5.
HYUNJIN
El restaurante era un ambiente tranquilo y elegante, un lugar al que el director Bang asistía con frecuencia. Las mesas del lugar estaban casi atiborradas de hombres en elegantes trajes con corbata estrechando las manos de sus invitados para cerrar algún tipo de trato.
La mesera frente a nosotros nos dirigió hacia una mesa vacía en la que los tres tomamos asientos y por fin prepararnos para ordenar. Antes de que pudiéramos revisar siquiera el menú del lugar, Chan miró a la chica y con una sonrisa pidió la mejor carne del lugar.
Mientras esperábamos a que nuestra comida llegara, nuestro patrocinador se alejó para contestar una llamada, dejándonos a Felix y a mí en unos breves minutos de silencio incómodo hasta que comencé a hablar.
─ Felix ─lo llamé para captar su atención, levantó la mirada de su plato vacío y me miró con intriga en sus ojos─ ¿Qué te está pareciendo Corea? ─pregunté recargando los codos sobre la mesa y apoyando mi barbilla sobre mis dedos entrelazados. Rápidamente una sonrisa apareció en su rostro.
─ Frío ─respondió con una risilla burlona─. Ha sido un poco extraño el acostumbrase a tanto en poco tiempo pero gracias al director Bang he podido sobrellevarlo. Si este desfile tiene el éxito que dicen, por fin podré perseguir el sueño que vine a buscar hace cinco meses.
─ Espera ¿dijiste cinco meses? ─asintió para contestarme─ eso quiere decir que ¿llegaste al país hace cinco meses? ─volvió a asentir apretando los labios─ Creí que llevabas años, al igual que Chan.
Negó con la cabeza antes de empezar a hablar.
─ Chan hyung y yo éramos vecinos en el mismo barrio de Sídney cuando pequeños. Luego él y su padre se fueron a Corea, entonces mi familia se mantuvo unida a su madre y sus dos hermanos menores hasta que el señor Bang volvió a principio de este año ─jugaba con un par de cubiertos que permanecían sobre el mantel blanco de la mesa─. Para resumir, retomé contacto con Chan al volver su padre a Australia y ahorré para venir a probar suerte con el modelaje.
─ ¿Y qué estuviste haciendo durante todo este tiempo?
─ Viví un tiempo con mis abuelos y conseguí un trabajo en una panadería cerca de la montaña de Jingeon-eup. Al cual renuncié justo esta mañana.
Me quedé asombrado por su dedicación y sacrificio. Jingeon estaba del otro lado de Seúl y el recorrido hacia Gangnam seguro le tomaba horas.
─ Wow, me recuerdas a mí cuando empecé a diseñar.
─ ¿Por qué lo dice?
─ Viví solo desde muy joven. Tuve que trabajar y estudiar, dejando solo ratos libres para crear algunos diseños. Aún con mi trabajo, no me podía costear la carrera de modista. Fue ahí donde Chan llegó a ayudarme. Y le estaré eternamente en deuda por eso.
─ ¿En deuda con quién? ─preguntó el hombre de impecable traje que nos había invitado a comer.
─ Contigo ─contesté entre pequeñas risas─. Le estoy contando a Felix sobre como me ayudaste para poder estudiar la universidad.
Mi amigo de cabello castaño hizo un movimiento con sus manos para restarle importancia a su acto, como si no hubiera sido la gran cosa. Lo cual era mentira, para mí significó el mundo entero.
Recuerdo haber vivido solo desde los dieciséis años, en un pequeño cuarto donde apenas y cabía un futón que evitaba el contacto con el frío suelo del llamado "departamento".
─ ¿Cómo se conocieron? ─ preguntó ahora Felix con entusiasmo en sus ojos.
─ Cuando llegué a Corea, mi padre me inscribió en la misma escuela secundaria donde casualmente también estaba Hyunjin. Me bajaron un par de cursos por aún no dominar completamente el idioma pero gracias al chico aquí presente ─me dedicó una mirada sonriente antes de volver a mirar al rubio─, me sentí menos incómodo en el lugar.
─ Tomamos un poco de distancia cuando nos inscribimos en diferentes universidades y, aunque vivíamos en la misma casa, nuestros horarios pocas veces coincidían ─agregué yo antes de que la mesera interrumpiera la conversación al llegar con nuestra comida.
Los tres compartimos miradas cómplices mientras el pedido estaba siendo acomodado sobre el fino mantel de seda blanco que cubría nuestra mesa. Sonreímos mientras la chica de coleta se encargaba de servir el burbujeante licor dorado en las copas de vidrio junto a los platos.
Cuando nos dejó solos en la mesa, le dimos las gracias a Chan y nos dedicamos a comer mientras conversábamos sobre el desfile de anoche. Mis ojos no podían apartarse del chico de pecas. Podía jurar que sus ojos brillaban al mirar la carne. Seguramente la extrañaba, recuerdo esa misma mirada en la cara de mi amigo cuando se mudó a Corea.
Su padre lo había mantenido lejos de los lujos lo más posible para evitar mal criarlo, por lo mismo es que resultó en una secundaria pública con un niño abandonado como amigo.
Mientras conversábamos, Felix mencionó la vacante de modelo que se abrió en ese instante, por lo que el recuerdo de Tzuyu invadió completamente mi mente.
─ Hyung ¿tú sabes qué le pasó a noona? ─pregunté mientras cortaba un pedazo de carne de mi plato.
Los ojos de Chan se abrieron con sorpresa por unos segundos, abrió la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar como si dudara de sus palabras.
─ Solo supe que tuvo una emergencia familiar y tuvo que salir de viaje con urgencia ─contestó sin siquiera mirarme.
Chan y Tzuyu eran muy unidos, se conocían desde hacía años pues ella siempre fue una de las modelos que trabajaba para el grupo Bang desde que el padre de Chan estaba al frente de la empresa.
El resto de la tarde nos la pasamos hablando de negocios. Ambos estuvimos de acuerdo en invitar a Felix a modelar nuevamente para nosotros pues habíamos admirado su trabajo.
En especial yo.
Alrededor de las cinco de la tarde se podía notar como el cielo bajaba por el horizonte, entonces fue momento de despedirnos. Llamé a mi chofer para que pasara a recogerme pues los tres habíamos llegado en el auto de mi amigo.
Mientras esperaba, Felix se despidió de mí para dirigirse hacia la parada de autobús más cercana. Antes de que se alejara demasiado me acerqué para tomarle de la muñeca y detenerlo. Se giró mirándome confundido y mi corazón se agitó al sentir su intensa vista sobre mí. Tragué pesadamente soltando lentamente el agarre.
─ ¿Quieres que te lleve a casa? ─pregunté señalando hacia la calle con el pulgar.
─ No es necesario, sunbaenim, puedo tomar el autobús ─dijo mientras trataba de ahogar un bostezo.
─ Insisto. Estás cansado, podrías quedarte dormido durante el viaje.
El chico con estrellas en la cara cubrió su rostro y se giró para bostezar con libertad antes de volverse hacia mí asintiendo.
─ Está bien, pero queda algo lejos ─moví mi mano para restarle importancia a su último comentario.
─ Tranquilo, usa el tiempo para descansar.
Cuando el señor Park llegó con el auto, ambos subimos en la parte trasera del mismo y apenas y avanzamos dos cuadras pude notar como el rubio empezaba a cabecear. Me pareció algo tierno.
─ Puedes usar mi hombro como almohada ─le sugerí riendo al mismo tiempo que me inclinaba un poco ya que él es más bajo que yo. Se quedó mirando fijamente mi hombro a lo que yo di dos palmadas en el mismo para alentarlo. Sonrió y se acercó para acomodar su cabeza en el lugar que le había indicado. Encajaba perfectamente.
Cuando nos adentramos en el distrito Jingeon, desperté a Felix sacudiéndolo delicadamente para que pudiera darnos la dirección exacta de casa de sus abuelos. Mi chofer maniobró por entre los callejones del lugar hasta llegar a una casita que desprendía olor a chocolate que podía percibirse incluso desde dentro del auto.
El rubio bajó del auto, lo imité para seguirlo hasta asegurarme de que entrara bien a su casa.
─ Gracias por traerme, sunbaenim. Espero volver a verlo pronto ─el chico se inclinó como despedida y esperó a que yo contestara para ingresar en su hogar.
─ No fue nada. Espero lo mismo ─hice un reverencia para completar la despedida y subí al auto, mirando por la ventana hasta que lo vi cerrar la puerta principal con él dentro de la casita.
En el camino a casa, el cielo era oscuro, dejando ver alguna que otra estrella pues las luces de la ciudad las opacaban.
Al entrar a mi hogar fui recibido por mi mascota quien daba saltos de alegría al volverme a ver de nuevo, me agaché a su altura para acariciar su cabeza antes de dirigirme a mi habitación para limpiarme.
Después de toda mi rutina de aseo, estaba en mi habitación con mi peludo amigo sobre la cama. Acariciaba su cabeza con delicadeza mientras simulaba hablar con él.
─ Sabes, Kkami ─comencé a hablar, captando la atención de mi mascota por unos segundos─. Creo que me gusta Felix ─el pequeño perrito se acomodaba junto a mí ignorando por completo la conversación─. Es una completa locura, básicamente nos conocimos ayer.
Por un momento el pequeño se sentó en la cama mirándome fijamente. Me hizo pensar que me contestaría para darme un sermón como en las películas.
─ Tal vez solo estoy confundido porque llevo tanto tiempo solo ─reí amargamente sintiendo una presión en el pecho que pensaba que no volvería a sentir.
Solté un suspiro y mi cachorro se acercó para acurrucarse a mi lado. No me sentía tan solo desde que lo tenía a él. A él y a Jeongin, mis dos mejores amigos.
─ Kkami ¿crees en el amor a primera vista? ─el cachorro giró su cabeza con curiosidad, reí ante su ternura─. Debería darme tiempo para conocerlo mejor y aclarar este sentimiento que tengo cada vez que lo veo ¿no crees? ─Kkami soltó un ladrido, me sorprendí y sentí ese momento como una señal de afirmación.
Solté una risa nasal y besé su cabecita.
─ Gracias, amigo. Eso haré.
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