17.
FELIX
Miré una última vez mi reflejo en el enorme espejo del vestidor de mi habitación para acomodar mi suéter de patrones navideños antes de acercarme a abrir la puerta del departamento cuyo timbre estuvo sonando por casi cinco minutos.
Detrás de aquel molesto sonido estaba un hombre alto con el cabello despeinado y un par de bolsas debajo de sus ojos. Paseaba la mirada de un lado al otro por el pasillo del edificio con su sentido de alarma activado. Me preocupaba el estado en el que mi amigo se había presentado en mi casa.
─ ¿Qué pasa? ─pregunté mirando como Chan ingresó al departamento no sin antes quitarse los zapatos con una rapidez increíble.
─ Necesito tu ayuda con algo ─respondió buscando algo en su bolsillo─. Llevo más de un mes asistiendo a las citas a ciegas que mi abuelo arregla porque no aprueba mi relación. Por eso Tzuyu tuvo que volver a Taiwán, para ocultarse de las amenazas del viejo ─se pasó las manos por el cabello, enredándolo aún más.
─ ¿Chou Tzuyu? ¿la modelo? ─lo tomé de los hombros y le di una sacudida no tan delicada─ ¡¿Estás saliendo con Chou Tzuyu?!
─ Felix, llevamos saliendo más de dos años ─yo no pude con la sorpresa que tanto mis ojos como mi boca se abrieron de par en par.
─ Por eso no llegó al desfile aquella vez ─dije más para mí que para él. Mi mente empezó a juntar las piezas; comenzando con la pasarela donde conocí a Hyunjin, la llamada que había escuchado tras las puertas de su oficina y sus constantes quejas sobre las citas a ciegas.
─ Hoy saldré a Taiwán para buscarla, ya me cansé de que mi abuelo prefiera el bienestar de su empresa que la felicidad de su propia familia ─por fin sacó el objeto que buscaba con anterioridad en sus bolsillos─, le pediré que se case conmigo.
Una amplia sonrisa se dibujó en nuestros rostros.
─ ¿Tu familia lo sabe? ─pregunté caminando hasta el sofá más cercano.
─ Mi padre y mi abuelo lo saben, mi secretario también, una amiga de Tzuyu y tú.
─ ¿Y que harás respecto a tu abuelo?
─ Si ella acepta mi propuesta, organizaremos una enorme fiesta de compromiso donde invitaremos a todos los medios. Que el mundo entero sepa que no me avergüenzo de nuestra relación ─cuando terminó su frase me dedicó una mirada triste─. Lo siento.
─ Tranquilo, Hyunjin y yo tenemos nuestras razones. Ya llegará el día en que nosotros también gritemos nuestro amor a los cuatro vientos.
Aún era algo temprano para ir a casa de Hyunjin, y Chan necesitaba un lugar donde esconderse por un par de horas. Acercándose la hora en que había acordado visitar a mi novio, dejé mi departamento con mi amigo dentro no sin antes darle las debidas instrucciones para cuando saliera.
Me coloqué el abrigo y los zapatos antes de salir, sin olvidarme de la caja envuelta en papel navideño que contenía el regalo que Jeongin me había ayudado a elegir y del recipiente con los postres que había horneado por la mañana. A Hyunjin le encantaba cuando tenía la oportunidad de darle postres.
Las puertas del elevador se abrieron de par en par dejándome salir al pasillo en busca de la puerta al departamento de Hyunjin. Él ya sabía que estaba aquí pues necesitaba su permiso para ingresar al edificio, cuando abrió la puerta de su hogar me ayudó a cargar mis cosas antes de hacerse a un lado y dejarme pasar al interior, cerrando la puerta detrás de él.
Un ladrido llamó mi atención y pude ver al famoso Kkami correr en nuestra dirección. Mi corazón se estrujó con ternura al ver que también llevaba un vestuario navideño.
Bajé a su altura y le acaricié la cabeza. El perrito respondió a mi saludo lamiendo mi mano para luego volver corriendo al lugar del que había salido.
Me levanté de mi posición sacudiendo mi mano para luego mirar al chico detrás de mí.
─ Es lindo ─dije sonriéndole.
─ Le agradas.
Me indicó lavarme las manos en la cocina, la cual estaba a unos pasos y a simple vista, mientras él dejaba las cajas de regalo sobre su pequeño comedor.
Al acercarme pude ver ya ambos platos de cena servidos con sus respectivas bebidas, se veía bastante elegante combinado con todo el ambiente que daba su departamento. Pero no solo se veía bien, sino que también sabía genial.
─ Mi madre me llamó, mientras no estabas ─dije antes de meter el tenedor con un pedazo de jamón navideño a mi boca─. Dijo que vieron mis promocionales en internet.
─ ¿De verdad? ─asentí como respuesta─ Eso es asombroso, Felix, me alegra saber que tu talento es bien reconocido.
No pude evitar sonrojarme ante su halago, viniendo de una persona introvertida y un tanto tímida como lo era Hyunjin, lo consideraba un esfuerzo enorme.
─ ¿Y qué tal París?
─ Aburrido.
─ ¿Cómo puedes decir que París es aburrido? ─reproché entre risas.
─ Está bien ─respondió Hyunjin en el mismo tono─, lo aburrido fue el trabajo. Jeongin habló casi todas las juntas porque mi mente se ponía en blanco, pudimos ver un poco. Visitamos el Louvre y el Musée d'Orsay.
─ Sabías que te vuelves ocho veces más guapo cuando hablas francés ─le dediqué una mirada pícara y juguetona a la vez.
─ ¿Ah sí? ─se quedó perplejo en su lugar, con los ojos fijos en los míos y un tono rojizo empezaba a aparecer en sus orejas.
Solté una carcajada al verlo así.
Cuando terminamos de cenar, ambos nos dejamos caer en un sofá frente al enorme televisor de su sala de estar. Habíamos planeado un maratón de películas navideñas pues para ambos, ver películas juntos era considerada la mejor cita.
En algún momento de la noche su brazo derecho se pasó por mis hombros, recargándose en el respaldo del sillón. Su mascota dormía plácidamente en su regazo y yo dejé descansar mi cabeza en su pecho donde podía escuchar los rítmicos latidos de su corazón. Me di cuenta de que no deseaba nada más que este momento, congelar el tiempo y estar siempre aquí.
Levanté un poco la cabeza para encontrarme con la suya, su respiración tranquila y sus ojos cerrados. Se había quedado dormido.
Mis ojos estaban casi a la altura de sus labios, tan rosados como siempre. Ese par de tentadores que nunca me animaba a probar por miedo a su reacción. Sabía que Hyunjin era muy reservado y yo no quería ser invasivo con él, por lo que en todas las oportunidades que tuve de besarlo quise que él diera el primer paso. Pero tardaba demasiado.
Resignado busqué mi móvil para tomar una foto de su plácido rostro durmiente hasta que vi la hora en el aparato; ya pasaba de la media noche.
Decidí despertarlo para abrir nuestros regalos.
─ Hyunjin ─lo llamé sacudiendo levemente su hombro.
El castaño lentamente abrió sus ojos y sonrió al verme frente a él, di un beso en su mejilla.
─ ¿Qué hora es? ─preguntó con su somnolienta voz.
─ Más de media noche ─respondí a modo de susurro.
El castaño se levantó de su lugar con lentitud para buscar nuestros respectivos regalos no sin antes pausar la película que se había quedado corriendo con nosotros dormidos.
Al volver junto a mí en el sofá me entregó una pequeña caja con un moño rojo encima. No había necesidad de romper alguna envoltura pues al levantar la tapa me encontré con mi regalo. Un suspiro de sorpresa salió de mi boca, miré a Hyunjin, luego a la caja, Hyunjin otra vez para volver al contenido de la caja.
Cuidadosamente tomé de uno en uno el par de anillos plateados que estaban dentro.
Hyunjin tomó uno de los anillos en sus manos buscando algo en su interior antes de entregármelo.
─ Este es tuyo, feliz navidad ─el chico tomó el otro anillo colocándolo en su dedo índice. Yo miré al interior del mío donde pude apreciar la iniciar grabada de mi pareja. Lo coloqué en mi y salté para abrazarlo lo más fuerte que pude.
─ Feliz navidad, Hyunjin. Me encantan. Ahora puedo sentir que te llevo conmigo a todos lados ─dije en su oído mientras seguía abrazándolo. Se separó un poco de mí antes de volver a hablar.
─ Y son traídos desde París ─me guiñó para complementar el comentario que hice durante la cena. Reí ante su intento de coqueteó y le entregué la caja que yo mismo había envuelto. Estaba dudoso pues quería saber si mi regalo le gustaría.
Pero mis dudas desaparecieron al momento de ver su cara una vez terminó de romper el papel navideño. Sus ojos se abrieron de sorpresa al igual que su boca.
─ Son para tus bocetos. Jeongin me ayudó a elegirlos.
─ Los adoro. Gracias, Lix ─dijo llevándose la caja de colores al pecho. Era verdad que Jeongin lo conocía bien.
Al terminar de ver nuestros regalos, tomamos un par de snacks de la cocina para volver a nuestras posiciones anteriores frente al televisor.
Ni siquiera recuerdo de qué trataba la cuarta película pues yo estaba tan cómodo que terminé quedándome dormido.
Lastimosamente unos ruidos frustraron mi sueño, solté un pequeño bostezo y caí en cuenta que Hyunjin no estaba a mi lado. Rápidamente me incorporé en mi lugar en busca de mi amado a quién encontré a pasos de la puerta donde entraba su asistente.
Vaya puntería que tiene ese chico.
─ ¿Hyunjin? ¿Qué está pasando? ─pregunté aún adormilado, vi como el castaño negaba sin saber tampoco de la situación.
─ Hyung ¿por qué no contesta su teléfono? ─le preguntó el chico de anteojos aún en la puerta de entrada.
─ Debió quedarse sin batería ¿Qué sucede?
─ Tenemos un problema ─miré con confusión a Hyunjin, él me dedicó la misma mirada. Luego los dos nos giramos hacia el pelinegro─, alguien siguió a Felix hasta aquí anoche y avisó a otras personas de que no ha salido del edificio desde ayer. Hay casi una docena de paparazis afuera esperando a que salgan.
─ ¡¿Qué?! ─gritamos a una sola voz, mi novio y yo.
─ Se pone peor... Están los hombres de Dispatch allí abajo.
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