sea... –exhaló molesto.

–Bien, ¿Sabes por qué te trajeron aquí?

–En realidad lo sé, pero no espero que esto resuelva algo –respondió fríamente.

–Comprendo... –Quise iniciar sin preguntar directamente mi objetivo– Cuéntame un poco sobre ti, ¿Qué edad tienes o qué te gusta? Ya sabes, cosas así.

–Me llamo Shun, tengo 28 años, me gusta leer y dibujar.

–Que coincidencia, a mi también me gusta hacer eso –sonreí.

–Acabemos rápido con esto. –Me miró fijo– Dime de una maldita vez qué es lo que debo responderte.

–Yo... –Musité con sorpresa, la persona que lo trajo me dijo que él era un chico muy dulce.

–¿Y bien?

–Bueno –Decidí a usar el mismo tono de voz y manera de hablar, fui directo al grano–, según lo que tengo aquí... dice que tienes Hipertimesia, ¿es cierto?

–Por desgracia, si –Cruzó los brazos suspirando amargamente, y se echó para atrás.

–Una afección que te permite recordar todo como si de una memoria tecnológica se tratara. Es algo bastante inusual... y perfecto.

–¿Qué dices? –Levantó una ceja– ¿A qué te refieres con eso?

–Sé que la consulta debería durar usualmente una hora, pero hablé con la persona que te trajo aquí para hacer un trato y que me permitiera quedarme contigo hasta tarde –Sonreí nuevamente–. Puedes contarme todo lo que desees, eres mi último paciente de hoy, así que no me importaría ocupar el resto de mi tarde y toda la noche para escucharte atentamente... 

–¿Por qué razón debería confiarte mi vida?

–Hm... no te lo diré ahora –suspiré–, lo haré al final de la sesión. Además, estoy bastante intrigada con tu caso.

–¿Crees que te contaré mi vida con tal de escuchar una estúpida razón? –rio con sorna– Está bien, pero lo haré porque la persona que amo me ha traído aquí y porque... te daré el gusto de tratarme si tanta es tu curiosidad, también porque me estoy aburriendo. 

–Bueno, te escucho –intenté ocultar mi emoción.

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Narra Shun.

Mis padres habían muerto en un accidente cuando yo tenía 8 años de edad, la única familia que me quedó en ese entonces fue mi hermano mayor, Ikki, quien tenía 12 años. Él decidió  abandonar la escuela y trabajar para pagar mis estudios.

Era bastante pequeño y la verdad es que no sé cómo consiguió mantenernos a ambos a tan corta edad, y en un país donde tener a un niño trabajando es mal visto. Vivimos tranquilamente durante cuatro años, eso puedo asegurarlo, pero no quiero contar mi vida en ese tiempo, es aburrido y me da pereza narrarlo porque gracias a que puedo recordar todo tardaría siglos contando eso. Así que comenzaré a partir de los 12, donde toda mi vida cambió. Ikki había estado comportándose de una manera muy extraña semanas antes del primer incidente, pero el día que considero el verdadero inicio, fue un 20 de octubre.

Aquella vez acababa de regresar de la escuela, llegué al departamento en el que vivíamos a las 2:45 de la tarde, entré y mi hermano estaba sentado en el sillón, supuse que estaba trabajando porque tenía papeles en la mesa, así que me pasé sin saludar hasta mi habitación para cambiarme.

Al terminar de quitarme el uniforme, abrí la puerta de mi cuarto encontrándome a mi hermano parado en el umbral, con los brazos cruzados, el ceño fruncido. Sentí un escalofrío, me miraba de forma extraña y yo seguía sin saber lo que pasaba o qué había hecho. 

Ikki me cargó llevándome nuevamente dentro de mi recámara, me lanzó a la cama con brusquedad, se montó sobre mi y tomó mis manos para colocarlas sobre mi cabeza; con la respiración agitada, simplemente lo escuchaba bufar sin motivo. Fue la primera vez que tuve miedo de él . Los ojos de Ikki estaban perdidos, nunca antes lo había visto así. 

Arrancó la camisa de mi pijama, soltó mis manos para colocar las suyas a los costados de mi cabeza, el terror y confusión me obligaron a ceder, ni siquiera salía un quejido de mi boca. En un momento de lucidez traté de alejarlo y se detuvo de golpe.

Simplemente me miró a los ojos fijamente, por un momento, y lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Se abrazó a mi diciendo "perdóname Shun", entonces comenzó a llorar más fuerte. Antes de darme cuenta, la puerta de mi habitación se cerró creando un estruendoso ruido de azote, luego la entrada se escuchó a lo lejos. Mi hermano se había ido.

Temblando, me levanté dificultosamente de mi cama para tirar a la basura la pijama rota y me puse otra. Pasaron las horas e Ikki no volvía. ¿Puede alguien ser tan estúpido y leal como para esperar a alguien que intentó hacerte no sé qué momentos antes? Si, yo lo era. Me preocupé más por lo que le pasara a él que por lo que había hecho, pero no me importaba. Yo quería ver a mi hermano vivo y sano, que volviera para disculparme por la razón que estaba enfadado. Creo que en verdad era un idiota. 

Me quedé dormido en el sillón esperándolo, pero no llegó.

Pasé la noche en la sala, a la mañana siguiente desperté agitado y revisé el reloj, me di cuenta que era la hora de ir a la escuela, de hecho ya era tarde. No tiempo ni de bañarme, solo me puse mi uniforme y salí corriendo camino al colegio, llegué apenas.

Miyamoto Hyoga estaba esperándome en la entrada, él era un compañero rubio de ojos azules que había conocido el primer día nos convertimos en amigos desde entonces. Él era de madre rusa y padre japonés, así que pasó la mitad de sus estudios en Rusia y la otra mitad en Japón.

–Llegas tarde –sonrió–, ¿A qué se debe?

–Me quedé dormido –respondí mientras intentaba recobrar el aliento.

–¿El hermoso y puntual Shun se ha quedado dormido? –dijo en un tono aterciopelado, fingiendo sorpresa. Levantó una ceja.

–No me digas hermoso, además... la alarma no sonó.

–Je, eso está raro –Cruzó los brazos–. Oye, ¿Hiciste la tarea?

–¿Había tarea? –Miré a Hyoga, asustado.

–Si.

–No lo recuerdo... –Me puse la mano en la barbilla, intentando recordar si había olvidado hacer mis deberes por el suceso del día anterior.

–Me encantas.

–¿Qué?

–Me encanta la expresión de preocupación en tu rostro –Se rio.

–¿Era mentira? –Fruncí el ceño.

–Esto... ¿Si?

–Hyoga, sabes que no me gustan esas bromas –sonreí, dándole un golpecillo en el hombro–, pero bueno, ya vámonos a clases.

–Si, claro. Em... ¿Puedo preguntarte algo?

–Por supuesto –Nos detuvimos.

–Tal vez... suene raro pero... ¿Por qué tu hermano te vigila todo el tiempo?

–¿Cómo dices?

–Bueno pues... –Aclaró la garganta– Ikki siempre está frente a la escuela mirándote fijamente, o manda guardias a vigilarte...

–Eso... mi hermano no podría hacer algo así... –susurré con confusión– él trabaja todo el día... y no contamos con el dinero suficiente como para pagar... guardias...

–Deberías prestar más atención a tu hermanito, comienza a darme miedo –dijo en tono burlón.

–Je je, pero qué cosas dices, Hyoga, ya vámonos, que en serio ya es tarde.

En realidad, lo que me dijo ya lo había notado. Puede que esperar a mia agresor era realmente estúpido, pero no lo era del todo. Miraba a Ikki sentado durante horas frente a mi escuela o a hombres vestidos de traje. Ahora que lo pienso actuaba como un psicópata... dependiente... codependiente... alguna mierda de esas; debo confesar que en ese momento no sabía cuál era el trabajo de mi hermano, así que me hacía la idea de que sólo eran suposiciones mías. Nos dirigimos al salón de clases, el día transcurrió normal para mí. A la salida, Hyoga y yo nos despedimos más esta vez él me dio un beso en la mejilla, supuestamente porque había visto en internet que así se despiden en otros países. Una razón bastante absurda, pero hizo que me sonrojara.

Nuevamente llegué a casa, otra vez vi a Ikki sentado en la sala trabajando, fui a mi habitación, me bañé y cambié, salí a la cocina por un vaso de agua. Mi hermano me interceptó en el pasillo para preguntarme la razón por la cuál el chico con el que estaba me había besado y porqué lo permití. No me dejó explicarle. 

Antes de que dijera algo, él ya me estaba besando.

Tan brusco fue aquel contacto que podría decir que estaba devorando mis labios, mi hermano me cargó y llevó a la sala para posteriormente arrojarme al sillón y se montó encima mío de nuevo, quitándose la camisa. Lamía y besaba mi pecho, eso me causó alguna especie de aberrante placer, solté un gemido como perra en celo.

Quizás si hubiera tenido una complexión más dura, habría tenido la fuerza para derribarlo de un solo golpe desde el inicio, pero no la tenía, empujarlo no servía de nada así que solo me quedaba llorar rogando que me dejara ir. Contrario al efecto que esperaba lograr, él me desvistió con más rapidez respondiendo que le excitaba más cuando le rogaba. Continuó haciendo sus perversidades conmigo. Al momento que bajó su mano hacia mi trasero, finalmente tomé algo de valor viendo hacia donde iba esto y le di un golpe con todas mis fuerzas, haciendo que cayera al suelo. Me levanté asustado, desnudo, corrí a mi habitación, encerrándome.

Caí de rodillas en el piso casi entrando en shock, tratando de analizar la situación, había olvidado que estaba desnudo. Me quedé un buen rato pensando, sin moverme, ¿Cómo era posible?,¿estaba ebrio? No, no podía estar borracho, él no bebía, era prácticamente un niño.

Un niño de diecisiete años con una vida adulta.

Que patético fui al creer eso, ¿un niño? Hasta ese momento conservaba la necesidad de proteger y excusar a cualquiera que fuese allegado a mi. En especial si era mi hermano.

El sonido de golpes en mi puerta me sacó de mis pensamientos, era Ikki, había regresado a mi habitación a "disculparse". Después de una larga plática en la que mi hermano se excusaba por su comportamiento, terminé por aceptar sus disculpas. Suspirando pesadamente me metí a la regadera y luego me puse una pijama, pasé algunas horas encerrado, pensando si debería salir o no. 

Mi instinto de supervivencia me decía que llamara a alguien, que pidiera ayuda o esto empeoraría. Pero mi pureza excesiva y mi ingenuidad me llevaron a creer que esto mejoraría. Salí de mi habitación.

Ikki ya tenía la cena preparada, comimos en silencio. Me sentí tranquilo cuando iniciamos una plática momentánea acerca de cosas escolares y del trabajo de mi hermano; yo mantuve mi estúpida sonrisa para contrarrestar el rostro de culpa que él mantuvo durante la cena, claramente fingido. Al terminar la conversación nos fuimos a dormir, Ikki me dio las buenas noches, pero alcancé a escuchar que dijo algo en voz baja, creo que pensó que no lo escuché pero lo hice:

 "No te salvarás, Shun"

Como todos los días me alisté para ir al colegio, a la mañana siguiente. Sentí un aire de alivio cuando no vi a Ikki en casa. Llegué puntual a la escuela y nuevamente Hyoga estaba esperándome en la entrada.

–¡Hola, Shun!

–Hola, Hyoga. Es raro que estés aquí tan temprano -Sonreí.

–Decidí aprender eso de ti –dijo sonriente–. Es bueno, ¿no?

–Si, por supuesto.

–¿Hiciste la tarea? Esta vez sí había -rio.

–No, no la hice –Suspiré, cerré los ojos y coloqué dos dedos en el puente de mi nariz–, ¿De qué materia era?

–Dejaron tarea de Álgebra. Shun, es extraño que no hayas hecho los deberes... –Me miró con preocupación– ¿Sucede algo

–Nada, me entretuve leyendo un libro –Comenzamos a caminar hacia el salón.

–Eso es mentira, lindo –Sonrió–. Te conozco y sé que aunque leas 3 libros en una tarde no olvidas la tarea.

-Eh... de acuerdo. Ayer... mi hermano me llevó a Tokyo, pasamos todo el día ahí y regresamos tarde.

–Ya veo, eso explica tus ojos cansados –Acarició mis mejillas.

–Si... Ya no me toques –Aparté su mano.

-Ah, cierto, tu hermanito podría matarme –Metió las manos en sus bolsillos–. Me amenazó cuando salí de casa, parecía bastante molesto.

–No es eso, Hyoga, se siente extraño. Me disculpo por lo que te haya dicho Ikki –hice una reverencia. 

–Tenemos contacto todo el tiempo todo el tiempo, ¿Por qué te quejas ahora? –dejamos de caminar, hablábamos frente a frente– Y no debes disculparte por las acciones de todos, mucho menos las de tu hermano. 

–Bueno... somos hombres, se ve raro la forma en que nos relacionamos... ¿no lo crees? 

–No, no lo creo, yo no he visto a alguien que nos mire de una manera extraña.

–Yo...

–Dime la verdad, Shun, ¿Es por tu hermano? –Frunció el ceño.

–No. Mejor hablamos de esto luego, debemos ir a clases, ¿si?

Si mi pensamiento de ahora, lo hubiera tenido en ese momento, le habría dicho que mi hermano casi me viola por celos del besito homosexual que me dio, pero bueno, dejé que pasara el día. A la hora de la salida Hyoga se ofreció a acompañarme a casa, acepté porque Ikki me dijo que no estaría en casa. Al llegar al eificio donde era nuestro departamento, Hyoga cometió una estupidez.

Me besó en los labios.

Sonreí sonrojado y le devolví un beso en la mejilla. Ambos nos miramos con cariño, antes de que tuviera que despedirme de él. Pero nunca me di cuenta de que mi hermano nos había visto. Cuando entré al departamento, Ikki estaba sentado leyendo, lo saludé y él se levantó lanzando el periódico al suelo, sonrió de una manera malévola. Tragué saliva.

–Shun, ya no lo soportó más, eso que te hizo el rubiete no tiene perdón. Tú eres mío. 

¿Suyo?. ¿Qué se creyó el idiota para llegar a esa conclusión? Reaccionó exageradamente. Se abalanzó sobre mi tirándome al suelo, una bestia salvaje, un perro en celo que arrancó literalmente mi ropa. Me mordía hasta hacerme sangrar, yo giomoteaba más de dolor que de placer.  

Pronto, el momento que más temía llegó. Tomó mis muñecas fuertemente con una mano, con la otra sacó su pene y sin prepararme, sin aviso, sin compasión, lo introdujo en mí en una estocada, un gran grito de dolor fue la única reacción que pude tener, ahogado por la mano de Ikki que me impedía respirar correctamente.

Sentí como si me desgarrara por dentro. Estaba tan asqueado, tenía náuseas, esto no podía compararse con el beso que me había dado antes, aunque desagradable podía soportarlo. Eso era tan aberrante, mi hermano... estaba teniendo sexo conmigo. No me excitaba en lo absoluto, solo rogaba para que todo esto acabara pronto.

Mis uñas de clavaron en la espalda de mi hermano haciéndolo sangrar, mi cuerpo se tensó, lágrimas rodaron por mi rostro. El sudor se hizo más intenso, el piso estaba frío. Sin importarle en lo más mínimo que su hermano menor estaba desmoronándose de dolor debajo suyo, sacó su miembro lentamente, era tan jodidamente doloroso que grité tan fuerte como me fue posible. 

Aunque nadie me escuchara. 

Él estaba tapándome la boca. 

Mis piernas se encogieron en señal de dolor, las usé como barrera entre él y yo para detenerlo al menos unos segundos. Lloraba desconsoladamente. Eso era anormal, nosotros éramos familia; mi corazón se apretó intentando recordar los momentos felices que llevamos juntos y en qué momento eso había cambiado. 

Abrió mis rodillas y volvió a meter su falo en una estocada. Mierda. Siento un escalofrío al recordar eso. Bajó a besarme para mantenerme callado mientras despedazaba una y otra vez mis entrañas. 

–Hermanito... es tan caliente dentro tuyo... –Me decía– He deseado esto por tanto tiempo... me aprietas tan bien... te amo, hermanito...

No sé qué clase de deforme amor unilateral tenía ese hombre. Pero yo no lo amaba, al menos no de esa manera tan grotesca. Ni siquiera sabía cómo reaccionar a sus palabras. Mi mente se nubló por el dolor. 

La mezcla de olores a nuestro alrededor era repulsivo, se había mezclado el aroma de nuestro sudor y la sangre que emanaba de la parte baja de mi cuerpo. Eyaculó, las heridas internas ardieron como la mierda gracias a que su semen entró en ellas.

Se levantó autosatisfecho y aún lleno de sangre me mostró una gran sonrisa, observándome en el suelo.

–Ahora sí eres completamente mío, hermanito. ¿Lo has entendido?

Caminó hasta su cuarto y cerró la puerta. 

No pude soportar más las náuseas y vomité en el suelo. Me levanté con mucha dificultad... más bien, me arrastré como pude hasta mi cuarto dejando un rastro de sangre. Una vez llegué al baño, alcancé la llave de agua fría y me quedé allí, en el suelo, dejando que el agua cubriera mi cuerpo. Una vez sentí que pude levantarme, tallé agresivamente los lugares donde él me tocó, lloré otra vez. 

Parezco un llorón, ¿cierto? Pero debes comprender que lamentarme era lo único que podía hacer si no quería tomar venganza.

Después de horas, ya con un poco de fuerza en las piernas me puse ropa. Y tenía que seguir siendo un estólido hermano menor, y fui a la habitación de Ikki. Toqué.

–Ikki... ¿Estás ahí? –dije nervioso.

–Si, hermanito –respondió sin abrir la puerta–, ¿Qué necesitas?

–¿Por qué lo hiciste...?

–Porque ya no soportaba ver a ese idiota junto a ti, verlo besándote fue el colmo y aún peor, tú le devolviste el gesto. Necesitaba mostrarte de una vez que tú eres mío –dijo resaltando la última palabra.

–Somos hermanos, Ikki, esto no es correcto... –Medité un poco– ¿Cómo es posible que... me... hayas hecho eso?

–¿Estar enamorado de tu hermano es un delito? Si es así, entonces estoy dispuesto a aceptar la condena.

–¿E-Enamorado? –musité, confundido. Soy un idiota, ¿cierto?

–Si. Podría decir que estoy loco de amor por ti. Te amo desde que éramos niños. Siempre estábamos juntos, era una maravilla, yo te cudaba, te vestía, trabajaba por ti y para ti, y estaba feliz de ello. Pero desde que conociste al estúpido de Miyamoto Hyoga te alejaste, siempre es "Voy a hacer un trabajo con Hyoga", "Hyoga es excelente en química", Hyoga, Hyoga, Hyoga, Hyoga, estoy harto de estar escuchando ese puto nombre además, tú le gustas, ¿Que acaso no te diste cuenta? De verdad que eres inocente, esa es la razón por la que me dediqué a protegerte, por lo ingenuo que eres, di todo por ti, no me parece justo que un ruso idiota venga y te quite de mis manos. De ahora en adelante las cosas van a cambiar, Shun, van a cambiar.

Y vaya que cambiaron las cosas.

A partir de ese día mi hermano me prohibió hablar con cualquiera de mis compañeros, me vigilaba las 24 horas, mandaba choferes por mi, habló con los profesores para que nunca me hicieran trabajar en equipo, no salía a otro lugar que no fuese la escuela, pero gracias a los arreglos de mi hermano no podía hablar con nadie que no fuera un docente, así que era un marginado. En realidad, era un cautiverio.  

Además de eso yo era su prostituta, tomaba mi cuerpo cuando quería, había ocasiones en las que tenía sexo conmigo dos veces al día, era repugnante.

No quiero contarte todas las veces que me violaba, ¿O a ti te gustaría narrar 2103 veces en las que tu cuerpo fue tomado por la fuerza? Si, las tengo contadas, desgraciadamente no puedo olvidarlas así que... quizás te diga algunas de las más horribles, pero esa decisión la tomaré después.

Al cabo de 2 años en la misma situación dejé de ser un chico dulce, adorable y amable, me volví un simple muñeco sin expresión alguna, no tenía alguien para hablar que no fuera mi hermano, así que consideré que no tenía caso ser sociable. Por otro lado, perdí mi sensibilidad en el sexo, ya no sentía nada además de náuseas, mi hermano era el único que se corría, yo tenía que fingir mis gemidos o se molestaba y me golpeaba. Luego de cada acto sexual Ikki me obligaba a decirle que lo amaba, que él era la única persona en mi vida, aunque literalmente así era.

Ya que cada vez que teníamos sexo quería vomitar, me desnutría gradualmente. Trabajos terminar iba al baño y devolvía todo lo que comía. Nunca entendí el porqué yo debía pagar por su obsesión que le gustaba maquillar llamándole amor, un amor unilateral.

En cada uno de mis cumpleaños, mi hermano me daba como regalo un juguete erótico, era realmente repulsivo visualizar esas porquerías dentro de una caja de regalo. Acumulé 7 de ellas, ese es el tiempo que Ikki me tuvo en la misma situación, siete malditos años viviendo un infierno. Quizás te preguntes el porqué no intenté escapar, aunque no lo creas intenté varias veces, pero no llevaba ni dos minutos fuera de casa o lejos de la escuela cuando me topaba a un guardia o al propio Ikki. Y a manera de castigo por estas acciones, me penetraba sin dilatación como la primera vez, o apagaba sus cigarrillos en mis brazos. 

Tal vez morir habría sido una mejor opción. Sin embargo, conservaba el aire estúpido e inocente que me caracterizaba, conservando aún la esperanza de que mi hermano recapacitara en un futuro mientras yo, como el benevolente Shun que era, le perdonaría y viviríamos felices como siempre quise.

La gente suele impulsarse con mierdas como esas, yo también lo hice. Y él nunca cambió. 

Pero bueno, toda historia tiene un final, ya llevamos mucho aquí así que trataré de terminar ya. Luego de eso, tuvo un bonito final feliz al estilo de una telenovela.

Un día en la escuela, fui al baño del alumnado a pesar de que estaba prohibido para mi, me gustaba desafiar a los estúpidos guardias. Cuando salí del cubículo alguien me jaló dentro de otro.

–¿Hyoga?

–Hola, Shun –Sonrió–. ¿Cómo has estado? Terrible por lo que veo...

–Déjame ir.

–No.

–¡Déjame salir, Hyoga! –Forcé sus brazos, necesitaba salir antes de que los guardias se pusieran estéricos y llamaran a Ikki. 

–No. ¿A caso no deseas escapar de tu hermano?

–¿Eh?

–Tranquilo, Shun, yo te ayudaré a escapar.

–¿Si?, ¿Y cómo piensas hacer eso? –dije, en tono irónico.

–Tengo un plan –declaró el rubio, confiado.

–¡Ja! ¿de verdad? Déjame advertirte que mi hermano no es cosa fácil. Tú solo no podrás.

–Yo no, si lo hago solo, mi familia me ayudará.

–¿Tu familia?

–Si. Somos muchos e inteligentes, te lo demostraré cuando salgamos de la escuela. Shun, ya no puedo...

Bajó sus manos temblorosas por el contorno de mi cintura, pegándome a él y me besó. 

En realidad no me esperaba ese beso pero... fue tan cálido, dulce, suave, que me dejé llevar por los labios de Hyoga. Nos separamos luego de unos minutos y nos miramos por un breve momento. Después de varios años, sonreí nuevamente, para una persona especial, para Hyoga.

Salí del baño y me dirigí a mi aula, como de costumbre nadie me dijo nada por miedo a mi hermano. Al terminar las clases salí para buscar a los idiotas de mis guardias pero no los vi, solo estaba el auto donde me llevaban a casa, así que lo abordé y casi al mismo tiempo, Hyoga se sentó al lado de mí, el conductor arrancó el coche, este contaba con cabello rubio similar al de Miyamoto, pero era de tez morena. Miré al ruso confundido, él simplemente me guiñó el ojo y ambos nos quedamos en silencio.

El auto se detuvo frente a una gran casa moderna, bajamos para acercarnos a la casa, el tipo que condujo el coche lo abandonó al mismo tiempo que nosotros y sacó unas llaves para abrir la puerta. Entramos. Un hombre de cabellera pelirroja se encontraba cruzado de brazos al final del pasillo. Hyoga y su acompañante platicaron en francés con el pelirrojo, en aquel momento no sabía lo que decían, pero ahora que sé varios idiomas puedo traducirlo:

–Tardaron mucho, dijeron que sólo serían 15 minutos.

–Lo sé, Camus –respondió el rubio mayor, rascó su nuca–, pero el guardia más grande no se desmayó con el golpe, así que me tardé más con él.

–¿Todos quedaron neutralizados?

–Si, señor –Ambos rubios colocaron su mano en la frente como ademán burlezco.

–Bien, ¿Este es el muchacho del que hablabas, Hyoga? –Me señaló con la cabeza.

–Si, pero él no habla francés –Sonrió–, así que tendrás que hacerlo en japonés.

–Lo sé, no era necesario que me lo dijeras.

–Mucho gusto, soy Milo –Me saludó el moreno, en japonés. 

–Yo soy Camus, somos los hermanos mayores de Hyoga –Luego me enteré que en realidad eran medios hermanos, porque la madre de Camues era francesa y la de Milo griega.

–Un gusto conocerlos –respondí en tono neutral.

–Este chico me agrada –rio el pelirrojo.

–Porque es igual de amargado que tú, Camus –Milo hizo un puchero.

–Como sea. Pasemos a lo importante, Hyoga, trae mis instrumentos por favor.

–¿Instrumentos? –Inquirí, ligeramente asustado.

No solo estaba temeroso de lo que me quisieran hacer, ni siquiera sabía porqué había accedido a ir con ellos, pero estaba aterrado por lo que sucedería cuando Ikki se diera cuenta de que ya no estaba y me buscara como un loco hasta dar conmigo. Me aferré al brazo de Hyoga.

–Camus es médico, Shun, él se encargará de revisarte. Ajuzgar por tu estado, no debes haber visitado al un doctor durante mucho tiempo. Hemos investigado también, y tu hermano mantenía relaciones sexuales contigo, ¿no es así?

–¿Cómo lo...?

–Bueno, niño, recuéstate en el sillón –ordenó Camus.

Después de mucho tiempo de examinación detallada por parte de Camus, me prestaron su regadera y ropa.

–¿Entonces? –Milo cuestionó al pelirrojo.

–Está desnutrido, tiene quemaduras de cigarro en sus brazos y daños en el ano...

–¡No lo digas así tan abiertamente! –gritó Milo, tapando sus oídos.

–Eres un infantil, ni siquiera Hyoga se comporta así –Suspiró con amargura el médico–. Hablando de su estado físico, sobrevivirá con atención adecuada si es lo que te preocupa, Hyoga.

–Gracias, Camus.

–Ahora –El heleno hablo seriamente–, necesitamos una manera de meter al gran Ikki Saint a la cárcel.

–¿Gran Ikki Saint? –pregunté mientras me acercaba aún más a donde estaban. 

–Ah, es cierto, no sabes en qué trabaja tu hermano –Los mayores miraron a Hyoga–. Él es uno de los inversionistas más ricos e importantes de Japón.

–¿En serio?

–Si –respondió Camus–, lo que nos representa un gran problema para culparlo de sus crímenes.

–Vaya que sí. Pero lo pensaremos mañana, yo quiero dormir.

La revisión de Camus había llevado tanto tiempo que se hizo de noche, Milo se despidió y se retiró a su casa, pidiendo que al otro día se le fuera a recoger en su residencia, él no vivía junto a los otros dos. Me llevaron a la recámara de huéspedes para que pudiera dormir, al día siguiente planearíamos la caída de Ikki, mi hermano.

La mañana llegó rápido, Hyoga me invitó a acompañarlo para ir a recoger a Milo. Accedí. A pesar del miedo de ser descubierto, quería sentir nuevamente el aire fresco, que no tenía la pesada aura de vigilancia bajo la que me encontraba constantemente. Abrí la ventana del auto mientras íbamos en camino, la tranquilidad invadió mi ser, y deseé que ese momento no se terminara nunca.

Para llegar a la mansión del rubio debíamos pasar por una calle en la que casi nadie transitaba. Cuando cruzábamos ya la mitad del camino, un auto negro se atravesó impidiéndonos el paso. Observé con atención aquel vehículo, ya lo había visto antes, tensé mi mandíbula al reconocerlo. Era el coche de mi hermano.

Ikki bajó del auto seguido de Hyoga, yo me quedé adentro por pánico. Ellos comenzaron a forcejear, llegaron a los golpes, en ese instante bajé a intentar detenerlos. Por sobre mi cobardía aún brillaba la necesidad de proteger a las personas, por lo que caminé dispuesto a separarlos. Cual fue mi sorpresa y el escalofrío que recorrió mi espalda cuando vi a mi hermano montado sobre Hyoga con una pistola apuntándole directamente a la cabeza. Tanto Miyamoto como yo nos quedamos paralizados. 

Se escuchó un disparo.

Ni siquiera sé porqué mierda estaba llorando. ¿Saber que mi vida ya no tenía oportunidad? ¿Que sería castigado por Ikki más tarde? ¿Que iba a ver morir a Hyoga en sus manos, e iba a vivir mi miserable existencia sabiendo que falleció por mi culpa?

Ahogué mi sollozo, observando con sorpresa que mi hermano cayó sobre Hyoga. Este inmediatamente se lo quitó de encima. Ambos  atónitos y confundidos ante tal escena, escuchamos una voz masculina detrás de nosotros:

–Estamos a mano.

–¿Camus? –cuestionamos al unísono.

–Si... –respondió él. 

–¿Por qué hiciste eso? –Sin pensarlo, y haciendo honor a mi benevolencia, corrí hasta Ikki llorando aún más.

–Este maldito bastardo asesinó a Milo, cobardemente lo hizo en la noche, cuando estaba solo, no se apiadó de él –Suspiró–. Su mucama me llamó hace algunas horas, los guardias revisaron las cámaras de seguridad. Tenía que matarlo y vengar a mi hermano.

–¡Pero no era la manera! –Lloriqueaba– ¡Milo no regresará a la vida con la muerte de Ikki!

–Mira, niño. En el mundo de los negocios no hay nadie en quién confiar, pero algo es seguro, todos nos pagamos con la misma moneda. Tu hermano tuvo las agallas de matar al mío aunque sabía perfectamente a lo que se enfrentaría, al perecer no le importó. De igual manera, él ya tenía problemas con los Miyamoto, nuestra familia, así que...

–Camus, creo que no debiste hacerlo... –comentó Hyoga con algo de temblor en su voz. 

–No, sí que debía –Se lamentó y lloró–, Milo... era un hombre muy valiente e inteligente, amable, trabajador... no merecía morir así, joven y solo. Este maldito lo mató solo por celos. Si él lo hizo por ese motivo tan estúpido, ¿Por qué yo no?

–Supongo que Camus tenía todo el derecho de asesinar a mi hermano –Le dije al ruso y limpié mis lágrimas–, yo haría lo mismo... es más, si quisiera le dispararía en este momento, pero sería una sangrienta cadena, con esto quedan saldadas las cuentas, ya todo estará bien... ¿no es así?

–Pues... si... creo que sí... –contestó.

Cerré los ojos antes de gritar. Me sentía aliviado, pero triste. Sabía que iba a ser libre a partir de ese día, a costa de la muerte de mi hermano, más viviría feliz.


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Narra la psiquiatra.

–En los días posteriores enterramos tanto Milo como a Ikki. Y lloré... lloré mucho, y lo sigo haciendo... me duele la muerte de mi hermano... pero ahora vivo tranquilo... tengo a Hyoga, lo amo, tengo mi profesión, tengo dinero, tengo todo... en verdad agradezco a Hyoga el que me haya tenido tanta paciencia durante 8 años... 

–¿Tienen 8 años de pareja? –dije sorprendida.

–Pues... si, pero me entristece no haber tenido intimidad con él, es un gran hombre –Suspiró.

–Me imagino la razón, pero tranquilo, es algo realmente natural que eso haya sucedido –Cerré mi cuaderno–. Ahora, te diré el motivo por el cuál quería conocer tu vida. Verás, necesitaba saber cosas necesarias para poder atender tu caso. Uno bastante exuberante e interesante. Y que me hayas contado todo esto es un enorme primer paso para finalmente tener una vida plena, Shun.

–Creí que solo era para satisfacer tu curiosidad de psicoterapeuta que necesita un psiquiatra –comentó burlón.

–En parte sí. Es mi trabajo y me gusta, y los psicoterapeutas también somos humanos –respondí divertida.

–Te comprendo, así soy yo en mi profesión. 

Anoté cosas en mi cuaderno, luego lo cerré y puse mi pluma sobre ella. 

–Bien, me has dado muy buena información para empezar a trabajar. Y espero que algún día, Shun, ya no nos volvamos a ver.

El chico me miró con una mueca de disgusto.

–En el buen sentido, Shun, sabes que...

–Que un médico lo que espera es no volver a ver a su paciente en un hospital porque eso significa que está sano –habló con sarcasmo, pero al final rio, negando con la cabeza–. Entiendo, comienzo a tener altas expectativas de tu trabajo. 

–Espero cumplirlas.

–Y yo espero que no termines en un psiquiátrico antes que yo.

Ambos reímos. Nos dimos la mano a modo de despedida y lo acompañé a la puerta, ahí estaba Hyoga dormido en una silla, Shun lo despertó, se sonrieron y nos despedimos de nuevo. No entiendo cómo era posible que hayamos terminado tan tarde, pero yo estaba realmente satisfecha por mi avance logrado, pequeño pero era algo.

Había comenzado con bastante recelo así que creí que esto sería complicado, pero se portó colaborativo. E incluso me mostró varias facetas durante su narrativa... Es difícil mantenerte firme y profesional cuando una persona suspira y llora de terror frente a ti, recordando todo lo que le sucedió. Pero es satisfactorio cuando ves su mejora gradualmente.

Contaré los minutos para ver tu avance Shun Saint...


































































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Holaaaaaa heme aquí de nuevo. Esta historia de hecho la había publicado dos años atrás, pero hoy finalmente decidí retomarla, medio corregirla y publicarla otra vez y nuevamente. 

Si ya la habían leído antes, me agradaría saber si les gustó más esta versión o la anterior.

Si no, ¿qué tal les pareció?

¿Es larga? Un poco. 

¿Está buena? No sé.

¿Es cliché? A veces

¿Hotel? Trivago 


Jajajajaaj en fin, Espero que hayan disfrutado su lectura. Nos leemos en otra ocasión!

Cam se despide.

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