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único.

One shot dedicado para el cumpleaños de Lugonis de piscis.

Por extraño que parezca, este año he estado muy activo haciendo fics para los cumpleaños de los personajes de Saint Seiya (algunos los subí solo a Ao3) así que viendo que Lugonis y yo cumplimos años el mismo día, sumado a que en algunas partes del mundo el día del padre es hoy (en mi país es durante junio, tal vez publique algo para Ilias) fue que me decidí. Estaba inseguro porque dije ¿Que podría hacer para Lugonis? ¿Su Ship con Ilias? ¿Su Ship con Zaphiri? Pero tras conversar un poco mis ideas quedó complacido con el resultado.

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Era seguro que en la vida de toda persona habría momentos imposibles de olvidar, que no importan los años seguirían en su memoria con total lucidez. Para la vida de un Santo dónde normalmente se estaba insensibilizado a guerras, conflictos y muertes esos recuerdos podían hacerse más difíciles de definir o más preciados.

Para Lugonis era lo segundo. El primero que él podría mencionar no era un recuerdo enteramente grato a pesar de lo que uno podría pensar. Si no que sería cuando pisó el Santuario por primera vez. Tras terminar el ritual de sangre.

Ver caer su cuerpo sin vida, dejando caer la máscara para que por una vez logré ver su rostro, sonriendo como último recuerdo que llevaría Lugonis de ella, orgullosa de él.

Ese sería el último día y el decisivo, por lo que su maestra envió una carta al Santuario, si ella no se hacía presente significaba que había un nuevo portador de piscis. Así que no fue sorpresa cuando horas después se presentó frente al patriarca portando la armadura del doceavo templo.

— Lamento mucho la pérdida de tu maestra. — Sage le hizo saber. Permitiendo a Lugonis llorar por última vez unos segundos. Aunque desde el minuto 0 estuviera consciente, no hacía menos doloroso ser el indirecto responsable de la muerte de quien fue su segunda madre.

Aún en sus años como patriarca, vivir esa situación con cada Santo de Piscis nunca era sencillo. La experiencia nunca te preparaba para consolar a alguien de un momento tan cruel como era el ritual de sangre, vivir en soledad, encontrar un alumno que preparar para ser tu sucesor y motor condenandolo a la soledad. Aunque en la guerra se tuviera la mentalidad que era lo necesario, en la vida personal dolía más que cualquier otra.

Sage le permitió ausentarse del Santuario para ver a su hermano 2 meses después tomar su papel como guerrero de piscis. Por un momento tuvo nervios, la última vez que se vieron fue un ambiente bastante pesado.

Fue en un momento muy de su juventud, deberían tener unos 11 años si mal no recordaba. Lugonis estaba seguro que era lo que quería pero Luco no estaba dispuesto a acompañarlo o aceptarlo del todo.

Pero pasó lo que pasó, y ambos gemelos se separaron.

— Con permiso. Luco. — El nombrado volteo al escuchar la voz de su hermano, diferente a como la recordaba aunque eso no hizo que fuera incapaz de reconocerla.

Por un momento hubo silencio, hasta que naturalmente quiso abrazarlo siendo detenido.

>> Lo lamento. Mi sangre ahora es veneno, por favor quédate un poco separado. No quiero que salgas herido por mi culpa.

Años que le tomó volver a verlo, feliz ahora de verlo frente a él sabiendo que salió con éxito de su propósito al separarse, pero con veneno en la sangre. Un panorama que dejó a Luco consternado.

— Dame una muestra de tu sangre entonces. Ahora soy médico, estoy seguro que podré ayudarte. Lo prometo.

— No creo que eso sea posible. — Seguidamente procedió a explicarle todo lo referente a su sangre. La única forma de curarlo era que muriera, imposibilitando el poder tomar un discípulo con él cuál heredar el ritual.

— No me importa que sea así. ¿Ustedes los Santos de oro hacen milagros, no? Pues yo haré lo mismo, por mi hermano. Permíteme intentarlo.

Lugonis dudo, no sabía si algo como eso era posible pero tomó la decisión de darle fe a su hermano pues en algo tenía razón. Extendiendo su brazo, dejó que le sea extraído algo de sangre.

— Prométeme que serás cuidadoso. Una sola gota basta para dejar a alguien en cama, ahora. Con que te volviste médico. — Sonriendo más fraternal quiso dejar de lado ese ambiente tensó que tenían, su gemelo le respondió con la misma sonrisa.

— En efecto. Quise ayudar a mi manera no solo a todos los heridos en nuestro hogar, si no que pensé, si mi hermano lo logra, necesitará quien vele por su salud. Veo que tomé la decisión correcta. — Alzando el frasco le hizo saber.

Dicho esto, Luco se volteó hacía su sala de estar, ofreciéndole comida a su hermano. Durante esos 3 días que estuvieron juntos fue como si el tiempo lejos no importará, pues seguía exactamente igual que antes.

Ese sería un segundo recuerdo que Lugonis difícilmente olvidaría. Pues marcaba el regreso con una de las personas más importantes en su vida de una forma mejor de la que pensó, su querido hermano gemelo.

Lastima que el destino tenía otros planes para ambos, si bien Luco nunca tuvo malas intenciones, consumirse en su desesperación lo condenó.

El último recuerdo que en ese momento podía mencionar, era Albafica. Lo que nunca pensó ver y lo que nunca pensó conocer, no solo era un niño abandonado cerca del jardín frente a la cabaña donde fue entrenado, si no también, inmune al veneno que había en los rosales.

Nunca encontró una respuesta al porqué de su presencia allí, solo estuvo seguro que no debió pasar mucho tiempo solo allí dejado, pues no presentaba ningún síntoma de deshidratación o desnutrición.

De cualquier forma apenas lo tomó en brazos sintió una calidez que hace bastante no sentía, que con el pasar de los días se tornó en desconcierto sobre el futuro del niño al que llamó Albafica.

____

— Lugonis. — Escuchó la voz del llamado Héroe detrás de él. Ilias se detuvo a unos pasos de él, captando su atención. — La traición de un compañero nunca es algo que te toma preparado, desde que dejemos a Krest, te he notado distante.

— Tengo que estar mal para que digas que estoy distante cuando siempre he sido de ir por mi lado. — Sonrió de medio lado, tomando la libertad de bromear con él aunque sea por una vez.

— Tu rostro dice más de lo que crees. Tus flores también.

— Se me olvidaba que podías captar eso último. Y lastimosamente es verdad. — Alzando la mano izquierda una rosa era sostenida en sus dedos, dejándola caer al suelo en dirección a Ilias con suavidad.

>> Hace unos días Zaphiri vino a mi, solo buscaba ser escuchado, su pregunta fue <<¿Hasta donde crees correcto los límites de la lealtad?>>

— Y hace unos días vimos la razón de esa pregunta. También se me olvidaba lo amigos que eran ustedes 2. — Con pesar dijo.

— Yo no lo ví mal en su momento, entenderás que es algo que yo mismo me he cuestionado a veces. Me va algo de lástima saber que así terminó. — Parecía que el semblante de Ilias por un momento se torció. La razón era evidente.

— ¿Qué le respondiste en ese momento?

— Le dije que no sabía. Desde el momento que empezamos los entrenamientos abandonamos muchas costumbres que se consideran humanas sólo por lealtad ¿No es así?

— Ciertamente. Aunque también encuentro preocupante la falta de la presencia de nuestra señora Athena, sus métodos no me parecen los correctos. Después de todo, también falta Hades.

— Y nosotros jugando al gato y al ratón mientras tanto. Supongo que cada persona tiene su límite, y como Santo de Piscis hay cosas que debo hacer quiera o no.

— ¿Albafica? — Preguntar era sólo una formalidad. — ¿Cómo ha sido la paternidad para ti?

— Agradable. Desde el momento de verlo caminar, hablar, crecer. En este momento seguro estará estudiando. Aunque me he tenido que ausentar bastante, ha valido la pena.

— Suena… Muy grato para ti.

— Yo usaría otra palabra. Pero también es agridulce porque aunque esté o no esté de acuerdo, nacer en el santuario implica un solo destino. 

—  ¿Te encuentras tranquilo con eso?

— Solo asustado. Pero desde el momento que llegó a mis brazos he sabido que es inevitable. Ya estoy algo viejo, él está de acuerdo en entrenar, tal vez sea lo mejor, o tal vez no, solo el tiempo lo dirá. Solo me queda desearle lo mejor. — Ilias parecía meditar lo que Lugonis le dijo.  — ¿Tu cuál dices que sería el límite de la lealtad?

— Tampoco tengo respuesta. Tal vez mi hermano, tal vez cierta compañera… — Ilias tenía un rostro serio pero la mención de una fémina que Lugonis reconocía lo hizo sonreír con picardía. — No lo sé realmente. Solo sé que el de Zaphiri fue la paciencia y el miedo a que todo sea en vano.

— Por los recuerdos que tengo con él, buscaré demostrarle que no será así. Con tu permiso.

Ilias lo vió retirarse lentamente. Perdido en sus propios pensamientos acerca de este tema.

Lugonis regresó con Albafica, pronto, el entrenamiento de más joven empezaría.

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