25.
TW: El siguiente capítulo presenta contenido que puede ser sensible para algunos lectores, se recomienda avanzar con precaución.
HYUNJIN
Cercano al final del mes, Felix y yo nos veíamos cada vez menos. A tan solo unos días del inicio de febrero, los dos estábamos hasta el cuello de trabajo.
Desde nuestra aventura de año nuevo el tiempo a solas era casi una imposibilidad de conseguir. Apenas y logramos coincidir dos veces a lo largo del mes.
La primera vez fue en cuando llegó a la empresa para la firma de su contrato de participación en el desfile colaborativo con la empresa francesa en abril.
Y la última vez que nos vimos fue hace casi dos semanas durante la fiesta de compromiso de Chan y Tzuyu. La chica había desaparecido a Taiwán desde noviembre escapando de las amenazas del abuelo Bang por salir con su nieto, pero esa es otra historia.
Después de una junta general con el equipo de diseño, por fin teníamos el material para empezar a crear los primeros vestuarios físicos para la colección del desfile de abril. Mi asistente y yo salimos de la sala de juntas para regresar cada uno a su lugar de trabajo.
Jeongin se veía diferente desde su regreso de Busán, parecía alguien renovado por algún retiro espiritual pues siempre se le veía tranquilo alentando a los demás empleados. Traía paz al lugar y estaba agradecido por ello.
Pero hoy.
Hoy el universo nos quiso arrebatar la paz a todos.
Apenas habrían pasado quince minutos desde que regresé a mi escritorio cuando escuché un par de golpes en la puerta. Levanté la mirada para ver al joven de gafas con los ojos hinchados.
Me sobresalté y rápidamente me acerqué a él dejando la comodidad de mi asiento. Vi como una lágrima resbalaba por su mejilla.
─ ¡¿Jeongin?! ¿Qué pasó? ¿estás bien? ─pregunté tomándolo por los hombros, recorriendo su cara con mis ojos esperando una respuesta de su parte.
─ Recibí una llamada ─comenzó a contarme entre sollozos─, era Lee Minho, el novio del señor Han Jisung ─con la manga de su camisa limpió su nariz antes de terminar de hablar─. Quiere que asista mañana al funeral de Jisung.
─ ¡¿Qué?! ─solté el agarré de los hombros del chico , él escondió su cara entre sus manos dejando salir su llanto.
Esperaba haber escuchado mal.
─ Parece ser que Minho-ssi lo encontró así esta madrugada al volver de una filmación. Dijo que habían pasado momentos difíciles desde que se hizo público lo suyo así que aceptó cualquier papel que le ofrecieran. Lo dejó solo un momento para grabar unas escenas extras y... Tal vez esas palabras de odio le ganaron a la mente de Jisung.
Me quedé petrificado en mi lugar, sintiendo el frío pasar mi espina dorsal. Una salada lágrima bajaba por mi cara mirando como el chico se desmoronaba.
Lo abracé por sobre los hombros y él rodeó mi cintura sin dejar de llorar.
Siendo mi asistente, Jeongin arreglaba mis entrevistas y hablaba con reporteros cuando yo no podía. Por esto, de los dos, él era quien más había convivido con Han Jisung.
Al separarnos le pedí que se tomara el día libre. Y lo llevé a casa.
Cuando yo volví a mi departamento no pude conciliar el sueño, tuve pesadilla tras pesadilla, una peor que la anterior. No quería ni imaginarme como la estaba pasando Minho.
El siguiente día, apenas y el sol estuviera asomándose sobre el horizonte, mi asistente y yo estábamos llegando al lugar lleno de gente en vestimentas negras.
La sala del funeral estaba atiborrada de coronas de flores y gente que apreciaba al chico de las mejillas prominentes quien estaba presente en el lugar por medio de una fotografía adornada con listones a blanco y negro, allí podías apreciar la enorme sonrisa plasmada en su rostro.
Podíamos escuchar los desgarradores sollozos de quien supuse era la madre de Han. Al fondo, bajo el altar, estaba la figura de un chico castaño arrodillado ante la fotografía del sonriente Jisung. Minho lloraba desconsoladamente la pérdida de su alma gemela.
─ ¡¿Ahora cómo les diré a Soonie, Doongie y Dori que su papá no va a regresar a casa?! ─gritó como reclamo con la respiración entrecortada por la falta de aire. Sus ojos estaban rojos del llanto y se golpeaba el pecho con cada palabra que decía.
Cuando estuve a su lado apreté su hombro como una forma de mostrarle mi apoyo, el chico se giró y en su mirada juraba ver un vacío. Un corazón roto sin posible reparación. Le di mis condolencias y volví a mi lugar porque no soporté el dolor que transmitían sus ojos.
Minho se veía completamente diferente a su imagen en la televisión o el internet.
A veces, por sus expresiones algo directas y secas uno llegaba a pensar en que él no tenía corazón por esa forma tan particular en la que se expresaba, pero Lee Minho si tuvo un corazón. Un corazón que le fue entregado a un chico que le fue arrebatado.
Lo vi quebrarse frente a mis ojos, lo vi suplicar perdón y una segunda oportunidad para su amado. La desesperación en su voz me rompía el alma en mil pedazos.
No entendía como alguien podía desearle tanto dolor a una persona que solo quería ser feliz.
Mantuve a Jeongin a mi lado, reconfortándolo cuando fuera necesario. Yo trataba de contener las lágrimas, pero simplemente el sentimiento era demasiado y el ambiente se sentía tan pesado.
Me excusé un momento para escapar al baño donde me lavé la cara con agua fría del lavabo en un intento de despejar mi mente.
Apoyando mis manos sobre el lavamanos me miré al espejo, los ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar.
Mi reflejo estaba destruido porque yo también lo estaba. No me imagino como debe de sentirse Minho al perder a quien lo hacía feliz.
En una fracción de segundo, mi cabeza repasó los momentos que pasé con el chico que me hacía feliz, imaginando por un momento que estaba en los zapatos del actor me hizo tener que lavar mi cara con agua fría otra vez para despejar esos pensamientos tan horribles.
Minho había dicho que todo se había ido cuesta abajo desde que su relación se había hecho pública. No quería que algo le pasara a Felix, no quería que recibiera amenazas ni mucho menos que su salud mental peligrara. Sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía si tendría la fuerza para hacerlo.
Salí de la habitación blanca para volver junto a Jeongin quien no había dejado de llorar, y no lo culpaba. Era de los pocos amigos que yo sabía que mi asistente tenía y ahora ya no estaba.
Los tres días que duró su funeral solamente Jeongin y yo estuvimos presentes del grupo de chicos que solía reunirse a cenar pollo frito y cerveza pues la familia había decidido que sería un funeral cerrado permitiendo la entrada solo a quienes ellos decidieran.
Incluso así, la noticia se corrió como tren descarrilado por todo el país, causando conmoción en los habitantes.
Aquellos pocos que los apoyaban seguían sin creerlo, no podían procesar que un chico que iluminaba sus días con sus ocurrencias y gran corazón simplemente haya decidido irse por culpa de gente que probablemente nunca recibiría un castigo por lo que ocasionaron.
El último día de enero visité el departamento de Felix después del trabajo, no lo había visto desde la fiesta de compromiso de Chan y Tzuyu. Suspiré al bajar del auto frente al edificio donde vivía el rubio, levanté la mirada para buscar estrellas en el cielo, pero, al igual que mis pensamientos, todo estaba nublado.
Me había tomado bastante coraje decidir esto, pero pensaba que era lo mejor para él.
El chico de las pecas me abrió la puerta con una sonrisa indicándome que pasara a su hogar. Me quité los zapatos antes de adentrarme en el lugar cerrando la puerta detrás de mí.
Nos sentamos en el sofá de la sala de estar mirándonos. Felix, al ver mi cara seria, borró la sonrisa de su cara.
─ ¿Estás bien? ─preguntó envolviendo mis manos entre las suyas.
Suspiré tratando de alivianar el peso de mi pecho antes de comenzar a hablar.
─ Han sido unos días difíciles.
─ Entiendo ¿cómo está Jeongin? No puedo ni imaginar cómo debe sentirse el perder a un amigo así.
─ Felix... ─apreté el agarre de nuestras manos─. Hablé con Minho antes del incidente con Han, la estaban pasando muy mal.
Hablé lentamente para evitar empezar a llorar, no debería de quebrarme frente a él porque entonces él también lo haría y yo no podría soportarlo.
─ ¡No! ─se quejó levantándose bruscamente de su asiento─ ya sé a dónde quieres llegar y te diré que no.
─ Felix, eres lo más increíble que me ha pasado ─me levanté al igual que él y acaricié su mejilla, su mirada me decía que ya sabía lo que diría─, por eso mismo no quiero que nada malo te pase. No me perdonaría exponerte de tal forma al peligro ─apretó los labios y desvió la mirada hacia otro lado.
─ Podemos hacer que funcione. Mantenerlo en secreto más tiempo, no me importa esconderme ─me miró nuevamente, esta vez con los ojos llenos de lágrimas. Me mordí el labio inferior para evitar llorar yo también.
─ Tú no eres alguien que debería mantenerse en secreto.
Caminé hasta la puerta de su casa para ponerme mis zapatos. El rubio agarró mi muñeca cuando me proponía salir.
─ ¿Eso es todo? ¿Nos daremos por vencidos?
Detuve mis acciones para acercarlo a mí de un estirón, colocando ambas manos en cada una de sus mejillas, plantando un último beso en sus suaves labios, sintiendo como sus lágrimas tocaban mis mejillas. Me aparté para reanudar mi camino hacia la salida.
No quería dejarlo ir, pero si nos descubrían solo podía imaginarme lo peor.
─ Te amo ─dije abriendo la puerta principal. El chico se soltó a llorar con más intensidad cuando me escuchó─, pero creo que será mejor dejar de vernos.
Mi vista se ponía borrosa a cada segundo que pasaba, salí casi corriendo del departamento sin mirar atrás. Si lo hacía sabía que me arrepentiría y correría a sus brazos.
Volviendo a mi hogar me recargué contra la puerta de entrada donde me solté a llorar dentro de mi departamento.
A los minutos escuché como dieron unos golpecitos en ésta.
─ ¿Quién es? ─pregunté con voz entrecortada, mis brazos rodeaban mis piernas y mi cara escondida entre las rodillas.
Una parte de mí deseaba que fuera Felix quien estuviera del otro lado, porque así podría arrepentirme de mi decisión.
─ Hyung, por favor déjeme entrar ─quité el seguro de la puerta sin levantarme de mi lugar en el piso, dando paso al pelinegro quien al verme en el suelo se agachó a mi altura y me miró preocupado─ ¿qué pasó? ─me rodeó los hombros con sus brazos. Su tacto hizo que mi pecho doliera aún más.
─ Nos separamos ─solté en un tono casi inaudible.
Y ahí, contra su pecho, me solté a llorar como nunca antes lo había hecho.
Convenciéndome a mí mismo de que había tomado la decisión correcta; estábamos mejor así.
Así Felix estaría fuera de peligro.
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