Capitolo quattro: Stai ascoltando, Grettel?
—¿Qué estás haciendo, Ari? —fue lo primero que escuchó decir a su hermano cuando respondió a su llamada—. ¿Dónde estás?
Grett enarcó una de sus cejas oscuras.
—Buenas noches, Gen, yo también me encuentro bien ¿tú qué tal? —inquirió con sarcasmo.
Mamoru luchaba por no dejar escapar una pequeña carcajada mientras tenía ambas manos a cada lado de las caderas de la peli plata.
—¿con quién estás?
Un bufido escapó de los labios de la menor.
De verdad que su hermano era todo un caso.
—Me preguntas como si no lo supieras ya—respondió—. Porque te aseguro que Mamoru no pudo adivinar mi dirección como por arte de magia.
—Entonces sí logró viajar—musitó Genzo, pero sonó más como si hablara consigo mismo—. Pásamelo, necesito hablar con él.
Las amatistas se desviaron al rostro de Mamoru, quien tenía un gesto de preocupación mientras negaba con la cabeza.
—Yo creo que hablarás con él mañana, Gen, ahora vamos a salir a cenar. Te quiero, hablamos luego.
Y, sin más, Grett colgó la llamada.
—Vaya que a ti te gusta tentar a tu suerte.
Grett soltó un suspiro cuando el recuerdo de ella poniendo en su lugar a Lianna surcó su mente, quería hacerse creer que hizo lo correcto al ponerle un alto a esa loca que disfrutaba de estarla molestando, pero en el fondo tenía el presentimiento de que, quizá, solo había empeorado las cosas.
Y tenía miedo de como ella y Ángelo fueran a reaccionar al respecto.
—Eso supongo—murmuró, elevando ligeramente una de sus comisuras, mientras sentía una pequeña opresión en el pecho al retener lo que tanto quería contarle al pelinegro frente a ella—. Muchas confiancitas, ¿no crees, Mamoru? Ya veo porque mi hermano siempre estuvo preocupado porque tú y yo estuviéramos solos.
Cuando el chico se dio cuenta de a donde se habían desviado las amatistas de Grett, no pudo evitar ruborizarse, sobre todo, cuando la peli plata soltó una carcajada al mirarlo.
Claro que nada más se encontraba incordiándolo. Y él había caído en sus juegos.
—Lo siento, Grett—se disculpó rápidamente, soltando las caderas de la chica mientras ella reía—, es que sigues poniéndome tan nervioso como el primer día, que sigo sin saber cómo debo reaccionar cuando estoy contigo.
Una sonrisa genuina se elevó en los labios rosas y, sin titubear, acortó la distancia que la separaba de Izawa para rodear su cuello con sus brazos mientras él deslizaba los suyos alrededor de su cintura.
—Esto también es nuevo para mí, Mamoru—confesó Grettel en un susurro, contra la cabeza del chico—. Nunca he tenido una relación y la más cercana había sido contigo, aunque siempre decías que solo éramos amigos.
—No sé qué pasaba por mi cabeza en ese momento, lo admito—dijo, mirando con ternura como Grett había fruncido ligeramente el ceño—. Pero agradezco que, al final, siempre voy a ser yo para ti, así como tú para mí, porque estoy seguro de que no tengo competencia y tú mucho menos.
Lo cierto era que Grett sentía un alivio inmenso cuando se encontraba cerca del pelinegro, como si supiera que, siempre que estuviera a su lado, nada podría pasarle pues nadie iba a poder atravesar esa barrera de protección que Mamoru había creado para ella.
Quizá era por eso que era su mejor amigo.
Quizá por eso ahora era su novio.
Sin embargo, solo esperaba que esa barrera verdaderamente fuera tan resistente como aparentaba, pues ni Grett ni Mamoru tenían idea de lo que iba a ocurrir después de que él se regresara a Japón, pero todo iba a iniciar cuando tuviera que darle una respuesta al entrenador Calsis sobre su propuesta de conseguirle la nacionalidad italiana para que formara parte de su Selección.
━━━━━━✧👑✧━━━━━━
—¿y tú novio? —le preguntó Gino cuando salieron del edificio en el que se encontraba el departamento de Grett mientras caminaban con dirección al campo de entrenamiento—. Creí que iría a verte mientras estuviera aquí en la ciudad.
Grett negó con la cabeza al mismo tiempo que soltaba un suspiro.
—Le mentí diciéndole que no le darían acceso—confesó con un encogimiento de hombros—. Lo que menos quiero es que vea la situación en la que me encuentro con Lianna y Ángelo porque es capaz de que se le vaya encima si ve que me hicieron algo, así sea durante un entrenamiento.
—Sabes que no está bien que le ocultes lo que sucede ¿verdad? —murmuró Gino, y aunque sus palabras pudieran parecer un regaño, para Grett se sintió como todo lo contrario, sobre todo porque en el fondo sabía que el rubio tenía razón—. Quizá él podría ponerle un alto a Vannucci, Gretty, porque si bien es cierto que yo te he apoyado y cuidado junto a Giova en todo momento, nadie más le ha hecho frente.
—¿y de que me sirve, Gin? —reprochó la peli plata—. Mamoru se va mañana a primera hora y, aunque enfrente a Ángelo, ¿qué pasará cuando se vaya y yo nuevamente me quede sola aquí? Solo empeorará las cosas, así que créeme que prefiero no inmiscuirlo en esto porque sé que no estará tranquilo regresando a Japón, y es lo que menos quiero porque eso terminará afectándole en su rendimiento, el Torneo Nacional se acerca y tiene que prepararse para tener el tricampeonato.
Gino detuvo su andar.
—¿te estás escuchando, Grettel? —cuestionó con un tono más firme, sin embargo, no dejó que la chica respondiera pues inmediatamente retomó la palabra—. Es la misma situación que tienes aquí, ¿crees que no sabemos que Calsis te ofreció el lugar de Giovanna en la Selección?
Grett también detuvo su paso e imitó un gesto de total asombro, como si no supiera de lo que Gino estaba hablando.
—¿qué estás diciendo?
Claro que ella sabía, perfectamente, a lo que Gino se refería.
El lugar que Calsis le estaba ofreciendo era el que pertenecía a Giovanna, ya que ella por su edad y nuevo contrato con el Göteborg era imposible que pudiera formar parte de la Selección. Sin embargo, lo que Grett tanto temía sucedió, pues si Gino estaba enterado de esto, lo más probable era que todos también.
Incluyendo a Lianna y Ángelo quienes, hasta donde ella había entendido, aún no habían sido convocados a pesar de que había dos vacantes disponibles.
Y una se la habían ofrecido a Grettel, sin importar que ni siquiera fuera italiana.
—Que todo lo de Vannucci y Rocuzzo te está afectando—señaló el portero—, a ti, a tu rendimiento y sobre todo a tu salud, Grettel. ¿qué estás esperando? ¿que a la próxima no sea solo un esguince? ¿qué destruyan todo lo que has construido solo porque no quieres pedir ayuda? Lianna salió de la banca y ya tiene tu lugar ¿tú crees que se va a conformar con eso? ¿crees que no querrá la posición que tienes ahora?
Una de las cejas oscuras de Grett se elevó, demostrando una señal de reto implícito con ello.
—Quiero ver que lo intente.
El rubio negó con la cabeza, acomodándose en el hombro el bolso deportivo rosa que siempre le ayudaba a cargar a la peli plata.
—Solo espero que esto no llegue demasiado lejos, Grettel.
Entonces, Gino retomó su paso hacia el campo de entrenamiento, sabiendo que Grett venía detrás de él sin decir ni una sola palabra.
Grett sabía que Gino tenía razón, pero también sabía que en el momento en el que ella lo admitiera y reconociera que la situación con Lianna y Ángelo se estaba convirtiendo en una bola de nieve descendiendo por la montaña que estaba fuera de su control, todo se iba a volver más real.
Y temía eso, pues allí sí todo lo que había construido hasta ahora no iba a ser más que polvo en el espacio, y tanto su reconocimiento como una de las mejores jugadoras en el Campionato Primavera como su propio título de Sakkãpurinsesu no iban a tener valor alguno.
La peli plata se encontraba cambiándose al uniforme de entrenamiento, pasando su camiseta por su cuello antes de que el dorsal 28 pudiera apreciarse junto a su apellido en su espalda y el logo del Inter adornando un costado de su pecho.
—Pero qué tenemos aquí, la princesita está sola—la voz de Lianna resonó en el completo silencio en el que se encontraban los vestidores—. ¿dónde dejaste a tu perro guardián?
Grett levantó la mirada y, a través del espejo frente a ella, pudo percatarse de que la pelirroja se encontraba a tan solo unos cuantos pasos detrás de sí. Estaban solas, una detrás de la otra, y aunque la situación podía aterrar a Grett, se las ingenió para mantener la compostura y limitarse a sostener la mirada miel por medio del reflejo.
—Deberías tenerle más respeto a tu capitán, Rocuzzo—murmuró Grett con un tono firme—. Recuerda que él también influye mucho en la decisión que toma el entrenador para la alineación final, y no creo que quieras regresar a la banca de nuevo ¿o sí?
Aun a través del reflejo, la peli plata pudo observar como Lianna apretaba los dientes con frustración.
—Eres una hija de puta, Wakabayashi—le espetó la pelirroja con desdén—, pero espero que cuando estés en el piso, sin título de renombre, amigos ni equipo, te acuerdes de mí porque seré yo quien te haga caer. Y el lugar que Calsis te ofreció va a ser mío.
Grett soltó una pequeña carcajada y después se volvió frente a ella.
—Deberías dedicarte a mejorar tu técnica, tesoro—la voz de Grett sonó firme, como si por dentro no estuviera sintiendo la peor ola de miedo que jamás hubiera imaginado—. Porque no puedes pelear un lugar que no te pertenece.
—¿y a ti sí te pertenece?
Una de las comisuras de la peli plata se elevó de manera retadora.
—¿Qué acaso no es por eso que me lo ofrecieron? —musitó Grett—, ¿porque prefieren que una japonesa ocupe un lugar en la Selección antes que dártelo a ti?
—No tienes ni idea de con quién te estás metiendo.
La peli plata se limitó a sonreír de manera ladina.
—Estoy segura de que tú tampoco la tienes, Rocuzzo—fue lo que respondió mientras caminaba hasta quedar a unos cuantos pasos frente a la pelirroja—. No sabes el poder que puede llegar a tener mi apellido, aunque no me encuentre en mi país.
Entonces Grett, aun con un nudo comenzando a formarse en su garganta, la cabeza dándole vueltas y el estomago revuelto por el miedo de las consecuencias que pudieran originarse debido a sus palabras, se las ingenió para mantener ese porte y aura elegante que tanto la caracterizaba mientras caminaba con paso calmo, cruzando a un costado de Lianna con dirección a la salida de los vestidores.
—Ya veremos si dices lo mismo cuando no puedas regresar al campo, Principessa.
Vaya que ahora sí, Grett había tentado completamente a su suerte.
Sobre todo, cuando salió al campo y pudo ver a Mamoru sentado en las gradas, dispuesto a presenciar como era uno de los entrenamientos de Grett con el Inter.
👑
¡Holaa! ¿qué tal el capítulo?
Lianna odia a muerte a Grett, sobre todo porque Grett no la tiraba a loca por completo y al contrario, con los comentarios que le hacía la incentivaba a odiarla más, eso está claro:)
La conversación de Gino y Grett era necesaria, él es su único amigo que sabe por lo que está pasando, porque ni Genzo está enterado de esto.
¿esas escenas Grettzawa eee?🙈 pd. sigo sintiéndome rara pero son necesarias xD
¿qué creen que ocurra en el entrenamiento con Mamoru presente?
Recordemos que él se irá a la mañana después de este entrenamiento, y después vendrá todo lo demás, sé que dije que Principessa sería más corta que Himari, pero a como estoy yendo creo que sí tendrá mínimo unos 10 porque aún falta narrar cómo tomó su decisión de regresarse a Japón jeje
¡Nos leemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro