Eclipse | Parte I
"Porque el Byakugan puede ver a través de casi todo; porque sus lágrimas de desesperación y dolor se convirtieron en perlas"
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– ¿Te conté la historia sobre el hilo rojo del destino? – la sedosa y amable voz de su madre la distrajo de cortar las manzanas para la tarta que preparaban para la cena con su padre.
– No ¿de qué se trata, okaa-san? – tarareó alegremente mientras las marcas en sus mejillas se curveaban hacia arriba en un gesto muy similar al rubio mayor.
– Es una historia que me contaba mi madre, tu abuela Hana; todo comienza con la diosa de la Luna, se decía que gozaba de gran belleza y una cabellera blanca tan larga que podía darle 100 vueltas al mundo–apagó el fuego para limpiarse las manos y comenzar a bajar de la alacena un bol y harina, – una noche, la Luna se tiñó de rojo, un rojo tan intenso que lucía como un espejo de sangre, por descuido, tal vez sin darse cuenta una de sus hebras cayó al mundo humano y selló el destino de las personas que terminasen enredados con ella.
Puso especial atención a su relato, amaba los cuentos de su madre, siempre cerraba los párpados y se dejaba llevar por el suave flujo acuoso de sus palabras, imaginando todo dentro de su mente. La escuchó tararear una melodía, era tranquila y transmitía calma, por algún motivo la sinestesia hizo transmutar sus tersas notas en la Luna, ése enorme espejo blanquecino donde danzaba tan alegremente el conejo de océano oscuro.
– De acuerdo a la leyenda "todo lo unido por el hilo rojo está destinado a regresar a ti, en ésta y la siguiente vida" ¿lindo, no Hima?– su sonrisa se amplió en respuesta, era lindo, sólo lograba fantasear con todas las personas con las que ella podría estar unida ahora mismo, estaba segura que lo estaba a su madre, ése pensamiento la alegró.
– ¿Entonces estás unida otou-san, verdad? – fue una pregunta atrevida e inocente, como sólo un niño podría lograr.
Miró a su madre detener sus movimientos con la harina, se preocupó, la mirada perla de Hinata se perdió en algún punto, que pudo jurar, del pasado. Transcurrido un minuto la Hyūga sonrió, borrando la cortina de neblina nostálgica que había opacado su único ojo.
– Por supuesto – con ésa afirmación dio el tema por terminado, algo en su pecho le hizo sentir esa respuesta extraña, pero no indagó más. Continuaron preparando la cena, una vez terminado se estiró en su asiento para desperezarse. Su madre se le acercó con una sonrisa amable, la sonrisa más bonita del mundo.
– ¿Puedes ir a buscar a Boruto para avisarle que la cena está lista?– Asintió con firmeza y fue a la habitación de su hermano mayor, tocó la puerta pero nadie le respondió, así que con más confianza tomó la perilla y la giró, no estaba puesto el cerrojo así que estaba casi segura de que su onii-san no estaba. El rubio menor se había estado comportando extraño los últimos meses, más concretamente molesto con su amigo Mitsuki. Por algún motivo. Desde entonces, en ocasiones desaparecía de casa y regresaba de peor humor.
Sin embargo, sólo fueron algunos centímetros en que la puerta de madera se deslizó sin hacer ruido que vio a su hermano recargado en el hombro de su compañero de equipo, Mitsuki, con una sonrisa tan bonita que podía iluminar la habitación entera a pesar de que el Sol se había ocultado al menos hacia una hora; ninguno tenía los ojos abiertos así que optó por retirarse sin molestarlos.
– Himawari – casi suelta un chillido de la impresión cuando escuchó su nombre, se giró lentamente y vio a Mitsuki analizándole con sus agudos ojos amarillo tóxico, ésa sonrisa serena tan propia de él en conjunto a su bonita voz eran agradables. Él le hizo un gesto para que se acercara y ella obedeció, con la distancia reducida pudo notar ésa aura de luz lechosa que emitía haciendo contraste con el intenso resplandor cálido de Boruto, era una luz tenue y fantasmal, con un halo arcoíris casi transparente.
– ¿Sucede algo, Mitsuki-niisan? – habló en tono bajo, no quería terminar despertando al rubio, era un gruñón sin remedio y lo tendría poniendo mala cara en el transcurso de la noche.
– Lamento robar a Boruto-kun por esta noche, no sabía que se quedaría dormido– se disculpó con su extraña sonrisa y ella sólo negó, no importaba, su hermano mayor se veía de lo más satisfecho con ése rubor coral sobre sus mejillas zorrunas, estaba segura de que su madre no se molestaría si se ausentaba por ésta vez. Se alegraba de que hubieran resuelto sus diferencias.
Sólo se limitó a invitar a Mitsuki a cenar y éste aceptó luego de acomodar a Boruto en su cama. Hinata no preguntó qué hacía el pálido chico ahí, ella lo sabía, así que sólo sonrió y le pasó un plato mientras servía la cena. La tarta ya estaba, había un dulce aroma a manzana y canela bailando como una hada de neblina por toda la estancia.
Su padre hizo acto de presencia, supo que él estaba cerca incluso sin anunciarse, su cegadora luz era similar a la de Boruto, podría verlo a kilómetros de distancia. El Hokage pareció confundido por un momento al ver al compañero de su hijo ahí, giró a ver a Hinata que sólo le regaló una sonrisa, una que tenía un aire de entendimiento que la Uzumaki no podía dilucidar, una mezcla heterogénea de tantos matices indescriptibles que sólo podía apreciar en silencio, por su parte, su padre pareció sólo comprender a medias pero lo suficiente para darse por satisfecho. Ya no tendría que preocuparse por eso algún tiempo si Hinata decía que estaba bien. Abrazó a su hermosa esposa depositando un beso en su mejilla y acomodando un mechón de la melena índigo. Se sentó a comer una vez dejó su capa blanca de bordado rojo en el perchero.
Himawari los vio, analizándolos, su padre resplandecía en una especie de llamarada dorada, arrolladora y cálida, Mitsuki en un espejismo de luz lechosa con un halo reflectante de colores diluidos, entonces miró a su madre y quedó confundida; ella emitía una luz rubia platinada ahogada hacia su núcleo, donde se volvía oscura pero serena dándole una sensación similar al compañero de su hermano, era como ver convivir las dos energías opuestas en una misma. Sólo atinó a mirarle un poco más sin mejores resultados.
Más tarde después de la cena, fue a despedir a Mitsuki que agradeció a Hinata por la hospitalidad y al Hokage por la plática durante la comida.
– Mitsuki-niisan– necesitaba saberlo, tal vez él tuviera la respuesta, no estaba segura de cómo planteárselo, pero – ¿cómo consideras a mi hermano? su brillo es muy distinto al tuyo, pero parecen llevarse muy bien de igual manera– "y no lo comprendo ¿porque ustedes juntos brillan igual que mi mamá?" Quiso añadir, pero eso sería demasiado extraño.
El chico pareció analizar la pregunta cuidadosamente, su mirada de color tóxico se movió hacia arriba y con una sonrisa miró a la Luna.
– Boruto es mi Sol, él me da la luz de la que yo carezco, es por eso– ella enfocó su vista tanto en él como en el panorama, fue como ver a Mitsuki en una imagen con la Luna de fondo resplandeciendo con un halo fantasmagórico.
Entonces lo comprendió, Boruto era el Sol, y Mitsuki era la Luna, quien refleja la luz dorada sobre el espejo blanco, pero, ¿y su madre?
¿Qué era su madre?
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Corrió emocionada, su corazón bombeaba con fuerza dentro de su caja torácica y a pesar de estar agotada, aunque sus piernas podrían haber cedido en cualquier momento y caer de bruces contra las rocas en el suelo desgarrando la piel, su perfecta sonrisa blanca no se desvanecía, su tío Neji había tenido la respuesta todo éste tiempo.
Temprano había iniciado su caminata a la florería Yamanaka, hace un tiempo que ella se encargaba de comprar flores para llevar a su abuela Hana, abuelos Minato y Kushina y para un hombre llamado Itachi Uchiha que su padre parecía respetar, de acuerdo a lo que él había dicho, ése joven fue el mejor Hokage que Konoha tuvo y tendrá, aunque su rostro no estuviera tallado en el monte de roca.
Había hecho el encargo el día anterior con su tía Ino, ahora sólo quedaba recogerlo; quien le atendió fue Inojin, su aprendiz, él también era brillante como su madre, resplandecía con una luz dorada pálida y acogedora plasmada de un espectro colorido; él se ruborizó al notar como Himawari se le quedó mirando fijamente. El pequeño girasol se despidió con una amplia sonrisa y dejando su corazón acelerado. No supo como interpretarlo.
Primero visitó a sus abuelos paternos, a su abuela Kushina le dejó un ramo de flor de Lis, a su abuelo Minato uno de enebro, y al terminar de encender el incienso oró por el descanso de sus almas. El siguiente fue Itachi Uchiha, para ello, debió adentrarse al antiguo distrito Uchiha, ése lugar pese a haber sido reconstruido después del ataque de Pain, seguía siendo lúgubre y tétrico, pero ella no sabía esto, por lo que continuó caminando hacia el centro del barrio donde se encontraba un pequeño monumento. Giraba su vista hacia los alrededores apreciando los pequeños ornamentos y el símbolo del clan, que si se le veía bien, parecía ser coronado por una luna menguante carmín, curioso.
Cuando estuvo frente a él, se podía leer "el niño que se sacrificó para remediar los errores de los adultos" lo cual ella no comprendía pero verlo le resultaba triste, a tal grado que siempre sentía su pecho apretarse, lo limpió y acomodó un ramo de geranio oscuro y dalia roja, encendió el incienso y oró por su descanso. Prácticamente nadie sabía de éste monumento, algo que su padre parecía haber hecho a propósito.
–Es raro ver a la hija de Naruto en un lugar como éste– dio un pequeño salto en su lugar cuando escuchó la profunda voz de su tío Sasuke. Giró a mirarle rápidamente y notó esa mirada distante de su único ojo visible, él era intimidante. Ella asintió.
– Disculpe Sasuke-san, otou-san dijo que él fue un héroe y decidí mostrarle mis respetos– el Uchiha la contempló un momento, su ojo nublado por nostalgia más fresca y sólida que la de su madre, como si evocara a alguien en concreto en lugar de una difusa neblina de recuerdos inconexos. Lo vio asentir, al menos creyó hacerlo, no estuvo segura si fue así.
Después de algunos minutos ella decidió levantarse tomando el último ramo que le faltaba, aún debía ir a visitar a su abuela Hana y volver a casa. Al dirigir su vista hacia el hombre de mirada ónix éste le hizo un gesto con su única mano para que se acercara, ella lo hizo.
Fue recibida por un pequeño toque en la frente, sus dedos índice y corazón justo en la cien, confundida se tocó la piel afectada.
–Gracias por traerle flores a mi hermano, las dalias rojas eran sus favoritas– le permitió ver un atisbo de sonrisa, era la primera vez que lo veía poner una expresión más allá del estoicismo habitual. Ella sonrió, pudo notar como el aura de luz del hombre era espectral, blanquecina y con ése deje de misterio que poseía Mitsuki, aunque no así su misma intensidad, era más como una luna menguante, como la que corona el símbolo del casi extinto clan.
Aunque extrañamente, le recordó a la de su madre sólo que a la inversa. En lugar de un anillo de llamas de plata eran de un negro tan intenso como la obsidiana.
Si hubiese conocido a Sasuke antes de aceptar a Hinata y Naruto como parte fundamental en su vida, podría haberse encontrado con un aura completamente oscura con halo carmín. Antes de aceptar amar a Hinata, hubiese permanecido como una gran sonrisa felina de dientes ensangrentados; antes de aceptar la luz de Naruto, podría haberse topado con un espejo oscuro y tenebroso, una luna sin sol; si no hubiese sido por ellos, la llamarada del sol negro que su hermano le había heredado lo hubiese consumido por completo.
Si no hubiese sido por Hinata, jamás hubiese aceptado ser el dual eclipse en el que se convirtió, uno de una luna blanca y un sol oscuro.
Pero Himawari no sabía esto.
Se despidió alegremente y salió en dirección al distrito Hyūga, en el transcurso se encontró a su tío Neji y decidió acompañarle antes de hacer su última visita. El hombre siempre le pareció como una especie deidad, tenía ese aspecto elegante y aire calmo, como si no perteneciera a ésa época y flotara tan agraciado entre las calles de Konoha.
No fue un transcurso muy largo, llegaron a un monumento, la estatua de un hombre alto, de corte extraño, gran sonrisa blanca con una energética pose y un pulgar hacia arriba se erguía sobre la base de mármol. Estaba gravado el nombre "Maito Gai" y la leyenda "El ninja más fuerte de todos".
– Él era mi sensei– escuchó decir a su tío con una nostalgia palpable, sus perlados ojos resplandecían en recuerdos que ella no podía ver, pero sí sentir– era un hombre extraño, nació sin ningún talento, así que forjó uno con su propio esfuerzo durante toda su vida, hizo frente a un enemigo que ni siquiera el propio primer Hokage pudo, es un héroe– lo vio sonreír, aunque había melancolía mezclada con orgullo; ella giró a ver la estatua, la luz del Sol se reflejo por un momento en la hilera de dientes perfectos de porcelana dándole un destello fugaz. Ella tuvo la misma presión en su pecho, aunque por algún motivo, pudo jurar que sintió una mano sobre su cabeza que la reconfortó.
De regreso al complejo Hyūga ella miró a su tío, extraño, él resplandecía con una pálida luz platinada, casi blanca, como un Sol lechoso.
– Tío Neji, ¿por qué la luz de mamá es tan distinta a la tuya?– el actual líder Hyūga giró a mirarla un poco sorprendido, vio duda legítima en los ojos azules de su pequeña sobrina, así que sonrió.
– Himawari ¿sabes lo que significa el nombre del clan?– ella hizo una mueca confusa y negó. Neji río. Se detuvieron un momento en la entrada del complejo, bajo el cuidado de un árbol de cerezo y el Sol resplandeciente cubierto por sus flores. Se puso de cuclillas a su altura y sonrió con amabilidad.
– Significa "un lugar soleado"– ella asintió con comprensión– Hinata-sama jamás fue como ningún otro miembro del clan, siempre fue distinta, su nombre también significa "un lugar soleado", sin embargo, ella es un claro reflejo de la Luna.
Himawari evocó en su mente la imagen de su madre, su corta melena índigo, su blanca piel de porcelana, su único ojo nacarado, los pendientes oro de luna menguante, era como la Luna sobre el firmamento. Sin embargo, todo su nombre y clan hablaban del Sol, de la luz, sus ojos se abrieron como platos cuando cayó en cuenta a lo que su tío se refería.
Su madre era la Luna en un lugar soleado, su madre...
Era un eclipse
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Se esmeró en preparar galletas para visitar a su abuelito Kakashi, en más de una ocasión debió darle un cucharazo en las manos a su hermano mayor.
Pasó toda la mañana horneando, esperaba que él aún estuviera en casa, su padre había dicho que el hombre mayor era un vago irremediable, pero no la desalentó a terminar los pequeños postres, quería pasar un poco de tiempo con él ya que desde hacía mucho no se sentaban a tener una platica amigable.
Para ella el sexto Hokage era su abuelo, independientemente de lo que dijera su padre.
Puso todo cuidadosamente dentro de una canasta y avisó a su madre que iría a visitar al peliplata, Hinata le hizo prometer que volvería temprano para la cena.
Fue un transcurso tranquilo, incluso llegó a encontrarse con su tía Sakura y Sarada entrenando, se preguntó dónde estaba su tío Sasuke. De misión fuera, seguramente.
La ex-Haruno trataba de enseñarle a Sarada cómo crear una espada a partir de su chakra y a su vez, convertirla en pétalos de cerezo que manejados adecuadamente podrían convertirse en una lluvia de afiladas hojuelas rosadas, era una técnica hermosa. Su aura vibrante como el Sol en primavera, los cerezos en flor danzando junto a la brisa cálida. Sarada en cambio, era más como Sasuke, aunque carecía de las flamas oscuras había una luz más intensa que continuaba siendo una luna menguante de luz cremosa. Y, mucho más amable.
Su tía Sakura siempre le pareció una mujer con una increíble belleza, su hermoso corto cabello rosa zapatilla, marcas en su piel que se asemejaban a las ramas del cerezo e impresionantes ojos jade, tan bonita como su tía Ino, la mujer de delirante cabello rubio platinado atado en una trenza al frente y perlas celestes, como un lago dentro de una caverna.
Aunque por supuesto, a sus ojos su madre era la más hermosa mujer del mundo y nadie podría hacerle cambiar de opinión.
Al llegar tocó la puerta, le recibió el Hatake con una expresión algo sorprendida que luego cambió por una sonrisa, al menos eso pareció debajo de su máscara. La guió hacia la sala donde sobre el sofá estaba sentado un hombre, de corto cabello negro y la mitad de su rostro cubierto de profundas cicatrices en espiral. Por algún motivo le recordó a su padre, de una manera extraña.
Él la miró fijamente, como si intentara hacer una conexión en su mente, ella casi sintió que le taladraba la cabeza, su mirada era igual de intensa que la de Sasuke.
– Buenas tardes, mi nombre... ¡Es Himawari Uzumaki 'ttebane!– oh, otra vez ése tic verbal, había descubierto que tenía uno aunque sólo aparecía cuando estaba realmente nerviosa o emocionada. La expresión de él cambió a una de ligera sorpresa, sobre todo por lo último.
– ¿"ttebane"? Oh, eres hija de Naruto– su voz era profunda, un poco extraña, no sabría describirla con exactitud. Pareció analizarla por un momento, como si buscase algo en específico, el sexto hizo acto de presencia con una bandeja de té caliente.
– Obito, déjala en paz, Hima-chan, toma asiento– ella accedió dejando el canasto sobre la mesita y sentándose a lado del hombre identificado como Obito, el cual por supuesto la miró y ella en serio sintió que estaba junto a Sasuke.
– Su nombre es Obito Uchiha, es un viejo amigo– Asintió en comprensión, oh, era del mismo clan de su tio Sasuke, seguramente la mirada era de familia– espero que no te moleste compartir con él, Hima– el pequeño girasol negó con una sonrisa mientras Kakashi abría la canasta y comenzaba a sacar los postres de ahí.
– Así que "ttebane", hace años que no escuchaba eso...– Giró a ver al Uchiha mayor, le daba un parecido a su padre, lo cual era gracioso y al mismo tiempo, perturbador.
– Hai, el abuelito Kakashi dijo que es el mismo tic verbal de mi abuelita Kushina, papá dice que lo heredé de ella– Obito sonrió mostrando algunos de sus blancos dientes, eran tan brillantes como los del sensei de su tío Neji.
– ¡Je! "abuelito", ¿es así, Bakakashi? no te dignaste a casarte pero si a adoptar niños, creo que al final fuiste una digna mamá gallina– El Hatake lo miró frunciendo el ceño y Obito se soltó a reír, su sonrisa era idéntica a la de su padre.
– ¿"Bakakashi"?– cuestionó con gesto confuso y el otro rió con más fuerza, mientras el sexto le recriminó al Uchiha que dejara de llamarlo de ésa manera.
Lo miró detenidamente y notó que tenía la misma aura que su tío Sasuke, una luna menguante, su abuelito Kakashi también tenía esa aura brillante de plata fundida, aunque con mucha mayor intensidad que Obito, más parecida a la de Mitsuki.
Comprendió en ése momento que mientras los Hyūga poseían esa aura rubio platinada de luz que los asemejaba al Sol, los Uchiha tenían un espectro fantasmagórico de luna menguante.
Los dos eran tan radicalmente opuestos.
Ojalá hubiese sabido que en algún momento fueron uno mismo; ojalá Naruto hubiese sabido que un Hyūga puede amar de la misma manera que un Uchiha
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Caminó de regreso a casa, aun quedaba luz de día y le pareció una buena idea pasar al bosque, aunque no cualquiera, sino el conocido como El bosque de la muerte; uno que durante la destrucción del camino Deva fue arrasado como la gran mayoría de la aldea, aunque gracias al suelo enriquecido por el chakra del primer Hokage volvió a alzarse de la desgracia, por supuesto, casi todas las especies que lo habitaban se reducieron radicalmente. Ahora era menos peligroso, estaba menos habitado. Ella no sabía esto, como la gran mayoría de las generaciones más jóvenes.
Le resultaba relajante, era uno de sus lugares favoritos además del invernadero de los Yamanaka y el bosque Nara (regalos del primer Hokage) los cuales podía visitar gracias a Inojin y el amigo de su papá, Shikamaru. Otro lugar, era el valle del Fin; la principal razón por la que decidió visitar ése sitio cuando era más pequeña, es que su madre le había contado que sus criaturas favoritas eran las mariposas de invierno, su tía Karin le había comentado que su madre insistía en ir durante el invierno a la cascada donde se alzaban los monumentos de Hashirama Senju y Madara Uchiha porque afirmaba que era el único lugar donde aparecían. La pelirroja confirmó que realmente existían y ella había querido verlas, sin mayor éxito.
Miró los botones sin abrir y llego a su mente aquel detalle. Se acercaba la época en que abrirían los capullos de rosas azules, un regalo especial de Hashirama Senju en el cual estuvo trabajando bastante tiempo, eran una especie única que solo podrías encontrar en ése invernadero, Inojin le había comentado que necesitas hacer una reserva al menos 6 meses antes y era de las cosas más caras que habían, también de las primeras que se agotaban. Una rosa que tardaba mucho más en marchitar que cualquier otra flor precisamente por su naturaleza en chakra, un regalo hermoso si se lo preguntan.
Una bella mujer, amiga de su padre llamada Guren, en una ocasión en que se encontraron durante el festival Rinne le propuso en un punto de la conversación en cristalizarle la flor si alguien se decidía a regalarle una rosa azul. Por supuesto aceptó.
Caminó durante un tiempo hasta sentarse debajo de un árbol, uno cubierto de espeso musgo y aroma a roble, podría quedarse ahí siempre, era tan agradable. Miró con parsimonia la naturaleza a su alrededor, contempló como un pequeño capullo se abría y no pudo evitar pensar en el pequeño hijo del señor Yamato; recordaba como a su padre casi le había dado un ataque cuando se enteró, al parecer era un niño ilegítimo, eso dijeron las dos mujeres que lo trajeron enredado en su esponjosa manta azul pastel y el señor Yamato casi parecía que se iba a desmayar. No se parecía en nada a él, sus bonitos ojos marrones, cabello oscuro y piel morena hacían contraste con quien parecía ser su padre, se sostuvo la duda, por supuesto, hasta que a cierta edad si reía comenzaban a salir flores de las paredes y libros o después de que el infante convirtió el centro de la aldea en un invernadero.
Cerró los ojos con una sonrisa zorruna, era divertido recordar como su padre tuvo que ir a manejar la situación que era demasiado extraña por si misma. Los abrió cuando sintió que algo tocaba su mano, se giró a ver que era, un conejo, bueno, lucía más como una especie de pintura que haría su tío Sai, era negro como la tinta y de un sólo ojo, esto último la hizo recordar a su madre.
– Oh, hola pequeño ¿estás perdido?– la criatura parecía analizarla con detenimiento, Himawari no supo cómo interpretar eso, así que sólo acercó su mano y acarició su pequeña cabeza, era lisa e inusualmente fría. Se sentó de mejor manera y de la canasta sacó algunos de los postres que habían quedado de la platica con el sexto y su amigo. Vio como la criatura saltó y tomó uno, no sabía si era correcto darle esa clase de alimentos a un animal, podría hacerle daño. En cambio el pequeño intruso parecía bastante contento, así que lo dejó pasar.
Cuando notó como el Sol desaparecía, se puso de pie guardando todo y se despidió de su nuevo amigo con la promesa de volver, quien, se quedó parado estático mirándola alejarse.
El camino a casa fue tranquilo, los últimos rayos de luz tiñeron el cielo de vibrantes tonos rojizos, naranjas y violetas, la hizo recordar a Inojin con sus llamativos dibujos y sonrió. Al entrar dejó sus sandalias en la entrada y anunció su llegada. Había un vaporoso aroma a té de menta y lavanda proveniente de la sala. Ella le siguió hasta encontrarse con su madre y un hombre sentados en el sofá, era bastante pálido y de cabello albino, muy bien vestido, con un sólo ojo, igual que su madre.
– Oh Hima, finalmente llegas, ven, ya casi está lista la cena– ella dejó la canasta en la mesa de la cocina y se acercó hacia la Hyūga y su particular invitado – permíteme presentarlos, su nombre es Toneri Ōtsutsuki, es un viejo amigo, ella es mi hija, Himawari– él le extendió su pálida mano y ella la recibió con una sonrisa.
– Has crecido mucho, pequeño girasol– la mirada azul de la Uzumaki se encontró con la perla de él, tenía hermosa voz, más grave y sedosa que la de su padre, de sonrisa más tranquila. Era más atractivo que el rubio (al menos a su parecer), incluso tenía más cabello, el pensamiento casi la hizo reír.
Fue una platica tranquila, él era muy educado y amable, hacía reír a su madre y ella parecía resplandecer más a su lado. Ella se veía tan... feliz. El pensamiento llegó sin previo aviso, pero fue inevitable, su padre casi siempre estaba ausente y Hinata lo esperaba hasta muy tarde, la mayoría de las veces ni siquiera llegaba a casa. La cena terminaba empacada dentro del frigorífico.
Siempre la notaba más apagada, más triste, pero sobre todo, más nostálgica
En cambio ahora, ella resplandecía con alegría, incluso un bonito rubor coral cubría sus mejillas; giró a verlo a él, a Toneri, él era resplandeciente como Mitsuki, ése halo espectral lechoso le rodeaba con su vaporoso arcoíris, él era como la Luna aunque de una manera impresionantemente más intensa. Notó las miradas del albino hacia Hinata, era una mirada llena de añoro, de cariño, el rubor rosa zapatilla en sus mejillas, la manera en que el Ōtsutsuki acomodó un mechón de la melena índigo tras su oreja. Su madre nunca se había visto tan hermosa.
Las mejillas se Himawari se colorearon al ver a su madre sonreír tan bellamente.
Entonces, llegó su padre, parecía que el alma se le salía del cuerpo, su estado general era deplorable, como siempre que pasaba demasiados días fuera. Su madre y amigo se acercaron a auxiliar al Hokage, una vez logró llegar a una de las sillas en la cocina la Hyūga comenzó a acomodar los platos y le pidió que avisara a su hermano para que bajara. Ella lo hizo.
Fue una cena tranquila, su padre casi se dormía sobre el plato, su fatiga parecía una especie de virus agresivo. El amigo de su madre era elegante incluso a la hora de comer, le recordó mucho a su tío Neji sólo que éste hombre parecía una especie de amatsubito.
Giró hacia su madre, ésa intensa luz se había desvanecido y ahora sólo sonreía amablemente, giraba de vez en cuando a vigilar que su esposo no se ahogara en el plato de comida y trataba de entablar platica con los miembros de la mesa.
Miró donde estaba el parche que cubría el cuenco vacío de Hinata. Luego volteó a ver al albino, que mantenía su vacío párpado cerrado, aquello sólo le lleno de preguntas, unas cuyas respuestas sabía no podría obtener ahora.
La cena terminó y cada quien decidió retirarse a su habitación, vio a Toneri despedir a la índigo con calidez, fue un abrazo corto pero cargado de emociones diluidas. Él tocó uno de los pendientes oro de Hinata y ella sonrió con gentileza viéndole alejarse hacia la noche. Himawari vio el logo bordado en la espalda del hombre y notó que era el mismo que el de los pendientes de su madre.
Comenzó a caminar hacia su habitación, por un momento, mientras veía la silueta de Toneri perderse en la oscuridad y con él, el aura resplandeciente de su madre...
Deseó que su padre no hubiera llegado
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Los días transcurrían con normalidad, comenzó a frecuentar más habitualmente El bosque de la muerte, mas específicamente a su pequeño nuevo amigo. Solía preparar algunos bocadillos más aptos para una criatura como él y pasaba horas hablando, por algún motivo ella sentía que podía comprenderla, le hablaba de su día a día, en ocasiones le contaba cuentos de su madre, incluso hablaba de los extraños pensamientos que había estado teniendo últimamente.
Durante la cena solamente eran ellos tres debido a que su padre no llegaría a casa, nuevamente. Mientras que ella se ocupaba de mover de un lado a otro un guisante, ya que realmente no tenía apetito, la voz de Boruto quebró el silencio que se había instalado hacía bastante.
– Jmm okaa-san ¿de dónde conoces a tu amigo? Ése Toneri– La más joven de los Uzumaki subió la vista de su plato para observar a su madre y hermano, la Hyūga pareció sorprendida por la pregunta aunque luego sonrió con dulzura.
– Lo conocí cuando era una niña, tenía alrededor de 5 años, supongo, nos volvimos a encontrar cuando tenía 16, aunque... fue un poco accidentado je– frunció las cejas mientras explicaba, parecía evocar los recuerdos ante ése ojo perlado, y sonreía nerviosa.
– Y... ¿por qué no lo invitas más seguido? Digo, se ve como un gran tipo 'ttebasa– el rubio hablaba con bastante más amabilidad de la habitual aunque un poco nervioso, – Sólo digo, si no tiene nada más que hacer y será genial, ya sabes, conocerlo más, el viejo casi no está, no creo que le afecte que haya más invitados de vez en cuando, es un tipo algo raro ¡pero! interesante, me agradó mucho ¡lo digo en serio 'ttebasa!
Hinata miró sorprendida al pequeño Uzumaki y sonrió conmovida, asintió con suavidad mirando a su hijo mayor.
– Tal vez Toneri-san acepte tomar el té de vez en cuando– vio a la nívea tocar el pendiente de sonrisa felina y no pudo evitar alegrarse, su madre se veía tan bonita así, que realmente no le importaba que fuera con su amigo.
Así fue como el Ōtsutsuki comenzó a frecuentarlos y era habitual verlo conversando con su madre, en algunas ocasiones lo vio cepillar su cabellera nocturna, inclusive esos roces de manos que a veces tenían. Descubrieron cosas increíbles del albino, como por ejemplo, que provenía de la Luna.
– ¡¿En serio eres de la Luna 'ttebasa?! – Boruto parecía entusiasmado con la platica, ella también estaba muy emocionada, un hombre que provenía de la Luna era simplemente increíble.
– De hecho él es el Príncipe de la Luna, tiene un castillo flotante ahí– su madre afirmaba lo que Toneri decía y eso sólo los emocionaba aún más ¡un castillo flotante! sonaba como una de las historias de Hinata para sus hijos. Himawari sentía sus mejillas cálidas por la emoción y su mente se llenaba de preguntas.
– Y su madre tan hermosa como la ven, es la Princesa Byakugan– ¿su madre una princesa? Y no sólo una princesa cualquiera, sino la princesa del ojo blanco. Si lo creía, ella era maravillosa.
– Bueno, si sus padres están de acuerdo podría llevarlos a visitar mi castillo allá– el rubio parecía que iba a explotar si no hablaba y a ella se le iluminaron los ojos. El chico no midió sus acciones y terminó por dejarle caer el plato de comida encima de su polera, todo se tornó silencio mientras Boruto palidecía y Himawari alzaba su rostro con el byakugan activo y le rodeaba un aura oscura que ondeaba su corta melena azulina, su hermano estaba en problemas, serios problemas.
Eran días más alegres, más brillantes, al despertar veía a su madre con esa aura resplandeciente y una sonrisa más bonita, se veía más hermosa, ya no parecía estar triste porque su padre llevaba al menos una semana fuera de casa en lo que es seguro, durmiendo en el sofá de su oficina; ella se veía genuinamente feliz y sólo podía estar agradecida.
Estuvo algunas horas fuera, se había quedado a pintar con Inojin bajo la maestría de su tío Sai, había sido miembro del equipo 7 hacía años junto a sus padres y el padre de Sarada. Su madre suele hablar de él como alguien terriblemente honesto, con una gran visión artística y la poderosa habilidad de traer a la vida sus obras, una habilidad que a ella le encantaría tener. Hinata lo aprecia del mismo modo en que lo hace con Sasuke y parece ser mutuo por parte de ellos. Incluso había una foto de los 4 posando juntos enmarcada en la sala.
También lo vio regañar a Inojin por usar tan coloridas obras en su técnica, especialmente cuando una le cayó encima a él y su pálida piel como el papel y cabello oscuro terminaron luciendo tan brillantes matices.
De regreso a casa entró sin anunciarse, de igual forma pasaría a ayudar a su madre a preparar la comida; se escuchaba música bonita de una melodía sedosa, cuando finalmente estaba a dos pasos de llegar a la sala, vio algo que la hizo quedarse estática en su lugar: Toneri guiaba a Hinata en una especie de baile, aunque ella lucía un tanto insegura de sus pasos sonreía con ése brillo especial en su ojo y el rubor en sus mejillas, él coordinaba perfectamente los movimientos, se veía elegante y hermoso.
No supo cuánto permaneció así hasta que sintió que alguien cubría su boca y la obligaba a retroceder, estuvo bastante cerca de acertarle un golpe de jūken en el estómago sino hasta que notó que el responsable era su propio hermano mayor.
Salieron de la casa en silencio comenzando a caminar por las concurridas calles de Konoha; él parecía un tanto indeciso en lo que quería decir y ella aún estaba embelesada en la imagen de hacía un momento.
– ¿Qué opinas de Toneri, Hima?– la pequeña giró a ver a su hermano que lucía un poco más nervioso de lo habitual, ella se lo pensó un momento.
– ¿Con respecto a qué, onii-san?– ella sabía perfectamente a qué se refería, pero no estaba de más confirmar.
– Digo, en general, ya sabes, cómo se comporta, como luce...– "en cómo hace sentir a mamá", "la diferencia con respecto a papá". Era lo que se transmitía entre líneas, sólo decidió ser honesta, de pensarlo mucho sentiría que era demasiado cruel.
– Es atento, educado y amable, es tan atractivo como el tío Neji, tiene mas cabello que papá, es un hecho, se viste bien, tiene bonita voz y sonrisa, me agrada ver que se toma el tiempo de escuchar a mamá cosa que otou-san nunca hace; jamás he visto a nuestros padres bailar juntos, ni una sola vez, ellos se veían hermosos haciéndolo, él hace feliz a mamá– lo último fue más una afirmación que una opinión, ambos lo sabían.
– Se ven bien juntos ¿eh? – escuchó decir a su hermano y asintió en respuesta; no hay que equivocarse, ellos amaban mucho a su padre, Naruto Uzumaki era un buen sujeto, algo cabeza hueca y despistado, pero un buen hombre y amoroso padre, incluso lo suficientemente dulce para coquetear con Hinata como si fuese un adolescente. Sin embargo, a pesar de amarlo, amaban a su madre aún más, ella era su prioridad número uno y sonaría demasiado egoísta de parte de ellos pero a sus ojos ella merecía ser feliz aunque no fuera con el Hokage naranja.
– Bueno, lo mejor será darles espacio ¿de acuerdo? Iré a visitar a Mitsuki un rato 'ttebasa– las mejillas zorrunas del rubio se ruborizaron hermosamente. Oh ¿qué tendrían los albinos que parecían haber seducido a su familia? Ella le dio una sonrisa pícara y asintió, estaba bien, estaban buscando su propia felicidad y eso alegraba a su corazón.
Su destino se fijó en el bosque de la Muerte, compró un par de bocadillos en el camino y una vez dentro se sentó debajo del árbol de corteza esponjosa a esperar a su pequeño amigo. No tardó mucho, él se sentó frente a ella y la pequeña le extendió uno de los bocadillos.
– ¿Sabes? Mamá es tan resplandeciente últimamente, se ve tan... feliz. La entiendo, otō-san tiene parte de la culpa, nunca tiene tiempo para ella, ni para su familia en general, nunca se sienta a escucharla, a preguntarle cómo fue su día. Toneri alegra su corazón y a nosotros, ¿soy muy egoísta por desear que ella sea feliz aunque no sea con mi papá? Boruto-niisan y yo lo entendemos, – se acomodó contra el tronco con la mirada hacia el cielo aunque sólo veía la danza de las hojas y sus sombras.– es así desde hace tanto... creo que, incluso antes de que él fuera nombrado Hokage. Sé que es su trabajo, mamá y Boruto también lo saben, pero no puedo evitar sentir que algo simplemente está mal.
– No creo que tenga algo de malo, Himawari– casi dio un salto sorprendida cuando su amigo le respondió, su voz era increíblemente profunda, algo ronca. Lo miró un momento, procesando la situación de la mejor manera en que su mente se lo permitía.
– Tú... ¿podías hablar?– lo vio asentir y ella suspiró, era simplemente increíble, pero al menos ahora podrían conversar en lugar de que ella sea la única en hablar.
– ¿Te sientes culpable por desear la felicidad de tu madre?
– No– fue su respuesta inmediata y seria, no había cosa que deseara mas que la felicidad de su madre, ella era el ser más hermoso y amable del mundo. Ella merecía tener una sonrisa brillante y su corazón tibio.
– No hay nada de lo cual avergonzarse, es tu madre, ella te trajo al mundo, es natural desear que su felicidad y sueños se vean realizados sin importar el costo– su mirada azul resplandeció con melancolía, hace un tiempo había comenzado a tener pensamientos extraños, ideas que saltaban a su mente viendo la sonrisa alegre de la Hyūga y ésta apagándose con la presencia de su padre, lo sabía, sabía que ella no era feliz por mucho que lo negara; su abuelo le había dicho en una ocasión después de que ella despertó el Byakugan, que el doujutsu de ojo blanco era capaz de ver a través de casi todo.
En especial, de las mentiras
– ¿Te gustaría escuchar una historia?–
El pequeño girasol asintió, se recostó contra la corteza y cerró sus párpados, quería ser capaz de imaginarlo, era su parte favorita de un relato. – Hace mucho tiempo, existieron tres personas, la primera era la encarnación de la Luna, – la imagen de Toneri se materializó en un halo vaporoso, con luz calma y cremosa– la segunda, lo era del Sol, – entonces la imagen del albino que había aparecido como una especie de divinidad, fue remplazada por la de su padre junto a su cegador resplandor dorado y gran sonrisa zorruna– y la tercera, era un eclipse– entonces su padre se diluyó en una amalgama líquida de colores para dar paso a su madre, con su resplandor pálido e hipnótico ahogado en oscuridad sigilosa.
– Aunque no era cualquier eclipse, era aquel que tiñe a la luna de carmín y hace aullar a los lobos aclamándole... un eclipse lunar– tomó una pausa, como si evocara los recuerdos oxidados de aquel infortunado suceso – El Sol y la Luna estaban enamorados del eclipse, quedaron fascinados por su belleza, elegancia y carácter; el eclipse se enamoró de la Luna, porque eran parecidos, eran ambiciosos, de carácter testarudo, pero la Luna era libertad y el eclipse templanza. Uno ofrecía aventura, el otro seguridad, se complementaban, se comprendían.
– Comenzaron las diferencias y problemas entre la Luna y el Sol, todo se desbordó sin remedio y el golpe final fue dado por la estrella, el eclipse lo odió y huyó lejos– el viento daba una brisa melancólica, como si comprendiera el relato y danzara junto a su tristeza– El Sol no descansó hasta encontrar al eclipse, lo tomó desprevenido en realidad, vio la pequeña imagen encarnada de la Luna en forma de un niño, aunque su sonrisa era una paradoja que creía haber visto antes, en una luna carmín.
Himawari también fue tomada desprevenida ¿el eclipse y la Luna tuvieron un hijo? Sintió un peso caer en su estómago y embargarse de una gran tristeza; la Luna no pudo conocer a su hijo. El Sol apagó la fantasmal luz para no volver a sonreír.
– El Sol lo intentó todo para ganarse el perdón del eclipse, incluso le dedicó la primavera, fue difícil si, pero finalmente hicieron una tregua y lo aceptó en su vida y su familia... – y aunque pareciera un final feliz, sabía que no era así, se degustaba demasiado amargo– El Sol y el eclipse concibieron al fruto de ambos, ésa Luna carmín pasó una tranquila y longeva vida a su lado...
Y Himawari trató de pasar el nudo en su garganta, el Byakugan puede ver a través de todo ¿no es así?
Casi nada se esconde al ojo blanco, sobre todo...
Las mentiras
– Incluso al acercarse el final de su vida lo supo... ella amo a la Luna cada día de su vida hasta que el Shinigami la reclamó, sin importar nada, el hilo rojo les unió irremediablemente y aunque el Sol le entregó su corazón, lo hizo sabiendo que el eclipse sólo lo guardaría dentro de un cofre en lugar de sostenerlo entre sus manos apreciándolo como a un tesoro. – Su amigo concluyó el relato y el oscuro girasol sólo sentía la melancolía de una felicidad amarga, y pese a la naturaleza empática innata que poseía, quien le afectó fue el eclipse, quien le hacía sentir un dolor familiar instalarse en su pecho arrastrándose con cuerpo helado.
Así transcurrió toda la tarde, cuando la luz del Sol amenazaba con convertirse en un matiz heterogéneo se puso de pie para emprender el regreso a casa. Se giró para ver a su pequeño amigo, que se identificó a sí mismo como un espíritu del bosque.
– ¿Cuál era su nombre? – preguntó con aíre sigiloso, tal vez no era de su incumbencia pero... necesitaba saberlo.
– ¿Su nombre? – respondió la oscura criatura, Himawari levantó su vista al horizonte, donde la luz del Sol se descomponía en una melodía heterogénea.
– Del eclipse, ¿cómo se llamaba? – le miró directamente a su ojo único, él siempre parecía que en cualquier momento se asimilaría con el entorno y se volverían uno, se quedaba tan quieto como una roca.
Una ráfaga de viento aulló en ése momento revoloteando las copas de los árboles y largos pastizales, su cabello azulino se balanceaba suavemente de un lado a otro sobre sus mejillas rasgadas. Incluso si el viento había sido más violento, lo suficiente hacerlo sentir que era arrastrado con él, a ella apenas pareció afectarle, su cabello se movía con tanta lentitud que parecía flotar, incluso cuando parecía ser lo fundamentalmente opuesto, eran iguales.
Himawari grabó esa pequeña escena en su mente como un preludio, ahora ella no lo sabía, era demasiado inocente para saberlo. Demasiado ignorante para intuirlo.
– Mito Uzumaki.
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Lo miró de reojo un momento, su padre lo había llevado a casa, ése nuevo chico identificado como "Kawaki" sería su nuevo hermano mayor.
Era una noticia que Boruto no había tomado exactamente de la mejor forma, al parecer ya había tratado con él anteriormente y no lucía como si hubiese sido la mejor primera impresión. Sin embargo, pareció (aunque no explícitamente) darle el beneficio de la duda, después de todo, había sido una situación similar con su hermano Yakata y mira que lo había terminado amando y deseando ser como el chico de ojos perlados.
Yakata... se preguntó cómo estaría el Uchiha en ésos momentos. Tocó sus pequeños pendientes que lucían como si hubiese cristalizado un fragmento de la oscura noche. Había sido una situación curiosa, la manera en que se habían enterado que tenían un hermano mayor por parte de su madre había sido poco usual, no así como había sucedido con Kōshi, su hermana mayor por parte de su padre y una sacerdotisa llamada Shion; su tía Sakura había dicho que el rubio era un boca floja y había terminado prometiendo algo que eventualmente tuvo que cumplir.
Aunque la situación era radicalmente diferente con Yakata, su hermano mayor proveniente de una dimensión distinta a la suya, una especie de línea de tiempo alternativa donde su madre se había casado con el Hokage de las sombras. Los relatos del joven de ojos blancos hablaban de un mundo donde el héroe de la aldea y cuarto Hokage había sido un hombre llamado Kizashi Haruno; donde su tía Sakura era la actual kage de Konoha, su padre era capitán de un escuadrón de élite ANBU, su madre era una mujer con el carácter y temperamento de un demonio líder del clan Hyūga y, un Sasuke Uchiha coqueto y sonriente que consentía a su hijo al grado de ser "una molestia". Era... hilarante. Incluso notaba como su tío Sasuke parecía comportarse de una manera distinta desde entonces.
Bien, volvamos.
Adaptarse a su presencia no había sido complicado, su madre parecía haber recibido al chico con brazos abiertos y ella no ponía trabas en tener un nuevo hermano. Lo único molesto era que, su padre lo había traído a casa sin siquiera tomarse el tiempo de saber si su madre estaría de acuerdo, porque fuera como fuera él prácticamente vivía dentro de esa ostentosa oficina y no era justo que trajera a nadie a casa si él no era capaz de cuidar su propio hogar. Quien lo hacía era su madre. Sólo no era justo.
Había existido contratiempos y malas primeras impresiones, desde que rompiera el jarrón que le había regalado a su madre en su cumpleaños, ella abalanzándose sobre él con su Byakugan y el puño suave con clara intenciones de mandarlo al otro mundo siendo retenida por Hinata, Boruto cabreado con la actitud apática del moreno, Naruto intentando meter paz. Si, no habían tenido el mejor comienzo.
Ahora podría estar todo perfectamente, podría, pero ahora mismo estaba enfada con él. Incluso se encargó de noquearlo con su jūken, se lo había ganado ¿y cómo no? Se había atrevido a atacar a Toneri, había sido tan sorpresivo que el Ōtsutsuki estuvo bastante cerca de arrancarle el brazo al chico en defensa propia. No lo comprendía ni quería hacerlo, había arruinado la tarde de su madre y estuvo a punto de herir al albino, podía perdonar lo del jarrón, pero no comprometer la integridad de la Hyūga y su amigo, eso jamás.
Inclusive con todo ello, los días continuaron; llegó el día de su cumpleaños. Había pasado toda la tarde ayudando a su madre a preparar la comida ya que en esta ocasión habría más invitados que de costumbre. Era una situación inusual, sin embargo, no iba a cuestionar los motivos, se alegraba de tener a más personas presentes ése día.
Fue arduo, pero se las arreglaron para cocinar un verdadero festín, su madre incluso se había tomado el tiempo de preparar los platillos preferidos de cada quien, desde los onigiris rellenos de okaka y tomates en rodajas de su tío Sasuke hasta los bollos de yakisoba de Boruto, porque ella era así de considerada.
Sorprendentemente, resultó que la celebración sería fuera de casa durante el atardecer. Se encargó de arreglarse con un bonito vestido negro de falda de media luna, sandalias blancas, cepillar su corto cabello y usar unas gotas de vainilla detrás de su oreja como perfume. Sus pendientes combinaban hermosamente con su conjunto, estaba satisfecha.
Su hermano, Mitsuki y Kawaki se habían encargado de llevar la comida, con el pretexto de que ella era la cumpleañera y no era necesario que la llevara. Cuando el Sol daba indicios de querer desaparecer finalmente fueron al punto de encuentro exceptuando a su madre que demoraría más en arreglarse y les pidió que se adelantaran. Su hermano le cubrió los ojos con una venda y le aseguró que sería grandioso el resultado.
Sentía que era un lugar agradable, de aroma tenue y viento arrullador. Boruto finalmente le quitó la venda de los ojos dejando caer la seda blanca al suelo.
– ¡¡¡SORPRESA!!! – fue recibida por sus seres queridos, quedó pasmada al ver donde se encontraban. Era un lugar hermoso, estaban la mesa instalada con los alimentos alineados y alzándose orgulloso sobre ella un gran árbol de cerezo en flor deleitándolos con su lluvia de pétalos rosados, el pasto de un verde brillante que con la luz del atardecer se teñía de un pálido negro y lo que era mejor, su familia de pie sonriéndole cálidamente, sintió que los ojos se le humedecían y les dio una gran sonrisa en respuesta, una con todos los dientes.
– Fue idea de Ino y Sakura– confesó Sai con su extraña sonrisa, una sincera pero particularmente perturbadora. Finalmente estaban sentados al rededor de gran mesa de madera rojiza, cada uno comiendo deleitándose con la cocina de Hinata, se le reveló que sus tías habían armado la fiesta con ayuda de todos, desde Inojin haciendo las invitaciones y Sai enviándolas con sus aves de tinta, hasta el señor Yamato haciendo crecer el enorme cerezo en el lugar y creando tanto la gran mesa como asientos.
Cada quien cumplió una función por pequeña que haya sido. Después de todo, Sakura Uchiha e Ino Yamanaka eran mujeres tercas, persistentes y aterradoras, hubo desde apoyo voluntario hasta el que no lo era tanto (como Shikadai y Obito) juntas son un peligro, era un hecho. No habían mencionado el trabajo de Shikamaru, que gracias a Ino y Temari se había visto obligado a cumplir sin rechistar, el cual era ayudar a Naruto a quedar libre para asistir ése día.
Era importante que asistieran por supuesto, los 9 novatos de Konoha estaban reunidos como en antaño, y el equipo Gai, claro. El equipo 7 como el único equipo de 4 integrantes, hasta los sensei de cada equipo, después de todo era el cumpleaños del girasol de Konoha, la hija de los héroes de la gran cuarta guerra ninja, el incidente del genocida de la Luna, de a quienes apreciaban como amigos y familia; una niña que había sabido ganarse sus corazones de una manera u otra. Inclusive del amargado de Obito.
Himawari se sentía afortunada, sólo faltaban 4 personas que harían que estuviese completa esa reunión; se fijó en su tía Sakura, se veía simplemente hermosa en su vestido blanco con flores de cerezo pintadas a mano, tacones negros y pétalos rosados haciendo juego en las marcas sobre su piel desde su espalda hasta su rostro, luego miró a su tía Ino, llevaba su larga cabellera rubia platinada suelta resplandeciendo como una cascada de oro líquido, su vestido color zarzamora con esa gargantilla negra resaltando en su blanca piel, sus tacones negros que hacían juego con sus medias de red y su pendiente negro como miembro del Ino-Shika-Chou.
Ése par de bellezas, de hermosas y fuertes mujeres habían hecho todo esto posible, sonrió con ese calor anidándose en su pecho. El Sol terminó de ocultarse, las estrellas se hicieron visibles en el firmamento y todo estaba más oscuro. Fue cuando la pelirrosa usando su chakra tocó el árbol de cerezo que, comenzó a brillar e iluminarlos con su lluvia de pétalos de luz, sonrió con orgullo al notar como parecían maravillados ante su parte del trabajo.
La Uzumaki estaba tan maravillada que no notó como su tío Sasuke se había quedado pasmado contemplando a la lejanía, su sorpresa sin embargo, no pasó desapercibida para Boruto quien, inquisitivo, se giró a ver hacia la misma dirección sólo para quedar boquiabierto ante la imagen frente suyo.
Himawari al percatarse que Boruto se había quedado repentinamente callado con los ojos impresos de sorpresa también enfocó su vista hacia donde miraba su hermano mayor, se le cayó la copa de la mano.
Allá, justo entre los pastizales oscuros y los árboles de corteza blanca se materializó la imagen de su madre. Con un vestido negro ajustado de la cintura y falda abierta del costado que caía con vuelo hasta debajo de sus rodillas, balanceando ésa tela semi-traslúcida que era como ver el firmamento, sus manos cubiertas con largos guantes y largas medias negras que llegaban a medio muslo, sus pendientes oro de Luna acunada y su único ojo perlado resplandeciendo bajo la pálida luz fantasmal resaltando su blanca piel de porcelana.
Sus tías eran hermosas, pero su madre, ella era un verdadero ángel, era simplemente la mujer más bella que existía sobre ése mundo capaz de robarle el aliento al mismísimo Sasuke Uchiha.
– Feliz cumpleaños, mi pequeño girasol– su madre la felicitó con esa hermosa sonrisa y ella la abrazó en respuesta. Continuaron con la comida, entre pláticas de los chicos, charlas y risas de los adultos, incluso terminaron rodeados de flores de cerezo creciendo sobre la mesa y sillas gracias al pequeño hijo del señor Yamato que comenzó a reír tratando de alcanzar una luciérnaga, transcurrieron 10 minutos en que nada parecía poder mejorar, parecía.
Repentinamente, entre los pétalos de cerezo comenzaron a revolotear luminosas mariposas blancas danzando a la par de la melodía del viento. Un ser de rostro blanco y atuendo peculiar se hizo presente con un par de obsequios en las manos, lo miró un momento, no sabía que decir.
– Cuenta la leyenda que una vez existió un hada, un girasol nocturno que cautivó a los seres de la Luna quienes, maravillados por su amabilidad y belleza presentaron sus regalos en señal de alabanza– al escuchar esa voz giró inmediatamente y sus ojos se cristalizaron sin lograr creerlo.
– ¡Yakata-niisan!– corrió hacia el encuentro con el Uchiha mestizo para ser recibida entre sus brazos, a éste abrazo se le unieron Sarada y Boruto quienes consiguieron hacerle caer al suelo riendo.
– ¡En serio viniste! ¡Creí que no lo harías 'ttebane!– sus ojos resplandecían de emoción, el rubor sobre sus mejillas zorrunas y blanca dentadura en la característica sonrisa del clan del remolino.
– Prometí que lo haría, no me perdería el cumpleaños de mi hermanita por nada– el joven de casi veinte años le dio un toque en la frente con sus dedos índice y corazón. Un gesto que había hecho para despedirse antes de regresar a su hogar y que guardaba con cariño en su pecho al igual que Sarada. Un gesto que le recordaba a su tío Sasuke.
Le ayudaron a ponerse de pie y el chico de ojos perlados le felicitó amablemente por su cumpleaños. Él sonrió al mirar que ella traía puestos los pendientes que le regaló.
– ¿Te gustó nuestro regalo? Fue su idea– dijo señalando al hombre detrás de él, Himawari sonrió con alegría desbordante para abrazar al Ōtsutsuki con cariño, que éste correspondió cálidamente.
Su madre se acercó a abrazar al joven que dulcemente la rodeó por la cintura, se veía realmente bella y se lo hizo saber mientras la Hyūga le sonrió con cariño, Yakata saludó a Sasuke con un asentimiento que éste imitó con una sonrisa apenas perceptible. Sakura sólo vio al chico con amabilidad, aún era extraño ver al hijo de su esposo y una de sus mejores amigas aunque fuese de una realidad distinta, pero era un joven educado a quien su hija y marido amaban profundamente, él era parte de la familia Uchiha y Uzumaki, un lazo que unía a sus hijos como hermanos.
Toneri saludó a Hinata y ésta le sonrió dulcemente, tomó su mano y lo guió a su asiento.
– Entonces ¿éstas son las mariposas de invierno? – preguntó a su madre contemplando a la pequeña criatura luminosa posada sobre su mano.
– Lo son, las únicas mariposas de invierno qué hay ¿no son hermosas?– Hinata hablaba con nostalgia, contemplando a la criatura que Toneri había creado ése día en que triste se había sentado sobre la nieve por haberse perdido la gran migración. Una hecha especialmente para ella en su cumpleaños. Ella sabía que Toneri amaba a su hija como propia, las mariposas eran la evidencia fidedigna. Éste era el gesto de cariño genuino del Ōtsutsuki, así como el toque en la frente de Sasuke o la bufanda tejida de ella.
Un poco más tarde se unieron Naruto y Kōshi, la pelirroja de mirada lavanda se acercó corriendo con sus descalzos pies a su pequeña media hermana para atraparle en un efusivo abrazo y el rubio le había revuelto el cabello con una gran sonrisa.
Giró su vista para ver a Kawaki quien le lanzaba guisantes a la marioneta de Toneri en la cabeza buscando ver si se inmutaba, sin mayor éxito. A Boruto, que hablaba animadamente con sus amigos y dándole a Mitsuki pequeños vistazos con disimulo. Y luego vio a Hinata, apenas la reconoció, su esposa se veía tan hermosa...
Himawari miró a su madre resplandecer bajo la Luna, entre los pétalos de cerezo y las mariposas de invierno. Se preguntó si algún día su felicidad sería completamente genuina, no quería, simplemente no quería que su madre fuera como Mito Uzumaki.
No quería que ella pasara toda su vida aparentando que era feliz
A lo lejos, entre los árboles de corteza blanca y la oscuridad de la noche, un conejo de frío negro de un sólo ojo contemplaba estático la celebración de cumpleaños.
Ojalá toda ésa felicidad hubiera durado para siempre.
Porque el amor de un hijo no conoce los límites; porque el amor de un hijo puede convertir al mundo en cenizas
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Himawari sonreía mirándose al espejo, se probaba uno de los kimonos que había elegido buscando decidirse por cual usar. Se acercaba el Hanami y quería lucir bien para ése día.
El Hanami en Konoha era uno de los eventos más hermosos en todo el país del Fuego, y muy probablemente, en todo el mundo shinobi. Ésto gracias al enorme campo de árboles de cerezo que Hashirama Senju había creado como un regalo para su esposa. Era de tal magnitud que incluso venían de otras naciones a admirarlo.
Desde hacía días había visto rostros nuevos, algunos demasiado distintivos para pasarlos por alto, incluso en el transcurso para ir a la florería Yamanaka se había topado con un pequeño niño de redondos ojos rubí y cabello oscuro.
– ¡Gomenenasai! – el niño no debía tener más de 4 años, su mirada era sorprendentemente penetrante para alguien tan pequeño aunque ahora mismo sus labios estaban temblorosos y mejillas enrojecidas.
– Oh no te preocupes pequeño, jmm ¿donde están tus padres? – el infante la miró un momento para tranquilizarse y luego señaló a un puesto de dulces, le ofreció la mano que éste aceptó y con más confianza caminó en dirección a los padres del niño.
– Disculpen ¿es su hijo?– preguntó con amabilidad analizando a los dos adultos frente a ella, una mujer bonita de corto cabello oscuro y redondos ojos castaños, de mediana estatura y bastante delgada, el otro, un hombre bastante alto con rostro ligeramente femenino, de complexión delgada, piel morena, cabello morado largo sujeto en una cola de caballo alta e intensos ojos rubí.
– Si, muchas gracias por cuidar de él, te dije que no fueras tras ésa mariposa– le dijo en tono de reprensión la joven mujer al niño que sólo atinó a encogerse de hombros. El padre del niño la miraba con curiosidad, como si tratara de recordar a alguien sin éxito. Su esposa lo notó y también le reprendió.
– Ranmaru, deja en paz a la niña. Disculpa por las molestias cariño– Himawari sólo negó con una sonrisa y les despidió con la mano.
Una vez en la florería notó que Inojin estaba muy concentrado en una maceta sobre el mostrador, de tal manera en que no notó cuando ella se acercó a él para mirar. Sólo fue hasta que ella le preguntó que hacía cuando el Yamanaka dio un respingo en su lugar, lo habían descubierto. Joder.
– Oh, nada en especial, sólo un encargo de mi madre ¿se te ofrece algo?– le sonrió para extenderle una nota de color rosa pálido, él la leyó y su rostro reflejó una ligera sorpresa para luego sonreír con genuina calidez.
"¿Te gustaría ir juntos al festival del Hanami?"
– Si mi madre no se pone demasiado pesada ése día con gusto te acompañaré– acomodó una gardenia sobre la azulina cabellera y ésta sonrió contemplando las aguamarina del Yamanaka.
Se escuchó el tintineo de la campana en la entrada anunciando a un nuevo visitante, el chico de delantal rosa zapatilla notó la amenaza mezclada en el océano azul de los ojos del Uzumaki, a lo cual respondió con la sonrisa fría de su padre.
Su mirada era un claro "inténtalo" lleno de autosuficiencia nadando homogéneamente entre clara picardía, herencia de Ino.
– Hola Boruto ¿has venido por tu encargo?– Himawari giró sobre tus talones para confirmar que efectivamente se trataba de su hermano mayor, el cual, no se veía precisamente feliz.
– Hima, ¿qué hacías con ése tipo? – el rubio le preguntó con una clara intensión asesina que flotaba heterogénea en su mirada como una mancha de tinta negra sobre una copa de pintura azul.
– Lo vine a invitar a que me acompañe al Hanami onii-san, ya que tú irás con Mitsuki-niisan me pareció buena idea, ¡incluso podremos tomarnos fotos 'ttebane!– amplió una gran sonrisa esperanzada, con un destello especial en sus orbes azules.
–¡E-eso es distinto 'ttebasa! – respondió con un bonito rubor naciendo en sus mejillas, fulminaba con la mirada al Yamanaka que le regalaba una sonrisa socarrona en respuesta con la intención de fastidiarlo, consiguiéndolo.
– Creo que Boruto está molesto porque tiene miedo de que le roben a su hermanita– habló en un tono bastante condescendiente soltando un suspiro con fingida lástima, el rubio quería borrarle esa estúpida sonrisa del rostro, Himawari podía notar como su hermano saltaba chispas por los ojos. Comenzó a reír tratando de evitar que se lanzara sobre el mostrador.
– ¡Más quisieras bastardo pedófilo! ¡Himawari no tendrá novio nunca! Se convertirá en la ninja monja 'ttebasa ¿verdad Hima?
– ¡Nii-san me está enseñando el padre nuestro! ¡nos vemos Inojin-kun!– se despidió entre risas del Yamanaka ondeando su mano y éste le regresó el gesto con gentileza. Su hermano en ocasiones podía estar de un pésimo humor y hoy era un día como ése. Lo mejor era seguirle la corriente hasta que se le pasara el mal genio.
Hoy era un día particularmente distinto, incluso sucedió algo que podría considerarse una rareza de la naturaleza, su padre llegó temprano a casa e inclusive se ofreció a darles una sesión de entrenamiento. Boruto y ella estaban contentos, tal vez no de la misma manera en que lo hubieran estado en el pasado porque ¿para qué mentir? Ya ni siquiera se sentían mal de que éste no apareciera en sus días especiales o las reuniones familiares. Habían comenzado a prescindir de Naruto hacía mucho tiempo, desde que vieron a su madre sonreír de una manera tan bella, desde que sus mejillas se coloreaban con ternura cuando tenía una conversación con el Ōtsutsuki.
Amaban a su padre, pero amaban aún más a su madre, y si ella era feliz, ellos también lo eran.
Mientras que a Boruto y Kawaki les instruía en aprender a manejar su velocidad mientras trataban de usar el karma, al menos en tener bajo control su precisión durante el ataque en lugar de volarlo todo en pedazos, a ella le dedicó un globo de agua con la explicación de que éste era el primer paso para aprender el rasengan, algo respecto a hacer rotar su chakra hasta conseguir reventarle. Sonaba simple.
Al finalizar el día, consiguió reventar el globo aunque se sentía fatigada y le dolían las manos. El Hokage se le acercó con una gran sonrisa.
– Veo que eres muy buena en ésto, muy pronto lograrás manejar el rasengan a la perfección 'ttebayo ¿sabes? Me recuerda a cuando le enseñé el rasengan a Sakura-chan – se sentaron en el pasto y ella contempló el perfil del rubio que sonreía con nostalgia, evocando la neblina nítida sobre sus ojos azules.
– ¿Le enseñaste el rasengan a tía Sakura?– lo vio asentir en respuesta– ¿como resultó eso?– el rubio puso un dedo en su barbilla formulando en su cerebro un resumen adecuado de la historia. Ella podía notarlo.
– Sakura-chan aprendió en dos meses lo que a mí luego me tomó años, consiguió hacer el rasengan con una sola mano; fue durante nuestra época como genin, ella tenía tu edad y su control de chakra siempre ha sido envidiable 'ttebayo, por eso sabía que ella sabría manejarlo perfectamente, aunque ciertamente me ganó en completarlo y también, con una mano 'ttebayo– esto último con un aire más decaído que a Himawari le resultó gracioso, su madre le había comentado en alguna ocasión que cuando estaban en el equipo 7 el rubio siempre tuvo problemas en manejar su gran cantidad de chakra y terminaba usando mucho más del necesario.
– ¿Nunca le intentaste enseñar el rasengan a okaa-san? Estaban en el mismo equipo ¿no?– era algo que siempre le dio curiosidad, el control de chakra de su madre era prácticamente perfecto, era lógico tomando en cuenta la naturaleza de las técnicas Hyūga.
– Hinata-chan siempre entrenaba con Neji o Kakashi-sensei, aunque siempre me apoyó era más parecida a Sasuke que a mi, por lo que era más probable que aprendiera el chidori antes que el rasengan– Himawari asintió, tenía conocimiento de que su tío Sasuke y su madre contaban con la misma naturaleza de chakra, un dato que solía molestar a su tío Neji por alguna razón.
– De hecho, su técnica Puños Gemelos de León es de chakra fuego y rayo, fue tan gracioso cuando el teme se tuvo que tragar su orgullo y pedirle que le enseñara a hacer ése fuego azul 'ttebayo. Hinata-chan siempre fue muy tranquila y madura así que no se burló, yo no era tan bueno como ella, así que si me reí de él y casi me atraviesa con su chidori 'ttebayo jajajajajaja– comenzó a reír junto a su padre, realmente si lograba imaginar a su tío Sasuke persiguiéndolo con intenciones de matarlo y a su madre imponiendo carácter para separarlos.
– Okaa-san siempre ha sido genial entonces– sonrió con cariño pensando en la nívea, siempre se impresionaba de los nuevos descubrimientos que hacía de ella, desde que solía hacerse pasar por un chico engañando a sus compañeros hasta que su primer amor había sido su tío Neji.
– Por supuesto que lo es 'ttebayo, siempre nos pateaba a Sasuke y a mí en combates cuerpo a cuerpo, incluso cuando nos dijo que Neji era mucho mejor que ella temimos terminar en el hospital, el teme no lo admitirá pero su cara lo decía todo– eso era algo que ella conocía, su madre mientras preparaban galletas le había contado algunas anécdotas de su equipo, una de sus favoritas es que su tío Sasuke había tomado de rival directo a su tío Neji, incluso aceptaba los retos que ponían el sexto y Gai-sensei para tener la oportunidad de derrotarlo. Una rivalidad con el genio de los Hyūga y alguien que Hinata considera su hermano mayor, una que comprendieron después sus dos compañeros y mejores amigos era una proyección inconsciente de su rivalidad con Itachi. Tal vez por ello parecía de una manera extraña admirar a Neji al mismo tiempo que detestarlo, pero esto no lo sabía Himawari.
Sólo sabía que su tío Neji consideraba en ése tiempo a Sasuke un chico extraño y demasiado competitivo. Su madre había mencionado algo al respecto, que aquella rivalidad se había vertido en un combate y desde aquella vez la Luna se veía en el cielo aún más enorme.
Por supuesto, había escuchado que en una ocasión la Luna estuvo apunto de caer sobre la Tierra, no sabía mucho sobre eso, le preguntaría al señor Toneri al respecto, después de todo él es el Príncipe de la Luna, vive ahí y podría saber sobre aquel suceso que los adultos catalogaban como "una catástrofe que estuvo por suceder".
Fue a visitar a su amigo, le contó respecto a su entrenamiento con el rasengan y la conversación con su padre, la oscura criatura la escuchaba atentamente, cómo si todo lo que dijera se tratara de lo más importante del mundo.
– También Boruto-niisan y Kawaki-nii estuvieron entrenando, algo que ver con respecto a esas personas resplandecientes que aparecieron aquella vez– ésta vez su amigo le respondió, era fascinante como parecía saber TODO.
– "Los dioses de las estrellas"– lo escuchó decir con lejanía, como si pronunciarlo lo llevará a otra época distante. – Hace mucho tiempo los dioses bajaron al mundo, trabajaban en parejas; trajeron el gran Árbol Divino y su fruto al comerlo te otorgaba un inmenso poder. Aquel melocotón de energía convirtió a la guardiana en un Dios con la fuerza de extinguir al mundo con un movimiento de mano.
– Fue conocida como la Diosa conejo; tuvo dos hijos, el menor se convirtió en el dios shinobi y el mayor viajó a la Luna y se estableció ahí, fue el fundador de los clanes Ōtsutsuki en la Luna y Hyūga en la Tierra.
Himawari perdió el aliento cuando lo escuchó ¡lo sabía! Toneri y su tío Neji siempre parecían fuera de lugar, resplandecientes, como dos deidades encarnadas en una forma humana que parecían moverse a su propio ritmo, como si flotaran sobre el suelo. Ahora sabía que descendían de una diosa, ¿ella habrá tenido que ver la historia del hilo rojo?
– Así que... la Luna... – ahora deseaba más que nunca visitarla, anhelaba ver con sus propios ojos el palacio flotante de Toneri, el pequeño mundo lleno de maravillas inexploradas que es aquel espejo blanco, el hogar del hombre que hacía brillar a su madre.
Cuando regresó a casa encontró a su tía Sakura ahí, sentada en la cocina tomando una vaporosa taza con té de menta y sus enrojecidas mejillas. Se veía tan bonita. Su madre parecía hornear galletas mientras conversaban. Por algún motivo la mujer de redondos ojos jade lucía decaída, incluso escuchó como le preguntaba a su madre si la consideraba una mujer atractiva, no lo comprendía, la ex-Haruno era de las mujeres más bellas en todo el país del Fuego. Era como la primavera de cerezos en flor, su aura cálida y brillante adornada por el rosa pastel de dulce fragancia. Incluso su piel cremosa marcada de cicatrices de forma de estática que cubrían desde su espalda hasta el lado izquierdo de su rostro la hacían aún más bella. Ella era hermosa, no existía una manera de negarlo.
Vio como la índigo le regaló una sonrisa maternal y la reconfortó con su sabiduría. Su tía recuperó el brillo en sus ojos y la abrazó, estaba bien; Hinata Hyūga podía mejorar tu día con sólo un par de palabras y su bella sonrisa. Porque ella es así de maravillosa.
Para el Hanami se decidió por un bonito kimono sencillo, con la parte superior color blanco, la falda amarillo pastel y el obi de un tono ligeramente más pálido. La falda apenas sobrepasaba las rodillas y estaba segura necesitaría usar medias. No importaba, le encantaba como se le lucía, sólo que la blusa le quedaba un poco suelta, así que fue a la pequeña oficina que usaba su madre para prensar flores; era un lugar bonito decorado con estantes repletos de libros, macetas y el tragaluz que convertía ese pequeño espacio en un perfecto escape.
Buscó sobre los estantes y una de las cajas cayó sobre su cabeza gracias al ajetreo. Era una caja gris oscuro mate y bastante bien conservada, era como si no la hubieran tocado en años. La abrió y se encontró un vestido perfectamente doblado dentro, lo analizó un momento y una vez con el hilo y aguja en mano tomó la caja y fue a su habitación.
Lo sacó de la caja y extendió sobre la cama, la parte superior color negro de cuello largo sin mangas, particular obi de un negro pálido igual a la falda en dos capas, las medias de tela semi-traslúcida hacían juego con una prenda bastante particular de aspecto abombado que iba a la altura de los muslos, había un juego de largos guantes que llegaban a los codos y un velo negro con un delgado marco bordado de color dorado. Incluso una especie de cadena oro del tono de los pendientes de su madre. Lo miró y le pareció hermoso, supuso que había pertenecido a la Hyūga durante su juventud ya que era algo pequeño.
Aunque era extraño, no había fotos de ella usándolo en ningún álbum, en la mansión Hyūga tal vez.
La primavera de cerezo había llegado y era el día de deleitarse con su belleza. Incluso su padre se había hecho presente y perfectamente arreglado en su yukata negra de obi naranja chillón. Hasta el padre de Sarada había asistido, vestido con su yukata de seda en tonos azules oscuro y grises, luciendo orgulloso el logo del clan Uchiha bordado en la espalda en rojo y blanco. Por alguna razón al verlo evocó en su mente la imagen de un elegante samurai.
Sintió que alguien tocaba su hombro y se giró para encontrarse con los orbes de acuoso celeste de Inojin y su bonita sonrisa. Éste le extendió lo que traía entre manos: una maceta.
– Para ti– la tomó observándola cuidadosamente, era de un negro pálido mate y contenía volcánica tierra color carbón. Podía sentir el aroma a humedad de ésta, como el suelo enriquecido durante una tormenta.
Ella no lo notó, pero el Yamanaka le hizo una señal al infante de encantadora piel morena y sonrisa de sol, quien, comiendo el caramelo que le había comprado como pago, extendió sus manitas y su chakra hizo crecer el contenido del macetero. El hijo de Yamato era un niño bastante inocente. El rubio sonrió satisfecho cuando vio aquellos redondos ojos azules iluminarse en asombro.
– Rosas azules... – murmuró cuando los capullos se abrieron justo frente ella, en cuestión de segundos vio lo que podrían ser meses de espera, una rareza de la naturaleza de tersos pétalos y tenue perfume.
Una de color azul enebro.
No contuvo su alegría y depositó un tierno beso en la blanca mejilla del chico, una que pronto no era tan blanca. La escena era presenciada por la hermosa lespedeza del clan Yamanaka con sus ojos destellando embelesados ¡se veían tan preciosos! Se alegraba de que su hijo se fijase en una niña tan tierna y hermosa como Himawari; Sakura también era testigo de cómo su ahijado y el pequeño girasol tenían tan adorable intercambio ¡que envidia! a esa edad ella era ignorada magistralmente por Sasuke mientras éste se enfocaba en sus propias ambiciones. Naruto no estaba tan feliz ¡¿cómo se atrevía ése crío a querer seducir a su princesa 'ttebayo?! Fue contenido por Hinata para que no fuera a interrumpir armando una escena.
Por supuesto, pasó el resto del festival junto al pálido chico. Caminaron entre los puestos del lugar, disfrutando de algún bocadillo y conversando entre risas y pequeños gestos.
Himawari vio como sus tías Sakura e Ino estaban dentro de su propia burbuja, Inojin sabía que era una platica cómplice y bastante problemática entre ése par de la cual esperaba no ser tema. La Uzumaki notaba como robaban algunas miradas indiscretas ¿y cómo no hacerlo? Si ése par de bellezas resaltaban entre la multitud.
Saludó a Tenten que venía acompañada de su esposo, el kazekage Sabaku no Gaara. Llevaba un kimono más ostentoso que la mayoría y su mirada se veía reluciente. También a Kakashi, quien conversaba amigablemente con una bellísima mujer de cabello oscuro e iris castañas, se notaba el ambiente íntimo entre ambos y decidió no molestarlos; Obito llevaba parcialmente el rostro cubierto y se dedicaba a comer, le devolvió el saludo con una sonrisa que daba miedo.
También a Kōshi y su madre Shion, la sacerdotisa del país de los demonios; una elegante y bonita mujer de cabello rubio platinado de orbes violeta, su espectro era extraño, como un gran sol platinado que merodeaba entre rosadas nubes fantasmales y lo que podría jurar, tenían un aire angelical.
Había encuentros encantadores, como su tío Neji conversando con Karin mientras éste le acomodaba un mechón de cabello tras la oreja y la pelirroja tenía un rubor especial en sus mejillas; su hermano y Mitsuki, donde el rubio parecía embelesado y el chico de mirada amarillo tóxico tenía un hermoso resplandor a juego con una sonrisa dulce.
Tal vez ella no lo sabía, pero el Hanami es un día conocido por ser el ideal para una cita, y es precisamente por su belleza.
Guren también asistió, acompañada de un joven de la edad de Konohamaru y un hombre alto y muy corpulento pero de mirada gentil. Ella cristalizó una de las rosas azules convirtiéndola en una hermosa joya ante la mirada encantada de Himawari y de asombro de Inojin. Sería su tesoro.
Llegaron a casa agotados, fue a su habitación y se recostó en el suelo, tomó entre sus manos el cristal traslúcido y sonrió al ver la rosa tan hermosa dentro, la maceta la plantaría cuando fuese lo suficientemente grande para no ser atacada por las plagas con tanta facilidad.
Miró el vestido que había olvidado guardar antes de salir, tal vez podría ponérselo y contemplar cómo se veía, y es que era tan bonito.
Definitivamente, era muy grande para ella. Se veía en el espejo dando torpes pequeños giros, los guantes cubrían casi todo su brazo y se resbalaban debido a lo delgados de éstos. El área del busto era definitivamente la que más holgada le quedaba y qué decir de las medias, ni siquiera se había puesto la falda porque estaba segura de que se caería de cara al suelo al tratar de dar el primer paso.
No sabía cuánto tiempo le tomaría adquirir el cuerpo para encajar en el vestido, lo más probable es que nunca; pese a que sus formas femeninas estaban comenzando a hacerse muy ligeramente visibles, su abuelo Hiashi le afirmó que su complexión era similar a la de su abuela Kushina, por lo que sería más delgada y menos voluminosa que Hinata. Inclusive, puede que más alta.
– Parece que lo encontraste– casi cae cuando giró a ver a su madre que estaba recargada en el umbral de la puerta con una sonrisa cálida.
– Mmm si, me pareció muy bonito, lamento haberlo tomado sin permiso– Hinata negó sonriendo y se acercó para sentarse en la orilla de la cama junto a la falda del vestido. Himawari hizo el esfuerzo para sentarse a su lado.
– Hace años que no lo veía, estoy segura de que ya no me queda, he engordado– soltó una suave risa acomodando un mechón de cabello tras su oreja haciendo resplandecer el pendiente oro de Luna. – Se mira bien en ti, él estaría de acuerdo.
– ¿"Él"?– preguntó curiosa y la mirada de Hinata se cubrió de una cortina nostálgica; tocó suavemente con la yema de los dedos la tela del parche que cubría su vacío párpado izquierdo. Y sonrió.
– Toneri-san, él hizo confeccionar éste vestido para mi– Asintió con una sonrisa estirando sus mejillas zorrunas, la bella mujer le giró a ver y tocó la punta de su nariz. – Puedes quedártelo, tengo por seguro que le alegrará que lo tengas.
– Okaa-san ¿eres feliz?– aquella pregunta salió sin pensar, su madre le regresó gentilmente una sonrisa.
– Por supuesto, ustedes son mis hijos y como madre me hacen infinitamente feliz– sabía que era una respuesta sincera.
Que su sonrisa era genuina.
Pero eso no fue lo que ella preguntó.
"El Sol y el eclipse concibieron al fruto de ambos, ésa Luna carmín pasó una tranquila y longeva vida a su lado...
Los ecos del relato de su amigo se expandieron como finas ondas líquidas dentro de su cabeza, mareándola; veía a su madre caminar hacia la puerta con esa amable tranquilidad, con esa apagada luz de paradoja.
... incluso al acercarse el final de su vida lo supo... ella amo a la Luna cada día de su vida hasta que el Shinigami la reclamó, sin importar nada, el hilo rojo les unió irremediablemente"
Sin darse cuenta, gotas saladas comenzaron a trazar camino por sus mejillas y cayendo intermitentemente sobre la oscura tela con aroma a menta. Como Toneri.
Porque el Byakugan es capaz de ver a través de casi todo, del chakra, de las técnicas, las paredes e incluso del tiempo.
Pero en especial...
De las mentiras
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Había sido una mañana tranquila, despertó temprano con el aroma a té de menta, hierbabuena y galletas de manzana con canela.
Bajando a la cocina se encontró a su tía Sakura tomando té y comiendo galletas como venía haciendo cada sábado durante su visita por la mañana. Su madre y ella conversaban animadamente, la pelirrosa se veía más tranquila y con un brillo especial en sus orbes jade. Parecía una niña pequeña, se veía auténticamente feliz. Su aura de primavera resplandecía con intensidad, aquellos botones que habían estado tan presentes antes ahora eran hermosas flores de cerezo. Su brillante Sol estaba en su punto más alto, acariciando los pétalos con su dorada luz.
Su hermano mayor y Kawaki no estaban, supuso que habían salido a entrenar. Dio un paseo por el área comercial de la aldea, compró una canasta de fresas, crema, hojas de menta, canela y harina. Prepararía pastelillos para acompañarlos de fresas con crema, también hornearía rollos de canela para su madre y Toneri, al parecer al albino le gustaban las fresas.
Cuando llegó a casa no había nadie así que aprovechó para comenzar a preparar todo, le tomó al menos un par de horas preparar todo haciendo uso de un clon de sombras. Incluso había batido la mezcla con un mini-rasengan hecho con dos de sus dedos. Actualmente era todo lo que podía conseguir de la técnica.
Al escuchar la puerta abrirse supo de quienes se trataba gracias a sus voces. Su madre venía acompañada del Ōtsutsuki y parecían tener una platica entretenida.
– Huele delicioso cariño– Hinata depositó un suave beso en la mejilla de su hija y ésta les invitó a sentarse. Dejó frente a ellos los postres y sirvió un par de tazas de vaporoso té de menta y lavanda.
– ¿Los preparaste tú, Hima?– le preguntó Toneri con su sedosa voz y asintió energéticamente con una gran sonrisa del remolino.
– Sabes cariño, he hablado con tu padre al respecto y Toneri-san está de acuerdo, en que tomemos unas vacaciones para ir de visita a la Luna ¿qué te parece?– el rostro de la Uzumaki se iluminó sorprendida.
– Se quedarían en el castillo, me daría oportunidad de enseñarte a usar ésa marioneta y a Boruto creo que le sentaría bien entrenar algo distinto– por supuesto, la marioneta que le había dado como regalo de cumpleaños. Le había encantado, era muy mona. Abrazó a Toneri tomándolo por sorpresa y Hinata sonreía con dulzura por la escena.
Pasaron horas en que conversaban de algún tema aleatorio. Por ejemplo, sus pendientes de cristal eran un regalo de Yakata, no eran sólo joyería sino que eran chakra cristalizado, similar al collar del primer Hokage. El Uchiha de mirada perlada afirmó que eran armas, aunque aún no descubría cómo funcionaban o que hacían exactamente.
Todo era tranquilidad, alegria, calma... hasta que Toneri se quedó repentinamente callado. El silencio duró exactamente 10 segundos.
...9...
Y él se puso en pie de golpe haciendo trastabillar la mesa derramando un poco de té.
...8...
Su chakra comenzó a elevarse a velocidad alarmante.
...7...
Un aura de espectro blanquecino como neblina empezó a rodearle.
...6...
Su chakra se hacía cada vez más denso al grado que era posible verlo.
...5...
Su ojo comenzó a adquirir un celeste neón, como un depósito de lluvia luminiscente.
...4...
Se acercó a gran velocidad sujetando a Hinata y Himawari del brazo.
...3...
Esferas negras de resplandor jade comenzaron a materializarse de un líquido burbujeante y homogéneo hasta consolidar su forma.
...2...
Éstas formas de energía líquida se expandieron sobre ellos hasta formar una cúpula.
...1...
Todo fue oscuridad y silencio sofocante.
.......
Y hubo una explosión. Escombros, astillas y polvo saltaron por el aire como agujas destruyendo todo lo que pudo haber quedado intacto y limitando el campo de visión a sólo una cortina humeante. El ojo del Ōtsutsuki resplandecía en la oscuridad, parecía un estanque de agua congelada reflejando a la Luna. Como cristales de hielo.
La cúpula se abrió dando paso a la imagen de devastación. Toda la cocina y sala habían sido reducidas a una pila de concreto y madera. Una silueta se materializó entre la cortina de polvo con dirección hacia ellos, Toneri respondió atravesando su torso con una mano cubierta de afilado chakra.
No era algo vivo, lucía como una especie de marioneta orgánica, podría haber sido una persona en algún momento, no estaba segura.
– Hime, llévate a Himawari de aquí, busquen a Boruto, ellos finalmente decidieron actuar–Asintió y tomó a Himawari en brazos, la Uzumaki estaba confundida.
– ¿Crees poder luchar contra ellos, Toneri-san?– el albino se giró a mirarle y le dio una sonrisa resignada. Aquello no era una buena señal.
– No es como si tuviera elección– y desaparició con el sunshin. Su madre activó el byakugan de su único ojo y comenzó a correr con ella en brazos. Ahora buscaban a Boruto, bajó de los brazos de Hinata y activó su propio byakugan para rastrear al rubio. Corrían por los tejados observando el campo de batalla en que se había convertido la aldea. La monocromática visión del ojo blanco no lo hacía ver mejor.
Se toparon con una cuadrilla de enemigos que venían en dirección a ellas, Hinata se adelantó haciendo señas con sus manos y acumulando chakra en sus pulmones.
– ¡Katōn: Kazandai no jutsu!– [liberación de fuego: arte de tormenta volcánica] pronunció para después expulsar una gran llamarada de fuego azul con forma de dragón, chasqueó los dientes provocando una chispa eléctrica que se dirigió a los enemigos la cual fue seguida por las llamas, quemándolos y drenando su canal de chakra en el proceso.
A lo lejos se podía ver el dorado chakra de Kurama y púrpura de Susano'o; luchaban contra un hombre de aspecto pálido que flotaba, parecía ser poderoso ya que lanzó a volar al Susano'o y Kurama tenía problemas para seguirle el ritmo. Lo siguió viendo con la perspectiva periférica del byakugan cuando, desaparecieron en un vórtice que distorsionaba el espacio alrededor doblándose sobre si mismo.
Encontraron a Boruto y su equipo lidiando con más extrañas marionetas de carne.
– ¡¡¡SHANNAROOO!!!– Sarada impactó a uno contra el suelo de un golpe creando un cráter alzando una nube de polvo y fisurando al menos 6 metros de diámetro, Boruto y dos clones se encargaba de 4 de éstos con el rasengan y Mitsuki electrocutó a tres de ellos con su técnica de rayo viperina.
– ¡¡Nii-san!!— le llamó cuando finalmente estuvo a unos metros del rubio, quien, a pesar de la confusión y la adrenalina de la pelea, se las arregló para mirar a su amada madre y hermana menor con alivio. Al menos estaban bien.
– Están bien, Hima, okaa-san ¿qué sucede? ¿dónde está Toneri? ¿Y el viejo?– sacudió el polvo que se había acumulado en su ropa y ajustó su protector de frente.
– Toneri-san fue a pelear y papá desapareció en un vórtex junto al tío Sasuke, no tengo idea de dónde pueda estar– notó como su mirada azul se teñía de preocupación y su rostro le daba impresión de aturdido. Que el Hokage simplemente desaparezca justo cuando la aldea está bajo ataque no es bueno en absoluto.
– Están bien, Obito-san los envío a su dimensión para que no destruyan la aldea durante la pelea, por ahora, debemos ocuparnos de los enemigos y resguardar a los civiles hasta que se encuentren seguros– todos asintieron, incluyendo a Himawari que si bien, no era un shinobi de ley tenía un deber moral con la aldea y sus habitantes.
En el distrito Hyūga también trataban de mantener la situación bajo control, a Hanabi le parecía que había demasiados de aquellas extrañas cosas tratando de atacarlos en comparación a la situación general de los alrededores.
Un grupo de ellos se abalanzaron en dirección de uno de los guardias que intentaba mantenerlos lejos de los miembros del clan civiles. Lanzó un kunai y saltó sobre éste usándolo de soporte para comenzar a girar en el aire liberando chakra de los tenketsus de su cuerpo.
– ¡Kaiten!– su brillante chakra del color de la plata fundida hizo lucir aquella esfera rotatoria como si se tratase de la Luna. Un pequeño fragmento del legado de la antigua matriarca Hana Hyūga.
– Muchas gracias, Hanabi-sama– hizo una breve reverencia para dirigirse al área verificando que nadie quedara atrás. Hanabi continuó haciendo frente al ataque de los invasores con el pensamiento en el fondo de su mente que rezaba porque su hermana y sobrinos estuviesen bien.
Por su parte, Neji y Karin se encargaban de las cuadrillas que portaban armas consigo, eran un jodido dolor de cabeza y parecía como si cada vez fueran más. Además, sobraba decir que ya se habían percatado de aquellos que estaban reunidos tratando de invocar algo.
– ¿Crees que te tome mucho?– acomodó sus gafas de marco rojo mirando al líder del clan Hyūga mientras éste moldeaba una gran cantidad chakra que la pelirroja podía percibir de un denso color violeta.
– Un poco, sólo necesito algo más de tiempo– mantenía sus manos unidas haciendo una señal para acumular lo que necesitaba. La situación no pintaba para mejorar y lo que era más preocupante, aquellas cosas estaban por invocar ya sea a un nuevo enemigo o más refuerzos, lo cual no era bueno en ninguno de los dos casos. Ya había suficiente problema con la aparición de un Ōtsutsuki.
– Bien, entonces nuevamente te respaldaré, mantén tu trasero a salvo mientras no estoy– y con esto, saltó hacia la pelea con una sonrisa arrogante. Neji casi rió, era como volver en el tiempo al campo de batalla durante la cuarta gran guerra. Cuando ésa altanera y temperamental pelirroja le cubrió las espaldas.
Karin atacó, comenzó dando golpes de jūken usando su chakra de rojo otoño, el cual se introducía dentro de los canales, destruyéndolos. A pesar de no contar con el byakugan como sería lo ideal, si lo hacía de su memoria fotográfica, ella sabía perfectamente donde estaba cada punto y como debía golpear para conseguir cierto efecto. Aunque pronto hubo demasiados de ésos bastardos tratando de atraparle, se abalanzaron sobre ella al mismo tiempo y perecieron ante las Kongō Fūsa. El brillante chakra ambar de las cadenas redució a las marionetas a simples pilas de carne regada por todo el tejado.
Continuó su trayecto hasta encontrar a más de ésas cosas, se impulsó sobre las tejas y haciendo sellos de manos amasó chakra para su técnica.
– ¡Fūtton: Jigoku iō no jutsu!– [liberación de ebullición: arte de infierno de azufre] una espesa ráfaga de vapor a presión salió expulsado de sus pulmones. Las altas concentraciones de azufre le daban una fragancia particular que picaba en la garganta. El vapor se condensó en una marea de lava de brillante azul cayendo sobre los muñecos.
Dentro de su campo sensorial más cercano sintió una gran masa de chakra denso materializándose. Habían conseguido invocarle; una especie de criatura que lucía más como un muñeco que como un ser vivo hizo acto de presencia en el campo de batalla, de al menos 6 brazos, con el rostro cubierto por una máscara blanca, y enorme, cabe destacar. A éste se le unieron similares convirtiendo una bonita batalla campal a quemarropa en una amenaza inminente para los habitantes de los alrededores.
Casi quiso reír de lo jodida que era la situación general; todavía se estaba evacuando a los civiles, no estaban seguros si las marionetas eran algo similar a Zetsu y de serlo sólo serían aún más molestos. Repentinamente se vio envuelta de las invocaciones y marionetas, primero inició con una batalla contra las que cargaban armas, uno, dos, tres palmas, cuando una se posicionó detrás de ella con una cuchilla afilada en chakra dio una voltereta atrapando la espada con los pies y usando su propio chakra alargando la hoja giró sobre si misma cortándoles asimétricamente en un movimiento angular.
Pudo haber estado luchando con ellos durante algunos minutos hasta que una explosión le hizo regresar a la consciencia del campo de batalla, su atención fue atraída por un par de niños que quedaron atrapados en medio de la pelea y trataban de huir. Quiso dirigirse hacia ellos pero una de las invocaciones trató de golpearla con uno de sus brazos y ella lo esquivó en un salto. Justo en el aire su curso de acción se vio dividido en dos opciones, defenderse a si misma del impacto del siguiente golpe o evitar que los escombros producto de la detonación les cayeran encima a los infantes aplastándolos.
Como odió en ése momento su sentido moral como ninja de Konoha.
Apenas dos segundos después doradas cadenas traslúcidas de chakra creaban una cúpula al rededor de éstos evitando que quedasen prensados entre el concreto y el suelo; se preparó para el golpe, le iba a doler. Sin embargo, en lugar del agudo estallido de fuego blanco a través de su cuerpo sintió el aroma a roble de Neji embargándole. En un parpadeo pasó de recibir el daño equivalente a la presión de una explosión a encontrarse entre los brazos del Hyūga cargada al estilo nupcial. El chakra de burbujeante frío violeta bullía en su interior haciendo contraste con el azul frío en el par de perlas que antes habían sido blancas.
No importaba cuantas veces lo presenciara, no podía dejar de fascinarse con el tan radical cambio que sufría el chakra del líder Hyūga, uno que la hacía sentirse como danzar sobre un lago de helado líquido bajo la luz de un Sol de plata. Uno que había conseguido enamorarla con locura.
– ¿Estás bien, Karin?– la sacó de su ensimismamiento y ella abandonó su expresión embelesada por su habitual determinación entrenada. La depositó en la azotea de una de las atormentadas construcciones agrietadas que ésa mañana habían sido tan hermosas y coloridas.
– Hai, necesitamos acabar con esos infelices rápido– eran demasiados, al borde de lo ridículo si se permitía una opinión personal. Se preparó amasando chakra creando un kage bushin y enviarlo con los niños para resguardarles en lo que formulaba un plan de acción; eran muchos, tenían armas, otros eran enormes y violentos, la nostalgia de la guerra llegó a ella siendo recibida como una vieja amiga.
– Entonces no perdamos tiempo– las oscuras esferas de homogéneo chakra líquido que lo orbitaban comenzaron a tomar forma de punzantes lanzas resplandeciendo en menta neón y en menos de un suspiro él desapareció. Las perlas rubí de la Uzumaki brillaron con orgullo, porque había elegido bien ésta vez; justo allá reduciendo a una criatura amorfa en un trozo de carne palpitante estaba el hombre que ella amaba, uno que jamás la subestimó, uno que la consideraba su igual, que la había visto desgarrar la piel de sus nudillos cuando el recuerdo de su madre había sido tan amargo que deseó lastimar a aquellos que se la arrebataron. Se conocieron gracias al dolor y se sanaron como sólo ellos podrían, con una lengua llena de plata líquida.
Sonrió y se lanzó al campo de batalla como un ave con alas de oro fantasma que Neji sabía, podrían domar a las más poderosas bestias.
Sakura tenía demasiado trabajo, tal que volvía frustrante no poder ir a combatir al enemigo que había aparecido para destruir la aldea. Pero ella era Sakura Uchiha, la mejor ninja médico con la que contaba Konoha en ése momento y su deber actual estaba en curar a los heridos resultado del ataque repentino a su hogar. Estaba preocupada por su hija y su esposo, pero mantenía la mente fría porque ahora mismo no era una madre o esposa, ahora mismo ella era una kunoichi cumpliendo con su deber.
– Sakura-sama, ya han sido tratados aquellos con las heridas de mayor gravedad, sin embargo, el número de afectados continúa en aumento y temo que los suministros no basten– le informó una de las enfermeras con un recipiente lleno de vendas de pulcro blanco.
– Entendido, ahora mismo encárguense de los recién ingresados y repórtenme cuando sean atendidos– ordenó con voz firme y sedosa poniéndose de pie frente a la gran estancia llena de heridos. Haciendo un único sello con las manos comenzó a acumular chakra en sus palmas para liberar luminosos pétalos rosados que comenzaron a flotar en dirección a los pacientes depositándose sobre sus heridas y creciendo convirtiéndose en hermosas flores de cerezo, las cuales comenzaron a diluir su luz en un pálido jade curándoles.
Los presentes quedaron fascinados, era un bello espectáculo incluso si se trataba de un jutsu para sanar. Sakura era conocida por poseer una técnica única e impresionantemente hermosa, una que había convertido el campo de batalla durante la gran cuarta guerra shinobi en un Hanami nocturno iluminado por la blanca luz de la luna. Una bella y poderosa mujer a la altura del legendario equipo siete capaz de hacer florecer la primavera a voluntad.
El sonido expansivo de explosiones y metálico de las armas chocando entre sí indicaban que el enemigo estaba cerca, demasiado cerca. Ella defendería a sus pacientes incluso si eso significaba abandonar su posición neutral en batalla. Activó el byakugō no in liberando aquel chakra tan cuidadosamente guardado, el sello romboide brilló en reflejos de luz descompuesta -como un diamante- en su frente comenzó a expandirse deslizándose sobre su piel como tinta blanca por las curvaturas sobre su cuerpo hasta concluir en sus tobillos. Mordió su pulgar cortando la carne con los dientes e invocó a Katsuyu.
– Katsuyu-sama, por favor le dejo a cargo hasta que regrese– la gran babosa asintió y Sakura emprendió su camino hacia la salida. Dejó de lado su bata blanca y tomó la empuñadura de su katana. El sonido de los tacones de sus negras zapatillas hacía eco en un tintineo constante hasta conseguir salir del edificio. El panorama era devastador, fue como si le vertieran encima los recuerdos del trágico día de las hojas trituradas donde el tercer Hokage dio su vida para detener a Orochimaru, aquella lejana época en que sólo era una ingenua niña de 12 años que deseaba ser lo suficientemente fuerte para proteger a su equipo y convertirse en chunnin.
No tardó en interceptar al enemigo, seres sin rostro cubierto por vendas y atuendo sencillo, algunos inclusive armados. Debido a la localización el usar su fuerza sobrehumana destruiría los edificios aledaños por menor que fuera el impacto. Desenfundó la empuñadura y con su chakra creó una hoja de color jade neón; cargó.
Corrió en dirección a ellos usando la cuchilla para hacer cortes limpios a través del torso, justo por la mitad. Se movía a gran velocidad, su delgado cuerpo bien trabajado era rápido, muy rápido, tener de entrenador a Lee y compañero de equipo a Kiba le habían forzado a dar pasos cada vez más acelerados, más fugaces, más ligeros.
Su delgada silueta le permitía mayor flexibilidad, movimientos más líquidos. La carne era rebanada con sencillez, su hoja de filo inoxidable era mortal y precisa; Kotetsu había sido un gran instructor, incluso si el elocuente chunnin era tomado por chiste al siempre asignársele el cuidado de la entrada a la aldea, su destreza en el kenjutsu la había llevado a pedirle que la entrenase. Muy pronto fueron demasiados para simplemente cortarles uno a uno, así que pasó justo por el medio del grupo para quedar en el centro como un núcleo de color rosa zapatilla haciendo un movimiento circular con su katana girando su cuerpo delicadamente entre puntillas, como una bailarina de ballet ejecutando un acto. La hoja se desmoronó en hojuelas rosadas que flotaron al rededor como luciérnagas de cerezo; fue tan sólo un segundo, sólo uno en el que el acto tan bellamente montado deleitó al espectador, en un parpadeo los pétalos se precipitaron mordaces, cómo había aprendido de los insectos de Shino, sólo que ésta vez no hubo el inconfundible zumbido mortal como melodía de fondo. Sólo fue un asesinato silencioso.
Los cuerpos fueron reducidos a montones de carne limpiamente desollada con precisión quirúrgica, podría ser un asesino mudo tan eficazmente mortal. Inclusive si el mejor ninja médico del mundo era Kabuto Yakushi, la historia ya había presenciado de lo que era capaz un asesino tan brillante en la medicina y la ciencia; afortunadamente Sakura decidió ser médico por su amor a la vida.
Una hermosa mujer de orbes aguamarina y cabellera oro platinado daba su lucha por separado. La famosa tradición del Ino-Shika-Chou había sido transmitida de generación en generación, personas predestinadas a compartir el mismo equipo, trabajar siempre en colectivo. Esto era lo normal del día a día durante un combate para los miembros de éste trío. Hoy no era un día normal.
Eran muchos, Chouji estaba al otro lado de la aldea luchando contra enormes criaturas de 6 brazos, Shikamaru había tomado temporalmente el puesto de hokage hasta que Naruto y Sasuke regresaran, por lo que se encontraba ocupado dirigiendo a cada shinobi para atender rápido la situación tan crítica que amenazaba a Konoha. Era su turno de luchar en solitario. Sonrió.
Llevaba un atuendo similar al que había pertenecido a Inoichi Yamanaka, después de todo había sido solicitada para interrogar a un idiota que se creyó demasiado rudo para soltar la lengua durante la tortura física; la mejor cualidad del clan Yamanaka era sumergirse dentro de la mente ajena y extraer información celosamente resguardada a través de una sonrisa entre dientes congelados.
Se supone que debería ser así
Su habilidad no era demasiado práctica para un combate cuerpo a cuerpo, era riesgosa inclusive para ellos mismos, porque la mente es algo tan complejo que es difícil ver a través de las puntadas y giros sin perder la pista. Era la regla principal de su técnica.
Tendría que serlo
Su control de chakra siempre fue excelente, no era tan perfecto como lo era el de Sakura, pero estaba muy cerca, mucho más delicado, como el de Hinata. Ino siempre fue brillante, no del mismo modo que Shikamaru, no, su inteligencia era distinta, pero igualmente mortal, igualmente peligrosa.
Después de todo, ella es una Yamanaka, el clan que controla la mente como si fuera un juego de niños
Su entendimiento sobre la mente era superior al de Shikamaru, al de Sakura, era una prodigio en ello y lo sabía. Había aprendido mucho en aquella misión en que estuvo muy cerca de perder su propia consciencia; Shino y ella recibieron ataques muy certeros y crudos, fue golpeada con el equivalente mental a un bate de béisbol haciéndola sentir que moriría. Él pudo haberla matado, pero no lo hizo. Él le demostró que un Yamanaka podía llegar a ser alguien terrible por el hecho de manejar la mente como un sastre dando puntadas sobre la tela.
"Aprende a tejer tu propia red, atrápalos, destrozalos, ésa es la habilidad de nuestro clan, ése es nuestro talento"
Ella jamás olvidará ésa cruel mirada ámbar que la convirtió en una muñeca de hilo y a su cerebro en un alfiletero. Doloroso, punzante. Pasó meses recuperándose de la tortura psicológica a la que fue sometida por Fū, el bastardo la presionó hasta el punto de quiebre, pero estaba agradecida y siempre lo estaría con quien en algún momento fue como un hermano mayor para ella. Él fue la primera puntada en los hermosos patrones caleidoscópicos que forjaron su tejido de hilo.
Ahora se encontraba justo frente a las marionetas orgánicas tan desagradablemente parecidas a Zetsu, no sangraban porque no había sangre, no crujían porque no había hueso, sólo eran carne andante que los superaba en cantidad de una manera exagerada. Eran al menos 30, todos estaban armados y ella era el único objetivo, antes de conocer al prodigio Yamanaka hubiese sido inconcebible que fuera rival para tantos enemigos simultáneos, en su mente se materializó la mirada cargada de desdén de Fū y sólo hasta ése preciso momento ella comprendió.
Pudo apreciar la pieza tan cuidadosamente tejida que era él, porque ése hombre conocía su propio potencial como un sastre a su obra
Se movió, trataron de conectar sus armas con ella pero fue más rápida, había entrenado su cuerpo arduamente bajo la satisfecha mirada topacio de un hombre que a pesar de haber sido despojado de casi toda su esencia, aún conservaba el orgullo de Yamanaka, algo que Danzō jamás pudo arrebatarle. Ella no lo sabía, sólo había sentido que por algún motivo el honor de su clan estaba puesto en tela de juicio y eso era simplemente inaceptable. La empujó de mala gana para que obtuviera poder, uno que siempre estuvo ahí, latente.
Terminó de tejer su red, ellos no se salvarían. Una trampa bordada con patrón de lespedeza, porque ella ya no sólo acecharía. Haciendo la seña de manos en forma de pirámide los señaló bajo su vista triangular y miró en dirección a la muñeca delgada y cuidadosamente construida que dejó en el centro. Su técnica atrapó a todos los que estaban enredados bajo la red de chakra que tejió a sus pies, empujando sus consciencias a la vasija con rostro de niña. Ellos ahora sólo eran carne viva y sin consciencia.
"Atrápalos, destrózalos"
Ino corrió en dirección a la muñeca, tomando entre sus dedos los hilos enlazados entre sí, para el ojo común podría ser apenas un parpadeo, quedó parada junto a el recipiente de las pequeñas consciencias que estaban vertidas como líquido colorido dentro de las esferas que conformaban la estructura del juguete. Los hilos de chakra cortaron los cuerpos sin mente en pedazos asimétricos, convirtiéndolos en un pegajoso rompecabezas haciendo un ruido húmedo cuando golpearon el suelo. Sus iris cristal celeste vieron con desdén las consciencias en forma acuosa que se removían con pavor. Ya no había cuerpo al cual volver.
Los colores líquidos bailaron transfigurando los tonos de azules y violetas a rojos y naranjas
No había mucho que comprender ni extraer de ellos, eran simples marionetas que no sabían más allá de cumplir con la orden que se les había dado. Su chakra se vertió sobre la muñeca y comenzó a despedazar ésas inútiles mentes con precisión quirúrgica, pinchando con alfileres metafóricos, cortando y cosiendo, no quedaría nada de ellos para cuando volvió a colocar el juguete dentro del pergamino.
El Ino-Shika-Chou poseía una dinámica particular, Yamanaka era la lespedeza que hermosa crecía sobre la tierra, Akimichi era la gran mariposa venenosa que se posaba sobre los tersos pétalos, Nara era la telaraña que atrapa a la presa ¿y sabes que es lo que nadie mira?
Yamanaka realmente encubre su peligro con una bonita flor violeta, es el hogar de la araña que se se introduce en la víctima destrozándola por dentro, paralizándolas apenas cae en la red.
"Puedes quedarte esperando a ver como la mariposa lo acaba, ¿pero qué sucede con la araña? ¿serás sólo la flor? ¿un bonito adorno? Puedes ser mucho más ¿lo comprendes, Ino?"
– Lo comprendo, Fū– susurró al aire, ella no sólo era una hermosa flor, era la araña que te enreda con su seda, la que puede destrozar tu interior con su veneno. Le llevaría una lespedeza a su tumba más tarde, tenía mucho que agradecerle.
Hinata fulminaba los enemigos a gran velocidad, sus pasos sobre las lozas eran fugaces, ligeros, afilados, apenas y tocaban el suelo. Su único orbe perlado resaltaba sobre su blanca piel llena de venas inflamadas. Los golpes eran viciosamente acertados, su byakugan le permitía ver con claridad monocromática como su jūken destrozaba los canales de chakra haciéndoles explotar por dentro, como una red de tuberías congeladas durante el invierno.
Sobre el tejado saltaron al ataque un grupo de exactamente 17, armados y ligeramente más rápidos que los otros. No se detuvo, no redució la velocidad, hizo brotar a través de los tenketsus de sus manos un perfecto equilibrio entre el chakra de fuego y rayo creando flamas de un vivo azul que podrían haber rugido, deberían poder hacerlo. Extendió sus palmas frente suyo haciendo salir chakra a presión en forma de una lluvia de luciérnagas senbon que impactaron en todos sus blancos. Sólo eso necesitaba.
En un movimiento apenas perceptible creó una chispa eléctrica en una de sus manos, eso fue el fin para ellos. La corriente siguió su curso conectando con las senbon y ésta a su vez fue seguida por la ráfaga de fuego electroestático cerrando el circuito, drenando los canales de chakra y destruyendo parcialmente esos cuerpos engañosamente inhumanos. Estaba molesta, muy molesta, ésos horribles seres querían a sus hijos, a su esposo ¿y para qué? Ése estúpido complejo de dios que poseen ya le tenía harta. No tendrían a Boruto, ni a Kawaki, ni a Naruto, así tuviera que sacrificar su vida para ello. Ella era la maldita princesa Byakugan, no era un título que sólo funciona como un bonito adorno, era por algo y ése algo mandaría a cada uno de esos bastardos al infierno por atreverse a atacar su aldea y atentar contra su familia.
Todos luchaban, todos se conservaban firmes ante la situación actual, Naruto y Sasuke estaban luchando contra un Ōtsutsuki, Sakura estaba luchando para mantener a salvo el hospital en que estaban siendo tratados los heridos, Ino se encargaba de aquellos que querían desplazarse hacia él área donde eran evacuados los civiles, incluso sus hijos estaban haciendo parte de las medidas de contingencia. Eran una familia shinobi, era parte de su labor proteger la aldea y sus habitantes fuese el enemigo que fuese. Estaba preocupada por Toneri, no sabía a donde había ido después de activar el tenseigan y tenía el presentimiento de que algo más sucedía. No podía ser bueno si alguien con su poder sólo se desvanecía. No estaba con Naruto y Sasuke ¿entonces?
No tuvo demasiado tiempo para ponerse a meditar sus propias divagaciones, fue recibida hospitalariamente por una gigantesca mano blanca que trató de golpearla, la repelió con el hakke kūhekishō comprimiendo el aire en forma de ráfaga y redireccionando el ataque. Dividir su moldeo de chakra en dos fuentes distintas estaba estresando un poco su paciencia, pero no existía alternativa. No eran seres muy inteligentes, por lo que cuando encontró otro objetivo la dejó tranquila.
– ¡Hinata!– la mujer de corta cabellera rosa se acercó a ella saltando entre el intercalado de las azoteas. Su ropa usualmente tan pulcra se encontraba manchada de polvo y algunos cortes. Tenía activo el sello de su frente resplandeciendo en centelleos caleidoscópicos y cubriendo su piel en largas líneas de tatuajes blancos, haciendo resaltar el intenso rubí de la tela.
– Sakura-san ¿qué sucede?– Sakura se posicionó frente suyo sujetando con firmeza la empuñadura de su katana, su vista se enfocó a la dirección en que lo hacían los ojos jade de la Uchiha. Nueve invocaciones de gran tamaño se habían reunido junto alrededor de 90 marionetas. Un problema, si.
– Son demasiados... – susurró la Hyūga con seriedad. Se estaba volviendo algo complejo de lidiar.
– ¿De qué hablas? Si podrías acabar con ellos en un parpadeo, Hina-chan– la mirada de Hinata se enderezó y Sakura lo notó "tiene ésa mirada... ¿en serio planea usarlo ahora?".
– Vas en serio ¿eh? Aunque si vas a usarlo ¿dónde está Toneri? Después de todo... él tiene tu otro ojo.
– No lo sé y me tienen preocupada las causas, Toneri-san no desaparecería sólo porque le apeteciera. Puedo asegurar que no está con Naruto-kun ni Sasuke-kun, su chakra se desvaneció antes de la batalla... algo está mal.
– Comprendo, era extraño no verle en combate cuando ésta mañana me lo encontré comprando unas bonitas flores a Ino-puerca y escuchando sus consejos amorosos gratuitos...– soltó un suspiro divertido acomodando una mano en sus caderas. Notó la sonrisa acompañada del bonito rubor pastel en el rostro de la índigo, algo que no le veía hacía tanto tiempo. El pensamiento le hizo fruncir las cejas en un gesto... contrariado.
– Bueno, aún debemos de encargarnos de esos infelices 'shannaro, es nuestro deber ahora que no están ése par para proteger la aldea; es momento de demostrarles que Naruto y Sasuke-kun no son los únicos por los que deben preocuparse, aún estamos nosotras, como aquella vez– ladeó una sonrisa confiada cuando el perlado espejo blanco de Hinata destelló con fiereza. Si, sus esposos eran poderosos, pero ellas no eran muñequitas de aparador que servían sólo para verse lindas. Estaban a la altura de sus leyendas.
Todo lo que podía percibirse saltando sobre los tejados y azoteas como espejismos fugaces eran dos borrones rosa e índigo que se movían demasiado rápido para el ojo común, inclusive para aquel por debajo del nivel de jounin. Sakura analizaba la manera de correr de Hinata, era curiosa; una observación que tenía para sí misma desde que cursaban la academia, es que la Hyūga tenía pasos muy ligeros, se desplazaba apenas tocando el suelo como si en lugar de correr... flotara. Como un hada.
Llegaron al punto de encuentro siendo recibidas con ahínco por las gigantescas invocaciones. Primero debían encargarse de las más grandes antes de eliminar a las marionetas, Sakura era consciente de la situación de Hinata, por lo que en una mirada asintieron al acuerdo formulado sin emitir palabra, no eran necesarias, sabían exactamente qué hacer. El primer movimiento fue por parte de la Uchiha, aún con su fuerza sobrehumana eran demasiados para sólo fiarse de ella, podría, pero destruiría literalmente toda el área y el objetivo era salvar a la aldea, no reducirla a escombros. Fue seguida por Hinata.
Cuando ambas dieron a entender que estaban listas, saltaron hacia las criaturas; estaban reunidas, los cimientos estaban puestos. Sakura concentró en su mano dominante una porción de chakra y le hizo rotar sobre sí misma en torno al invisible núcleo hueco, tejiendo una esfera de hilos girando peligrosamente. Al inicio era grande y difusa, como un vertiginoso átomo vaporoso, luego sus ciclos fueron comprimidos hasta ajustarse perfectamente a la pequeña palma de la usuaria. Los hilos rotaban entrelazados unos sobre otros sin enredarse, conteniendo dentro de sí el impacto de una explosión ciclónica. Deslizó sobre el particular rasengan de color jade neón su naturaleza de agua, materializando un anillo de líquido cristalino.
El agua que rodeaba al orbe comenzó a tomar su ritmo, mucho más veloz que el cause de una cascada; el anillo ahora con apariencia lisa y traslúcida parecía hecho de hielo y cortaba el aire en un sonido afilado. Naruto se había sorprendido de lo bonito que era pese a su naturaleza destructiva.
Hinata había tomado cierta distancia, sus veloces y ligeros pasos no parecían ni alzar polvo; el chakra azulado en su mano centelleó en una chispa eléctrica, una que cada vez se hizo más grande hasta convertirse en una amalgama burbujeante de energía electroestática entonando la melodía de un millar de aves. Después de todo, ella también era alumna de Kakashi Hatake. Sin embargo, una llamarada enebro engulló el chidori tomando la forma de una cabeza de león. En lugar de rugir, cantaba como un ave. No era como sus puños gemelos habituales, sino mucho más afilado, mucho más peligroso.
Sakura giró su vista hacia Hinata, estaba listo.
– ¡Suiton: Saikurongan!– [Liberación de agua: Ojo ciclónico] el orbe jade impactó contra una de las invocaciones, el chakra contenido explotó en un enorme torbellino líquido, como un huracán. Las cuchillas de agua giraban a tal velocidad que literalmente licuaban a la víctima. Aún no acababa.
Hinata lanzó un kunai vertido en chakra hacia arriba del ciclón tropical, saltó sobre éste e hizo rotar su cuerpo para quedar boca abajo en cuestión de milisegundos. Extendió sus palmas en dirección al núcleo rotatorio. Era momento.
– Mantikora – una potente ráfaga de fuego electroestático salió expulsado de sus manos tomando la forma de un león con alas electrificadas. El sonido que emitía era un híbrido entre la melodía de las aves y el rugido del fuego. La mantícora fue engullida por el cause rotatorio y ambas técnicas se unieron en una devastadora tormenta ciclónica ¿alguna vez viste tan de cerca el ojo furioso del huracán?
El alcance de la tormenta atrapó al resto de las invocaciones, no sólo triturando sus cuerpos en astillas viscosas ilegibles, sino arrebatándoles la posibilidad de huir drenando su chakra y calcinando su red dolorosamente, inclusive si no bastara, las células eran destruidas con miles de alfileres eléctricos asesinando el tejido vivo, como veneno. Era una técnica conjunta simplemente terrible, una especialmente para matar.
Las marionetas fueron reducidas a exactamente 54, ahora debían acabar con ellas por su cuenta. La primera fue Hinata; el área era más amplia, se encontraban justo donde había estado instalado el quiosco antes de ser reducido a astillas y concreto durante la llegada del enemigo.
Cuando te conviertes en shinobi, es fundamental comprender los principios de manejo del chakra, antes de ser instruido en el uso de jutsu elemental, es necesario conocer la naturaleza del propio. Incluso sabiendo ésto, puedes entrenar para manejar elementos ajenos a los primigenios; es difícil, no imposible. Hinata posee la habilidad innata de controlar fuego y rayo al igual que Sasuke, es cierto. Por lo cual, sus principales jutsu se enfocan en ésas dos naturalezas. Sin embargo...
Podrán ser los primeros, más no los únicos
La fuerza de una naturaleza adquirida es considerablemente menor a una original. Es una regla universal, inclusive para aquellos de mayor rango, como Tobirama Senju o Kakashi Hatake. Ahora, no impide que sean poderosos, o idealmente, complementarios.
– Suiton: Hotaru kagami no jutsu– [Liberación de agua: arte de espejo luciérnaga] el líquido cristalino se deslizó debajo de sus pies hasta crear un enorme espejo circular acuoso. Los pasos provocaban ondas expansivas que se diluían al pasar los segundos.
Las marionetas se abalanzaron sobre ella, se movió. Desde golpes hasta estocadas metálicas, numerosos, violentos, sin embargo, ella era más veloz, más flexible, más ligera. Su taijutsu no era como el del resto de su clan, no, era más delicado, más grácil, era uno más adecuado a un cuerpo como el suyo. Sus palmas y plantas de los pies brillaban en un azul fantasma, daba golpes de jūken certeros reventando fragmentos del canal de chakra, sus dedos coronados por punzantes agujas perforaban los tenketsus inhabilitando su control. Sus pies se movían a la par de sus ataques salpicando líquido de luz azul que flotaba alrededor como cientos de luciérnagas cían y aguamarina.
Giros, embestidas, punzadas, era jūken en estado puro y aún así... era hermoso. La fluidez de su silueta moviéndose para atacar, sus giros y balanceos, eran más parecidos a una danza, un baile...
"¿Tú también puedes bailar?"
Sus ligeros pasos hacían parecer que flotaba, sus movimientos fugaces y elegantes eran un deleite. Una marioneta lanzó un kunai, Hinata saltó usándole de soporte dando un giro de arco, usó el impulso para ajustar el trayecto clavándolo justo en el centro del inhumano rostro vendado. Trazaba siluetas de vaporoso azul en el aire creando más acuosas luciérnagas, era un taijutsu hermoso, Naruto y Sasuke lo sabían perfectamente.
Ella era como un hada, un hada de la Luna.
Se encontraba en el centro, los enemigos eran testarudos deseosos de acabarla. Ya era momento. Miró el líquido a sus pies, más que agua, se asemejaba a un lago de helado mercurio.
Hizo una seña de manos y las bonitas luciérnagas líquidas transmutaron en homogéneas agujas precipitándose sobre los intrusos como una lluvia de furiosas avispas. El agua ahora estaba dentro de sus cuerpos diluyendo el ardiente chakra contenido. Creó una carga electroestática en su mano que con una chispa, se conectó con todos los individuos electrocutándolos.
En más de una ocasión trató de enseñarle a Sasuke a usar los puños gemelos de león, realmente no es necesario ser Hyūga para aprender el jūken, como tal sólo incide en la precisión. No es estrictamente necesario poseer el ojo blanco, Karin era la prueba fidedigna. Lo fundamental por supuesto, es el minucioso manejo de chakra, deberá ser prácticamente perfecto ¿por qué? El resultado que obtendrás de atacar sus tenketsus es consecuencia de tu control, simple y llanamente.
Los puños gemelos es un balance equilibrado en un exacto 50/50, si te equivocas por 1, mueres. Sasuke no es tan perfecto, no lo logró. Karin si, ella fue más allá.
¿Cuál es el fundamento de una técnica elemental? chakra, conviertes esa energía en un elemento y lo arrojas, ¿pero eso significa que si creas una cascada con tus propias manos será como cualquiera existente? No, es chakra en forma de agua.
No es agua, es chakra en forma líquida
¿Y qué sucede cuando aplicas esta ley a la inversa? Si, ya tienes tu cascada, ahora reviértela en chakra nuevamente. ¿Qué sucede entonces? Es algo que casi nadie logra, es más, a casi nadie le paso por la mente siquiera la idea. Tu control debe ser a esas alturas no menos que perfecto. Karin lo hizo y lo compartió con ella. ¿Cuál fue el resultado?
Chakra ardiente, sus manos brillaban en un cálido rojo otoño, ése golpe pudo haberla desfigurado
Su control de chakra era superior al de Sasuke, es por eso que no podía manejar las técnicas que ella diseñó. Karin era poderosa y brillante, pudo convertir generaciones de taijutsu familiar en algo único y aterrador. El circuito estaba cerrado y ella era la fuente, el agua se disolvió nuevamente en chakra liberando su contenido y derramando la vela. Ahora, las senbon eran un microscópico rocío circulando por el cuerpo de carne blanca que constituía a las marionetas. ¿Cuál es la ley del agua y el relámpago? ¿El fuego y el rayo? Si, exactamente.
El agua conduce electricidad y punza, el rayo crea la chispa, e incinera
Los cuerpos fueron engullidos por el estallido de llamas azules punzantes, la electricidad perforaba las diminutas partículas de chakra líquido como millones de agujas de arena durante una tormenta, cortando las células vivas; el tejido muere. Llamas venenosas, eso era Mantikora.
Mientras Sakura Uchiha era una katana de afilado cerezo, Hinata Hyūga era una senbon de helado mercurio.
Sakura había contemplado el espectáculo maravillada, sonrió. Sólo recordaba cuando la conoció, a aquel amable y sereno chico de mirada perla; otra vez estaba molesta y llorando por ser tan débil y sin ningún talento, por no ser capaz de brillar. Ino la había salvado con su luz, ella era su sol, estaba asustada de que un día se cansara de lo débil que era y la abandonara a marchitarse. Temía a la oscuridad, temía caer a las sombras y pudrirse sin ser capaz de florecer, morir como un pequeño botón.
Y cuando creía que debía resignarse Hinata le extendió su blanca mano y le sonrió, quedó impresionada de aquella luz ahogada bajo un espejo de leche. Era dual, era tanto luz como oscuridad, era un eclipse. Ella le enseñó a aceptar la oscuridad, que no debía temerle porque también era hermosa.
"¿No tienes un sueño propio, Sakura-san? ¿Uno que sólo sea tuyo, que sólo te pertenezca a ti?"
Aquellas hermosas palabras flotaron dentro de su mente tanto tiempo hasta que encontró la respuesta, un sueño que no involucraba a Sasuke, en donde no necesitaba al Uchiha ahí para verse realizado, algo que era de ella y sólo de ella.
"Convierte en la primavera, Sakura-san. Y maravíllanos con lo hermosa que puedes llegar a ser"
Y así fue, ella no sólo se conformó con ser una flor, fue más allá, se convirtió en la primavera de sakura más hermosa que hubiese existido. Una que creció bajo la luz y aceptando la oscuridad. Un rosado pétalo de luz pasó junto a Hinata y se giró a ver a Sakura ahí, siendo la poderosa y bella mujer que era, una que antes había sido una niña débil y asustada. Su amiga.
Se convirtió en el Hanami que floreció bajo la luz del eclipse, iluminando la oscuridad con luciérnagas de cerezo
Ino se había encargado de todas las marionetas que había enfrentado, sin embargo, ahora tenía no sólo una cuadrilla de ellas frente, sino que una enorme criatura de 6 brazos no muy amigable. Barajeó sus opciones, podía encargarse del monstruo pero le tomaría tiempo destruir a las marionetas. Menudo problema.
Su dilema fue resuelto cuando un enjambre de insectos se abalanzó sobre la invocación destruyendo el tejido y devorando el chakra. Sonrió de medio lado y acabó con los invasores. Al terminar se giró a ver a Shino, su amigo. Era curioso como después de haber sido masacrados por aquel par de viejos conocidos habían formado lazos de amistad tan sólidos, tejidos sobre el entendimiento del dolor mutuo.
– Gracias por la ayuda Shino-kun, en serio son un dolor de cabeza– miró de reojo la marioneta orgánica a sus pies, su rostro vendado y cuerpo de carne blanca extrañamente blanda le daban una sensación familiar muy desagradable.
– Acabo de resguardar a mis estudiantes, vine aquí porque mis insectos me alertaron de tu batalla ¿sabes lo que sucede?– giró a verlo y negó con la cabeza, no, no lo sabía, es más, ni siquiera tenía idea de qué eran los enemigos, no eran personas pero tenían consciencia y la forma de un ser humano. Regresó su vista al cadavér. Necesitaba saberlo.
Shino camino hacia ella mientras la rubia se ocupaba de retirar los vendajes blancos que resguardaban la identidad de los invasores, cuando finalmente retiró el último sus ojos se ensancharon incrédula.
– ¿P-pero qué mierda?
Boruto impactó su rasengan contra el último enemigo mientras que Himawari acababa de destruir a otro con un golpe de jūken. Sarada y Mitsuki guiaban y resguardaban a los aldeanos hacia el refugio junto a otros de sus compañeros. Kawaki fue puesto de mala gana a encargarse de 2 de las invocaciones.
La Uzumaki fijó su vista en un pequeño niño que observaba el humo y explosiones provenientes de la batalla. La madre se acercó a él para llevarlo al refugio pero éste tenía dudas.
– Okaa-san, ¿porque están destruyendo nuestra casa?– la delgada mujer de cabello castaño le miró preocupada pero trató de sonreír para reconfortarlo.
– Son personas malas cariño, pero no debes preocuparte, Naruto-sama es muy poderoso y se encargará de ellos– Himawari sabía que su padre y tío Sasuke estaban luchando ahora mismo en la dimensión de Obito. De Toneri no estaba segura de donde podría estar.
– ¿El hokage podrá pelear contra dioses?– esto provocó a ambas féminas dar un respingo.
– ¿Dioses? – repitió la madre; la palabra hizo eco en la mente del girasol, como ondas sobre el agua removiendo recuerdos difusos.
– Un señor llamó al hombre volador dios, ¿el hokage podrá pelear contra un dios?– dio un paso atrás, los ecos de conversaciones pasadas comenzaron a aturdirla.
– Por supuesto hijo, Naruto-sama derrotó a la diosa conejo, seguro podrá– dio otro paso hacia atrás. El flujo líquido de las memorias comenzaron a alterarse, las confusas oraciones se hacían más claras. Diosa conejo... dioses...
".... los dioses de las estrellas...."
Se sujeto el rostro mareada, las voces resonaban cada vez más fuerte, una en especial, una fría y profunda. Muy sabia. Una que parecía siempre saberlo todo.
".... trabajaban en parejas...."
– Son dos... – susurró consternada, Boruto volteó a ver a su hermana preocupado, parecía como si hubiese descubierto algo horrible.
– ¿Hima?– la niña se giró a verlo con los gestos alterados y miedo, miedo real en sus ojos enebro. El rubio casi cae al suelo del susto.
– ¡Los dioses! ¡Son dos!
Hinata y Sakura habían acabado con todos los enemigos del área, la pelirrosa sanaba a la Hyūga y le transfería un poco de chakra, lo necesitaría si realmente planeaba dar lucha con eso. De repente, el silencio fue tan abrumador que le erizó los vellos de la nuca y las alarmas de su instinto comenzaron a resonar insoportablemente. Se escuchó el crujir de un cristal y en un segundo saltaron lejos de su posición esquivando el cuerpo que se impactó como proyectil contra el suelo.
Era Toneri. Y estaba terriblemente herido.
Hinata corrió hacia él y Sakura le siguió. Estaba en horribles condiciones, no tenía que poseer el byakugan para notar que tenía varias costillas rotas y un enorme corte en la cabeza, la sangre había formado un muñón con la tierra y cabello sobre el cuero cabelludo tan visible gracias a su albinismo. Estar jodido era decir poco.
– Oh~ que grosero de mi parte no saludar antes, es un gusto conocerte, princesa byakugan– la Uchiha notó la ira helada burbujeando en el ojo blanco de Hinata, estaba cabreada. La vio ponerse de pie y dirigir su vista al Ōtsutsuki. No lo había visto antes, se parecía un poco a Momoshiki.
– Sakura-san, por favor cura a Toneri-san, esto ha llegado demasiado lejos– una neblina blanca neón comenzó a rodearle, amalgamas de denso chakra líquido comenzaron a burbujear a su alrededor hasta convertirse en esferas de espeso negro.
– ¿Planeas luchar sola contra él, Hinata?– la índigo se giró a verla revelando su ojo de patrón azul gélido.
– No lo haré sola, tengo a Neji-niisan conmigo– y con eso, Hinata fue en dirección al hombre de elegante aspecto inhumano. Se enfocó en comenzar la curación de Toneri. No había cambiado demasiado desde que eran jóvenes, sus rasgos finos y amables seguían ahí; cuando Naruto entusiasmado había anunciado su compromiso con Hinata realmente se desconcertó, nunca lo hubiese visto venir. La Hyūga nunca había mostrado ésa clase de interés en el rubio ni una sola vez, fue extraño, llegó a pensar que ella prefería a miembros de su clan tomando en cuenta su relación con Neji y Toneri. Incluso con Sasuke parecía tener mejor química que con el Uzumaki.
Era triste de ver, ella no conocía la historia completa y sólo podía especular conforme a lo que sabía, pero podía jurar que Hinata no era feliz junto a Naruto. Cuando Hinata había anunciado su relación con el Ōtsutsuki jamás la juzgó, después de todo ella seguía enamorada de Sasuke y éste no era ninguna blanca paloma. De hecho incluso le había entusiasmado la idea, la princesa Byakugan y el príncipe de la Luna, era como un cuento de hadas tan lindo como se escuchaba. Era una relación bonita dentro de los estándares shinobi.
Nunca comprendió como es que siquiera pasó a desposarse con alguien al que parecía ver únicamente como a un buen amigo. Incluso podía afirmar que ella amaba más a Lee de lo que Hinata al Uzumaki. Cuando las costillas de Toneri estuvieron perfectamente curadas comenzó a convertir su chakra en agua e hizo un corte en el pecho con precisión quirúrgica, colocó sus palmas con cristalino líquido luminoso sobre este y lo introdujo cuidadosamente para extraer las astillas de hueso que estaba segura habían.
Lo veía, desde sus sonrisas hasta la mirada y lo que era el detalle más evidente, uno que todos habían notado, los pendientes de Luna. Parecía más feliz, mas brillante, más... enamorada junto a Toneri, incluso siendo alguien tan denso Sai se había percatado. Vio el cuenco hueco del albino recordando que él tenía el ojo de Hinata y arrugó las cejas. Como no pertenecía a un clan con dōjutsu realmente no podía comprender el significado de entregar tus ojos a otra persona, a su parecer era algo... tétrico.
– En serio es extraño estar curando a un alienígena, gracias por la experiencia– trató de bromear para calmar su estrés. Iría por pasos, primero Toneri y luego si era necesario, el bastardo volador.
Hinata estaba teniendo una batalla muy difícil, incluso cuando Neji se unió el enemigo mostraba ser demasiado poderoso. Pero si no eran ellos ¿quién? Su nii-san y ella eran los portadores del único dōjutsu actualmente capaz de hacer frente al rinnegan. Mientras los descendientes de Hagoromo se encargaban de un Ōtsutsuki, los de Hamura lo hacían del otro. El destino era raro y con un oscuro sentido del humor.
Neji creó un gigantesco golem de roca sólida que comenzó a atacar bastante rápido, era más veloz de lo que aparentaba. Ella usó como base las gudōdamas y una de ellas como una lanza, a pesar del aumento de poder que la había puesto un tanto arriba del nivel de Sasuke con el rinnegan era consciente de que el Ōtsutsuki era demasiado poderoso, podía atreverse a asegurar que incluso más que Momoshiki y el pensamiento fue sencillamente aterrador; a Naruto y Sasuke les costó mucho derrotarlo, recibieron ayuda de los otros kage y Boruto, Neji había estado fuera atendiendo asuntos políticos y ella se había tenido que quedar para resguardar la aldea. Toneri había sido enviado a otra dimensión y le tomó tiempo volver.
El amatsubito contraatacó con un pavoroso océano helado similar al nitrógeno líquido. En un parpadeo estaba frente a Hinata y apenas tuvo tiempo de reaccionar deteniendo el ataque con una gudōdama engullendo la pierna del Ōtsutsuki en el denso chakra haciendo un espeso sonido líquido; su sonrisa arrogante la irritó, se estaba burlando de ellos. Neji creó numerosas esferas de luz plata que comenzaron a extraer tierra, rocas y polvo creando curiosas figuras parecidas a invocaciones de edo-tensei, algo inspirado en la técnica de marionetas de Toneri. Sus ataques fueron desde físicos hasta los que requerían chakra. Una distracción.
Amasó chakra en su mano creando una esfera de intensa luz oro platinada, la soltó y ésta quedó levitando en el aire. Se dirigió rápidamente al albino y su primo por detrás con una lanza líquida. Éste trató de evadirles y ella aprovechó para crear un clon de sombras que la usó como impulso y extendió sus palmas repeliéndolo con la fuerza gravitacional del shinra tensei en dirección a la pálida amalgama ámbar. Ésta creció repentinamente abriendo un hueco en su interior y engulléndolo; se cerró.
Lucía como una especie de pequeño pálido Sol de luz tenue; tuvo una vida muy fugaz. Pudieron sentir el abrumador aumento de chakra en el interior y la nanoestrella se convirtió en una opaca esfera de hielo; se quebró. Sus fragmentos volaron en todas direcciones, al menos la mitad estaba destruida; burbujeante nitrógeno emanaba de ésta junto a la pálida neblina y surgiendo tan dignamente como sólo un dios podría el Ōtsutsuki se materializó, enojado.
– El bastardo de Urashiki no mencionó nada de esto,– chasqueó la lengua molesto, un enojo inconfundible de a quien le han movido los planes y ahora se ve obligado a improvisar. – más le vale a ése imbécil estar muerto, "sólo el niño zorro y el del rinnegan" ¿y qué cojones se supone que es esto, eh?
– Son particularmente más fuertes de lo que creí, así que me ahorraré los juegos y los mataré a ustedes y al niño– su mirada se dirigió a Toneri siendo curado por Sakura, había recuperado color del rostro y se notaba en mejores condiciones. Hinata afiló la mirada en rabia gélida y Neji lo notó, aunque tuviese un solo ojo su mirada continuaba siendo muy transparente. Toneri en perfectas condiciones era bastante capaz de protegerse de lo que fue el siguiente ataque, sin embargo, no estaba ni siquiera consciente y Sakura estuvo muy cerca de convertirse en una figura de hielo.
Un muro de poderosas cadenas chakra la resguardaron a ella y el Ōtsutsuki, evitando la muerte criogénica.
– No te preocupes Sakura, termina de curar al alienígena, yo te respaldaré– su brillante cabello y ojos rubí parecían brasas ardientes, era inconfundible.
– Arigatō Karin-san– aplicó más chakra sobre las heridas siendo lo más meticulosa posible que se le permitía en esas condiciones. Pudieron transcurrir al menos 3 minutos, estaba tan ensimismada en su labor que escuchar la voz de la Uzumaki terminó por darle un susto.
– Ellos no podrán ganarle ¿lo sabes, verdad?– apretó los labios con la sensación de sus entrañas retorciéndose dolorosamente, lo sabía. El haber derrotado a Momoshiki fue sólo consecuencia del factor sorpresa del ataque de Boruto; ni siquiera habían podido derrotar a Kaguya durante el combate y que hubiese sido asesinada fue lo más desconcertante, Naruto y Sasuke no sabían como había sucedido. La lamentable imagen de Hinata sosteniendo el rostro ensangrentado de Kaguya mientras sus dedos trataban de retirar los mechones ahora carmín de sus frías mejillas, con una mirada afligida al borde de las lágrimas hizo su pecho apretarse. Podría considerar que tuvieron mucha suerte.
– Pero... Neji-san y Hina-chan son fuertes, más que Naruto y Sasuke-kun... ellos...
– Si, lo son, y ése infeliz es más poderoso que Momoshiki y Kenshiki juntos, su chakra es tan denso que me abruma y aún no se transforma; Hinata actualmente se encuentra a la mitad de su capacidad porque su poder está dividido ¿lo recuerdas, no?– se giró a ver a Toneri y su cuenco vacío, las memorias de la misión a la Luna aún se encontraban bastante frescas.
– Entonces si Hinata recupera su ojo, será más fuerte, ella...– fue silenciada abruptamente por la pelirroja.
– No me estás entendiendo Sakura, el tenseigan y su poder dependen del chakra Ōtsutsuki de Hamura en el usuario, no me dirás que no lo viste– arrugó las cejas, jamás podría olvidarlo, ése día en serio creyó que podrían morir. Las flamas de color menta y el poder de tirarles encima la Luna podría considerarse algo bastante memorable. Desde su posición había sido como ver a un ángel, y no tenía buenas experiencias con ellos.
El último con el que había lidiado era el ángel de la muerte del dios del Saṃsāra, tan hermoso y melancólico, tan... peligroso. Sus tristes ojos topacio habían sido el preludio de la devastación y desesperación que experimentarían con el castigo divino del antiguo líder de Akatsuki.
– Hinata también lo sabe, ella es poderosa, si, pero... Toneri lo es más y es lo bastante inteligente para verlo– sabía a lo que Karin se refería, pero era difícil aceptar algo así. Sin embargo, también sabía que no existía alternativa si querían ganar ante el dios que tenía el poder de destruirlos a todos.
La pelirroja se acomodó los lentes y se puso de cuclillas junto al albino, remangó la tela de su brazo revelando la piel marcada exactamente por dos dentaduras, sólo dos. Sakura sabía que significaba esto para Karin, lo supo en aquella horrible misión en la aldea oculta de la Hierba. Recordaba cada palabra salida de la repugnante boca de dientes oscuros de aquel infeliz.
"Una prostituta del chakra, eso es lo que es ésta perra"
El haber comprendido porque cargaba aquel pequeño tarro con ungüento especial del clan Hyūga, el porqué lo usaba tan diligentemente. Todo ése tiempo ocupada en visitas al dermatólogo en el hospital de Konoha.
"Odio las cicatrices, debería ser capaz de elegir si quiero cargar con ellas"
Exactamente dos marcas, una durante la gran cuarta guerra en que la vio ahí, junto a Neji, ayudándole a restablecer su chakra para que pudiese emplear el tenseigan; otra salvando a Sarada en aquella peligrosa misión, algo que le había contado su propia hija. Había decidido conservarlas, tenerlas ahí marcando su piel porque así lo deseaba.
– Karin-san no es necesario que...
– ¿Sabes? Amo a Neji y quiero ser capaz de compartir mi vida a su lado pero, eso no sucederá si aquel bastardo nos mata a todos y lo hará, si nos quedamos de brazos cruzados esperando un milagro– vio esa piel cremosa ser puesta entre los perfectos dientes del Ōtsutsuki y provocando una herida de mordida."Corta eso, no voy a morir aquí si tengo algo que decir al respecto" se había transmitido entre líneas. Soltó la palma mística y se puso de pie, colocó sus manos sobre los hombros de la pelirroja y sus tatuajes blancos se extendieron dando giros lisos y espirales sobre la piel de Karin.
– Hoy... invocaremos a un ángel– dijo y Karin sonrió. Si, ella tampoco pensaba morir ahí si podía hacer algo para evitarlo.
Sostener una pelea con el Ōtsutsuki era difícil, tal vez no poseía la capacidad de absorber jutsu como había podido hacer Momoshiki pero, ni de broma era más sencillo. Su técnica criogénica era peligrosa, no sólo una pequeña gota corría el peligro de congelar irremediablemente cualquier zona de su piel, sino que llegaba a los extremos de incluso hacerlo con técnicas de energía lo cual sólo revelaba lo obvio, eso no era un jutsu, era chakra puro, SU chakra.
– Por tu mirada parece que te has dado cuenta, en efecto así es, digamos que ésta es mi habilidad dentro de mi clan– helado chakra líquido, uno colosal, que habilidad mas horrible. Su mirada se encontró con la de su primo. Sólo tenían una alternativa si querían acabar con él con la menor cantidad de daño posible a la aldea. Neji fue el primero en moverse.
Comenzó con una lucha física, su cuerpo cubierto con una fina capa de chakra violeta dando golpes veloces, certeros y elegantes. El rocío de nitrógeno sobre su piel se convertían en pequeños copos de chakra congelado. Debía darle tiempo a Hinata de preparar su técnica, confiaba en ella, después de todo su prima era más inteligente que él y era su consejera como líder. Se protegía de las olas de helado líquido con las gudōdamas, formando una cuchilla de chakra con la mano consiguió cortarle un cuerno y abrir una larga línea carmín en su rostro perforando un costado de la esclereótica de su ojo derecho, cabreándolo. A diferencia de Hinata, Neji era capaz de sostener una batalla larga de taijutsu con golpes contundentes, su estilo de pelea era más agresivo que el de su prima. Y, mucho más efectivo contra esa clase de enemigo.
Pudo ver a Hinata acercarse desde atrás empleando las gudōdamas como soporte para desplazarse en el aire corriendo sobre éstas. Debido a que sólo contaba con uno de sus ojos era incapaz de levitar como él, había algunas esferas más densas que otras con una concentración de chakra bastante mayor que se conservaban flotando a su alrededor. Ella las envío arriba y debajo creando 2 enormes espejos obsidiana perfectamente lisos. La índigo fue la primera en avanzar, Neji esperaría hasta el momento ideal.
Apenas puso un pie sobre el lago oscuro se replegó junto al otro en una esfera de decenas de espejos hexagonales separados entre sí rodeándoles por completo. No era tan fuerte como Neji, pero si mucho más ágil y flexible. Sus golpes y estocadas eran ligeros pero afilados y peligrosos, era como una pluma que corta el aire. Sus manos ardían en leones blancos; cuando estuvo lo bastante cerca de acertar el golpe y así concentrar toda la atención del Ōtsutsuki en ello, el castaño hizo su parte.
– Shiro Sakkaku – (Ilusión blanca) parpadeó con la sensación que daba activar el byakugan y tanto Hinata como el amatsubito fueron puestos bajo el genjutsu monocromático del ojo blanco, uno que reforzado con el chakra de Hamura era lo suficientemente fuerte para atrapar a un ángel. Ése segundo de desconcierto fue el suficiente para que Hinata se deslizara en picada fuera del inconexo panal de espejos oscuros que a su vez hirvieron lanzándole burbujas de denso chakra, como si se tratase de un ataque de centenas de gudōdamas. Por su puesto, se cubrió con criogénico chakra pero no fue suficiente; efectivamente, las esferas se congelaron por fuera, sin embargo, la cáscara de hielo cayó sin ralentizar la velocidad de los proyectiles. Ahora, eran burbujas de chakra electroestático con un núcleo hirviente.
Las gudōdamas son esferas de más de 3 naturalezas de chakra, habían sido un elemento antes de fusionarse y ella lo revirtió a chakra puro nuevamente.
Cuando estuvieron demasiado cerca de él trató de cubrirse con el chakra y congeló la capa eléctrica. Cuando se percató de que aún había una amalgama que permanecía con vida, fue demasiado tarde. Las tres naturalezas se diluyeron una con otra en una masa homogénea y brillante, se convirtieron en polvo.
Era un hermoso espectáculo de jóvenes estrellas fugaces. La explosión de cientos de proyectiles de jinton fue contenida en una esfera de fuerza gravitacional de Neji empleando el shinra tensei en sentido espejo. Fue como ver una brillante estrella de neutrones.
Sakura y Karin contemplaron asombradas la gran explosión, mientras que la Uchiha parecía embelesada con la potente luz blanca, la Uzumaki estaba atónita por la cantidad exorbitante de chakra que compactaba. Era simplemente abrumadora para un shinobi sensor. Eso debería bastar.
Debería haberlo hecho
Hinata contemplaba desde la plataforma de gudōdama el espectáculo, debía cerciorarse de que realmente lo habían acabado. La luz se fue apagando. En menos de un parpadeo fue impactada por la patada de un MUY cabreado amatsubito. Sintió el estallido de dolor repugnante como ruido blanco a través de su caja torácica entonando el crujido de sus huesos. Pudo verlo venir demasiado rápido, más no logró esquivarlo.
En lugar del golpe seco que debería haberse dado contra el suelo y escombros afilados, fue atrapada entre los brazos de Toneri. Lucía preocupado, Hinata le dio una pequeña sonrisa de dientes ensangrentados.
– ¿Estás bien, hime?– asintió suavemente sintiendo su corazón tibio, al menos sentir su aroma le daba algo de confort, realmente lo necesitaba.
Era el ángel que le regalaba un poco de esperanza en aquel horrible momento, su guardián designado por el destino
– Lo hice, Toneri-san.
Descendió con ella en brazos y Sakura se apresuró a comenzar a curarla, Neji tuvo que tomar las riendas de la pelea hasta que llegasen a apoyarlo. Hinata vio directamente a Toneri con seriedad y él lo comprendió sin necesidad de palabras.
– Sakura-san, por favor transplántale mi ojo derecho a Toneri-san– Sakura miró afligida a Hinata ¿realmente era tan necesario? Se mordió el labio y asintió; extraer el orbe y transplantarlo no era algo tan complicado para alguien con su experiencia, no le tomó demasiado tiempo que estuviese en óptimas condiciones para su uso. Enredó una venda alrededor de sus vacías cuencas dándole el doloroso recuerdo de la misión a la tierra de los arrozales. No recordaba haber odiado tanto a Orochimaru como en aquella ocasión.
La doctora miró por el rabillo del ojo a Toneri y notó su mirada acongojada y llena de culpa, estaba siendo tan transparente en ése momento, se culpaba por haber despojado a Hinata de su poder y llevarla a ese extremo.
– Está todo puesto, dejo en tus manos el golpe final– el albino asintió silenciosamente. Hinata le dio una sonrisa para reconfortarlo y se puso de pie. No lo había visto antes, pero gracias a que la camisa de algodón blanco y blusa negra de Hinata tenían un largo escote dejando al descubierto la piel de su espalda permitía ver justo ahí, en medio de los omoplatos, el tatuaje en tinta blanca del emblema Hyūga. Aún conservaba su orgullo como antigua heredera al clan.
– ¿A dónde vas? Hinata, no tienes ojos, es peligroso– la mano tatuada en blanco de Sakura fue retenida por Toneri que la miró negando con la cabeza.
– Aún no hemos acabado con él, puede que Toneri-san sea quien de el tiro de gracia, pero, eso no significa que me vaya a quedar sentada esperando a que todo termine– su corta melena se ondeó con el viento atrayendo su fragancia a canela– También tengo la responsabilidad como shinobi de Konoha de proteger a la aldea de cualquier amenaza y luchar hasta que no quede nada de mí capaz de moverse, mi orgullo como kunoichi... como Hyūga... Neji-niisan, Naruto-kun y Sasuke-kun están jugándose la vida ahora mismo y no seré menos que ellos, mis hijos y mi gente aún están en peligro, eso es inaceptable.
La vio alejarse en dirección al combate y un nudo se formó en su garganta, era como verla nuevamente durante los exámenes chunnin en que se enfrentó a Neji frente a toda la aldea, en como aún teniendo una mano destrozada se atrevió a usar el puño de león y darlo todo de sí misma, en como aquel amable chico de ojos de ángel demostró que podía saltarte a la yugular con tal de defender su orgullo y principios, a su familia. En como se esforzaba en proteger a Neji y Hanabi de su propio clan, de su propio padre.
"No permitiré que haga con Hanabi lo que hizo conmigo, me convertiré en el líder del clan y mi hermana podrá seguir sus propios sueños"
– Mi trabajo es evitar que ella reciba un karma, por eso debo ser yo quien lo acabe, al ser Ōtsutsuki soy inmune a eso– el chakra de Toneri comenzó a bullir en intensas flamas menta, eran más cristalinas que en aquella ocasión. Sakura pese a ser una mujer de carácter fuerte seguía teniendo un corazón amable, era difícil ver como Hinata se arriesgaba de esa manera en sus condiciones, como aquella vez.
– Más te vale lograrlo Ōtsutsuki, o si no, serás el primer ángel en conocer el infierno de un ninja médico– Toneri vio el cristalino hielo jade en los hermosos ojos de Sakura, tanto su mirada como voz eran heladas, dio un asentimiento y desapareció. El amatsubito durante ese tiempo había invocado una especie de extraños pseudo conejos gigantes, Karin y ella se encargarían de eso. Hizo sonar sus nudillos y sus ojos destellaron con fiereza.
Más le valía a Toneri cumplir su promesa de aquella vez, o ella haría parecer la crueldad de Orochimaru un juego de niños
Himawari tenía activo el byakugan siendo seguida de cerca por el equipo 7. Les habían encomendado la tarea de sacar a cualquier civil que hubiese terminado atrapado en medio del conflicto. Boruto estaba preocupado por su hermana, no recordaba haberla visto tan asustada nunca, tan angustiada, tan... enojada. Ni siquiera cuando había roto su peluche de panda antes de la ceremonia de ascenso a Hokage de su padre había estado tan molesta.
Todo, la aldea, sus habitantes, su padre, absolutamente todo parecía haber perdido relevancia para Himawari cuando se enteró que su madre estaba en peligro. Era como si nada más en el mundo tuviese valor alguno.
Había algo en ella, algo latente amargamente familiar que lo estaba perturbando. La marca romboidal en su palma comenzó a sentirse helada, como poner un cubo de hielo sobre la piel. Antes de siquiera consentirlo estaba mirando a Momoshiki flotando en ése blanco espacio mental que tanto le irritaba, ahí cruzado de piernas mirándose tan digno como un dios y hermoso como un ángel. Bastardo.
– Tsk ¿qué quieres justo ahora? no tengo tiempo para ti, estoy ocupado 'ttebasa– Momoshiki soltó un suspiro con rostro serio, para luego mirarlo con altanería.
– ¿En que te has metido ahora eh? Pareces preocupado, oh déjame adivinar,– acomodó su blanca mano en su regazo y rodó los ojos en un gesto de desdén – otros han llegado, el zorro y el Uchiha no están para salvarlos y ahora mismo hay una masacre en tu pequeña aldea ¿me equívoco?... Lo dudo.
– No tengo tiempo para esto– se dio la media vuelta con claras intenciones de dejar al amatsubito hablando solo. Vaya descortés.
– O... puede ser que estés preocupado por el pequeño girasol – se paró en seco, apretó los labios en un intento de calmar su rabia ¿qué mierda le importaba a ése malnacido?
– Es una pena, nuestra pequeña hermanita ahora mismo está tan llena de miedo y odio, ése es el primer paso para la luna...– giró abruptamente a verlo, esos ojos perlados tan alegremente crueles lo analizaban con diversión.
– ¡Mierda, cállate ya! ¡Himawari no es nada tuyo! ¡No hables como si lo fuese!– lo vio ampliar su blanca sonrisa de dientes perfectos y su mirada se tornó mucho más cruel.
– Si eso quieres creer, la ignorancia es una vacía felicidad que los humanos parecen apreciar mucho– se acercó levitando y tomó la barbilla del niño delicadamente entre sus delgados dedos; Boruto comenzó a sentir frío otra vez, su chakra repugnante calaba en los huesos.
– Jamás te permitiré acercarte a ella, no voy a perder contra ti y no tendrás mi cuerpo 'ttebasa– le regresó la mirada de manera desafiante y segura, por su parte, Momoshiki disfrutaba de una broma privada. Había algo que el bastardo no le estaba diciendo y le dejaba una sensación de vacío en el estómago.
– ¿Crees que ella será lo suficientemente fuerte para luchar contra uno de nosotros? – Boruto apartó bruscamente la mano de Momoshiki y afiló sus bonitos ojos azules.
– Yo la protegeré, no tendrá porque pelear contra ningún infeliz de ustedes– la sonrisa del amatsubito se volvió torcida haciendo juego con la expresión de su rostro. Su blanco cabello se movía tan lentamente que parecía tener vida propia.
– Es algo que no podrás evitar, el destino se escribió incluso antes de su nacimiento, no lo olvides Boruto Uzumaki, yo puedo ver tu futuro– sus perlas resplandecieron gélidas para luego soltarlo y alejarse levitando suavemente. Degustó sus palabras amargas, pudo notar ésa victoria anticipada que deleitaba al Ōtsutsuki, como si supiera que ya la había ganado.
– ¡BORUTO!¡REACCIONA IDIOTA!– dio un pequeño sobresalto cuando su mente regresó al mundo real y fue asaltado por el grito de Sarada. Seguían camino a la aldea ¿cuando tiempo había transcurrido en el mundo real? Tal vez menos de un minuto. Sentía helados trazos sobre su piel y se percató de que el karma estaba activo. Las marcas de vivo azul daban giros alargados desde su brazo hasta el lado derecho de su rostro.
– ¿Boruto-kun, estás bien?– Mitsuki le miró preocupado, el frío se mezcló con el calor ardiente en su hombro y se sujetó el lugar donde debería de estar la marca de maldición del cielo. Sonrió tratando de hacer retroceder ambas.
– Estoy bien 'ttebasa– aceptó la respuesta no muy convencido y preocupado vio como el rubio trataba de apaciguar el chakra ajeno que se desbordaba fuera de él. El gesto no pasó desapercibido para Sarada, había algo que ése par venían ocultando desde hace tiempo, aunque desde la misión en que se toparon con Kashi Koji se hizo aún más evidente.
Sabía cómo lucía el karma, pudo analizarlo más de cerca gracias a Kawaki, pero en aquella ocasión fue distinto, los ardientes tatuajes en forma de pétalos de cerezo que se habían arremolinado desde su hombro hasta cubrir la mitad de su cuerpo no habían lucido en lo absoluto como la marca del Ōtsutsuki, sino más bien... como las de Juugo. Era frustrante saber que Boruto y Mitsuki ocultaban algo de ésa magnitud y ni siquiera tener pistas para comprenderlo.
– Nii-san no te presiones demasiado, te hará daño– Himawari se giró un poco a verlo dándole una sonrisa amable, una que se sintió demasiado fría en comparación a anteriores. Una de byakugan activo y chakra helado.
– ¡¿En serio creen que me ganarán?!– incluso en su estado deplorable, continuaba siendo un enemigo demasiado difícil de lidiar. A esos extremos, el sujeto en su estado base ya había superado a Momoshiki transformado. El ataque de jinton definitivamente había dejado mal parado al Ōtsutsuki, su inexistente brazo con parte de la carne sobre el hombro hecha jirones, el hueso era visible en lo que debería ser su pierna izquierda y el tejido abierto en donde había perdido parte de la mandíbula, era un jodido asco y aún así no parecía querer rendirse.
Sólo les faltaba eso, pondrían su habilidad en su contra. Ya todo estaba preparado.
Hinata pese a no tener ojos, no estaba realmente incapacitada para la lucha, Toneri se lo había enseñado. Estaban demorando, si, el problema con el enemigo era simple, él podía congelar literalmente todo ¿qué sucedería si permitieran que se le enfriara la cabeza y usara la lógica? Bien podría congelar la aldea entera y todo a su alrededor sin ningún problema, debían mantenerlo ahí, enojado, haciendo uso del ingenio para destruir a un enemigo con la horrible habilidad de chakra criogénico. De hecho, Naruto y Sasuke no hubiesen durado demasiado en su contra, especialmente Naruto que dependía demasiado de Kurama para luchar contra ellos y era demasiado físico cuando se trataba del modo sabio que dicho sea de paso, solo empleaba para lanzar el rasen-shuriken.
Sakura tenía más posibilidades de ganarle que ése par, porque no sólo era cuestión de poder, sino además, inteligencia, estrategia y control de chakra.
Hizo sellos de mano y acumuló chakra líquido en sus pulmones, lo lanzó en forma de rocío que formaba un arcoíris circular plano. Neji se encargaba de protegerla. Toneri había comenzado una lucha física y parte de las flamas menta terminaban hechas hielo. Sólo debían llevarlo al lago de micro-gotas, lo impactó con la fuerza gravitacional del shinra-tensei dejándolo muy cerca, sólo que éste trató de desplazarse hacia arriba demasiado rápido. Karin lo había notado antes de que sucediera, no lo pensó mucho.
– ¡Sakura!– la Uchiha asintió, puede que ellos sean más fuertes, si, ella es un error de cálculo, inesperado. La Uzumaki convirtió el chakra de sus cadenas en dos llamaradas ámbar en sus manos, tomó a Sakura y la lanzó con fuerza. Salió disparada sintiendo sus pulmones compactarse bajo sus costillas contra la presión del aire. Era su revancha, tenía tantos deseos de romperle la cara a un ángel por todos los malos ratos que los hicieron pasar.
– ¡¡¡SHANAROOOOO!!!– había cargado una cantidad bastante considerable cuando su puño impactó con fuerza contra el Ōtsutsuki, si bien obtuvo una mano cubierta de hielo azulino también la satisfacción de haber golpeado a uno de esos bastardos a mano limpia. Incluso un par de huesos habían hecho un crujido repulsivo.
Hinata cargó el lago de rocío generando un campo electroestático, cuando el cuerpo pasó por ahí la energía hizo explotar las senbon llenas de chakra que había introducido en él cuando la había pateado; debido a que sólo congelaba una técnica o naturaleza a la vez, lo cual ciertamente arruinaría kekkei genkai o las propias gudōdamas, para su mala fortuna estaba tratando con una Hyūga. Explotó en una llamarada azul que se congeló pero lo hizo desde adentro, no pudo moverse. Toneri lo corto a la mitad y su cuerpo se fragmentó en dolorosos cristales. Sakura fue atrapada por Neji antes de tener un mal descenso.
Habían ganado, casi quería llorar. Sólo faltaban Naruto y Sasuke.
Lamentablemente, su contrincante tampoco era alguien que se pudiera vencer sólo con poder, y para empeorarlo, se movía entre dimensiones; el sonido que se produjo en el vacío fue distinto al del Kamui, en lugar de ser como agua corriendo sobre piedras electrificadas, fue como dejar caer un costal de cristales chocando entre sí hacia el vacío de fondo líquido. Crujiente y húmedo.
Aparecieron los hermanos Ōtsutsuki y el amatsubito bastante mal heridos, uno levitando mientras sujetaba su destrozado costado y los otros impactando contra el suelo. Los miró con su aterrador byakugan y a los restos criogenizados.
– Así que está muerto, se suponía que eras más poderoso que yo, imbécil– estaba evidentemente fastidiado, no era parte del plan, maldito Urashiki.
Hinata apenas tenía el suficiente chakra para saber que sucedía a su alrededor, había gastado prácticamente todo durante la pelea además de dos costillas rotas. Ahora todo dependía de ellos, los vio ir a respaldar a Naruto y Sasuke; tal vez podría seguir luchando si tuviera sus ojos pero, Toneri era de más ayuda que ella, era más fuerte y su tenseigan estaba por encima del de Neji. Karin y Sakura también podrían respaldar la batalla, una poseía una cantidad exhorbitante de chakra por sí misma y la otra contaba con el byakugō no in, estarían bien. Ahora sólo debía salir de ahí y regresar con sus hijos, prácticamente había hecho la mayor parte destruyendo a uno de los Ōtsutsuki y no iba a mentir, estaba agotada.
Si, a veces el destino puede llegar a ser muy cruel.
Himawari vio a una niña cargando a un bebé con el pie prensado bajo un escombro, debía sacarla de ahí, estaban demasiado cerca del área de fuego abierto. Boruto le seguía de cerca, el no poseía el byakugan y no podía ver donde estaban exactamente los aldeanos. Aunque en definitiva era pesado lograron sacar su pie, tenia el tobillo arruinado por lo que Sarada se encargó de cargarla sobre su espalda y llevarla al refugio, comenzó a sentir frío y su marca se hizo insoportablemente helada, estaba reaccionando a algo.
La atención de la niña se concentró en buscar a su madre, la miró, sólo fue eso. Quedó abrumada por la horrible cantidad de chakra violeta proveniente del ángel y su hermano cayo de rodillas sujetando dolorosamente su brazo, Momoshiki debía estarlo jodiendo ¿por qué justo ahora? Su cuerpo no reaccionaba. El amatsubito se decidió a usar grandes estacas de madera.
Fue como volver a la cuarta guerra y su lluvia de afiladas lanzas. Sólo que éstas al contacto con la tierra explotaban en miles de enormes astillas, no había manera de evadirlo.
Fue demasiado rápido, apenas un par de segundos, Himawari se puso frente a su hermano extendiendo sus palmas cubiertas de chakra, quitarlo no serviría de nada, igual serían alcanzados. No quería ver. Desactivó su byakugan.
Fueron sólo dos segundos, se sintieron demasiado eternos. Lo serían en sus pesadillas.
Su rostro fue salpicado con un líquido tibio, la piel se pintó de carmín. No hubo astillas, sólo un dolor insoportable. El cristal se quebró esparciendo sus cuchillas dentro de su consciencia, perforando su cerebro.
Estaba irremediablemente rota, como lo había estado ella
– ...¿Están bien... Boruto-kun... Hima-chan...?– su madre estaba ahí, su cuerpo atravesado por la enorme estaca mientras la sujetaba con sus manos, su ropa pintándose de rojo, sin ojos. Había consternación pura en los ojos de Himawari, sus labios temblorosos y pupilas dilatadas, dolor.
– O-oka...– no hubo lágrimas, tal vez el shock. No podía formularlo. No podía pensar. Boruto se dio cuenta después, él sí gritó.
– ¡¡¡¡¡OKAA-SAAAAAAN!!!!!– fue desgarrador, el resto lo escuchó. Hubo lágrimas de Sakura mientras se cubría la boca consternada, Neji sintió que el mundo se le vino abajo. El redondo rostro de su prima cuando la conoció a sus tiernos 4 años. Lágrimas.
Naruto y Sasuke sintieron la punzada profunda, uno veía a su esposa, su mejor amiga, la mujer que le dio una preciosa familia y de quien se había enamorado, con quien se suponía pasaría el resto de sus días envejeciendo juntos, admirándola, mimándola, viendo crecer a sus nietos. El otro veía a su primer amor, su compañera y única amiga además de Naruto, quien se había ganado su respeto y admiración con su propio esfuerzo, la mujer de la que seguía enamorado a pesar de los años, su mayor imposible, su eclipse. Hubo dolor agudo, hubo odio, el jinchuriki del kyuubi y el último Uchiha. Lo querían muerto.
Toneri sintió el vacío y dolor punzante, nuevamente era un niño perdiendo a su familia, nuevamente lloró sintiendo una fría daga de marfil desgarrando la carne. Unidos por el destino y alejados de igual manera. Ella había sido su única luz, único amor, única amiga, la única que trató de entenderlo y perdonarlo después de tantos errores, lo único que se había atrevido anhelar durante todos esos años; rabia ardiente, deseos de destruir. Era un Ōtsutsuki después de todo.
Hinata alcanzó a abrazar a sus hijos, su nuca recargada en el hombro de Boruto y una sonrisa triste. Un hilo de sangre.
– Los amo... los amo tanto... me hicieron tan feliz... – hubo un corazón lento y después nada. Himawari dio dos pasos atrás, sus ojos ampliándose con horror, el aura de su madre reflejándose sobre el espejo líquido a sus pies.
Sangre, una luna carmín. Una mujer de cabello rojo en rodetes y diamante en la frente; un remolino
Las venas en sus ojos llenándose de chakra gélido, como agua helada. Era distinto, demasiado agudo, demasiado frío, lleno de odio. Los ojos de un ángel. Corrió hacia el enemigo. Boruto escuchaba la cruel risa de Momoshiki, su mirada perdida en un limbo.
El amatsubito la vio venir, más los herederos de Kaguya no le dejaron reaccionar a tiempo. Una mirada fugaz y lo notó, era ella. La niña saltó. Cadenas ámbar brotaron de su espalda y se abalanzaron como avispas furiosas, atravesaron su cuerpo dejándolo inmóvil. Su byakugan mestizo brilló con crueldad, el ángel sonrió. No existía lealtad entre ellos, mucho menos piedad.
Lo descuartizó descuidadamente, una escena orgánica y visceral, sus restos sanguinolentos salpicaron sobre la consternación de los adultos. Naruto y Sasuke sintieron un amargo deja-vú, nostalgia diluida en shock.
Cubierta de tejido tibio y sangre espesa. Una niña de ojos de ángel y mirada de shinigami, porque en algún momento fueron uno mismo.
Un conejo de frío negro sólo observó, sólo analizó, y cuando el azul se transformó en blanco, sonrió.
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Fin
Primera parte
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