Capitulo 10
El tiempo pasada de forma monótona para todos en el ese castillo, los días pasaban en total calma mientras cuenta regresiva para volver se hacía más y más corta. Esos "algunos días" Fueron más de lo pensado, lo que hacía más tortuosa la espera.
- ¿Qué será? - Se pregunto a sí mismo, en todos esos días de la misma que aparecía, la presencia de un demonio se desvanecía, de forma rápida y espontanea. - Mine... - Volvió a suspirar como si del más grande soltero enamorado se tratara, agradeciendo que estada solo.
Ahora que lo pensada, en la posición entre ambos, era solo el amante ocasional de la princesa, o eso parecía. Aunque lo normal era lo contrario, y por su desgracia nada podía hacer. Ni pedirle formalmente una relación, o matrimonio podía. Y eso le gustaría.
Volvió a suspirar.
¿Cuánto faltada para terminar esa junta? Cid tenía una paciencia enorme para soportar esto día tras día, quedarse sentado sin hacer nada, solo esperando.
De cierta forma algo que disfrutada de eso, pero a la vez no le gustada, por todos los escenarios a los que llegada, era pensar en Mine y el, todo lo que cambio su relación, todo lo que han pasado, todo lo que han hecho, sus cosas buenas y sus consecuencias.
Algunos pensamientos se solían tornan repetitivos, pero ya era su rutina. Al momento de Mine salir y acerca a él, se levanto, caminando con ella.
- ¿A dónde vamos, princesa?
- Una pequeña reunión que solicitaron con los 2 y el terrateniente. Terminaremos de forma rápida. - Le informo a lo que Cid asintió.
Grande fue su sorpresa al no encontrar muchas personas, solo un par de guerreros y el generar a cargo de estos.
Toda facción de Cid quedo arrugada debido a un muy mal presentimiento que tenia. Tomando su espada de forma rápida, totalmente a la defensiva, buscando con la mirada algún peligro.
- Un gusto en verla señorita. - Alago el hombre, inclinándose de forma cortes ante la princesa.
- Un gusto igual, vengo como usted pidió ante su solicitud. - Expreso.
Algo en el ambiente se sentía fatal, y eso Cid lo sabía, no fue mucho tiempo antes de que la imagen de ese hombre desapareció y entre las sombras, la figura de un demonio salió volando llevándose a Mine con él hasta un punto en el aire donde ninguno podría alcanzarlo.
- ¡Phantasos!
- Te dije que tu cabeza seria mía tarde o temprano, pero me encuentro con tu mujer, tiene tu olor en todas partes. - Sonrió totalmente perverso, sujetando a Mine del rostro para verla, en su débil forcejeo.
- ¿¡De que habla esa cosa!? - El terrateniente estada totalmente enojado, mirando a Cid como queriéndolo matar.
Cid buscada no prestarle atención y concentrar en salvar a Mine, sacando su espalda pero sin pode hacer nada ya que ella correría el mismo riesgo de morir.
- ¡No me ignores estúpido extranjero! ¡¿Fuiste capaz de abusar la confianza que el reino de la princesa te ofrecía?! - Cid se negada a verle a la cara, por mas reclamos que tenia sobre su cabeza, y por mas amenazas que le estaban llegando.
- Yo le explicare todo. - Mine hablo, aun desde su posición hablo.
- Vaya, de verdad eres una mujer devota, aun con tu vida peligrando haces todo por tu amor. - Nadie sabía si lo estaban alagando o insultando, pero poco importada de momento. Con todo lo que estaba pasando frente a sus propios ojos, a duras penas el terrateniente acepto, buscando salvarla y entregarla con su padre, que el vería que hacer luego, porque de ser por él, Cid de aquí no saldría con la cabeza en el cuello. - Si se acercan mucho, le corto el cuello. - Amenazo. Si era capaz de hacerlo, sin problemas.
- Este demonio puede usar ilusiones. - Cid informo, varios hombres del lugar se pusieron alerta, pensando en una forma de lastimarlo, o inmovilizarlo, este no traía un tipo de arma o armadura, lo que haría herirlo más fácil, si no, junto con los otros tipos de demonios que había si sería más difícil.
- Ya dejen de jugar, lo que yo quiero es matar a el Cid, ¿Por qué no me lo entregan y yo les voy a la princesa? - Esa negociación se veía que estada más que mal intencionada, no creían que de verdad podría pasar algo bueno de esto.
De parte del terrateniente, era tentador, estada a punto de hacerlo de no ser porque nada le asegurada que cumpliría.
- ¿Cómo...? - Antes de terminar su oración, Cid lo pensó todo rápido y con un suspiro camino al frente aceptando las condiciones. - ¿Qué? - No dijo más. Se quedo mirando atento en todo movimiento que Cid, Phantasos, y sus guardias hacían.
- Veo que decidiste bien. - Bajo hasta que sus pies tocaron piso, acercándose el uno al otro. Mine maldecía que nunca pudo practicar defensa propia, su reinado no era como el de los demonios donde tenias que pelear para defenderte, y en este momento no lo podía maldecir mas.
Los puños de Cid estaban apretados a sus costados, mientras su semblante estada duro como si del metal más viejo se tratara.
El terrateniente solo podía pensar en 2 cosas; si moría residía su castigo, y la segunda, si sus guerreros podían llegar a moverse justo en el momento para matar al demonio rubio. Ambos casos le convenían, porque aun si se lleva a Cid, esa cosa era peligrosa y lo mejor era que la mataran.
Todo lo que paso después, fue casi en camera lenta.
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