9.
FELIX
Con las manos temblorosas empujé la puerta de cristal para ingresar al lobby del pequeño edificio, caminé hasta un enorme escritorio donde se encontraba una chica de mirada tierna contestando llamadas con tal tranquilidad. Di un rápido recorrido por el lugar usando solo mi vista para luego volverme hacia el enorme logo de H&H que brillaba detrás de la mujer de cabello ondulado.
Al colgar el teléfono, me miró con neutralidad para luego hablar.
─ Bienvenido al estudio de diseño de H&H, mi nombre es Chaeryeong ¿en qué puedo ayudarlo?
─ Vengo a ver al señor Hwang Hyunjin ─contesté levantando el contenedor para que pudiera mirarlo por sobre su escritorio─, traigo un regalo de agradecimiento.
─ ¿Tiene cita? ─bajó la cabeza para empezar a buscar en una de sus agendas.
─ No, pero...
─ Sin cita no hay pase, lo lamento.
─ Por favor, dígale que es Lee Felix. Él me conoce.
La chica no terminaba de creer lo que estuviera diciendo, aún así me dio el beneficio de la duda y levantó el teléfono para hacer una llamada. Escuché el nombre del Jeongin ser mencionado y, momentos después me dejaron pasar. Me indicó el número de piso y el camino que debía ser, no era muy difícil de encontrar pues dijo que su oficina se encontraba al final del pasillo de aquel tercer piso.
Mi pierna se movía con impaciencia al son de la música dentro del elevador hasta que la campanilla de llegada al piso me hizo volver en mí. Cuando las puertas se abrieron pude ver que la chica estaba en lo cierto, no había forma de que me perdiera, al final del pasillo se encontraba una oficina con sus respectivas puertas abiertas de par en par y, dentro, se podía apreciar la figura de mi diseñador favorito. Nuestras miradas se cruzaron y yo sonreí mientras lo saludaba con una de mis manos, esta acción provocó que me respondiera mostrando una sonrisa entre sus labios.
Cuando estuve frente al escritorio de su asistente me incliné para saludarlo, luego, al ingresar en la oficina, repetí la acción hacia Hyunjin.
─ Sunbae, es un gusto volver a verlo ─dije al incorporarme luego de una reverencia.
─ Lo mismo digo.
─ Traje esto para usted, como agradecimiento. Espero que sea suficiente para compartir con su personal ─me acerqué a la mesa de madera que hacía de su escritorio, dejando en recipiente gris sobre esta. Se mostró curioso ante el regalo y se inclinó sobre su asiento para abrirlo─. Son brownies, los hice yo mismo. También le llevé unos cuantos a Chan hyung, él me dio la dirección de su estudio. Espero no importunar.
─ Tranquilo, todo bien. Muchas gracias por esto ─volvió a colocar la tapa del recipiente en su lugar y me miró con una sonrisa. Yo no sabía que hacer o decir, estaba empezando a ponerme incómodo por lo que decidí salir del lugar antes de seguir quedando como bobo.
─ Debo volver a Gangnam, hoy empiezo los promocionales del centro comercial.
─ Por supuesto. Puedes venir cuando quieras, mi puerta siempre está abierta ─me dijo al momento que se levantaba de su silla, me acompañó a la salida de su oficina y nos detuvimos frente al escritorio del chico de anteojos quien nos miraba con seriedad. Hyunjin le pidió que tomara mis datos para pagarme por mi ayuda de ayer, a lo que el pelinegro respondió casi de inmediato.
Le di mi dirección y número personal, los cuales anotó en una libreta que tenía pequeñas separaciones por colores, se veía muy organizado.
Cuando estuve a punto de volver a hablar con Hyunjin, el sonido del teléfono dentro de su oficina lo distrajo, primero se excusó con ambos y se dirigió a contestar. Le pregunté a Jeongin si necesitaba algo más de mi parte, negó con la cabeza.
─ Mañana te haré llegar el cheque a tu casa ─contestó para volver su mirada hacia su computador, hice un sonido de afirmación y me despedí dirigiéndome hacia el ascensor para salir de aquella oficina.
El camino hacia el centro comercial no fue largo, pero mi mente estuvo distraída casi todo el trayecto. La sonrisa de Hyunjin no dejaba de rondar en mi cabeza, esa sonrisa que solo veía por revistas o vídeos de internet ahora fue provocada por mí. Me llevé una mano al pecho para calmar mi acelerado corazón que parecía correr un maratón. Sonreí para mí mismo al recordar las marcas en las comisuras de sus labios cuando mostraba los dientes y el pequeño suspiro que salía por sus fosas nasales cuando intentaba reprimir la risa.
No tenía ni veinticuatro horas de haberlo conocido en persona, pero sentía como algo dentro de mí se movía y saltaba de felicidad cuando lo veía, me pasaba desde que veía sus fotografías en las revistas. Esto provocó que también estuviera distraído durante las primeras horas de la sesión en el centro comercial, ganándome más de una reprensión por parte de los encargados de vestuario y maquillaje.
Con el pasar de las horas pude mantener mi mente sumergida en el trabajo, repasando todo lo que había aprendido en las academias de modelaje. No quería desperdiciar esta oportunidad pues podría no repetirse.
Una breve pausa para el almuerzo, varios cambios de vestuario y más de treinta poses después, sentía que ya nada podía distraerme. Hasta que lo vi a él.
Primero creí que mis ojos me estaban jugando una broma y solo era un empleado más del centro comercial que estaba de curioso mirando el lugar, pero conforme me separaba de la utilería navideña en la que antes estaba montado, su rostro fue tomando forma y color. Lo que antes era una alta sombra ahora era la viva imagen de Hwang Hyunjin.
Sacudí mis manos en forma de saludo, sonriendo para disimular mi nerviosismo. Y es que su simple presencia me hacía sentir débil, su porte elegante era adictivo de apreciar.
Me devolvió el saludo al acercarse conmigo hacia la pantalla donde se mostraban las imágenes de mí desde el computador del fotógrafo.
─ Sunbae, que sorpresa verlo aquí ─dije una vez estando juntos.
─ Chan quiso pasar a ver como estaba todo pero tuvo un imprevisto y tuvo que volver a su oficina ─con su pulgar señaló el ascensor detrás nuestro mientras explicaba su situación─. Me pidió que te acompañara a su oficina cuando terminaras.
Apreté los labios con decepción, esperaba que hubiera venido a verme por su cuenta y no porque alguien se lo había pedido. Quería que tuviera ganas de verme pero que ingenuo, apenas y me conoce.
¿Me creerá un acosador si se entera lo bien que yo lo conozco?
El hombre de la cámara se acercó a él en busca de su ayuda, al parecer ya se conocían por lo que Hyunjin estuvo más que dispuesto a ayudar a elegir mis fotografías, mirando a detalle cada una. De todas las que le mostró, siempre seleccionó donde yo estaba sonriendo.
─ Entonces, Felix ¿Estás libre? ─preguntó luego de su corta consultoría.
─ Sí, solo necesito cambiarme ─caminando en reversa me alejé de él en camino hacia el probador donde estaba mi ropa y mis artículos personales. Me cambié lo más rápido que pude y me miré por el reflejo de mi móvil en busca de alguna imperfección, agradecía al maquillaje por ocultar mis ojeras de anoche. Tomé mis cosas y volví junto al hombre de cabello oscuro que me esperaba junto al elevador─. Todo listo, ya podemos irnos.
Dentro de nuestro pequeño transporte mi estuve mirando en el espejo dentro, tratando de acomodar las estrellas de utilería que me habían colocado sobre mis pecas, fallando en el intento pues más de una se cayó de su lugar apenas y las hube tocado, me decidí por deshacerme de todas ellas pues no creía volverlas a utilizar en el día.
─ Son lindas ─detuve mis acciones y giré mi cuello para mirarlo.
─ Gracias. El maquillaje me hace ver guapo ─respondí entre una risa nerviosa, tratando de cubrir mi rostro con mi mano libre.
Tonto ¿por qué dije eso?
─ Incluso sin el maquillaje te ves guapo ─soltó Hyunjin en forma de susurro, mi cara se volvió hacia la suya una vez más y su sonrisa desapareció.
Sus ojos se abrieron como platos, desviándolos cada vez más lejos de mí.
Miré una de sus orejas, la cual estaba roja de la vergüenza. Nuevamente me vi en el espejo y noté el sonrojo de mi rostro.
Me mordí el labio para evitar sonreír.
Al llegar al séptimo piso, donde se encontraba la oficina del director Bang, Hyunjin salió disparado del elevador para caminar rápidamente hacia las puertas de la oficina. El secretario Kim nos dio la entrada a ambos quedándose él afuera para continuar con su trabajo. Saludamos a mi amigo con una veloz reverencia y él, al mismo ritmo, abandonó su lugar detrás de su escritorio para darnos un fuerte abrazo a ambos.
─ Gracias, gracias, gracias ─cuando nos soltó, lo miré con el ceño fruncido esperando alguna explicación a su repentino comportamiento no tan conservador─, las acciones subieron tres puntos. Cinco más y sobrepasaremos las estadísticas del año pasado cuando mi padre aún estaba a cargo. Y fue gracias al desfile de anoche. Todos están ansiosos a que salga la colección al mercado.
Sonreí con entusiasmo, había podido ayudar a mi amigo haciendo algo que me encantaba hacer. Este día cada vez se ponía mejor.
En su felicidad, Chan nos invitó a comer carne en forma de celebración. Mi yo interno estaba saltando de felicidad pues desde que llegué a Corea la carne de res era un lujo que mis abuelos no podían permitirme. Pasé de hacer parrilladas con mi familia cada fin de semana, a anhelar un pedazo de carne.
El castaño nos llevó a un club ejecutivo del cual seguramente él era cliente frecuente, pero para mí todo esto era completamente nuevo. Chan se nos adelantó a ordenar pues él ya conocía el menú. Luego de ordenar, el director se levantó de la mesa para responder a una llamada, dejándome solo con Hyunjin en un silencio incómodo.
Clavé la mirada en mi plato hasta que se decidió a hablar.
─ Felix ¿Qué te está pareciendo Corea? ─vi como recargaba sus hombros sobre la mesa y apoyaba la barbilla sobre sus manos entrelazadas.
─ Frío ─respondí sincero.
Empezó a preguntarme sobre mi llegada al país y mi amistad con el jefe del Grupo Bang, yo contesté a cada una de sus preguntas con total felicidad. Me gustaba que quisiera conocerme más.
Le conté casi toda mi trayectoria por el camino del modelaje, omitiendo ciertos detalles por supuesto.
Como respuesta, me enteré sobre las dificultades que tuvo que pasar para estudiar lo que verdaderamente deseaba su corazón y el como Chan lo había ayudado a cumplir su sueño.
Eso era algo que teníamos en común, ambos teníamos deudas muy grandes con Bang Chan pues nos había ayudado a cumplir nuestras metas.
Durante casi toda la comida mis acompañantes estuvieron emocionados hablando sobre negocios, yo miraba como sus ojos casi desprendían brillo cada que mencionaban sus trabajos a los cuales les habían dedicado años de esfuerzo y verlos triunfar seguramente era su mayor orgullo.
Al finalizar nuestra reunión, Hyunjin y yo nos despedimos de Chan en la acera fuera del restaurante donde lo vimos subir a su auto antes de desaparecer por una de las calles de la ciudad. Miré al cielo y supe que era hora de volver a casa pues el sol estaba ocultándose. Me despedí del hombre junto a mí y caminé hacia la parada de autobús más cercana.
Apenas alcancé a dar un par de pasos pues sentí un fuerte agarré en mi muñeca que detuvo mi andar. Me giré para mirarlo, mis ojos detonando confusión ocultando lo acelerado que estaban los latidos de mi corazón.
Se ofreció a llevarme a casa, pero sentía que mi alma se saldría de mi cuerpo si me mantenía cerca de él por más tiempo, además estaba muy cansada para disimular.
─ No es necesario, sunbaenim, puedo tomar el autobús ─dije torciendo la boca en un intento de ahogar mi bostezo.
Hyunjin insistió, dándome la oportunidad de descansar en el trayecto. No quería quedarme dormido, pero apenas y el auto de su chofer avanzó un par de cuadras sentía mis párpados pesados y mi cabeza moverse a la par que nuestro transporte.
─ Puedes usar mi hombro como almohada ─soltó de repente. Se inclinó un poco hacia mí señalando el lugar donde podía colocar mi cabeza. Lo miré unos segundos debatiendo si debía acatar su orden o no, para fortuna de ambos estaba demasiado cansado para debatir con él.
Sentía que había recuperado el sueño que había perdido la noche anterior, no sé cuánto tiempo me permitieron descansar. Cuando cerré los ojos aún estábamos en Gangnam, pero cuando escuché que Hyunjin me llamaba, estábamos entrando al distrito Jingeon.
Les di instrucciones de como llegar a mi hogar y, en un santiamén, su auto ya estaba estacionándose frente a la casa de mis abuelos.
Bajé del auto esperando que el pelinegro me siguiera. Afortunadamente lo hizo.
─ Gracias por traerme, sunbaenim. Espero volver a verlo pronto ─me incliné un poco para despedirme.
─ No fue nada. Espero lo mismo ─imitó mi acción y ambos nos alejamos.
Él subió a su auto y yo me encaminé hacia el interior de mi hogar. Antes de cerrar la puerta principal detrás de mí lo vi esperando en el asiento trasero mirándome desde su ventana. Mi estómago se revolvió de una buena manera y solté un suspiro luego de despojarme de los zapatos en la entrada del lugar.
No podía creer que yo estuviera viviendo el momento con el que tanto fantaseé hace algunos años.
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