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Capitolo sei: Fallito

Cuando el resplandor de uno de los rayos de sol que se colaban por la ventana de la habitación en la que Grettel se encontraba, dio de lleno en sus amatistas, no pudo evitar removerse, aun cuando su pequeño cuerpo palpitaba por el dolor latente que sentía.

Trató de acostumbrarse a la iluminación, no obstante, sus parpados se sentían pesados y amenazaban con cerrarse de nuevo. Sin embargo, el hecho de que alguien sostuviera su mano con fuerza y desesperación, en lugar de alegrarla, tuvo el efecto contrario.

—¡No quiero que te me acerques!

Ante el grito de la menor, la maquina que se encontraba conectada a ella y que medía su frecuencia cardiaca se disparó.

—Grettel, cálmate—pidió la castaña con rapidez cuando la peli plata arrebató su mano de la suya—. Soy yo, Arai.

—¡Aléjate! —un nuevo grito inundó la blanca habitación—. Ya no te metas conmigo, por favor.

Ohimesama—Arai tenía la esperanza de que, hablándole de esa manera, pudiera tranquilizarla—, nada vai acontecer. Soy yo, Arai-san.

Pero el miedo que podía apreciarse en las amatistas que Grett tenía por orbes no parecía querer disminuir, sino todo lo contrario, por lo que Arai comenzaba a preocuparse. Incluso se estaba moviendo de manera frenética, como si su rodilla no hubiera sufrido una lesión que podía poner en riesgo su futuro.

Y fue, en ese momento, que una de las enfermeras llegó de manera apresurada a donde ambas se encontraban, justo antes de que otra le pidiera a la brasileña que se retirara para que le aplicaran un sedante a la peli plata.

Arai soltó un suspiro cuando se encontraba en el pasillo del hospital ante la mirada de la castaña que se encontraba recostada en una de las paredes con los brazos cruzados frente su pecho.

—Ni siquiera voy a preguntar cómo se encuentra—murmuró Kaydee mientras sus ojos castaños se desviaban a la puerta de la habitación en la que su hermana menor se encontraba—, pero es que aun no entiendo qué pasó.

Arai negó con la cabeza y apoyó su espalda en una de las paredes antes de que se dejara caer y su cuerpo tocara el frio suelo de las baldosas del hospital.

—Yo debí de haber cruzado ese peatonal, de ser así ella no estaría aquí—dijo en un hilo de voz, después, sus ojos verdes se dirigieron a Kaydee—. Todo ocurrió en un parpadeo, cuando estaba cruzando la calle un automóvil de pronto se apareció y no frenó, incluso parecía que lo hizo a propósito porque después de que impactó a Grett ni siquiera se detuvo, siguió su camino.

—Debería llamar a mi padre—masculló Kayd—, Georgiana y él nos están esperando en Hamburgo junto a Genzo, si ven que no llegamos hoy que es noche buena van a preocuparse.

Sí, ya había pasado un día desde el choque.

—Sé lo testaruda que es—confesó Arai—, y estoy segura de que si estuviera consciente no querría que les dijeras.

Kaydee sonrió ligeramente.

—Es un punto a favor que no lo esté.

Entonces, los ojos verdes vieron como la castaña se alejó un poco de donde ambas se encontraban con su móvil en mano, dispuesta a inventarse una mentira lo suficientemente creíble para que la cena de noche buena cambiara de sede en menos de cinco horas.


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Arai nuevamente dejó salir un suspiro.

—Quizá les mentiste a tus padres, incluso a tu hermano al que no se le escapa nada—comenzó diciendo la brasileña—, pero a mí no, Grett. Así que dime porque reaccionaste así la primera vez que abriste los ojos.

Ante la firmeza de las palabras de Arai, las amatistas de la peli plata se cristalizaron, sin embargo, solo atinó a negar.

—¿Estás consiente de que tu rodilla está muy mal? —por primera vez desde que Grett la conoció, Arai verdaderamente estaba dejando ver la verdadera diferencia de edad que existía entre ambas—. ¿y de que si tu lesión no se cura por completo vas a terminar siendo lo que yo? ¿Um fracasso que no puede ni quiere volver al campo porque se llenó de inseguridades?

Grettel sintió el escozor de las lágrimas agolparse en sus ojos y la opresión en su pecho no le estaba permitiendo ni siquiera respirar, incluso el dolor de su cuerpo no era nada comparado con el que estaba sintiendo en su corazón, porque el solo pensamiento de que todo se estaba saliendo de control y que eso podía afectar su futuro como futbolista le aterraba.

Porque Grett solo tenía tres cosas que verdaderamente le importaban en la vida, y el fútbol era la primera de ellas.

No necesitaba que un doctor le dijera que se encontraba en una situación crítica, pues la simple manera en la que su mentora le hablaba era suficiente para hacérselo saber.

Y eso solo materializaba lo que tanto temía.

—No te refieras a ti de esa manera—dijo con un hilo de voz y, aunque intentó lo más que pudo retener sus lágrimas, una solitaria logró rodar por una de sus mejillas—. Eres la persona más increíble que he conocido Arai-san, el fracaso soy yo porque debí de hablar desde el primer momento y no permitir que esto llegara tan lejos.

—¿A qué te refieres, Grettel?

Entonces, cuando la peli plata vio una mezcla de confusión latente y apoyo en los ojos verdes de la brasileña, no pudo evitar volverse un mar de lágrimas mientras le contaba a Arai como es que todo su infierno se había desatado desde el momento en el que ingresó al Inter de Milán.

-

Tanto Grett como Genzo tenían sus ojos enfocados en la pierna enyesada de la menor, completamente desconcertados.

Genzo no dudó en arrugar la nariz mientras se encogía de hombros y se removía al lado de Grett, pues se encontraba sentado en su cama de hospital.

La verdad es que Grett no pensó que hubieran muchas personas que verdaderamente la apreciaran, no obstante, el que Gino estuviera en la sala de espera con sus padres, el que Kaydee hubiera viajado desde México solo para verla, el que Gio le hubiera videollamado para pedirle perdón por no estarla acompañando, y el que Arai se quedara en Milán más días de lo que había previsto solo para seguir cuidándola hasta que le dieran el alta, solo le hizo saber cuan equivocada estaba.

Genzo también estaba a su lado, dándole el apoyo que siempre necesitaba en los momentos más difíciles, y si bien habían discutido porque el mayor insistió en que su amigo Izawa debía de tener conocimiento de la situación, terminó cediendo ante la peli plata, quien le aseguró que le diría cuando estuviera lista.

Y que también le pidió que no le dijera nada a Shõri, ni a Takako, pues por el momento no quería que nadie más se enterara del estado tan lamentable en el que se encontraba.

—Míralo por el lado positivo—comenzó a decir—, puedes pintarle girasoles cuando estés aburrida, Ari. Y yo puedo poner mi nombre en letras grandes y mayúsculas.

La peli plata hizo una expresión de desagrado.

—¿Y yo para que quiero que me marques con tu nombre como si fuera Woody de Toy Story?

Y, aunque Genzo soltó una pequeña carcajada, su rostro delataba la frustración que sentía de que su hermanita se encontrara en esta situación.

—Para que sepan que tienes a alguien cuidándote, Ari—murmuró el pelinegro—, aunque creo que no he hecho bien mi trabajo de hermano mayor, porque no pude evitar esto.

Grett negó al momento de que le quitó su gorra a Genzo para revolverle sus cabellos.

—No quiero que te estés lamentando por algo que no estaba en tu control, Gen—dijo la peli plata con una sonrisa, como si quisiera fingir que todo se encontraba bien—. Los accidentes de tránsito ocurren, y esta vez me tocó a mí. Pero estoy segura de que el tiempo para que me quiten esta cosa pasará rápido y después podré iniciar la terapia para volver al campo.

Claro que Grett no estaba segura de que eso fuera así, y no parecía ser la única, aun así, su hermano solo se dedicó a soltar un pesado suspiro.

—Oliveira rescató tu móvil desde hace tres días, pero no habíamos podido dártelo—Wakabayashi le extendió el aparato—. Izawa está preocupado, Ari, y a mí ya se me acabaron las mentiras para evadirlo por más tiempo. Es un ridículo, incluso me preguntó si no sé si el que no le respondas se deba a que quieres terminar con él.

Cuando Genzo rodó los ojos, una pequeña carcajada escapó de los labios de la menor al mismo tiempo que tomaba el móvil, intentando que el temblor que estaba apoderándose de sus dedos no se notase.

—Gracias por todo, Gen—musitó la chica, viendo como encendía el dispositivo—. De verdad que no pude tener un hermano mejor que tú.

—Lo sé, Ari. Soy genial.

Sin embargo, la sonrisa genuina que se había formado en los labios rosas de Grett disminuyó considerablemente cuando vio uno de los muchos mensajes que tenía, incluso sintió como sus ojos comenzaban a escocerle, su estómago se revolvió y su cabeza comenzaba a darle latidos de dolor al igual que su rodilla.

«Al fin tu corona cayó, Principessa. Y no sabes como estoy disfrutando haberte visto caer de tu trono.»

Ahora sí, la poca confianza, seguridad y estabilidad que Grett aun sentía desapareció por completo.

Y aun no tenía ni idea de todo lo que el accidente iba a desencadenar.


👑

¡Hola! ¿Cuántos extrañaron a la chiquitina?

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Qué opinan de que Grett le haya contado a Arai? ¿y de Genzo haciendo caso de no contarle nada a Mamoru?

¿Cuántos aquí odian a Lianna?

¡Nos leemos pronto en Saudade! Los amo<3

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