Confide in me
4 meses después...
Luego de aquel incidente, terminé en el hospital de la ciudad.
No era algo grave, solo un par de golpes y desinfectar las heridas que me había causado al caer.
Recuerdo que cuando desperté, los policías y toda la prensa estaba sobre mí en busca de alguna información de D.
—"¿Puede describirlo?"
—"¿Le reveló su identidad?"
—"¿Podría dibujarlo?"
—"¿Cómo sobrevivió?"
Todos los días eran las mismas preguntas, a lo que siempre respondía con un frío "no sé".
En dos semanas fui dada de alta, debido a que me había recuperado totalmente, y no había sospecha de que D volviera por mí. A pesar de esa medida, siempre estaba vigilada por algún oficial encubierto.
Una vez de vuelta en casa, decidí encerrarme en mi habitación y no salir por lo que restaba del mes.
Al final del mes, volví al lugar donde estuve cerca de ser una víctima más de D. A pesar de que todo estaba calcinado, nadie se atrevía a acercarse a limpiar o revisar, todo seguía igual desde que se extinguió el incendio.
Siempre estaba al tanto de cualquier movimiento sospechoso, se escuchaban ruidos a lo lejos pero le restaba importancia a ello. Desde el incidente, ese lugar se volvió popular, algo que ahuyentaba a D. Se había vuelto una zona segura, por así decirlo.
Por curiosidad, me dirigí a donde caí. El colchón inflable se encontraba completamente quemado, y un pedazo de mi blusa quemada se encontraba allí también. También había un guante negro, y el carrete de una cámara intacta.
—Imposible.
¿Cómo pudo sobrevivir esto? Mire a todos lados pensando que era una trampa, pero to seguía desolado. Envolví ambos objetos en servilletas que llevaba conmigo y las llené a mi bolso. Debía llevárselas donde mi profesor. Todo este gran sacrificio debería servir para algo.
A pesar de que la carretera siempre estaba vacía, un taxi negro pasaba por allí y lo tomé sin pensarlo dos veces. Apenas se detuvo, entré y mientras cerraba la puerta le dije:
—Hacia la Universidad Ulises Lopez, rápido.
El conductor aceleró sin decir alguna palabra.
Durante el camino, aprecié cómo el paisaje rural desaparecía dando paso a lo urbano.
Al llegar, pagué al conductor y rápidamente me dirigí hacia el pabellón de Artes. Era martes, a esta hora el profesor Marco Giménez se debía encontrar en la su despacho.
Y no me había equivocado
—¡Alexia! ¿Qué haces aquí?— el profesor se levantó notoriamente sorprendido por mi aparición en la sala. Por su reacción, supongo él me creía muerto.— Si vienes por lo de la apuesta, olvídalo. Ya hiciste suficiente.
—Lo sé profesor— Mientras hablaba, me acercaba con pasos ligeros mientras rebuscaba en mi bolso los objetos que había recogido.—, lo conseguí.
El profesor me miraba confundido, esperó hasta que encontrara lo que estaba buscando. De mi bolso saqué un pequeño rollo de cámara, de esos antiguos que tenían peliculas en negativo. Con cuidado retiré la tapa y mostré un poco del contenido.
—Imposible...
—Gané la apuesta profesor.
Él se dio media vuelta y rápidamente se dispuso a cerrar las cortinas, quedándonos a oscuras. Cerró la puerta con seguro y encendió una lámpara que tenía en su escritorio. Ahora yo estaba confundida.
—Finalmente, todo esta farsa de D se acabará.—El profesor recogió las películas y empezó a verlas con cuidado, con cada cuadro su emoción aumentaba.— Y todo gracias a ti, pequeña Alexia.
—Creo que ese tema ha quedado cerrado profesor.— Siempre me ha incomodado que me llame "pequeña", a pesar que lo odio, si reprobaba con él una vez más, me expulsarían de la universidad.— Ahora, espero cumpla con su parte del trato.
—Lo siento, ya no hay trato.
—Entonces devuélvame las películas.
Antes de que pudiera tomarlas, Marco sacó un arma y apuntó hacia mi cara.
¿Qué es todo esto?
—Al fin podré tener todo lo que siempre he querido.
—Déjese de juegos y...
Al escuchar un disparo, cerré mis ojos y me lancé al suelo, cayendo de espaldas al tropezarme con una silla. No me había dado, pero la bala pasó muy cerca mío. Él iba en serio, mientras yo caí en otra trampa.
Marco dejó las películas en la mesa, mientras se desabrochaba el pantalón con una mano, y la otra me apuntaba aún con la pistola. ¿Tan grande era su obsesión por mí? ¿Qué tengo yo que me desea tanto?
—Lo siento, pero si no lo has notado, acabas de darme la debilidad de D... Su identidad.— Al intentar retroceder, saltó hacia mi y me tomó fuertemente del cuello. Empezaba a ahogarme.— Ahora puedo hacer lo que me plazca sin miedo a que venga por mí.
Antes de que pierda la conciencia, él me soltó. Mientras tosía, él iba quitándome la blusa sin que pueda evitarlo o luchar.
—Alexia, las fotos son geniales, parece que tú no las tomaste.— Aquella voz la podía reconocer, D estaba aquí.— Oh, lo siento mucho. ¿Interrumpo algo profesor Giménez?
—¡Doble premio! ¡Este día es tan genial!
Marco dejó de manosearme y tomó su pistola. Pude ver como D levantaba las manos mientras Marco lo apuntaba con la pistola. Me enfoqué a recuperar el aliento, si lo lograba quizá podría escapar de allí con sigilo.
—¡Hey, no juegue con armas de fuego profesor! Estamos aún dentro de la Universidad.
—Algo has planeado, por eso tu maldita seguridad.— Marco tiró del gatillo, pero la pistola estaba descargada. D sonreía, la situación estaba a su favor.— ¿Crees que yo tampoco tengo trucos?
—Creo que no, profesor.
Una vez logré recuperar el control de mi respiración, empecé a arrastrarme con mucho cuidado hacia la puerta, pero al voltear casualmente logré ver una pistola colocada secretamente debajo de la silla con la que había tropezado.
Salté hacia la silla, pero antes de llegar, Marco se interpuso y logró darme una patada. Quedé aturdida y con el labio roto, mientras veía como Marco tomaba la pistola y apuntaba a D nuevamente.
—No sé el motivo por el cual no la mataste, pero ella es mía ahora.
—De no ser por ella, no hubiera encontrado a mi stalker número 1.— D se sentó en la silla que estaba al otro lado del escritorio, y cruzó los brazos mientras observaba sonriente a Marco— ¿Ahora qué?
—¿¡No harás nada!?— Grité sin pensarlo, estaba confundida con su actuar.— ¿¡Dejarás que se salga con la suya!?
—¡Silencio!— Marco comenzaba a transpirar y a temblar. No duró mucho hasta que cayó al suelo convulsionando.
Lentamente me acerqué a la pistola, pero antes de llegar a ella, D pateó la pistola arrojándola hacia una esquina de la habitación mientras me hacía un ademán de negación con la mano y negaba con la cabeza, como si estuviera enseñando a una niña pequeña.
D se sentó cerca mío y simplemente observaba como Marco agonizaba. Por mi parte, tomé mi blusa y me vestí nuevamente. En ese momento sentía más vergüenza que miedo por D, lo cual me generaba aún más dudas sobre él.
Pocos segundos después, Marco dejó de moverse. Él había muerto dejando su cuerpo en una posición extraña. D seguía observándolo como si fuera a escapar, el silencio finalmente reinó en aquella oficina, hasta que decidí romperlo.
—¿Qué le hiciste esta vez? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo supiste que vendría aquí?
—Haces muchas preguntas, pero responderé a todas. No tengo nada más que hacer.
D se levantó y caminó hacia donde yacía la pistola que él había evitado que tocara. Lo tomó con mucho cuidado y lo metió dentro de una bolsa.
—Batracotoxina, un pequeño regalo de unos contactos del norte. Al contacto te envenenas y causa todo lo que has presenciado hoy. Hubiera sido fatal si tú también lo tocabas.
—¿Cómo entraste aquí?— Ataqué con la siguiente pregunta evitando que se explaye con lo anterior. Más tarde investigaré acerca de ese veneno de raro nombre—
—Tengo ojos en todo lado. Esta oficina estaba preparada para este espectáculo desde que tú fuiste dada de alta. Vacié su pistola limitándola a un disparo, mientras envenené la otra.— D tomó las películas que se encontraban sobre el escritorio de Marco y comenzó a quemarlas.— Sabía que intentarías defenderte, o escapar, así Marco gastaría su única bala en intimidarte.
—¿Me usaste para tu asesinato?
—No específicamente.
D dejó las películas quemándose lentamente sobre el escritorio de Marco, sabía que él quería borrar toda evidencia de su actuar. Luego de ello, se acercó a mi y me tendió la mano como ayuda.
—¿Qué quieres? ¿Crees que estoy agradecida por salvarme luego de ponerme en peligro?
—Si, fue un error mío. Pero si no salimos de aquí, nos quemaremos vivos.
—¿Salimos?
—Sé que tienes más preguntas. Si quieres que las resuelva todas, toma mi mano. Si no, quédate sentada.
Detrás de esa extraña máscara que tapaba su rostro podía sentir una mirada profunda hacia mí, como pidiendo que confíe en él. ¿Realmente podía hacer eso? ¿O seguiré siendo una carnada para él?
—Te recomiendo que decidas en los próximos segundos, por que empieza a hacer calor aquí.
—Lárgate.
D recogió lentamente el brazo y salió rápidamente de allí sin decir palabra alguna. Luego de unos segundos, salí yo también. Como esperaba, él había desaparecido. Corrí rápidamente hacia una zona cualquiera del campus, con la esperanza de que no fuera sospechosa de lo que acababa de ocurrir allí.
Desde entonces, D desapareció.
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