Capitulo 2
Debo aclarar que Wattpad esta eliminando Fanfic solo por tener Lemon, así que si me borran este ya se encuentra en Fanfiction, y Ao3. Debe decir que cuando escribí el lemon, estaba en son; ¿Que estoy escribiendo? Pero lo deje asi. Espero les guste.
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Sus labios se juntaban y separaban, se acariciaban suspirando sus nombres entre besos, donde la ropa ya desaparecía entre sus pieles. En el caso de Cid su pecho estaba casi al descubierto, sintiendo los exuberantes y enormes pechos casi al descubierto, piel con piel.
- Mi princesa, nosotros... - Antes que pudiera decir algo Mine lo callo, poniendo un dedo sobre sus labios.
- Exacto; quiero ser tuya, que seas el primer nombre en mi vida. - Susurro de forma sexual cerca de su oreja, buscando quitarse la ropa, dejando sus pechos libre, mostrando toda la carne de sus pechos. Eran enormes, ningún hijo concedido por Mine pasaría hambre.
Aprovechando esto, Mine busco acercarse a Cid para besarle los labios y pegarse a él. Cid era hombre y negar esto, negar la aceptación de la mujer del cual se enamoro era complicado. Estada su deber contra sus deseos. Una parte de él deseada todo esto, fantasear con ese final feliz, pero era casi imposible. Aunque esa parte este ganado en ese momento al su manos acabar rodeándola, con su "espada" totalmente recta, al borde que le dolía.
La quería, la deseada, encajar sus cuerpos en uno y amarse entre los grandes placeres carnales, donde término cediendo. Llevándola a la cama donde se acostó sobre ella, dejándola debajo de su cuerpo donde la ropa estada casi inexistente en ese escenario.
- Cid... - Susurro, pasando su mano por la cara de su amante, su amor platónico, que aunque suele siempre estar en una seriedad eterna, en ese momento era un blando y cariñoso. La veía con adoración y amor, una mezcla entre deseo y amor.
- Mine... Mejor detengámonos, hay más habitaciones cerca y nos pueden oír. - Un pequeño descargo de conciencia le llego, buscando que se detuviera, que reaccionara. Pero el deseo fue más grande que la razón, cada caricia que ella le regalada, desde sus brazos en su cuerpo y su pecho pegado a sus senos, no quería negar sus sentimientos en ese momento.
- No me importa mucho -Susurro despacio. - No le prestes importancia, te quiero en este momento, y solo a ti.
Ante lo dicho por esta Cid suspiro, lamiéndose los labios para bajar y tomar sus labios en un beso profundo, donde sus lenguas se enredaban. Cid bajo besos por su cuello, acaricio con cuidado su parte intima moviendo sus dedos en ella, estimulando en lugar donde pronto se conectarían.
En un pensamiento rápido, volvió a atrapar su labios, y dejo solo a sus manos conocer su cuerpo, hacerlo con los labios, recorrer cada parte de su blanco y hermoso cuerpo era tentador, pero como ya había expresado hace poco había posibles personas cerca, por lo tanto no separaron sus labios y buscaron callar sus gemidos en ellos.
Justo al momento de entrar, de unir sus cuerpos en uno solo, perdiendo ambos la pureza de sus cuerpos, encontrándose con ese nuevo espacio para los 2, sus cuerpos estaban muy calientes por el momento. Concentrándose en esa área donde una sensación placentera les llego.
Para Cid era placer pero para Mine era dolor. Sentía la sangre de su cuerpo en el suyo, junto a sus músculos apretando su miembro en el. El ningún momento despegaron sus labios. Cid acaricio su rostro a la vez que se dada su primera estocada en su cuerpo. Siguiendo de otra y otra, y así hasta que sus cuerpos acabaran cansados, llenando de sus orgasmos el cuerpo del otro, quedando dormidos uno junto al otro.
Cuando llego la mañana el hombre de cabellos negros se levanto, encontrándose con Mine acostada a su lado, dormida y desnuda, pegada a su cuerpo, su mano la sostenía de la cintura, sin decir mayor palabra por no querer despertarla, se levanta y busca su ropa.
- Solo tuvimos suerte. - Fue lo que dijo en voz baja, frustrado en dejarse caer en esa fantasía de amor con final feliz.
El amaba a Mine, claro que lo hacía, pero solo ha podido estar cerca de ella por ser su hombre de confianza tras ese incidente. Cosa que los soldados de su padre no ven muy a gusto. Aun recordada esas veces.
- Estúpido niño -Uno de esos hombres estada frente a él, golpeándolo con un bastón donde cayó al suelo mirando con un auge de odio al hombre frente suyo, sin atreverse a pararse, no por cobardía o algo de eso si no por no querer ningún problema. Era mejor quedarse quieto, y esperar a hacerse a respetar en su trabajo. - Veo que te agrada estar junto a la princesa, ¿Qué intenciones tienes con ella, dime? Sabes ser su guardia es algo que a muchos les gustaría en tu posición, pero no te acostumbres mucho solo te será temporal, luego te iras de aquí.
Levanto en bastón para ponerlo frente a la cara del en ese entonces joven Cid, sin decir mayor palabras, pensando que ese hombre no era digno de sus esfuerzos solo espero a que se fuera.
Al estar de pie, volvió con su maestro, nunca espero que la princesa le agradeciera tanto, pidiendo ser su compañía.
En ese momento, luego de su presentación fue difícil encontrar palabras para volver a hablarse, sin faltarle el respeto a Mine, pensó Cid.
- Me sorprende tu valor de venir hasta aquí a ayudarme, teniendo mi misma edad. - Empezó a hablar ella, llamando la atención del contrario.
Ambos estaban sentados a una orilla del rio, junto a un árbol, algo mojados, esperando a que el incendio pasara a una distancia segura de ellos.
- Sí, bueno, para eso nos entrenan, debemos practicar tanto artes mágicas como de combate solo por defender a su familia. - Fue su respuesta, hablando de manera formal.
- Mi padre nunca me dejaría portal una espada, debe ser interesante blandir una. - Eso lo tomo por sorpresa, pensando por un momento, un breve segundo todo lo que ella debería tener por ser la mayor de las hermanas, antes que volviera a hablar. - Creo que después de esto mi Padre estará más intranquilo con respecto a mí saliendo del castillo.
- ¿Usted...? - Se cayó antes de que peguntar algo indebido en su posición con ella. A Cid lo entrenaban e inculcaron las normas del Japón. A diferencia de done vivía, debía tratar con respeto y honor a el rey y sus hijas, tanto como los tenientes. No podía tener libertades con ellos. Cosa que en un futuro seria ignorado.
- Como princesa y mayor de mis hermanas, está en mis hombres el legado de todo este terreno, aunque solo pueda casarme con un hombre digno y con poder. Además de darle un hijo. - Cid no esperada que se abriera así con él. Estada nervioso sin saber cómo llevar la conversación o que decirle mientras el fuego se apagada y fueran por ellos, o ellos mismo se fueran. - No tienes que decir nada, en este momento no tengo problemas con eso.
- Señorita. - Sus facciones se tuercen inseguro, terminando por pasar sus brazos por sus piernas, pensando en cómo procesar lo dicho por esta.
- Dime lo que quieras con confianza, No tengo problemas. - Le sonrió de forma amable desde su lugar, clavando sus ojos en él.
- Usted cómo se siente. Con lo primero dicho, entiendo sus responsabilidades como princesa, pero me llama la atención sobre su interés en Armas.
- Bueno, es algo que me llama la atención, poder practicar en el manejo de un filo perfecto, como una máquina de pulir.
- Creo que la entiendo. Mi maestro Ferser, me ha enseñado sobre el sable sagrado, donde puedo convertir la fuerza de mi alma en una espada poderosa.
- ¿El señor Ferser? El es uno de los hombres de confianza de mi padre, lo conozco bien.
- ¿Enserio?
- Si, lo he visto combatiendo, estas en buenas manos.
- Gracias por pensar eso... La técnica del sable sagrado es algo que he visto al Señor Ferser hacerlo, he estado intentando ejecutarlo y perfeccionarlo.
- Lo lograras, hoy me salvaste, es la prueba que necesito para saberlo.
- Seré un guerrero digno de servirle.
Ya vestido, los 2. Cid buscada lo que sería el desayuno de los 2 mientras preparada las cosas en su partida a su destino.
- Con algo de suerte en la tarde llegamos a las tierras donde nos enviaron. - Informo ella, tomando una taza de té caliente. Cid solo asiente a sus palabras totalmente inexpresivo. - Anoche la pase muy bien, espero tu también. - Sonríe de medio lado en una expresión picara.
- Sobre eso...
- Cid. - Lo callo antes que digiera algo, porque lo conocía, y lo más seguro es que se negaría a lo que paso, tratando de ser correcto.
- Mine solo tuvimos suerte anoche, alguien pudo encontrarnos y las consecuencias son altas. Ya estas comprometida y el solo hecho de que ya no eres virgen te será un problema después.
Razono él, con voz seria, buscando no levantarla y que se escuche mas haya. A lo dicho por este, Mine solo se levanta para quedar frente a él, besándole los labios por un breve instante. Antes de separarse y acariciar su mejilla.
- En este momento no me importa, ni pienso mucho en eso. Como dije anoche, te amo. - ¿Rebelde le queda ella? ¿Cómo lo tomada tan a la ligera? A la final Cid solo tomo su mano y la beso, sabía que significada este gesto, y eso era lo quería trasmitirle.
- En ese caso, tomare toda la responsabilidad que amerita en esta acción, en todo lo que acaba de pasar. Me quedare contigo todo lo que sea necesario. - Expreso firme como un guerrero, como un toro frente a su enemigo, o un cazador frente a un demonio.
Le va un último beso antes de pararse. Dentro de poco se irían.
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