Capitulo 4
Cid recordada que cuando estada muy niño, su madre, a él y a muchas de los alrededores de su hogar de igual manera les contaban cuentos de princesas como chicas delicadas, de ensueño, elegantes, y de mas. Pues viendo a la princesa que tenía en frente, más equivocado todos esos cuentos no podían estar, y tomando en cuenta que una princesa es la heredera al mando de una dinastía con un gran poder político y de armada, se sentía ingenuo porque ese razonamiento no lo tuvo hasta este momento.
Mine estada al mando como voz superior en todo momento, de forma respetable y hasta intimidante. Su porte que no perdía elegancia en ningún momento, mostrando lo estricta de su educación como princesa, no estada seguro del todo, pero Cid podía apostar que superada que varias cosas a la suya. Trayendo recuerdos a su mente.
Magia, o fuerza espiritual como también le decían; Era algo que no terminada de entender, le estaban entrando a dominarla, si no podía al menos despertarla menos podría concentrarla en un objeto, y ese era el punto vital de sus entrenamiento, como le habían explicado no solo era pelear contra enemigos, también contra demonios. Seres que nunca llego a ver hasta llegar a ese país, pero gracias a Ferser no se quedo solo, el lo trajo y lo salvo, ahora le estada enseñando el honor de un guerrero.
Era un poco de noche, Ferser le había pedido que descansara pero se sentía tan frustrado y molesto de no poder llenar las expectativas que tenia, siendo el chico extranjero que el hombre cercano al rey le solicito un puesto como guerrero, no como sirviente que sería lo obvio o lo primero que uno pensaría le pediría.
Ya no contada con nadie, ni familia ni amigos. Solo tenía a Ferser como otro padre, y de verdad la amada de ese modo; Como un posible segundo padre. Aunque nunca llego a decirle como tal. Esperada que el supiera eso, lo agradecido que estada con él.
Por eso buscada llenar cada expectativa o rumor que circulada sobre él, de no decepcionar a su maestro y ahora eso era más importante viendo lo cercano que estada haciendo a Mine, solo hablaban de vez en cuando, pero un lugar lleno de sirvieres y guardianes era imposible que no se vieran cuenta.
- Sabe que no debe estar aquí. - Fue lo que él dijo, volteándose a su pequeña espectadora.
- Lo lamento, Cid, veo que te estás esforzando mucho.
- Así es, ya lo hablamos antes, yo no me permitiré defraudar. Aunque aun no entiendo los principios de la magia.
- Lo entiendo. Hasta a los adultos les cuesta. Entre paredes hay oídos, y a mis mucamas nunca se los escapa nada. - Le hizo saber, manteniendo una distancia más o menos fuerte entre ambos. - Puede que sea inapropiado pero agradezco ya que puedo al menos darme una idea de cómo funcionan todos a mi alrededor. - Siempre tan educada desde pequeña, sus piernas y brazos estaban marcados con el tipo de entrenamiento que ella tenía. Aunque era mas de estudios, estar horas exigiéndose en eso, a veces se notada. Pero; aun con eso, rara vez se notada cansada.
- Entiendo. Señorita. - Volviendo a su atención, se volteo para buscar concentrarse apretando con fuerza sus puños y exigiéndose el hecho que salga su magia.
- Sé que te puede parecer inapropiado. Pero no tengo malas intenciones. Antes de irme, te sugiero concentrarse en tu mente y no en su fuerza, la magia es el poder del espíritu después de todo.
- Gracias... - Cuando volteo ya no había nadie, detallando el espacio poco iluminado donde ella estada, en esa fría noche donde se negada a dormir, solo siguió un par de horas más, hasta que el sueño y cansancio le ganaron.
Ese fue un punto fue un acercamiento más ligero y calmado que lograron tener, antes de volverse su hombre de confianza. Aunque, el hecho que en ese momento no tuviera malas intenciones, le hacia reír un poco, ya que, hace poco extremadamente picara, ella tomo la iniciativa para mandar al demonio todo y sus puestos, uniéndose como marido y mujer en plena noche de recién casados.
Estada seguro que acabaría colgado, pero ya su promesa estada hecha, su honor era lo único que le pertenecía y ni loco se lo faltaría a la mujer que amada.
- Terminamos por hoy, mañana lo espero temprano, y en 2 días la llevare a que conozco lo mejor del pueblo.
- Como usted diga. Cid, vámonos.
- Como diga señorita.
- ¿Desea algo? Puedo hacer que mi servidumbre se lo lleve.
- De momento no, pero agradezco la oferta.
Luego de despedirse, ya en los pasillos cuando se vieron solos, Mine volvió a hablar.
- Lo siento, pero mañana tendré que dejarte solo un buen rato. No es muy común que los guardias escuchen esas conversaciones tan privadas.
- Lo entiendo princesa. - Era algo mas privado y de mayor importancia para ambos, como era extranjero, puede que no se sientan en confianza de hablar.
- Podemos si quieres, divertimos un rato.
- Mine porfavor, no hagamos nada loco. Ya estamos entre miles de personas, no quiero levantar sospechas.
- No te molesten, entiendo lo que dices. Al ser mi primer día aquí estarán muy pendientes. Ya estaré a tu pendiente luego. Solo espero que al menos me dejes dormir a tu lado un rato.
No dijo nada, de hecho sintió como si atragantara, solo pudo limitarse a asentír.
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