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31.

HYUNJIN

Seúl ya estaba preparándose para el siguiente gran desfile de modas con enormes anuncios alrededor de la ciudad que hacían competencia a los de Felix y Yiren.

Suspiré con algo de alivio mientras miraba el ramo de flores que descansaba en mi regazo. El auto se detuvo junto a la orilla de un amplio campo verde al cual me adentré una vez bajé del vehículo.

Acomodé mi bufanda roja sobre mi traje y abrigo, sosteniendo firmemente las flores con mi mano libre.

Caminé un par de metros buscando mi destino.

Finalmente me detuve frente a aquella inscripción tallada en piedra rodeada de flores y globos.

Han Jisung

Septiembre 2000 - Enero 2024

Me incliné para dejar mi ofrecimiento a su lado y aclaré mi garganta antes de empezar a hablar.

─ Hola, Jisung. Hace tiempo que he querido visitarte, lamento haber tardado tanto, las cosas se me salieron un poco de control y mi vida se descarriló un poco ─sentí como una fría lágrima se me escapó de mis ojos, la limpié rápidamente para seguir hablando, pensando que él me escucharía─. Sigo creyendo que uno de estos días aparecerás en televisión como si nada hubiera pasado. Siempre te veías tan alegre, entre bromas y risas. Creo que nadie se imaginaba por lo que estabas pasando, ni siquiera Minho ─suspiré guardando las manos en el bolsillo de mi gabardina─. Quiero dejar de esconderme, quiero ser valiente como ustedes dos, solo...

─ ¿En serio ya no te vas a esconder?

Estaba tan absorto en mi propia conversación que no escuché los pasos de alguien más hasta que se detuvo a mi lado.

Me sobresalté al ver a Minho aparecer de la nada en el vacío cementerio, se acercó para también dejar un ramo de flores junto al mío y limpió una lágrima silenciosa.

─ Ayer debía ser nuestro segundo aniversario.

─ Yo... Lo siento mucho.

─ Está bien. Nos volveremos a encontrar. Nos conocimos en esta vida, lo haremos en la siguiente ─podía ver como guardaba las manos en los bolsillos de su abrigo intentando resguardarse del frío al igual que yo hace unos instantes.

─ Lamento que hayan tenido que pasar por tanto.

─ Solo me hubiera gustado estar un poco más con él. Daría lo que fuera por cinco minutos a su lado. Por eso, amigo mío, aprovecha cada segundo que tengas junto a la persona que amas. Que no te importe lo que digan los demás, si se tienen el uno al otro estarán bien.

─ ¿Qué pasa si lo arruino de nuevo?

─ ¿Crees que Jisung y yo nunca rompimos? ─sonrió de lado colocando una mano en mi hombro. Negué con la cabeza lo que lo hizo reír más─, en una relación siempre habrá altas y bajas, peleas y reconciliaciones. El secreto es saber mantenerse unidos a pesar de eso, hablar sobre los problemas y no embotellando sus sentimientos.

─ De hecho ─comenté rascándome la nuca─, quería hacer pública la relación si Felix decidía volver conmigo.

─ Volverán, ya verás. Y tendrán todo nuestro apoyo. Ahora que el mundo vio lo que su odio puede provocar, habrá más gente que los cuide.

Agradecí sus palabras de aliento antes de despedirme de él y volver a mi auto.

Hoy Felix regresaba de Jeju, pero yo aún no tenía ni idea de qué le iba a decir cuando lo viera.

El día que Yiren fue a verme, se publicó una nota sobre el repentino rompimiento de su relación. No se aclararon motivos, aunque eso no fue impedimento para que la prensa estuviera sobre ellos casi todo el tiempo retrasando las actividades de ambos y con ello el regreso de Felix.

Faltaban tres días para el desfile y el único modelo con revisión de vestuario pospuesta era él.

Iba camino al estudio cuando el flujo de las calles disminuía continuamente y el vehículo avanzaba cada vez menos provocado por el tráfico matutino.

Llamé a Jeongin, quien ya debía estar en el lugar, para informarle de la situación y pedirle que llamara a la agencia de Felix con la excusa de agendar su visita al estudio.

Contestó mi llamada luego de dos timbres.

─ Él ya está aquí ─escuché su voz apresurada del otro lado del aparato.

─ ¡¿Qué?! ─la sorpresa de su respuesta me hizo incorporarme en mi lugar tan rápido que mi cabeza se golpeó con el techo del auto.

─ Felix ya está en la prueba de vestuario y maquillaje.

─ ¡Entretenlo! Ya voy en camino.

Colgué la llamada y me incliné sobre el asiento del conductor para hablar con mi chófer.

─ ¿Nos movemos?

─ No mucho ─respondió con una mueca, haciendo que me dejara caer de vuelta en mi asiento.

Miré por la ventana unos segundos antes de volver a hablar.

─ ¿Qué tan lejos estamos?

─ Alrededor de unas diecisiete cuadras pero creo...

Antes de que pudiera terminar de hablar abrí la puerta trasera del vehículo para salir de este. El señor Park copió mi acto, pero yo ya estaba caminado hacia la acera junto a la calle.

─ Te veo en el estudio ─le grité antes de apresurar mi paso y concentrar mi vista en el frente.

Era una hora muy concurrida que siempre trataba de evitar. Por eso solía madrugar en días de trabajo.

Mis pasos y latidos corrían a una velocidad y fuerza tal que parecían galopes de caballo. Ni siquiera sabía lo que le diría a Felix cuando llegara a mi destino, solo tenía esa necesidad de verlo y sostenerlo entre mis brazos.

Para distraerme intentaba contar las calles restantes para llegar.

Quince.

Catorce.

Trece.

Faltando doce calles, comencé a correr.

Sentía mis piernas arder mientras maniobraba para no chocar contra alguno de los peatones que compartían la acera conmigo.

El frío viento de la temporada me ponía heladas las mejillas y por breves momentos dejaba de sentir la punta de mi nariz. Cuando comencé a sentir que el aire me faltaba, me detuve frente a un pequeño edificio con el logo de H&H; había llegado.

Con el poco aliento que me quedaba me adentré en el lugar.

Chaeryeong me saludó y le devolví el gesto mientras esperaba que las puertas del elevador se abrieran. Y, cuando lo hicieron, lo pude ver a él.

De nuevo sentí como si el mundo se volviera en cámara lenta. Justo como fue la primera vez que nos vimos.

Sostenía su abrigo entre sus entrecruzados brazos, pensativo. Cuando se dio cuenta de mi presencia me miró con sorpresa. No esperaba verme allí. Ambos suspiramos.

Me adentré en el elevador presionando el botón del piso de mi oficina y, cuando las puertas se cerraron, lo miré. Di un paso hacia él provocando que retrocediera.

No soporté más.

Acorté la distancia entre nosotros antes de que pudiera reaccionar y rodeé mis brazos por debajo de sus brazos, tratando de acercarlo lo más posible a mí. Él no se movió de su lugar, pero sentí como su abrigo resbaló de entre sus manos hasta el suelo.

Segundos después se apartó para recoger el abrigo, le sacudió el polvo y volvió a resguardarlo entre sus brazos.

─ ¿Qué..? ¿Qué crees que haces? ─preguntó con un tartamudeo provocado por un leve enojo notorio en su tono de voz.

─ Felix, lo siento mucho. Sé que fui un tonto y créeme que hice lo que hice solo para intentar protegerte. No dejé de pensar en ti ni por un segundo ─el tintineo de la campanilla que marcaba nuestra llegada al piso nos hizo girar en la dirección de las puertas. Éstas se abrieron para revelar a un chico de cabello negro quien presionaba el botón de llamada al elevador con una gran urgencia.

Jeongin resopló con alivio al vernos.

─ Sí llegó ─saludó con una leve reverencia─, creo que yo... Volveré al trabajo ─acomodó sus gafas y se dirigió a su escritorio.

─ Que oportuno ─escuché como susurraba el castaño junto a mí.

─ Solo somos amigos ─contesté ahora con mi mirada clavada en la suya.

─ Sí, claro ─bufó con molestia luego de rodar los ojos.

Tomé su muñeca y lo obligué a seguirme a mi oficina, no lo solté hasta que llegamos junto a mi escritorio. Rápidamente busqué entre las hojas de mi libro de bocetos dejándole ver lo que les había ocultado a todos.

Ahí estaba el dibujo de la prenda principal de la pasarela, la que él usaría para abrir el desfile. La paleta de colores en una esquina y, junto al traje, un dibujo coloreado del rostro de Felix.

─ ¿Qué es esto? ─preguntó sosteniendo la libreta entre sus manos, acercándola cada vez más a sus ojos.

─Es mi inspiración para la colección. El cinturón de joyería está inspirado en la distribución de tus pecas. Las admiré por tanto tiempo que probablemente las memoricé.

El chico se llevó una mano a la boca para esconder un sollozo que solo yo escuché. Apretó sus ojos y vi una solitaria lágrima resbalar por su ojo derecho.

Con mi mano levanté su barbilla para que me mirara. Usando mis pulgares limpié sus lágrimas y le sonreí, él me devolvió la sonrisa.

─Eres muy estúpido.

─Lo sé, lamento haberte lastimado. Creí que así podría protegerte del daño de los demás y quién terminó dañándote fui yo.  ─cerró los ojos un segundo para recargar su mejilla en una de mis manos─ ¿Te gustaría...? ─tragué saliva tratando de calmar mis nervios─ ¿Te gustaría volverlo a intentar? Esta vez lo haremos bien, te lo prometo.

─ Idiota... ─sentí su agarre en el cuello de mi camisa, obligándome a agacharme un poco hasta que nuestras caras estuvieran a la misma altura─. Mi idiota.

Y con eso dicho, terminó de cortar la distancia entre nosotros.

Me sentía en las nubes de nuevo, sus labios tenían un pequeño sabor salado por las lágrimas que antes habían recorrido su cara, pero seguían teniendo la misma dulce sensación sobre mí que me tenía flotando a veinte mil metros sobre el suelo. Le tomé de la cintura para acercarlo a mí y profundizar el beso, eliminando cualquier espacio que pudiera quedar entre nosotros.

Él fue el primero en separarse, mostrando una sonrisa en su rostro que inmediatamente escondió en mi pecho. Esto era todo lo que yo necesitaba; a él.

Ese beso me dio la confianza y valentía que necesitaba para confirmar que, mientras nos tuviéramos el uno al otro; todo iba a estar bien.

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