Capitulo 8
Pasaron los minutos, que no tardaron en convertirse en casi 2 horas en casi completo silencio. Ninguno de los 2 hombres hizo mayor expresión, Cid estada atento ante todo con una lista para sujetar su espada en el momento que algo pase que alerte sus sentidos en medio de ese campo donde un montón de cadáveres reposaban.
Cid buscada pero no podía sentir bien en donde estada ese demonio, su olor estada en todo el lugar junto con la sangre, pero su presencia no la encontrada con certeza, como si se estuviera moviendo o esta desapareciera.
- Señor Cid, ¿Está seguro que puede estar aquí? Después de todo pudo haberse ibo.
- No, no nos perdimos. Los demonios por lo generar comen en el mismo lugar que cazan, y aun hay varios cuerpos sin encontrar. - Por eso fue que los mandaron en primer lugar. - Solo ando pensando mucho.
- Entiendo. - Desviando su mirada por los lugares en esa tierra donde muchos habían perdido su viva peleando por sobrevivir, los ojos del castaño se toparon con varias armas rotas hasta concentrarse en un escudo que pensé le pudiera servir, yendo por él. - Señor Cid, por curiosidad; ¿Cómo puede sentir la presencia de un demonio? O más bien. ¿Cómo puede estar seguro donde esta?
- Eso es parte del entrenamiento; Suele haber 2 tipos de cosas, por su olor similar a carne podrida quemada, o por su presencia demoniaca, al aprender a usar magia y hacer exorcismo es algo que aprendes a presidir sin problemas. - Explico, buscando en su traje un trozo de pergamino donde estada escrito un conjuro usualmente usado como exorcismo o método para paralizar o descubrir la apariencia de un demonio.
- ¿Con eso lo encontrara?
- Esa es la idea, pero nada asegura que sea totalmente efectivo. - Al soplarlo este se quedo, liberando un humo que lleno todo el lugar, pero que era inofensivo para un humano. Sus ojos detallaron cada parte del lugar buscando un movimiento brusco entre las armas caídas y los cadáveres pero nada paso por un rato.
- ¿Siente algo? - Ya devuelta con el escudo puesto el castaño volvió con el español, intentado encontrar algo de forma bastante inútil por su poco entrenamiento.
- No estoy seguro. Siento algo en varias direcciones, pero todas son débiles como para ser algo de verdad demoniaco.
- ¿Cómo almas moviéndose por el lugar?
- Similar. Creo que hare una oración por los muertos en este campo. Por favor revisa si quedo alguien vivo.
- Claro.
-.-.-.-
Si Cid tenía razón y había algún sobreviviente tenía que moverse rápido o moriría de forma rápida. Las condiciones en este tipo de lugares no eran las mejores y la pérdida de sangre que debió haber pasado no era poca.
Corriendo por todo el lugar buscada de forma casi desesperada.
El sonido de un quejido lo alerto, encontrándose con una mujer de cabellos rubios pálidos, buscando llegar a ella y ayudarla.
- Señora. Señora está bien. - Sus manos empiezan a moverla de forma suave, logrando que reaccione, sus ropas estaban rasgadas y ensangrentadas. - ¿Señora está bien? ¿Me escucha?
- Si... - Apenas logro susurrar, su voz sé escuchada cansada como si le costara mantenerse despierta. - ¿Quién eres...?
- Vine a ayudarla. Déjeme llevarla con mí superior. - Le dijo, aceptando ella y en cosa de menos de 10 minutos estada con el peli-negro otra vez.
-.-.-.-
- ¡Señor Cid! - El nombrado se voltea ya terminado el rezo, viendo a los recién llegados. - Encontré a esta mujer herida. Tenemos que llevarla con mi padre. - Le expreso al estar frente a frente con el español, apoyando a l mujer para buscarle un lugar donde sentarse. - ¿Señora como se llama?
- Yo... No tengo nombre, solo soy una prostituta usada por esta armada luego de su victoria. Logre escapar pero quede inconsciente varias horas luego del ataque de un demonio cambia formas. - Bajo la cabeza bastante apenada sin querer mirarle a los ojos, o eso parecía, ya que dentro de Cid algo le decía que estada mal.
- Señor Cid...
- Espera. El ataque paso hace unos días, ¿Cómo puedes estar aquí?
- ¿Le recuerdo mi oficio? He tenido suerte. - Malsanamente sonrió. Con una falsa inocencia y una mirada totalmente picara.
- Señor Cid la chica debe tener heridas graves, llevémosla con mi padre para que tenga un mejor cuidado.
- Eso, o me convierto en tu segunda madre, o los del ejército del reino me contratan. Cualquier opción me sirve.
Cid estada indiferente ante lo dicho por ella, aunque el castaño a su lado estada algo abatido por lo natural que dijo eso, parecía que de verdad había sufrido bastante. Pero Cid seguía inseguro.
- Aunque, si a tu compañero le importa un servicio no me molesta. - Descaradamente hablo, haciéndole ojitos al español que estada reteniendo las arcadas que esa propuesta le habían provocado.
- No gracias, polvos no me interesan en este momento.
- Es eso, ¿O una mujer no te importa? ¿Qué relación tienes con el castaño a tu lado? - Bufo, si supiera esta mujer. Mientras el castaño estada con los puños apretadas de la vergüenza que sentía, mirando un momento a Cid, negando rápidamente todo lo que tenga que ver con esa propuesta, los filosos ojos de Cid estaban buscando despegarse de ella totalmente molesto, volteándose un momento.
- No entiendo porque se molesta si solo era una pregunta. - Se excuso fingiendo inocente desde su puesto.
- Disculpe señorita, pero puede editar hacer ese tipo de comentario. A la final, queremos ayudarla
- ¿Sabes qué? - Para su sorpresa, se expreso aun dándoles la espalda, llamando su atención. - Creo que aceptare.
- ¡¿Enserio?! - Tanto Lacaille como ella estaban totalmente impresionados por esa respuesta luego de su primera reacción.
- ¿Estás seguro? Digo, no hay mucho lugar, y hay un niño aquí.
- ¿Cómo que niño?
- Déjalo, no importara.
- ¡Señor Cid!
Ignorándolo, Cid se volteo hasta quedar frente a la rubia, arrodillándose para que, manteniendo su expresión seria le sujeta el rostro para acercarla a él, ante toda la estupefacción del castaño, pero cuando faltada poco para besarla, Cid rápidamente le escupió en la cara sal bendita, confirmando sus sospechas de esta mujer, o mejor dicho, de este demonio.
- ¡¿Cómo pudiste?! - Estada molesta, sus facciones parecían las de un animal radioso, mostrando unas fuertes garras que uso para rasgar el vestido, mostrando su verdadera apariencia... Y sexo. Era hombre.
- ¡Santa mierda! ¿Qué es eso? - Con rapidez alisto sus armas para defenderse, al igual que Cid que se posiciono frente a él.
- Un demonio cambia formas. La imagen típica para buscar presas siempre es una mujer indefensa.
- Eres más inteligente de lo creí, llámame Phantasos antes de tu muerte. - Apenas se intento abalanzar contra el Cid respondió con fuerza, agitando su espada resplandeciente en un brillo dorado y atacando.
- ¿Eso fue todo? - Lacaille miro escéptico con su escudo levantado al ver que el demonio rubio desapareció.
- Aun esta cerca... - En menos de 3 minutos los cráneos parecieron empezar a reír con fuerza. Un sonido que helaría los huesos de varios, como si las almas de los muertos a quienes pertenecían esos huesos empezaran a bailar sobre ellos, de forma como si los quisieran atacar.
-Señor Cid... - Estada asustado, totalmente aterrado.
- Cálmate y respira, recuerda lo que dije hace un rato. Sé que hacer. - Espeto, el castaño asintió a sus palabras. Apretando el arma en sus manos. Notando cuando algo se empezó a mover.
- ¡Señor Cid! - Se puso en medio de lo que parecía un ataque, levantando su escudo en un intento de repeler el ataque. Pero no sintió nada. Tan pronto como lo toco desapareció. - ¿Qué...? No paso nada. - Detrás de ellos paso otro ataque, logrando herir el brazo del castaño haciendo caer de rodillas.
- Parecen ser ilusiones. - Hizo saber Cid, ofreciéndole su mano como ayuda para que se levante. - No te separes de mí. Tengo que encontrar donde se esconde.
- Entiendo. Le cubriré la espalda. - Dicho esto se levanto, y de forma literal se paro detrás de Cid, levantando sus armas buscando tener todos sus sentidos alertas, aunque asustado por ver lo que parecían ser almas en pena buscando la suya.
- Ten, amarra esto a tu espada y clávala en el suelo. - Sin decir mucho el castaño acepto, sujetando el pergamino y haciendo lo pedido, Cid empezó a susurrar cierta oración creando una especia de protección para los 2, Cid hizo lo mismo con su espada, pero con otro tipo de pergamino.
No tuvieron que esperar mucho para que el mismo Phantasos se delatara, enterrando con fuerza sus garras en ese escudo que crearon los 2 y fue la señal de Cid para atacar.
Su piel estada desnuda, por cual el ataque de Cid le atravesó el torso por completo llenando el suelo con su sangre y parte de la ropa de Cid de igual manera. Pero al ser un demonio su sangre no era roja, era negra.
- Maldito. - Se quejo, sujetando la espada de Cid para llevársela con él al momento de separarse, empezando un fuerte forcejeo entre los 2, que fue la señal del castaño para intervenir, levantando su arma, y atacando el cuello del rubio, que con su otra mano lo detuvo y lo golpeo contra Cid, tomando su espada y atacándolo rasguñando su pecho y sus brazos de manera profunda, tanto Cid como Lacaille. - Ese será mi regalo de despedida, pero tomare tu cabeza tarde o temprano. - Susurro. Desapareciendo dejando las armas en el suelo.
Cid mirada frustrado por donde se iba, sujetando sus heridas abiertas, que se convertirían en su preocupación ahora.
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